Miseria y compañía.
Lo
imposible fue el gran fenómeno cinematográfico del 2012. La
película que logró batir récords, que arrastro un descomunal
número de espectadores a las salas de cine donde se proyectaba, que
contó con una espectacular y agresiva campaña de marketing y de la
que, obviamente, todo el mundo hablaba y opinaba. Además, por
increíble que pueda parecer, se trata de una super producción
española, rodada en inglés y protagonizada por grandes estrellas de
Hollywood, basada en un hecho real que en 2004 impactó al mundo
entero. Se trata de una cinta de catástrofes, es cierto, pero que
pretende ir mucho más allá, tocando temas como los de la
supervivencia, la superación personal, el compañerismo, la
generosidad, la ayuda anónima en un momento de necesidad y, ante
todo, de la unidad familiar por encima de todas las cosas. Y todos
estos elementos lo que hacían preguntarme una y otra vez era: ¿que
demonios hago yo viendo esta cosa?
La película está protagonizada por una familia formada por un matrimonio y sus tres hijos (todos ellos muy monos y de anuncio de kinder bueno) que se pillan unas vacaciones de Navidad en Tailandia, que eso de la nieve y el frío está muy bien, pero que casi mejor celebrar la llegada de Papa Noel refrescándose las pantorrillas en la playa. Pero un demoledor tsunami arrasará con todo lo que encuentre a su paso y obligará a la familia protagonista a luchar por su propia supervivencia. Para quien no pueda llegar hasta el final de la peli, comido por los nervios y la tensión, para saber si lograrán sobrevivir, que se limite a ver el cartel.
Peli
dirigida por Juan Antonio Bayona, realizador tan efectivo como
facilón, lo que le permite, sin lugar a dudas, conectar con un gran
número de espectadores. Y de qué manera. Si con su anterior
trabajo, El orfanato, plagaba la trama de referencias al género del
terror, con Lo imposible ha pretendido fabricar (este adjetivo no
resulta nada gratuito) el drama de todos los dramas. Los protas de la
peli son Naomi Watts (nominada al Oscar) y Ewan McGregor,
aunque la auténtica estrella de la cinta termina siendo el hijo
mayor del matrimonio, interpretado por Tom Holland. Y para
quien todavía dude de que, efectivamente, se trata de una cinta
española, decir que también interviene la actriz Marta Etura.
Tiene una frase.
La brutal campaña de marqueting de Mediaset ha hecho mucho bien a la película, logrando que se llenaran las salas de cine, pero a la vez ha provocado que cuando el espectador ve la película se dé cuenta de que las imágenes más espectaculares ya se las han ofrecido en los innumerables tráilers que le han pasado de forma machacona por televisión, con lo que se pierde cierto punto de impacto. Además, Clint Eastwood ya había rodado una espectacular secuencia sobre el mismo tsunami que arrasó el Sureste asiático en 2004 en Mas allá de la vida. A pesar de todo esto el apartado técnico de la cinta resulta muy espectacular y la secuencia inicial, cuando el tsunami golpea la costa, resulta absolutamente creíble i sobrecogedora. Por lo demás la trama de la película tampoco es que dé mucho más de sí. Después de la gran ola la familia se separa y deberán volver a encontrarse entre la desolación causada por el tsunami. Por cierto, que bueno ese gag en medio de todo el drama que es la secuencia a cámara lenta en la que vemos emerger el brazo de Naomi Watts de dentro del agua mientras suena la música de la serie “Perdidos”. Porque eso era un gag, ¿no?
Una cosa es querer tocar la fibra del espectador y otra muy distinta es querer golpearla con una enorme viga de metal candente. Existe una sutil diferencia que no acabo de tener muy claro si los responsables del film han sabido valorar. Además hay que tener en cuenta que la película es tramposa hasta límites insospechados para lograr arrancar la lágrima del espectador, plagada de momentos tiernos, melodramáticos y empalagosos hasta decir basta (ese niño que ayuda a un guiri a encontrar a sus familiares, ese hombre que presta un móvil ha pesar de que le queda muy poca batería, esa Geraldine Chaplin que aparece de la nada en medio de la noche para pegarle la chapa a uno de los niños sobre nosequé de las estrellas y ya no vuelve a aparecer más...). No puedo evitar indignarme sobremanera ante todos estos momentos que son continuos en el film. A todo esto cabe añadir una banda sonora que ayuda de lo lindo a manipular y un sinfín de coincidencias, casualidades y encuentros sorprendentes que lo único que consiguen es que de este “basado en hechos reales” solo nos creamos el tsunami.
Resumiendo: Peli con poca chicha y mucho drama para una de las cintas más tramposas de los últimos tiempos.
2 piquitos de oro:
Me gusta tu página. Te dejo mi nuevo blog: http://todocinemaniacos.com.
Si esta película se hubiera hecho en 1950 y todos nosotros fuéramos sus contemporáneos, a prácticamente el 99% nos parecería emocionante, lloraríamos y aplaudiríamos sin rubor y saldríamos del cine contentos como castañuelas. ¿No nos habremos vuelto algun@s demasiado cínicos? O al menos, tenemos la necesidad de aparentarlo...
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