Alta
suciedad.
Para
llevar a la gran pantalla su adaptación de El Hobbit, un
libro de poco menos de trescientas páginas, el director Peter
Jackson necesitará tres películas de tres horas de duración, cada
una de ellas. Sí, seguramente sea algo exagerado. Para adaptar
Hamlet, otro libro que tampoco llega a las trescientas
páginas, Kenneth Branagh realizó una excepcional película de
cuatro horas de duración (existía una versión corta de algo más
de dos horas y media, pero el espectador ya empezaba a perderse
elementos importantes de la historia). Pues bien, ahora llega el
bueno de Joe Wright y decide adaptar el clásico literario Ana
Karenina, un complejo libro de algo más de mil páginas,
resumiéndolo todo en una cinta de dos horas escasas de duración.
Francamente, más que una decisión tomada después de largas horas
de deliberación, lo que parece es la lógica conclusión de una mala
noche de borrachera con vodka.
Peli
ambientada en la Rusia del siglo XIX. Dentro de la alta sociedad de
la época encontramos a Ana Karenina, una mujer casada con un
alto funcionario del gobierno, con quien tiene un hijo. La chica
parece tener una vida plácida y relajada hasta el momento en que se
pone a ronear con un joven oficial con el que entablará una pasional
y tórrida relación de amor. Ana Karenina deberá en ese
momento elegir si quedarse con su marido y su hijo y seguir con su
vida de confort, o dejarlo todo y fugarse con el joven militar de rídiculo bigote.
Película
dirigida por un reputado director inglés (Joe Wright),
protagonizada por dos grandes estrellas de Hollywood, aunque
británicas, eso sí (Keira Knightley y Jude Law), que
adapta un clásico literario de todos los tiempos, escrito por uno de
los más importantes escritures rusos de la historia (León
Tolstói), y que es llevado a la pantalla grande, con importantes
recursos cinematográficos pero usando, a la vez, una estética de
obra de teatro y toques de pura experimentación. En definitiva, un
caprichoso galimatías. Resulta evidente que los responsables del
film han optado por apostar fuerte, pero no lo suficientes y,
finalmente, el producto termina quedándose a medio gas.
Existen
dos grandes problemas que afectan a la película. 1) Se trata de
adaptar una universal y apasionada historia de amor. En la cinta
vemos algo de amor, es cierto, pero la trama carece
ab-so-lu-ta-men-te de pasión. El espectador la busca por todas
partes: en Ana Karenina, en el amante, en el marido, en los
personajes secundarios... pero no aparece por ningún lado. Con esto
lo que sucede es que la película se queda sin ningún tipo de alma,
desangelada y fría. Es como contemplar una naturaleza muerta. No nos
transmite la fuerza de la tormentosa relación amoroso que viven sus
protagonistas. Esto es debido, en gran medida, a su siguiente gran
problema. 2) O a la película le falta metraje o le sobre historia,
pero de la forma en que está
planteada lo único que se consigue es que los personajes carezcan de
profundidad, debido a que no se tiene tiempo suficiente para
desarrollar debidamente sus personalidades, que se tenga la
sensación de que han recortado el libro a machetazos para poder
darle una duración estándar, que la importancia de algunos
acontecimientos queden difuminados dentro de la vorágine de
precipitación de todo el conjunto y que alguna subtrama esté metida
a la fuerza y con calzador, hasta el punto de que una vez finalizada
la película todavía no sé qué es lo que nos pretendían contar
con ella.
Y
a pesar de todo lo dicho, no puedo evitar sentir cierto grado de
atracción hacia un producto tan peculiar como esta Ana Karenina.
Y es que a pesar de que a uno le cueste conectar con la historia,
debido a los problemas expuestos anteriormente, no se puede negar que
a Keira Knightley le sienta fantásticamente bien trabajar con este
director, que la película contiene un número de imágenes
preciosas, visualmente impactantes, que el riesgo que asume la cinta
en muchos momentos merece la pena logrando que todo el conjunto
brille, y que Joe Whrigt está en toda su salsa, con fantásticos
planos secuencias imposibles, momentos en los que la músicas y las
imágenes se dan la mano de una forma sensacional, escenas oníricas
llenas de magia, con cambios de escenarios impresionantes donde
los extras ejercen de tramoyistas y cambian, en cuestión de
segundos, toda la escena mientras los personajes principales siguen
hablando, y que incluso se atreve a convertir el teatro donde se va
sucediendo la historia, en un bullicioso hipódromo. La magia del
cine lo llaman. Y a Whrigt le corre por las venas.
Resumiendo:
Visualmente impactante, pero con una historia que se resiente
demasiado de una duración inapropiada para contar todo lo que quiere.
3 piquitos de oro:
Me encanta que hayas utilizado un título de Calamaro para esta entrada: Alta Suciedad. Jeje.
Un saludo desde SerieCinema
No es el tipo de película que vería sin una estruendosa recomendación. La tuya parece quedarse a medio gas.
es raro que las adaptaciones sobre novelas rusas tienden a una taquilla "moderada". al parecer se fumaron bastante opio esta vez.
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