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Frankenweenie (2012)


El jovencito Frankenstein.

Ya lo decía la canción: “las vueltas que da la vida, el destino se burla de ti...”. Y es que durante los primeros años de la década de los '80, un joven (aunque ya despeinado) Tim Burton trabajaba para la Disney, aunque su arte no se puede decir que fuera del todo entendido ni, mucho menos, visto con buenos ojos dentro de la compañía. Así pues, tras dirigir un corto con la técnica de stop-motion, Vincent, y después de realizar un segundo corto basado en el mito de Frankenstein, de nombre Frankenweenie, la multinacional lo echó a la calle alegando que su trabajo había supuesto un desperdicio de recursos monetarios en una película demasiado terrorífica para los menores. Pero el joven Burton no arrojó la toalla y creció y creció hasta convertirse en un hermoso cisne blanco reputado director de culto capaz de contar con el reconocimiento tanto de crítica como de público. Y así fue como a mediados de la década del 2000, la Disney volvió a llamar a la puerta del realizador para volver a contratar sus servicios. Para cerrar el círculo, en 2007 ambas partes firmaron un contrato para la realización de una película basada en el mismo corto por el que lo echaron la primera vez, filmado en blanco y negro, con la técnica del stop-motion y de nombre Frankenweenie. Lo cierto es que si este párrafo lo leen con música de Danny Elfman de fondo la cosa mejora un montón.

Super 8 (2011)


Super 80's.

J.J.Abrams, se baja momentáneamente del Enterprise y desciende de las estrellas hasta el planeta tierra para perderse en un pequeño pueblo rural de la América más profunda para contarnos una historia fantástica protagonizada por unos pre-adolescentes, que se moverán por el escenario elegido en bicicletas, y que se verán involuntariamente inmersos en una aventura en la que deberán demostrar su valía haciéndole frente a un misterioso monstruo y a todo un grupo de militares armados hasta los dientes. A la vez, Abrams, regresa del futuro que nos mostró en su Star Trek para visitar nuestro pasado más inmediato, trasladándose hacia la década de los años ‘80 que, curiosamente, sigue estando muy de moda en este presente que vivimos, especialmente en lo que a cine se refiere. Y es que muchos han sido los que recientemente han echado la vista hacia atrás para regresar a los ‘80, pero pocos han sido los que han logrado convencer con sus trabajos. Hasta que ha llegado Abrams. ¿Cual es, entonces, la fórmula utilizada por el director para lograr que las cosas salgan bien? Simple. Hacer las cosas bien.

Viscosidad (The Incredible Melting Man, 1977)


¡Las increíbles aventuras de Viscosito!

Viscosidad es el acertadísimo título con el que se distribuyó en España The Incredible Melting Man, una nebulosa película de finales de los 70’s que hoy en día es recordada como uno de los puntos más bajos de la ciencia ficción. La cinta se demuestra viscosa en multitud de sus aspectos; narrativos, técnicos, artísticos y plásticos, y lo único que posee cierta coherencia es el título. Aunque se trata de una obra con intenciones (por decir algo) serias, está llena de detalles jocosos y delirantes que provocan la sonrisa del espectador más desacomplejado. Quien sienta predisposición ante este tipo de felonías cinematográficas puede disfrutar de todo un completo abanico de lo que jamás debe hacer una película, porque la acumulación de despropósitos puede resultar tan simpática como infructuosa. Pero quien no sienta ningún fetichismo por subproductos de serie Z que se ahorre el tormento, tan solo sería un acto de crueldad hacia sí mismo.


La historia comienza en algún punto inconcreto del espacio-tiempo de la década de los 70’s, con una secuencia que se desentiende de la más elemental narrativa y que mezcla sin ton ni son imágenes de archivo del espacio con otras de tres actores disfrazados de astronautas metidos en una minúscula cabina (la crisis inmobiliaria ha llegado a la Nasa). La película nos cuenta como el Scorpio V, una nave que jamás veremos en pantalla, llega a los anillos de Saturno, un lugar que tampoco veremos jamás (la cámara escamotea lo indecible a causa de la precariedad de medios). A continuación hay un resplandor y unas extrañas radiaciones chamuscan a los astronautas.


Regresamos a la Tierra y nos situamos en las instalaciones médicas donde reposa el único superviviente de la expedición espacial. Dicho astronauta, que va vendado como una momia egipcia, protagoniza una de esas escenas clásicas que tanto gustan a los aficionados; tras despertarse y deshacerse de sus ataduras, se sitúa frente al espejo para quitarse los vendajes, dejando al descubierto el terrible horror perpetrado por la radiación cósmica. El pobre está hecho un flan y enloquece. A continuación irrumpe una enfermera en la habitación trayendo consigo dos frascos de plasma sanguíneo que deja caer sobre el suelo y su calzado, aunque en la siguiente escena la vemos corriendo por el pasillo con los zapatos limpios y unos misteriosos arañazos en el rostro que no sabemos de dónde han salido. La susodicha cruza una puerta de cristal sin antes abrirla y finalmente es atrapada por el increíble hombre viscoso, que hace su aparición de repronto.


A partir de aquí se suceden las escenas en que Viscosito va por el campo degollando al personal, mientras un médico y un militar se las ingenian para perder una y otra vez el evidente rastro de muerte y materia pegajosa que deja tras de sí el monstruo, no sea que la película se acabe demasiado rápido. De entre las payasadas de rigor destaca cuando una pareja de ancianos viaja en coche por la zona. El espectador sabe de antemano que deben bajar del vehículo para que puedan acabar fiambres a manos de nuestro licuado protagonista, pero la película cae presa de una inexplicable indecisión (¿Paran para comprar unos dulces o para hacer una llamada?). Tras varios titubeos se detienen en mitad de la noche porque (redoble de tambores)... Quieren coger limones de los árboles, ¡bravo!


También hay momentos tan burdos e inconsistentes que uno duda de si la comicidad es buscada o no, como cuando el doctor decide explicarle la delicada situación al sheriff local. En escenas anteriores el médico ha puesto al corriente a su mujer y se ha llevado un rapapolvo del General, enfadado porque el tema es alto secreto y no debe enterarse personal no autorizado. Pero ahora que la situación lo impone y el sheriff le pide explicaciones, se cura en salud y le hace prometer que no podrá decirlo a nadie, ni siquiera a su esposa. Tras unos segundos de silencio ambos se dan la mano en señal de conformidad, pero no sin que el sheriff le recuerde antes que él es soltero.


Rick Baker, una de las grandes leyendas de los efectos especiales, hace lo imposible por facilitar algo de terror a tan anodina aventura, pero el famoso maquillador tampoco se cubre de gloria precisamente. El espectador se angustia ante la espantosa presencia del increíble hombre que se derrite, pero lo hace porque sabe que debajo de toneladas de inmundicia y materia pringosa se encuentra Alex Rebar, un sufrido actor. Este y no otro es el auténtico horror de un filme que funciona como una antología del disparate cinematográfico y está pésimamente escrito, dirigido, interpretado y montado.



La frase: «¡Es increíble, gana fortaleza a medida que se va derritiendo!»

Leer critica Viscosidad (The incredible Melting Man) en Muchocine.net

Gamera, Guardián del Universo (1995)


Gamera surgió como una explotation de las películas de Godzilla, que al mismo tiempo estaban claramente influenciadas por los filmes americanos de King Kong, que eran básicamente una reinterpretación del mito de La Bella y La Bestia, cuyo origen podría ser una novela del siglo II d.C., que en realidad era una adaptación de un cuento griego… Vaya, quien le iba a decir a ese pobre griego que, con el tiempo y una caña, su obra se iba a convertir en una horda de gigantescos monstruos radiactivos. Pero así son las cosas, cuando se hace la copia de una copia de otra copia, el material original se desvirtúa y muta. En muchas ocasiones el experimento saldrá rana. En unas pocas, tortuga.


La trama podría resumirse en términos pugilísticos. A un lado del cuadrilátero, con un peso de 75 toneladas, 85 metros de altura, 190 de envergadura, capaz de disparar rayos sónicos por la boca y de volar a una velocidad de Mach 3'5, tenemos al pájaro vampírico Gyaos. Y al otro lado, con 120 toneladas de peso, 80 metros de altura, la capacidad de disparar bolas de plasma explosivas y de volar a reacción a una velocidad de Mach 3, tenemos a la tortuga Gamera. Los demás elementos del argumento giran entorno a un marine, una joven ornitóloga, una colegiala con poderes místicos, una antigua profecía y unos enormes excrementos de pájaro.


No deja de ser sorprendente la despreocupada confianza que muestra la película por un material que ha puesto como loco mi bizarrómetro. Tanto los clichés del género como los viejos elementos reciclados aparecen aquí con una energía innovadora, gracias en parte a la acertada labor de su director, Shusuke Kaneko. Este realizador se encarga de darle una nueva capa de pintura a un género que estaba más manoseado que un trapo de cocina, y lo hace rodando una película orquestada con el sano propósito de defender que los trajes de goma espuma y las maquetas no están necesariamente reñidas con la espectacularidad. Aunque llamar espectacular a Gamera, Guardián del Universo es harina de otro costal.


La película transgrede muchos de los límites propios del género, y lo hace a la americana, modernizando su puesta en escena y dándole una sensación de ritmo y estilo a la acción. Tanto Gamera como Gyaos tardan en aparecer en pantalla, haciendo que crezca el interés en el espectador y que la acción vaya en aumento, hasta llegar al consabido clímax final en que dos tipos disfrazados se dan de manotazos ante una maqueta de Tokio. Resulta también curioso el tratamiento que la película hace de su personaje principal, Gamera, al que no vemos como un monstruo, ni tampoco como una tortuga, sino más bien como un superhéroe. Cuando este galápago mutante surca los cielos, no estaría fuera de lugar que alguno de los personajes secundarios soltara aquello de: “¿Es un pájaro? ¿Es un avión?”


La peli sigue teniendo los mismos problemas de lógica que cualquiera de sus antecesoras, pero ese espíritu innovador que comentábamos antes logra que esta extravagancia nipona entretenga, emocione y divierta. Otro de los puntos favorables del filme es ese humor que asoma la cabeza regularmente, ahí queda ese tendero quejándose de que la aparición del monstruo submarino ha provocado una subida en el precio del pescado. El éxito de la película, tanto artístico como comercial, propició el auge del género y dos secuelas que fueron rodadas por el mismo equipo. En ellas se repetiría la misma fórmula llegando incluso a superar los resultados de la primera entrega.



La frase: “Algún día te enseñaré como es Tokio sin monstruos.”

Leer critica Gamera, guardián del universo en Muchocine.net

King Kong (1933)

Elprimerhombre pudo disfrutar en Sitges de cuatro películas verdaderamente aceptables (unas más que otras), y para acabar la semana dedicada a este festival, no habría que olvidar a uno de los clásicos por antonomasia, King Kong, de Merian C. Copper y Ernest B. Schoedsack, al que se homenajeó este año por su 75 Aniversario (después de todo es el emblema del festival).

La historia está basada en una idea del mismo Merian C. Copper y del novelista Edgar Wallace. Un director de cine, Carl Denham (Robert Armstrong), quiere una actriz para su nueva película y el lugar donde quiere dirigir se encuentra en un sitio remoto que no aparece ni en los mapas, una isla perdida por el suroeste de Sumatra donde hay un muro construido por los nativos que los separa de algo horrible y monstruoso. Denham quiere ir allí a toda costa y a causa de la desconfianza de su agente, se dispone a buscar él mismo a una actriz que le valga. A partir de su encuentro con Ann Darrow (Fay Wray), todo el equipo, junto con la tripulación de un barco, iniciarán una aventura que se convertirá en una odisea plagada de peligros y de hallazgos realmente sorprendentes.

Toda la secuencia de la isla en la que se disponen a filmar resulta bastante interesante, destacando el momento en que la tribu que sacrifica a mujeres entregándoselas al gran Kong descubre a Carl Denham y sus aliados y se acerca a ellos el gran jefe, estando muy bien encuadrado en un plano abierto y general, resultando cómico el resultado final de la escena en la que el jefe pide a Denham que le entregue a Darrow y al negarse éste se marcha con los demás silbando, como para no alterar más la situación y querer pasar desapercibidos. Todo lo que viene a continuación, el rapto de Darrow por los nativos con el posterior rescate por parte del equipo está llevado a cabo con buen ritmo.

Pero lo mejor sin duda es la deliciosa secuencia final que tiene un valor intrínseco en el desarrollo del film, siendo para siempre imborrable en la mente del espectador, viendo al mismísimo Kong (que es así cómo se llama, sólo aparece el nombre de King Kong en las letras de crédito del principio y del final) subir por la fachada del Empire State Building, acabando su huida en la cima, luchando por su vida y por la de su bella dama, recibiendo terribles disparos por aviones de combate, siendo finalmente derrotado chocando con el duro asfalto. Como dice Denham en una frase mítica pero poco consecuente, ya que el culpable es él, "no fueron los aviones, fue la bella quien mató a la bestia".

Sabiendo que el paso del tiempo nos hace ver con gracia y simpatía los efectos especiales de esta película (véanse esas caídas de los personajes que se ve a la legua que son muñecos de trapo), es inevitable sentir una cierta adoración por varias de las secuencias que abundan en este gran film. La animación de los monstruos gigantescos que aparecen (que iban a ser muchos más pero el mismo Cooper los eliminó) está lograda con la técnica del Stop-Motion, inventada por Wills O'Brien para el largometraje El Mundo Perdido (1925), siendo él mismo el encargado de animar a Kong, cuyo modelo tenía un esqueleto de acero, rellenado de algodón y cubierto de látex para moverse con cierta naturalidad. El gran Ray Harryhausen se maravilló con estas dos películas y tendría unos 12 años cuando se estrenó King Kong. Años más tarde se convirtió en el maestro de esta técnica.

King Kong, que al principio se iba a llamar La octava maravilla, se convirtió en el primer film donde aparecía un monstruo gigante entre la civilización (Godzilla apareció por primera vez en 1954), teniendo mucho éxito en taquilla en el momento de su estreno, con varios reestrenos en los años 40, siendo el más importante el que se produjo en 1952, convirtiéndose en uno de los acontecimientos de ese año, recaudando más dinero que en 1933. Merian C. Cooper guionizó varias películas pero sólo fue el responsable de la dirección de King Kong y de algunos documentales, estando al mando, allá por los años 30 y 40, de la compañía cinematográfica RKO Radio Picture. Ernest B. Schoedsack sí que dirigió otras películas, como la continuación de esta, El hijo de Kong (1933) o El gran gorila (1949).


Fay Wray fue una importante actriz en esos años, trabajando con gente de la talla de Erich Von Stroheim, y en este film, en el que tuvo que usar una peluca rubia para ocultar su cabello oscuro, está perfecta en el papel de la bella Ann Darrow que deja conmocionado al gran Kong. A raíz de esto, debo resaltar una escena memorable en el barco, cuando Denham quiere filmarla sola, como ensayando para prepararla ante algo monstruoso que apareciera delante suyo. Es entonces cuando vemos cómo debe asustarse una actriz y resulta ser uno de los planos mejor resueltos de la película.

Como curiosidad, Fay Wray iba a hacer un cameo en King Kong (2005), de Peter Jackson, y conoció a Naomi Watts que hizo su mismo papel de Ann Darrow. Pero Wray falleció antes de iniciarse el rodaje y tras su muerte se anunció que las luces del Edificio Empire State se apagarían 15 minutos en su memoria. No sé si se produjo tal hecho pero es bonito imaginárselo.

En definitiva, un clásico que a pesar del paso del tiempo simpatiza con el espectador por su querido simio gigante, con el que gracias a unos efectos especiales realmente sorprendentes llegamos a emocionarnos y a sentir lástima por él en una escena final inolvidable.

Un saludo!




Leer critica King kong en Muchocine.net

El grandioso hombre de Pekín (Xing xing wang, 1977)

Inaugurando la sección “Spoilers en acción”, apartado de este humilde blog donde nos dedicaremos al destripe total de pequeñas joyas del séptimo arte (quedan avisados), les traemos esta exploitation nipona de King Kong y Tarzán, donde los Shaw Brothers nos hacen pasar un buen rato con un ritmo trepidante y mucha simpatía. Señores, ¡apaguen sus teléfonos móviles que el espectáculo va a empezar!

Tras un terremoto en el Himalaya, un gorila gigante brota del interior de la tierra y arrasa una aldea. Un grupo de aventureros comandados por un pérfido hombre de negocios se lanzan a la búsqueda y captura del monstruo. Para ello contratan a Chen, un tipo al que encuentran borracho en el bar de turno y que parece conocer la zona.

Lo que debía ser un apacible picnic por la selva se convierte rápidamente en una pesadilla: estampidas de elefantes, arenas movedizas, tigres, caídas desde precipicios… La mayoría de las víctimas son porteadores negros interpretados por chinos pintados. Ya por la noche, vivimos un flash back cursi romántico en el que Chen cuenta a los demás exploradores que su hermano le robó la novia. A la luz de la luna y tras estas íntimas confidencias, parece que nace la amistad entre los miembros de la expedición, pero a la mañana siguiente los muy cabrones han abandonado a Chen a su suerte y se han largado a sus casitas.

Perdido por la selva y más solo que la una, Chen no se percata que está apunto de sufrir la dolorosa colleja de un gorila gigante cuando aparece Samantha, una rubia de toma pan y moja que ejerce de reina de la jungla y le salva la vida. La tal Samantha resulta ser colegui del monstruo y lleva a Chen a su guarida, donde le ofrecerá unos daiquiris, fruta tropical y puede que algo de sexo casual.

Dos balanceos de liana más tarde, Samantha explica a Chen que es la única superviviente de un accidente de aviación y que desde niña ha sido cuidada por el gorila. A Samantha le gusta revolcarse seductoramente con todo tipo de bestias y así nos lo demuestra, pero una serpiente la ataca y la pica en la entrepierna; es entonces cuando Chen debe hacerle algo parecido a un cunilingus para sacarle el veneno, de repente un elefante que pasaba por ahí se ofrece de ambulancia y los lleva rápidamente a la cueva. Ya en su lecho ella padece fiebre, ardores y unas convulsiones parecidas al orgasmo. Muy oportunamente aparece el monstruo con hierbas curativas y mediante un lenguaje corporal de parvulario, le indica a Chen que se las ponga. Cuando ella por fin se recupera, Chen aprovecha para enseñarle como puede agradecerle sus cuidados agarrándola y arrimándole la cebolleta, suena una música ligera y hay un fundido en negro.

Después de un buen polvo lo mejor es corretear como unos adolescentes por la jungla, retozar con las bestias salvajes, y bañarse desnudos bajo una cascada. A la puesta de sol, el monstruo va a ver como está Samantha que no ha aparecido en todo el día, y se los encuentra allí de nuevo, sacándole brillo al manubrio. La cosa no le sienta demasiado bien y la toma con media jungla. Samantha al oír el estropicio se pone su mini bikini atigrado y sale sudorosa a su encuentro, se restriega de forma obscena contra el monstruo y esto lo calma.

Más tarde, Chen y ella deciden visitar Hong Kong llevando al gorila consigo, Samantha se despide de sus seres queridos (elefantes, tigres y demás fauna) y pim pam, en un par de zancadas del monstruo ya están en la civilización, pillan un barco, le ponen unos grilletes a la fiera (al mono, no a la rubia) y zarpan hacia la gran ciudad. Ya en el barco ella empieza a arrepentirse de no haber dejado al mono en casita, pero Chen le regala un vestido sexy y ella se olvida del asunto. Por la noche hay un tifón y chocan contra una roca en medio del océano (¡?!!), pero la intervención del monstruo salva al barco de irse a pique.

A la mañana siguiente llegan al puerto de Hong Kong, dejan al monstruo tirado en el barco y se van a un estudio de televisión. Allí encuentran al hermano roba novias de Chen y su ex. Al ver la diosa de la jungla que se ha agenciado el mister, al primero se le ponen los dientes largos y a la otra cara de estreñida. Chen comete el error de verse de tapadillo con su ex, que quiere volver con él y le besa, entonces entra Samantha en plan culebrón y al ver la escenita pone pies en polvorosa.

Mientras tanto exhiben al monstruo en un estadio donde los cuidadores son mezquinos y crueles y lo tratan fatal, para que nos dé más pena. Samantha llega corriendo como una amazona y ve la dantesca escena, el mandamás y villano se lleva a la chica e intenta emborracharla y aprovecharse de ella, le tira licor por las tetas, le quita el bikini y la golpea. Para más inri, el gorila tiene una visión privilegiada de los hechos desde su jaula, y se cabrea tanto que se suelta. El maloso huye en su coche, y como parece que quiere morir, se lleva a la chica consigo. Al mono le da el baile de San Vito y empieza a cargarse maquetas y micromachines a cascoporro.

No sabemos como, pero el malo se basta para conducir con una sola mano y sujetar a la selvática Samantha con la otra. La ciudad es un pañuelo así que el mono no tarda en localizarlos con su vista de lince. Aunque media ciudad ya no existe, hay gente que aun no se ha quedado con el gorila gigante que está demoliendo Hong Kong, así que el monstruo aun puede asustar a una familia que está sentada tranquilamente en su mesa y a unos electricistas. Explosiones, llamas, caos… ¡Lo que estábamos esperando desde el principio! (Juraría que el gorila acaba de hacerle la butifarra a un transeúnte…) El maloso se esconde con la chica en unos apartamentos, entran en un dormitorio e interrumpen a una pareja que está en la cama en plena faena (¡esto se está volviendo rocambolesco!); el gorila mete la mano, atrapa al villano, lo balancea un poco y lo tira con fuerza al suelo, pero como milagrosamente aun sigue vivo e intacto, lo remata de un pisotón.

Por fin entran en juego los militares que extrañamente están dirigidos por un americano de paisano. El mono se carga a una pareja que aun seguían cocinando en su piso (¡esto es la leche!). Polis en pantaloncitos cortos corriendo de un lado para el otro (curioso que el jefe de la policía honkongesa también sea occidental), Chen ha corrido la voz de que la chica puede controlar a la bestia y una muchedumbre de ciudadanos empieza a perseguirla por las calles, ella se sube a una farola y escapa. Tanques de juguete disparan al señor del traje de mono, los helicópteros logran abatir al monstruo que parece que está cazando moscas, se hace de noche y la batalla continua.

Hong Kong es muy grande porque en otro lado de la ciudad la gente sigue a lo suyo como si nada pasase. Disparos, pirotecnia, el bicho vuelve a caer y sube la música (¿dónde está Greenpeace cuando se les necesita?). Sangrante y malherido, empieza a escalar un rascacielos (se ve venir, se ve venir…) Samantha llega al lugar con lagrimillas en los ojos, cesa el fuego y la chica sube. Por fin se encuentran y sueñan en volver a la selva y en tener un mañana mejor, ¿puede haber esperanza para ellos? No, el ejército se lía a tiros otra vez e incluso la chica recibe más de un disparo, un helicóptero cae en llamas, los militares minan todo el edificio, Chen intenta impedirlo pero ellos son más y están entrenados. Más muerte y destrucción, el monstruo tira un par de soldados a los pies de su general en tono provocador, aunque el pobre está ya hecho trizas y se nos parte el corazón.


Última batalla, gran explosión, todo el edificio estalla, gorila y chica mueren. Chen entre las ruinas lleva en brazos el cadáver de Samantha, se lamenta en silencio por la incomprensión de los hombres con las luces de la ciudad al fondo. Sube la música y resuenan los tambores, fin.



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Monstruoso (2007)

Chico conoce a chica, chico pierde a chica, Monstruoso pisotea a chica y se lleva a media Nueva York por delante, chico va al rescate. Así de simple resulta el planteamiento del nuevo trabajo que nos ha traído el bueno de J.J. Abrams para empezar el año, mecenas televisivo que ejerce de padre de la criatura y eclipsa con su presencia a los demás mindundis metidos en el ajo (de los que no me sé ningún nombre, lo confieso).

Lo que más llama la atención del filme es el uso de la cámara subjetiva para dotar de realismo una peli a todas luces fantástica, y me parece un requisito necesario compararla con otra cinta de muy reciente estreno y misma técnica. Estamos hablando de [REC], claro. La cinta de Balagueró y Plaza es una montaña rusa que juega a asustar al espectador y que se sirve de esta técnica para lograr ciertas dosis de efectismo que el bajo presupuesto le podría haber negado. Mientras que Monstruoso tiene un pulso narrativo más lineal y firme, un espléndido montaje que mantiene al corazón del espectador en un puño durante todo el metraje y un presupuesto con el que Balagueró haría pelis para el resto de su vida.

Lo realmente innovador que ha hecho Abrams es utilizar la cámara subjetiva sin prescindir por ello del bagaje de Hollywood, ¿en qué se traduce esto? Pues en unos efectos que te cagas y en ciertas dosis de romance. Esta historia de amor con un hooligan del tamaño de un rascacielos haciendo de sujeta velas hace que me vengan a la mente multitud de referentes: Godzilla, El proyecto de la bruja de Blair, Salvar al soldado Ryan, La guerra de los mundos, el 11-S, la guerra de Irak… La trama es como un apunte a pié de página de la peli de Emmerich, un Godzilla desde el punto de vista de cuatro mindundis que no saben qué coño está pasando ni de donde vienen los tiros (lo mismo que le pasaba al sosainas de Tom Cruise en La guerra de los mundos).

El lenguaje cinematográfico está evolucionando y Abrams lo sabe. La primera vez que aparece Monstruoso ante la cámara te quedas atónito, es como si algo de otro mundo se hubiese colado en un video casero, mola. Aunque no todo son flores para Abrams, el imperativo de que siempre debe haber alguien filmando la acción pesa sobre la trama y se deben hacer concesiones (todas por el bien del entertainment, eso sí). También hay algún exceso final porque, ¿hacía falta ese plano tan sobrado en las postrimerías de la cinta? Seguramente no.

La peli es un colage muy bien manufacturado que rebosa talento. Pueden hacerle segundas lecturas si quieren, pueden decir que Monstruoso es Bin Laden, o que si Rob no va a Japón, Japón irá a por Rob, pero no hace falta, aquí se trata solo de pasar un buen rato. Esta es una buena peli para los que sí saben divertirse.


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La llamada de Cthulhu (2005)


La muerte de un destacado profesor de la Universidad de Miskatonik llevará a su nieto a investigar unos misteriosos hechos que parecen estar relacionados con el culto satánico a una milenaria entidad extraterrestre: Cthulhu, un bicho enorme con cabeza de pulpo y más feo que Picio, que llegó desde las estrellas millones de años antes de la aparición del Hombre y que, si bien ahora descansa en un sueño profundo bajo el Océano Pacífico, un día de estos despertará y armará una bien gorda buscando una taza de café.

Mediometraje realizado por la Sociedad Histórica de H.P. Lovecraft basado en el célebre cuento homónimo de este señor y que, en parte por quedarse contigo y en parte por falta de guita, está diseñado al estilo de las pelis mudas de los años 20 (ya saben, en blanco y negro y con cartelitos), como si hubiera sido estrenado justo después de escribirse el relato.


Las influencias de Lovecraft en el cine son muchas y variadas, abundan tanto las adaptaciones directas de relatos suyos (Terror en Dunwitch y Re-animator, por ejemplo) como las pelis que solo toman prestado su peculiar universo (La Cosa, Posesión Infernal, o cualquiera de Lucio Fulci). Es curioso que algo tan parecido en el papel dé resultados tan dispares en la pantalla, ya que se podría resumir toda la obra de este señor en una sola frase: “gente que se vuelve majareta tras tener un tropiezo con algún ser nauseabundo de nombre impronunciable”. No duden ni por un segundo que la peli que aquí tenemos seguirá esta premisa a pies juntillas.


Al ver La llamada de Cthulhu he tenido una sensación parecida a cuando vas a un karaoke y sube alguien a cantar al escenario que le pone muchas ganas y se lo cree mogollón, ya sea porque el tema le llega mucho o por el exceso de alcohol en vena. Puede que el filme esté repleto de carencias económicas, artísticas y técnicas (como el amigo borracho del karaoke), pero seguro que no le falta actitud y tesón. Cosas como esta película son lo que pasa cuando los flipados del mundo se unen con un objetivo común.

El maquillaje de tez blanca y ojos y labios pintados está bastante logrado, pero los personajes no están todo lo bien caracterizados que deberían. No sé si es porque yo de este tipo de cine he visto principalmente comedias (me remito en particular a las de la factoría Chaplin y Keaton), pero creo que los actores deberían ser más teatrales y sobreactuar más. Aparte que estas pelis eran puro ingenio visual, y aquí falta algo de magia y pericia.



Que sea la adaptación más fiel que se ha hecho hasta la fecha de un cuento de Lovecraft juega a su favor, claro. Al igual que el escaso metraje (apenas tres cuartos de hora) y el hecho de que esté rodada en Mythoscope (técnica con la que se consigue el look años 20). La calidad de la imagen en cambio, dista mucho de lo que podría llegar a ser y la cosa se queda en un quiero y no puedo solo recomendable para los más versados en la obra de Lovecraft, los incondicionales de las rarezas cinematográficas, frikis, góticos, y demás gentes de mal vivir.





La frase: "Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn."

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Alien (1979)


Elprimerhombre vuelve a mostrar otra obra maestra de Ridley Scott, ALIEN (lo de “el 8º pasajero” es un subtítulo más que apostillaron en España). Lo fuerte es que las dos únicas películas que me gustan de Ridley (que yo recuerde) son de una altísima calidad y las dos de Ciencia Ficción. ¿Dónde dejaría ese gran talento?

Como el argumento de esta película es archiconocido voy a ir al grano. La producción de esta película es absolutamente impresionante. Todos los preparativos para hacerla fueron estudiados con lupa para no cometer ningún fallo. Ridley tenía tan bien pensada la película que hacía sus propios esbozos con apuntes detallados y lo hacía tan bien que los ejecutivos de la compañía se sorprendieron y le doblaron el presupuesto.

Para él era su segunda película, ya que antes había hecho Los duelistas, y ya me gustaría ser director de cine y que mi segunda peli tuviera la mitad de la calidad que esta, y que mi tercera fuera también como Blade Runner. Para Sigourney Weaver era su primera actuación en la gran pantalla ya que venía del teatro, y aunque al principio sus compañeros se quejaban de que no daba la talla, yo creo que hace un papelón como la teniente Ripley.

La estética está impresionantemente cuidada. Ridley lo quería todo como él se lo imaginaba, por eso se pasaba mucho tiempo estudiando los planos y los actores se cansaban tanto de esperar. Hasta alguna vez estuvieron parados tres días. Y ya os podéis imaginar a los productores, que iban al rodaje para averiguar por qué no se había rodado aún ningún plano, y de esta manera Ridley llegó a perder los estribos, preguntándose por qué no le dejaban en paz. Por eso, muchas tomas se tuvieron que rodar con lo que ya había, porque ya se sabe que “el tiempo es oro”, y nunca mejor dicho. Me pregunto que si hubiera tenido todo el dinero que quisiera y se hubiera tomado su tiempo, ¿qué obra aún más increíble hubiera salido? Bueno, nunca se sabrá si el resultado hubiera sido mejor.

Para acabar, los decorados diseñados por Giger y Ron Cobb, dos ilustradores maravillosos, son imprescindibles para la película. La claustrofobia que se percibe es bastante real, sobre todo para los actores, porque el decorado ocupaba toda una sala enorme y tenían que recorrerlo de una punta a otra para salir de la nave. Y la tensión y el suspense que hay en el largometraje se consigue al no mostrar todo y dejar que la imaginación del espectador haga el resto. Hasta Ridley Scott quiso provocar a sus actores esa tensión al no mostrarles nunca el ALIEN, menos cuando les tocaba su turno.

Un saludo!

The Host (2006)


Buenos días, soy el jefe Dreyfus, restando semanas en lugar de sumarlas, por aquello de estar ya con la vista fijada en las vacaciones de semana santa, y volviendo al fotolog después de las pantomimas del sr. Demente y ese jeroglífico suyo que no se entiende. La semana pasada tuve que arrastrar al primerhombre hasta los cines al grito pelado de “queremos una de monstruos, queremos una de monstruos”, así que hoy: THE HOST… ¡Empezamos!


Un río, un monstruo mutado, militares y mucha población aterrorizada son los alicientes de la peli, a lo que le sumaremos una familia unida para rescatar a la benjamina raptada por la criatura. La familia unida jamás será vencida.. si, ya, muy facha lo se (como “señales” del Shyamalan) pero nos suda el nabo ¡porque el monstruo mola!


Los veinte primeros minutos de la peli son la bomba y el espectador se monta sobre ella, como un barón Munchausen cualquiera, contemplando el espectáculo. ¡Muy grande! Después empiezas, irremediablemente, a pensar que la cosa ya está (que se quedará en un buen arranque y un final espectacular y que entremedio te tragarás más de una hora de aburrimiento) coincidiendo con un momento de bajón, pero esta sensación apenas dura diez minutos porque luego la peli vuelve a funcionar, carbura de nuevo, y encima el director nos regala buenas escenas, un suspense muy conseguido, planos geniales, toques de humor, diálogos estúpidos (muy de serie B), y un monstruo que cuando aparece ¡INCLUSO SUENAN TAMBORES! TAM TAM TAM TAM…


Resumiendo: Esta peli es como una paja, está hecha para disfrutar. Muy recomendable para todo hijo de vecino con ganas de monstruo y especialmente para fans del género.

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