La jungla 5: Un buen día para morir (2013)



John and son.

Lo de La jungla de cristal (Die Hard) más que una saga cinematográfica siempre me ha parecido una institución en sí misma. Desde que apareciera su primera entrega, allá por el lejano 1988, la franquicia ha ido evolucionando, con mayor o menor fortuna, pero siempre con un sello distintivo que la diferenciaba del resto de propuestas de acción: un personaje protagonista con un carisma que le sale por las orejas, acción con capacidad de enganchar al espectador, malos atrayentes capaces de vender su alma al mismísimo diablo por el vil metal, y las habituales pullas cómicas de un John McClane acostumbrado a darlo todo por la audiencia y por las víctimas propiciatorias de turno. No obstante, parecía como si la fórmula flaqueara un poco más a cada nueva entrega, a pesar de que la cosa seguía teniendo cierta gracia. Por eso, cuando apareció esta quinta entrega, me parecieron un poco injustas las críticas que dilapidaban este nuevo film en comparación con la primera película, ya que lo más justo sería compararla con la entrega inmediatamente anterior. Pues bien, una vez vista La jungla 5: Un buen día para morir, y después de compararla con su predecesora, La Jungla 4.0, debo admitir que esta quinta entrega es lo que cinematográficamente hablando se conoce como una castaña pilonga.


Grandes momentos tv (XLI)



Si mañana no está el equipo habitual yo no hago este programa (...) No podemos tener a becarios haciendo el programa. Con todo el cariño, pero becarios no. ¿Eh?

Josep Pedrerol

Punto Pelota. Intereconomía. 2012.

Los últimos días (2013)



Pasitos de bebé.

Uno no puede evitar tener la sensación de que el cine español se ha pasado media vida criticando la forma de hacer películas en Hollywood, y su vacuo sentido del espectáculo, a la vez que defendía, a capa y espada, la cinematografía patria y su forma de hacer las cosas. Por suerte o por desgracia, o mucho me equivoco o creo que la otra mitad se la van a pasar copiando esa forma de hacer cine, importada del otro lado del charco. No desearía que se me mal interpretara: estoy encantado con la idea y lo cierto es que, personalmente, ya estaba un poco hasta las narices de pelis sobre grandes dramas de penurias y miserias ambientados en la guerra civil española o, lo que es todavía peor, en la post-guerra (que lo poco gusta y lo mucho cansa). Pero lo que también sería de agradecer es que la valentía que se ha demostrado a la hora de cortar con una especie de tradición de hacer cine en nuestro país, también se demostrara a la hora de ser capaces de innovar en lugar de limitarse a copiar, a pies juntillas, los grandes clichés de las super-producciones americanas. Los últimos días no es que contenga alguno de estos clichés, es que arrastra un enorme y pesado carro repleto de ellos, provocando que le cueste una barbaridad avanzar con un mínimo de fluidez y originalidad.

Grandes monólogos cine (XXXVI)



Monólogo final de Juan Diego Botto en Martín (Hache) (1997), de Adolfo Aristarain.

"(...) Yo sé que es una cagada despedirse así papá, pero pensé que era lo mejor. A vos no te gustan nada las despedidas. Pensé que podrías intentar convencerme de que me quedara; y corría el riesgo de que me convencieras. Te quiero mucho, viejo. Me gusta vivir con vos (...)"

Lo imposible (2012)


Miseria y compañía.

Lo imposible fue el gran fenómeno cinematográfico del 2012. La película que logró batir récords, que arrastro un descomunal número de espectadores a las salas de cine donde se proyectaba, que contó con una espectacular y agresiva campaña de marketing y de la que, obviamente, todo el mundo hablaba y opinaba. Además, por increíble que pueda parecer, se trata de una super producción española, rodada en inglés y protagonizada por grandes estrellas de Hollywood, basada en un hecho real que en 2004 impactó al mundo entero. Se trata de una cinta de catástrofes, es cierto, pero que pretende ir mucho más allá, tocando temas como los de la supervivencia, la superación personal, el compañerismo, la generosidad, la ayuda anónima en un momento de necesidad y, ante todo, de la unidad familiar por encima de todas las cosas. Y todos estos elementos lo que hacían preguntarme una y otra vez era: ¿que demonios hago yo viendo esta cosa?

Mientras tanto, en Twitter...

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