Gamera surgió como una explotation de las películas de Godzilla, que al mismo tiempo estaban claramente influenciadas por los filmes americanos de King Kong, que eran básicamente una reinterpretación del mito de La Bella y La Bestia, cuyo origen podría ser una novela del siglo II d.C., que en realidad era una adaptación de un cuento griego… Vaya, quien le iba a decir a ese pobre griego que, con el tiempo y una caña, su obra se iba a convertir en una horda de gigantescos monstruos radiactivos. Pero así son las cosas, cuando se hace la copia de una copia de otra copia, el material original se desvirtúa y muta. En muchas ocasiones el experimento saldrá rana. En unas pocas, tortuga.
La trama podría resumirse en términos pugilísticos. A un lado del cuadrilátero, con un peso de 75 toneladas, 85 metros de altura, 190 de envergadura, capaz de disparar rayos sónicos por la boca y de volar a una velocidad de Mach 3'5, tenemos al pájaro vampírico Gyaos. Y al otro lado, con 120 toneladas de peso, 80 metros de altura, la capacidad de disparar bolas de plasma explosivas y de volar a reacción a una velocidad de Mach 3, tenemos a la tortuga Gamera. Los demás elementos del argumento giran entorno a un marine, una joven ornitóloga, una colegiala con poderes místicos, una antigua profecía y unos enormes excrementos de pájaro.
No deja de ser sorprendente la despreocupada confianza que muestra la película por un material que ha puesto como loco mi bizarrómetro. Tanto los clichés del género como los viejos elementos reciclados aparecen aquí con una energía innovadora, gracias en parte a la acertada labor de su director, Shusuke Kaneko. Este realizador se encarga de darle una nueva capa de pintura a un género que estaba más manoseado que un trapo de cocina, y lo hace rodando una película orquestada con el sano propósito de defender que los trajes de goma espuma y las maquetas no están necesariamente reñidas con la espectacularidad. Aunque llamar espectacular a Gamera, Guardián del Universo es harina de otro costal.
La película transgrede muchos de los límites propios del género, y lo hace a la americana, modernizando su puesta en escena y dándole una sensación de ritmo y estilo a la acción. Tanto Gamera como Gyaos tardan en aparecer en pantalla, haciendo que crezca el interés en el espectador y que la acción vaya en aumento, hasta llegar al consabido clímax final en que dos tipos disfrazados se dan de manotazos ante una maqueta de Tokio. Resulta también curioso el tratamiento que la película hace de su personaje principal, Gamera, al que no vemos como un monstruo, ni tampoco como una tortuga, sino más bien como un superhéroe. Cuando este galápago mutante surca los cielos, no estaría fuera de lugar que alguno de los personajes secundarios soltara aquello de: “¿Es un pájaro? ¿Es un avión?”
La peli sigue teniendo los mismos problemas de lógica que cualquiera de sus antecesoras, pero ese espíritu innovador que comentábamos antes logra que esta extravagancia nipona entretenga, emocione y divierta. Otro de los puntos favorables del filme es ese humor que asoma la cabeza regularmente, ahí queda ese tendero quejándose de que la aparición del monstruo submarino ha provocado una subida en el precio del pescado. El éxito de la película, tanto artístico como comercial, propició el auge del género y dos secuelas que fueron rodadas por el mismo equipo. En ellas se repetiría la misma fórmula llegando incluso a superar los resultados de la primera entrega.
La frase: “Algún día te enseñaré como es Tokio sin monstruos.”
La trama podría resumirse en términos pugilísticos. A un lado del cuadrilátero, con un peso de 75 toneladas, 85 metros de altura, 190 de envergadura, capaz de disparar rayos sónicos por la boca y de volar a una velocidad de Mach 3'5, tenemos al pájaro vampírico Gyaos. Y al otro lado, con 120 toneladas de peso, 80 metros de altura, la capacidad de disparar bolas de plasma explosivas y de volar a reacción a una velocidad de Mach 3, tenemos a la tortuga Gamera. Los demás elementos del argumento giran entorno a un marine, una joven ornitóloga, una colegiala con poderes místicos, una antigua profecía y unos enormes excrementos de pájaro.
No deja de ser sorprendente la despreocupada confianza que muestra la película por un material que ha puesto como loco mi bizarrómetro. Tanto los clichés del género como los viejos elementos reciclados aparecen aquí con una energía innovadora, gracias en parte a la acertada labor de su director, Shusuke Kaneko. Este realizador se encarga de darle una nueva capa de pintura a un género que estaba más manoseado que un trapo de cocina, y lo hace rodando una película orquestada con el sano propósito de defender que los trajes de goma espuma y las maquetas no están necesariamente reñidas con la espectacularidad. Aunque llamar espectacular a Gamera, Guardián del Universo es harina de otro costal.
La película transgrede muchos de los límites propios del género, y lo hace a la americana, modernizando su puesta en escena y dándole una sensación de ritmo y estilo a la acción. Tanto Gamera como Gyaos tardan en aparecer en pantalla, haciendo que crezca el interés en el espectador y que la acción vaya en aumento, hasta llegar al consabido clímax final en que dos tipos disfrazados se dan de manotazos ante una maqueta de Tokio. Resulta también curioso el tratamiento que la película hace de su personaje principal, Gamera, al que no vemos como un monstruo, ni tampoco como una tortuga, sino más bien como un superhéroe. Cuando este galápago mutante surca los cielos, no estaría fuera de lugar que alguno de los personajes secundarios soltara aquello de: “¿Es un pájaro? ¿Es un avión?”
La peli sigue teniendo los mismos problemas de lógica que cualquiera de sus antecesoras, pero ese espíritu innovador que comentábamos antes logra que esta extravagancia nipona entretenga, emocione y divierta. Otro de los puntos favorables del filme es ese humor que asoma la cabeza regularmente, ahí queda ese tendero quejándose de que la aparición del monstruo submarino ha provocado una subida en el precio del pescado. El éxito de la película, tanto artístico como comercial, propició el auge del género y dos secuelas que fueron rodadas por el mismo equipo. En ellas se repetiría la misma fórmula llegando incluso a superar los resultados de la primera entrega.
La frase: “Algún día te enseñaré como es Tokio sin monstruos.”
Leer critica Gamera, guardián del universo en Muchocine.net
7 piquitos de oro:
Tengo el privilegio y orgullo de decir que nunca he visto un film de Godzilla, Gamera y etc...
jajaja
Que "peliculon", esta no la he visto pero no creo que se diferencie mucho con las de Godzilla.
¡No haber visto films de Godzilla no puede ser motivo de orgullo!
Tokyo sin monstruos no existe. Es como la isla de los monstruos, que en realidad es una península.
Gamera, el monstruo con nombre de supermercado.
Saludos
Siempre supe que los reptiles reconquistarían el mundo.
Yo vi hace años un par de ellas y lo siento pero no veo ninguna mas...Casi me da algo !!!!!!!!!
Un par de Gameras! Y estas vivo para contarlo? Qué suerte!
Otro gran icono del cine japo. Es impresionante como marcaron estas criaturas junto con Godzilla un genero entero :D
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