Buenos días, soy el jefe Dreyfus, echando la vista hacia atrás y hablándoles de la película que el año pasado ganó en el festival de Sitges, por delante, incluso, de la muy superior Déjame entrar, lo que nos hace suponer que: o el jurado estaba de cachondeo y no se pilló la broma, o que en lugar de ir a ver películas, fueron a beber mojitos mientras se remojaban los pinreles en la playa. Sea como fuere, hoy: Surveillance... ¡Empezamos!
La historia transcurre en un pueblecito perdido en el culo de Estados Unidos (ya saben, mucho desierto y largas carreteras con pocos coches, lo que viene siendo el escenario perfecto para un serial killer de los de toda la vida), donde se ha producido un crimen. Esto lo sabemos porque: a) Nada más empezar la película se oyen disparos, escuchamos gritos y vemos sangre salpicando la cama de una habitación, mientras la cámara no para de moverse de un lado para otro de forma frenética con la única iluminación de una linterna (que también se mueve de forma frenética no vaya a ser que podamos enterarnos de algo de lo que está sucediendo); y porque, b) al pueblo llegan una pareja de agentes del FBI para investigar un caso criminal, del que nos irán dando pistas con cuentagotas.
Los dos agentes del FBI son Julia Ormond y Bill Pullman. A ella la conocemos por sus papeles románticos en la terrible Leyendas de Pasión, la floja El primer caballero o el horrible remake de Sabrina (y sus amores). Siempre me ha parecido una buena actriz con pésimo gusto para elegir papeles. En esta película está estupenda y da gusto ver como sonríe y se le marcan las arrugas de expresión en su rostro. No es fácil encontrar actrices de su edad en el Hollywood actual que hayan sabido encajar tan bien el paso de la edad (la mayoría parecen salidas, directamente, del museo de cera). A él, siempre lo recordaré como el prota de La loca historia de las galaxias y, además, era el presidente de los EE.UU en Independance Day, entre muchas otras. Éste ya no ha envejecido tan bien (no pesan los años, pesan los quilos) y actúa durante toda la película como si se acabara de levantar de la siesta, voz ronca incluida. La verdad es que ninguno de los dos estaba pasando por su mejor momento profesional, así que quizás esta película ayude a relanzar un poco sus carreras. Personalmente, lo dudo.
Pero sigamos con la trama. Los dos protas llegan a la comisaria del pueblo donde, a pesar del recelo inicial por parte de los lugareños, empezarán a unir esfuerzos para aclarar lo sucedido. Llegados a este punto nos enteramos que hay tres testigos: una niña, que viajaba con su familia (que mejor que ir de vacaciones en coche por el desierto), una joven a la que le gusta demasiado la coca (que mejor que ir a meterse rayas en un coche por el desierto) y uno de los policías del pueblo que, además, ha quedado herido. Los agentes del FBI deciden interrogar a los tres testigos a la vez y en salas distintas, mientras Bill Pullman lo supervisa todo a través de unos monitores. Estaremos todos de acuerdo en que hubiera sido mucho mejor interrogar a los testigos de uno en uno y así poder prestar la máxima atención a cada uno de ellos. Cierto, pero es que de ese modo no se podría ir construyendo lo sucedido a través de sus explicaciones y le desbaratas toda la peli a la directora.
La directora, ya que estamos, es Jennifer Chambers Lynch. ¿Les suena el apellido? Pues efectivamente, es la hija de David Lynch, que además ejerce de productor ejecutivo (evitaré cualquier tipo de broma o chascarrillo al respecto). Esta es su segunda película como directora, ya que anteriormente, en 1993, había dirigido una peli llamada Mi obsesión por Helena. El hecho de que haya tardado quince años en volver a dirigir ya les debería hacer pensar que la cosa no fue demasiado bien. Curiosamente los dos protas que ha elegido para ésta, su segunda película, ya habían trabajado anteriormente para su padre, ella en Inland Empire y él en Carretera perdida. Dicho queda.
Imagínense que alguien les da un puzzle para hacer, pero que ustedes no han visto el dibujo que se esconde en él. Ese alguien les va dando las fichas y les indica donde colocarlas para que, poco a poco, vayan empezando a intuir que se esconde, pero que, una vez terminado resulta que no les gusta el dibujo final. Imagínense que, además, una vez colocado todo en su sitio, deben seguir viendo ese dibujo, que no les ha gustado, durante media hora más. Simplemente porque si. Imaginen todo eso y estarán relativamente cerca de saber como me sentí viendo esta película. Lo cierto es que la peli tiene un arranque bastante prometedor, que los actores están todos bastante bien, que los diálogos, en su mayoría, funcionan y que la dirección es mucho más que correcta, aunque las comparaciones con su propio ADN sean odiosas. Y es precisamente por eso, por lo que la decepción termina siendo mayor. Por lo que podría haber sido y sin duda no es. Porque lo que la película termina siendo, en definitiva, es una bonita colección de tópicos ya vistos y suficientemente gastados, donde, si algo brilla por su ausencia, es precisamente algo nuevo a lo que poder agarrarnos.
Resumiendo: Película que, lamentablemente, promete mucho durante buena parte de metraje, pero que no remata la faena, precisamente por fallar donde mejor tenía que estar.
Leer critica Surveillance en Muchocine.net
Pero sigamos con la trama. Los dos protas llegan a la comisaria del pueblo donde, a pesar del recelo inicial por parte de los lugareños, empezarán a unir esfuerzos para aclarar lo sucedido. Llegados a este punto nos enteramos que hay tres testigos: una niña, que viajaba con su familia (que mejor que ir de vacaciones en coche por el desierto), una joven a la que le gusta demasiado la coca (que mejor que ir a meterse rayas en un coche por el desierto) y uno de los policías del pueblo que, además, ha quedado herido. Los agentes del FBI deciden interrogar a los tres testigos a la vez y en salas distintas, mientras Bill Pullman lo supervisa todo a través de unos monitores. Estaremos todos de acuerdo en que hubiera sido mucho mejor interrogar a los testigos de uno en uno y así poder prestar la máxima atención a cada uno de ellos. Cierto, pero es que de ese modo no se podría ir construyendo lo sucedido a través de sus explicaciones y le desbaratas toda la peli a la directora.
La directora, ya que estamos, es Jennifer Chambers Lynch. ¿Les suena el apellido? Pues efectivamente, es la hija de David Lynch, que además ejerce de productor ejecutivo (evitaré cualquier tipo de broma o chascarrillo al respecto). Esta es su segunda película como directora, ya que anteriormente, en 1993, había dirigido una peli llamada Mi obsesión por Helena. El hecho de que haya tardado quince años en volver a dirigir ya les debería hacer pensar que la cosa no fue demasiado bien. Curiosamente los dos protas que ha elegido para ésta, su segunda película, ya habían trabajado anteriormente para su padre, ella en Inland Empire y él en Carretera perdida. Dicho queda.
Imagínense que alguien les da un puzzle para hacer, pero que ustedes no han visto el dibujo que se esconde en él. Ese alguien les va dando las fichas y les indica donde colocarlas para que, poco a poco, vayan empezando a intuir que se esconde, pero que, una vez terminado resulta que no les gusta el dibujo final. Imagínense que, además, una vez colocado todo en su sitio, deben seguir viendo ese dibujo, que no les ha gustado, durante media hora más. Simplemente porque si. Imaginen todo eso y estarán relativamente cerca de saber como me sentí viendo esta película. Lo cierto es que la peli tiene un arranque bastante prometedor, que los actores están todos bastante bien, que los diálogos, en su mayoría, funcionan y que la dirección es mucho más que correcta, aunque las comparaciones con su propio ADN sean odiosas. Y es precisamente por eso, por lo que la decepción termina siendo mayor. Por lo que podría haber sido y sin duda no es. Porque lo que la película termina siendo, en definitiva, es una bonita colección de tópicos ya vistos y suficientemente gastados, donde, si algo brilla por su ausencia, es precisamente algo nuevo a lo que poder agarrarnos.
Resumiendo: Película que, lamentablemente, promete mucho durante buena parte de metraje, pero que no remata la faena, precisamente por fallar donde mejor tenía que estar.
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6 piquitos de oro:
Yo creo que la he visto Mi obsesión por Helena y era un rollo patatero. Por cierto, uno de los dos polis perilleros no sale en Cosas de marcianos? Qué risa de hombre, tiene una de esas miradas profusas que tanto nos gustan en este blog...
Película que tengo desde hace un par de semanas en la recámara, después de tu estupenda reseña, se que no voy a ver nada espectacular, de todas maneras me apetece desgranarla un muchito.
Muchas gracias y saludos!!
no la he visto, pero me ha encantaqdo la crítia, me lo paso muy bien con vuestras críticas, soy directos, irónicos, jeje, a seguir así.
no la veré, si tan mala es...
Hostias!!! me quedé con las ganas de verla en Sitges, veo que no me perdí nada interesante, más bien me híce un favor a mí mismo...XD
Pues si, la peli promete al principio pero luego te queda la sensación de que todo lo bueno del principio se queda en casi nada. Otra cosa... lo siento Bill Pullman... no puedo con él... ese histrionismo del final no le pega. Nada.
Por cierto, si, el actor que comenta Cecil B. Demente hacía de extrarrestre.
Saludos.
Tal vez la vea aunque sea por curiosidad, pero de momento me haré de otras de mayor interés, qué lástima lo de Sitges, asi pasa cuando hay apellidos de peso.
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