Pasitos
de bebé.
Uno
no puede evitar tener la sensación de que el cine español se ha
pasado media vida criticando la forma de hacer películas en
Hollywood, y su vacuo sentido del espectáculo, a la vez que
defendía, a capa y espada, la cinematografía patria y su forma de
hacer las cosas. Por suerte o por desgracia, o mucho me equivoco o
creo que la otra mitad se la van a pasar copiando esa forma de hacer
cine, importada del otro lado del charco. No desearía que se me mal
interpretara: estoy encantado con la idea y lo cierto es que,
personalmente, ya estaba un poco hasta las narices de pelis sobre
grandes dramas de penurias y miserias ambientados en la guerra civil
española o, lo que es todavía peor, en la post-guerra (que lo poco
gusta y lo mucho cansa). Pero lo que también sería de agradecer es
que la valentía que se ha demostrado a la hora de cortar con una
especie de tradición de hacer cine en nuestro país, también se
demostrara a la hora de ser capaces de innovar en lugar de limitarse
a copiar, a pies juntillas, los grandes clichés de las
super-producciones americanas. Los últimos días no es que
contenga alguno de estos clichés, es que arrastra un enorme y pesado
carro repleto de ellos, provocando que le cueste una barbaridad
avanzar con un mínimo de fluidez y originalidad.
Y
es que se tiene que tener en cuenta que un original, por malo que
sea, siempre tenderá a ser mejor que su copia (salvo honrosas
excepciones), por mucho que te traigas la trama hasta Barcelona, en
lugar de que la acción transcurra en la habitual Nueva York. Es
cierto, cambia el paisaje, pero poco más. Una vez has visto un par
de imágenes de la ciudad Condal hecha mierda, ¿que queda? ¿La
historia? No me hagan reír.
Otro
problema de intentar competir con este tipo de producciones es el
presupuesto, que aquí siempre acostumbrará a ser más reducido. Por
suerte siempre se podrá suplir con ingenio, pero cuando eso falla
provoca que algunas de las secuencias resulten poco creíbles y
forzadas, más si cabe para un film de estas características.
Además, parece como si los directores se hubieran cepillado gran
parte del dinero en conseguir ese efecto especial en que la cámara
logra atravesar un cristal. Tanto les debió costar que repiten el
efecto hasta cuatro veces durante la cinta (algunas de ellas sin
venir muy a cuento de nada), pero al parecer no debió dejar mucho
más dinero para otras secuencias de acción, que terminan resultando
bastante sonrojantes.
El
prota tiene las pintas de un doble de Serpico en horas bajas que se
encuentra encerrado en su lugar de trabajo junto con algunos
compañeros de oficina. Todos ellos son incapaces de salir a la calle
debido a una extraña epidemia que provoca que los humanos
demuestren un pánico irracional a los espacios abiertos, y que
incluso puede llegar a conducirlos hasta la muerte. Dicho de otra
forma: imagínense un mundo en el que toda la humanidad, de repente,
sufre de agorafobia y es incapaz de pisar la calle.
Lo
que sucede es que una peli infectada de zombis, mutantes, vampiros,
extraterrestres o con algún tipo de desastre natural que provoque el
fin de la vida tal y como la conocemos, da mucho juego y nos puede
presentar una gran historia de supervivencia y de superación
personal. Lamentablemente no se puede decir lo mismo de una cinta en
la que el mayor miedo de un hombre es el de pisar un adoquín, con lo
cual los responsables del film se las tuvieron que ingeniar para dar
un poco más de chicha a la trama. Resultado: el prota deberá cruzar
toda Barcelona, sin salir al exterior, para volver a encontrar a su
amada. ¿A que de pronto da todo como mucha más pereza?
Los
directores son los hermanos Àlex y David Pastor, en su
segundo trabajo después de la también muy epidémica Infectados
(Carriers), que filmaron en Hollywood. Como protas encontramos a
Quim Gutierrez y José Coronado. El primero es el novio
que busca desesperadamente a su amada; el segundo es un señor que
pasaba por ahí y que decide acompañarlo. Sus personajes seguirán a
rajatabla todos los estereotipos de este tipo de productos, con lo
cual el espectador no tardará en ver por donde van los tiros y
avanzarse a muchos momentos de la trama. Les acompañan las actrices
Marta Etura, ella es el Santo Grial de la peli, y Leticia
Dolera, que, lo lamento, todavía no acabo de entender cual es
exactamente su función en el film.
La
cosa pinta a que fue más o menos así: Los responsables del film
tuvieron una idea brillante a partir de la cual desarrollar toda una
película de catástrofes y supervivencia. El punto de partida era
original y apuntaba maneras, con lo cual lo único que hacía falta
era fabricar un eficaz guión a su alrededor que completara la
historia y la dotara de unos personajes protagonistas atrayentes,
acción, momentos de tensión y sacrificio y mucha aventura. Por
desgracia para todos, en lugar de un buen guión les quedó un
ladrillo que no había por donde agarrarlo.
Y
es que el interés que puede llegar a mostrar la película en su
tramo inicial, se va desmontando a marchas forzadas, hasta quedarse
en nada, debido a un endeble y torpe guión, unos diálogos estúpidos
y sobados, una trama predecible, un par de secuencias que rozan el
ridículo (lo de la iglesia tiene tela), unos efectos que contrastan
la brillantez de algunos momentos con la tosquedad de otros, y una
trama que parece mucho más larga que su metraje real. Y, por lo que
más quieran, no me tiren de la lengua y me hagan hablar de la escena
final porque entonces sí que ya la lío muy parda.
Resumiendo:
Cine USA made in spain, con un buen punto de partida y una trama que
se va cayendo a pedazos a medida que avanza.
1 piquitos de oro:
Personalmente no reniego de todo el cine español, pero por otra parte me parece perfecto que se esté abriendo a nuevas ideas y temáticas.
Ya estamos viendo algunas buenas producciones que abren camino al resto de títulos marcando el camino a seguir.
Esperemos que vaya subiendo la calidad también poco a poco
Saludos desde SerieCinema
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