Los trabajos de reconstrucción de una calle próxima al cementerio de Viterbo permiten el hallazgo de una enigmática urna. La urna se remite al Museo de Arte Antiguo de Roma, donde trabaja la arqueóloga Sarah Mandy (la arrebatadora Asia Argento) a las órdenes de Giselle, viceconservadora de esta institución. Arrastradas por la curiosidad abren la urna, hallando en el interior de la misma una serie de misteriosos objetos. Lo que no saben es que acaban de liberar de su encierro a la Mater Lachrymarum, el regreso de esta hermosa pero terrible hechicera trae caos al mundo y lleva la capital italiana hasta un punto apocalíptico donde los poderes psíquicos de la joven estudiante norteamericana son la única esperanza para vencer a la última de las brujas que protagonizaron los dos anteriores films.

Si yo fuera Homer Simpson abofetearía con un guante a Dario Argento y le diría aquello de “¡exijo una satisfacción!” (eso o me tomaría un par de Duff’s e intentaría olvidarme de todo el asunto), pero como no lo soy, me quejaré al estilo abuelo Simpson.
Hay muchos directores que pierden su rumbo, para corroborarlo ahí están Tim Burton, Ridley Scott o Brian De Palma. La historia de Dario Argento no es distinta, hace años que vive de la renda de sus primeros trabajos, que ha perdido el favor de la crítica y del público, y se ha acomodado en su condición de vieja gloria. De ahí que nos quiera vender esta peli como una vuelta a los orígenes, algo que también hizo Kevin Smith en su momento con la segunda parte de Clerks y que le salió bastante bien.

Suspiria (1977) e Inferno (1980) son las primeras entregas de la hasta ahora inconclusa trilogía de las Tres Madres, y dos obras maestras indiscutibles. El esperado final de la saga, en cambio, no es el retorno del giallo como nos querían hacer creer, si no otro puñado de tierra más en su tumba. Lamentable lo que ha hecho, oigan.
La peli es mala por si sola, aunque supongo que si no fueran tan cojonudas sus predecesoras, si no estuvieran tan llenas de fuerza y belleza, daría menos tirria la cosa. Pero es que están ahí señor Argento, y le convendría mucho volver a verlas porque parece que es el único que las ha olvidado.


La peli en general tiene un aspecto cutre y videoclubero, la trama es de lo más banal y la visión que transmite la cinta sobre el Apocalipsis es bastante macarra (con muchos puntos en común con lo que vienen a ser las Ramblas de Barcelona un sábado por la noche). Pero lo peor, aquello que hace que se me suban los colores y que quiera salirme al balcón a fumar sin apretar antes el pause, son los momentos fantasmales con Daria Nicolodi. Muy fuertes señor Argento (usted ha visto Ghost, ¿verdad?). Es tal el desastre que solo me viene a la cabeza una analogía del mismo calibre; aquella espantosa secuela del 2001 de Kubrick.
Yo por mi parte me niego a poner imágenes de tal despropósito y prefiero deleitaros con Asia (a mi es que esta chica me da ganas de vestirme a lo Gengis Kan e invadirla). Por cierto, ¿qué os gusta más de Asia, el hemisferio norte o el sur?
