La que se avecina
Cuando un director de cine es conocido sobre todo por ser un provocador y haber realizado algunas películas muy personales y diferentes, en cada estreno de un nuevo trabajo suyo se oyen rumores sobre las expectativas que hay puestas en él. Y, normalmente, en cuanto al resultado suelen haber varios comentarios a favor y otros totalmente en contra, pero a nadie parece dejar indiferente. En este caso, el danés Lars von Trier encaja perfectamente en este tipo de director y acaba de estrenar Melancolía (2011), una muy interesante película que fue presentada en el Festival de Cannes, donde merecidamente obtuvo el premio a la mejor actriz por Kirsten Dunst, y que está precedida por Anticristo (2009), un film que fue fruto de una depresión del director y que se percibe plenamente en la historia.
Esta última película también consiste en un drama psicológico pero no tan oscuro y retorcido como en Anticristo, aunque el comienzo dé mal augurio por creer que va a ser una ida de olla parecida, ya que vemos imágenes muy bien fotografiadas pero a cámara muy lenta y desconocemos las temibles intenciones del talentoso director danés. Pero después del título de la película empieza la historia y la cosa cambia por completo. Vemos a una pareja de recién casados, Justine (Kirsten Dunst) y Michael (Alexander Skarsgard), que llegan en una limusina a la gran mansión de Claire (Charlotte Gainsbourg), la hermana de Justine, y su marido John (Kiefer Sutherland), un rico científico, que los reciben un tanto enfadados porque junto con los demás invitados llevan esperándoles unas dos horas para el banquete. Les han preparado toda la celebración de la boda y se han gastado un dineral, algo que irrita a John cuando se percata de que Justine se marcha en algunos momentos de la mesa, igual que la madre de ella (Charlotte Rampling), que no ha estado en la iglesia porque no cree en el matrimonio, una opinión seguramente infundada por haber estado casada con su padre (John Hurt), el cual se alegra de que su hija esté tan feliz. Pero esa supuesta felicidad se pondrá en duda durante esas misteriosas desapariciones, en las que una especie de agobio hará acto de presencia. A parte de esto, se acerca un planeta llamado Melancolía que en cinco días podría chocar con la Tierra, algo que angustia mucho a Claire aunque su marido le diga que eso no ocurrirá jamás según su opinión y la de otros científicos.
La película está dividida en dos partes, la primera llamada Justine y la segunda Claire. En la primera el espectador siente una sensación de incomodidad entre algunos comensales muy bien creada para el ambiente de la historia, que conlleva a un suspense que será latente en toda la película. La segunda es muy diferente y no tan atrayente, con más imágenes en cámara lenta y acercándose más al universo propio del director danés con el tema principal del acercamiento del planeta Melancolía. Pero, en conjunto, la película consigue atraer la atención del espectador, con unas grandes interpretaciones de los actores, con Kirsten Dunst a la cabeza, que seguramente es de los papeles más complejos que haya tenido que hacer nunca, algo de lo que ya le debió de avisar Charlotte Gainsbourg, que aún después de la dura experiencia que debió tener rodando Anticristo, por el peso dramático de la historia y la tensión de algunas escenas, ha vuelto a rodar con Trier creando un buen personaje y totalmente distinto a aquél. Sorprende también la interpretación de Kiefer Sutherland, una de las cosas a destacar de la película. Su personaje es vital y en la primera parte su impaciencia ayuda notablemente al desarrollo tan bien llevado de la historia.
En cuanto a la dirección, el director danés vuelve a rodar con cámara en mano y lo hace con gran maestría, siendo una parte crucial para seguir a los personajes (pero sin agobiarlos) y sentir muy de cerca y de forma muy realista lo que está ocurriendo. Consigue una buena puesta en escena y para resaltar lo que quiere transmitir también se basa mucho en la fotografía, de la que destacan los colores cálidos de la primera parte, en la que predominan las escenas de interiores, y los fríos de la segunda, con muchas más escenas de exteriores y con bellos paisajes. Todo ello al servicio de una buena trama en la que Trier despliega sus mejores bazas en la primera parte, con una narrativa más ágil, serenándose bastante en la segunda por circunstancias del guión y llevando la historia más al terreno donde nos tenía acostumbrados, con menos diálogos y pocos personajes y dentro de su universo más oscuro, para aún así al final completar una película sorprendente.
“Un drama psicológico de un Lars von Trier inspirado, en el que destaca un suspense muy logrado y las grandes interpretaciones de los actores”
1 piquitos de oro:
A mi Lars me gusta. Bueno, casi todo... Anticristo no me gusto. Pero adoro Europa, Rompiendo las Olas, Los idiotas o Dogville. Vere esta.
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