Érase una vez en El Havre...
Nos encontramos otra vez con el mundo tan personal como anodino del director finlandés Aki Kaurismäki, aunque en esta ocasión sea menos surrealista que otras veces debido a un argumento más cercano al realismo social a causa de la crítica que hace, a su manera, del problema de la inmigración clandestina. Su película El Havre, escrita, dirigida y producida por él mismo, fue presentada en el Festival de Cannes del año pasado, donde consiguió el Premio Fipresci, y en la rueda de prensa comentó que visitó varias ciudades costeras de Italia, del Mediterráneo, de Portugal y de España, hasta llegar a Le Havre, una ciudad portuaria al noroeste de Francia, en Normandía. Comentó, con su humor peculiar, que podría haber sido cualquier otro país europeo, excepto Finlandia o Suecia ya que nadie se siente tan desesperado como para ir allí.
En la película conoceremos a Marcel Marx (André Wilms), un escritor bohemio que ha dejado de escribir y que ahora es un limpiabotas, cuya esposa Arletti (Kati Outinen) no está muy bien de salud. Por cosas del azar, Marcel se encontrará a un joven africano en el agua, escondiéndose de la policía ya que se ha escapado del contenedor en el que viajaba con otros inmigrantes. A partir de entonces, Marcel se interesará por el chico dejándole comida al lado del agua, hasta que más adelante se lo encontrará durmiendo en una especie de trastero que él tiene y entonces será cuando decidirá cuidarle e intentará que consiga su sueño de ir a Londres, ciudad en la que vive un familiar suyo.
Aunque se ha alabado al film por contar una historia tan universal de una forma sencilla y cercana, Kaurismäki no ha podido evitar que la película sea algo irregular aunque contenga varias pinceladas de su humor marca de la casa. Empieza con buen talante, haciendo gala de su original puesta en escena y sus personajes extraños, pero no acaba de cuajar del todo su universo propio con la crítica social que quiere realizar. Va dejando pequeños detalles de esa crítica en varios momentos, como los primeros planos de los inmigrantes que se encuentran en el contenedor descubierto por la policía (del que el chico consigue escapar), el diálogo del compañero asiático que tiene Marcel cuando va a limpiar que le comenta que él no es nadie al tener una identidad falsa, o el televisor de un bar donde se ven las imágenes del desalojo que se produjo en 2009 del campamento de inmigrantes clandestinos, llamado "la Jungla", en Calais, otra ciudad costera al norte de Francia. Y es que, sin desestimar las intenciones de Kaurismäki, a uno le interesa más que cuente sus invenciones más personales sin relacionarlas con historias más convencionales, aunque sean de interés general y lo haga a su manera.
Pero también es verdad que Kaurismäki sigue marcando sus pautas en el cine y no lo puede hacer de otra manera que con su fotógrafo de siempre: Timo Salminen, creador de esos planos tan característicos de sus películas, destacando el tono de los colores y esa luz que ilumina a los personajes. Y no nos olvidemos de la manera tan peculiar de expresarse de sus personajes, que parecen faltos de alma al hablar de forma tan mecánica y con el mismo tono de voz, algo que la actriz Kati Outinen ya debe tener más que superado al ser la séptima vez que se pone a las órdenes de Kaurismäki. Y para acabar, habría que destacar a los mejores personajes de la película: el comisario que sigue la pista al niño y a Marcel, bien interpretado por Jean-Pierre Darrousin (actor fetiche del director francés Robert Guediguian), que es muy carismático y se nota que es obra del director finlandés, sobre todo por el diálogo que tiene con Marcel en una escena inolvidable; y el personaje más curioso que se haya visto en mucho tiempo en el cine (que además es real) llamado Little Bob, un cantante de Rock que ya no toca porque su pareja le ha dejado y al que Marcel acude para intentar lograr que vuelva al escenario y de esta forma hacer un concierto benéfico para conseguir el dinero que el chico necesita para irse a Londres.
"Una película agradable con buenas intenciones, con el toque indiscutible de Aki Kaurismäki, pero algo irregular y de la que se hecha en falta una historia más personal del director finlandés"
2 piquitos de oro:
Adoro a Kaurismaki y jamás me canso de rever sus joyitas, que son prácticamente todas. Esta no me decepcionó.
Tenía ganas de leer sobre esta película, un abrazo de una visitante asidua :D
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