Alta
suciedad.
Para
llevar a la gran pantalla su adaptación de El Hobbit, un
libro de poco menos de trescientas páginas, el director Peter
Jackson necesitará tres películas de tres horas de duración, cada
una de ellas. Sí, seguramente sea algo exagerado. Para adaptar
Hamlet, otro libro que tampoco llega a las trescientas
páginas, Kenneth Branagh realizó una excepcional película de
cuatro horas de duración (existía una versión corta de algo más
de dos horas y media, pero el espectador ya empezaba a perderse
elementos importantes de la historia). Pues bien, ahora llega el
bueno de Joe Wright y decide adaptar el clásico literario Ana
Karenina, un complejo libro de algo más de mil páginas,
resumiéndolo todo en una cinta de dos horas escasas de duración.
Francamente, más que una decisión tomada después de largas horas
de deliberación, lo que parece es la lógica conclusión de una mala
noche de borrachera con vodka.