Joaquin Phoenix contra el mundo.
El día que nos enteramos de que Joaquin Phoenix dejaba la interpretación, en el quesito rosa, abrimos varias botellas de cava para celebrarlo. No, no somos sus mayores fans. En plena fiesta leímos entera la noticia y nos sorprendimos al comprobar que al parecer decidía pasarse al mundo de la música, lo que provocó que se nos congelara la sonrisa en el rostro y diéramos la fiesta por terminada viendo la que se nos venía encima. Más tarde se empezó a rumorear de que se podría tratar de una noticia falsa y de que en el fondo no era más que una estratagema para preparar un nuevo proyecto sobre un falso documental con él mismo cómo protagonista. La palabra que refleja más claramente mi estado de ánimo en ese momento es: indignación. Las fuentes, no obstante, confirmaban que Phoenix estaba lo suficientemente chalado como para llevar a cabo cualquiera de las dos cosas. Al final, días después de su estreno en el festival de Venecia, al que la cinta llegó inmersa entre rumores, se destapó el pastel y los responsables del proyecto terminaron reconociendo que se trataba de un falso documental y que el Phoenix que podemos ver en la película no es más que otro papel de el Phoenix actor.
Joaquin Phoenix es una reputada estrella de Hollywood que cuenta en su haber con dos nominaciones a los Oscar (mejor actor por En la cuerda floja y mejor actor de reparto por Gladiator) y otras muchas interpretaciones en películas como Todo por un sueño, El secreto de los Abott, Señales, Brigada 49, El bosque o La noche es nuestra. Después de rodar su último trabajo en Two Lovers, el actor confesó a un periodista que abandonaba el cine y que desde aquel momento dedicaría todos sus esfuerzos en labrarse una sólida carrera en el mundo de la música para lograr cumplir su sueño de convertirse en toda una estrella del hip-hop. Si, visto ahora la cosa cuesta bastante de creer, pero lo cierto es que en su momento coló, y de qué manera. Durante todo ese tiempo en que Phoenix, supuestamente, intentaba labrarse su futuro musical, la imagen del actor se fue deteriorando de cara al gran público (física y socialmente) y en sus escasas, y estudiadas, apariciones, siempre solía ir acompañado de su cuñado y amigo Casey Affleck (actor en películas como El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford o Adiós, pequeña adiós), quien iba grabando todo lo que sucedía a su alrededor con la intención de realizar un documental sobre el cambio de rumbo en la vida de Phoenix.
I'm still here es una suerte de cámara oculta a gran escala en la que Joaquin Phoenix juega a ser el John Belushi de nuestros tiempos. Las comparaciones con Belushi no son pocas. Phoenix se deja llevar por la fama, descuida su imagen, su físico y su higiene, consume todo tipo de sustancias ilegales e, incluso, pretende convertirse en el gran músico que el ex Blues Brother también aspiró a ser (aunque en campos totalmente opuestos). Los paralelismos aumentan a medida que la película avanza y el actor sustituye los harapos con los que aparece en sus primeras apariciones musicales por un elegante traje negro, con camisa blanca y corbata negra, coronado todo el disfraz con unas oscuras gafas de sol, que contrasta tristemente con su físico descuidado, con lo cual, definitivamente, el personaje gana en intensidad y patetismo.
Alguien dijo en cierta ocasión (o quizás me lo estoy inventando, que para tratar la película que hoy nos ocupa también estaría justificado) que una buena historia debe tener un buen auge para, luego, dirigirlo todo hacia una gran caída. En I'm still here no hay auge. El auge queda fuera del metraje y durante el documental simplemente asistimos a una larga y continuada caída de un artista que en otra época probó las mieles de un éxito que no fue capaz de digerir, por lo que se vio obligado a cortar con toda su vida anterior. Nada de ello es real, y a pesar de todo, el simple hecho de haberse enfrascado en un proyecto de estas características no deja de ser un claro síntoma de que Phoenix no está bien de la azotea. Y yo que me alegro, pues por fin he logrado interesarme por su carrera como actor.
I'm still here es una suerte de cámara oculta a gran escala en la que Joaquin Phoenix juega a ser el John Belushi de nuestros tiempos. Las comparaciones con Belushi no son pocas. Phoenix se deja llevar por la fama, descuida su imagen, su físico y su higiene, consume todo tipo de sustancias ilegales e, incluso, pretende convertirse en el gran músico que el ex Blues Brother también aspiró a ser (aunque en campos totalmente opuestos). Los paralelismos aumentan a medida que la película avanza y el actor sustituye los harapos con los que aparece en sus primeras apariciones musicales por un elegante traje negro, con camisa blanca y corbata negra, coronado todo el disfraz con unas oscuras gafas de sol, que contrasta tristemente con su físico descuidado, con lo cual, definitivamente, el personaje gana en intensidad y patetismo.
Alguien dijo en cierta ocasión (o quizás me lo estoy inventando, que para tratar la película que hoy nos ocupa también estaría justificado) que una buena historia debe tener un buen auge para, luego, dirigirlo todo hacia una gran caída. En I'm still here no hay auge. El auge queda fuera del metraje y durante el documental simplemente asistimos a una larga y continuada caída de un artista que en otra época probó las mieles de un éxito que no fue capaz de digerir, por lo que se vio obligado a cortar con toda su vida anterior. Nada de ello es real, y a pesar de todo, el simple hecho de haberse enfrascado en un proyecto de estas características no deja de ser un claro síntoma de que Phoenix no está bien de la azotea. Y yo que me alegro, pues por fin he logrado interesarme por su carrera como actor.
Durante la primera mitad de la película no podía evitar pensar una y otra vez que, de no haber sabido que se trataba de un falso documental y que todo lo que estaba sucediendo en pantalla estaba previamente guionizado, realmente hubiera disfrutado mucho más su visionado y su efecto en el espectador hubiera sido mucho más espectacular. Por el contrario, en la segunda mitad, la película consigue paliar la ventaja con la que cuenta el espectador, logrando que no me importara lo más mínimo el hecho de que lo que ocurría no fuera veraz, atrapado por la vorágine, en caída libre, de su personaje protagonista, plagada de algunos momentos brillantes y contando con tres o cuatro escenas que se quedan grabadas en la retina del espectador. Personalmente, me quedo con el plano contrapicado sostenido a un Joaquin Phoenix rígido, caracterizado como aparece en el cartel de la película, momentos antes de su actuación en una sala de fiestas de Miami, donde confirma o lo buen actor que es (y que hasta el momento no había sabido apreciar) o que está como una bendita regadera.
Leer critica I'm still here (i'm still here: the lost year of joaquin phoenix) en Muchocine.net
3 piquitos de oro:
Me interesa este experimento.
Eso sí, a mi Phoenix me encanta como actor. Creo que es muy destacado. De verdad XD
Se está hablando mucho de este documental, y la verdad, no me interesa un carajo.
Prefiero descensos a infiernos más ardientes y reales.
Salud
Me gusto la pelicula, no me habia dado cuenta pero es un buen actor
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