Esto resulta que es una adaptación de un formato holandés de gran éxito (que no se ha repetido en nuestro país, vistos los datos de audiencia), que consiste en meter a diez adictos de distintos tipos (coca, heroina, alcohol) en un centro de desintoxicación durante cuatro semanas, durante las cuales deberán superar sus adicciones a través de distintos tratamientos, terapias y actividades. El programa tiene previstos controles de orina semanales e, incluso, se verán imágenes en las que dejan entrar en el centro a perros entrenados para rastrear droga (no olviden que esto es un programa de televisión y se tiene que dar espectáculo). Además, entre los participantes encontramos a un tenista que llegó a ser el número quince de España antes de caer en el mundo de las drogas.
El programa nos muestra drama y miserias humanas en estado puro, aderezado con los comentarios de los familiares que son debidamente entrevistados por el programa para dar sus opiniones. Particularmente estoy en contra de este tipo de formatos que se ganan la vida con la desgracia de los demás y, aunque espero que los participantes de este espacio logren enderezar sus vidas, debo reconocer que no le veo ningún encanto televisivo a ver a un yonki poniendo una lavadora.
La cosa va de tres hermanos a los que se les muere la hermana pequeña en un accidente de tráfico. En el momento del accidente, la joven iba acompañada de un hombre, con quien mantenía relaciones, que también fallece en el acto. Este hombre resultará ser un hombre casado y adinerado, padre, a su vez, de tres hijas en edad de merecer. Total, que el accidente lo había orquestado la viuda del fallecido y los tres hermanos oliéndose el percal, optarán por entrar a trabajar en la empresa familiar para descubrir que pasó en realidad. ¿Van siguiendo la trama? La cosa más o menos es como un “Siete novias para siete hermanos”, pero con menos gente y una trama de asesinatos de por medio.
La serie es un absoluto horror. Es veneno. Los tres hermanos dan lástima y todo de lo malos que son, y tanto los personajes como los diálogos con tan artificiales que no te los puedes llegar a creer ni con botella y media de coñac entre pecho y espalda. Si tuviera que quedarme con algo (obligado, se entiende), me quedaría con, la que todo apunta a que será, la mala de turno, la actriz Carmen Elias (Camino) y con el bar del pueblo, llamado “La frontera”, una especie de Bar Coyote donde siempre hay chicas bailando de forma sensual sobre la barra (por cierto, que la rubia de pelo corto que baila tiene una manía bárbara a mirar a cámara, que alguien le diga algo, por favor). A pesar de todo lo dicho la audiencia está siendo buena, que le vamos a hacer.
El programa está presentado por Nico Abad (Soy el que más sabe de televisión del mundo, Deportes Cuatro) y cuenta con dos padrinos de lujo: Enzo Francescoli y Zidane. El programa se encargó de repetir hasta la saciedad lo de padrinos de excepción, lo que no dijo era cual era su cometido, porque aparte de presentarse a dar la mano a los candidatos poco más hicieron.
La audiéncia fue paupérrima, lográndo el sábado un 2,9% y al domingo un 3,7% de share. Visto lo visto, alguien de Cuatro ya debe haberse dado cuenta que estrenar un reality de fúbol, precisamente, a la hora del fútbol (el sábado el Madrid jugaba a las ocho de la tarde, hora de emisión del programa) no acabó de ser una idea de las que se pueda llamar brillantes.
Esto conlleva que ellos se tengan que ocupar de cosas como el traje de la novia (aquí el follón está servido porque una de ellas asegura que si no le gusta el traje se pondrá a llorar en medio de la boda y, evidentemente, el novio escoge justamente el vestido que ella no quería), que tengan que hacer la lista de los invitados (nuevo follón debido a que uno de los novios no tiene intención de invitar a una de las amigas de la novia con la que se lleva como el culo) o que tengan que elegir la comida que se servirá durante el enlace (evidentemente nuevo foco de conflictos, en este caso, consuegros incluidos).
Reconozco que el programa me hizo mucha gracia porque es absolutamente destructivo (como ya lo fuera el mítico “Confianza ciega”) y parece como si el objetivo del programa fuera que las parejas cortaran en vivo y en directo. De hecho una de las parejas ya abandonó a los cuatro días debido a que la novia era incapaz de soportar la presión. Rápidamente fue sustituida por una nueva pareja dispuesta a no dejar pasar la oportunidad que el programa les estaba brindando (evidentemente no sabían la que se les venía encima).
El programa del domingo acabó con la despedida de solteras de las chicas, pasándoselo bomba sobando a los boys y metiendo mano a todo lo que podían, mientras el programa iba intercalando comentarios de sus futuros maridos diciendo que a sus respectivas parejas esto de las despedidas y de los boys no iba con ellas. Se pudo ver lo bien que se conocían las parejas y lo preparadas que estaban para el matrimonio.
A pesar de todo la audiencia fue mala, y el domingo no pasó de un 4,6% de share, lo cual nos vendría a decir que, o remonta de una forma espectacular, o tiene los días contados.
QUIERO CANTAR (Antena 3)/CÁNTAME UNA CANCIÓN (Telecinco): Que las dos cadenas privadas más grandes del país estrenen exactamente el mismo programa, con el mismo formato, con apenas dos días de diferencia, es algo tirando a raro, para que nos vamos a engañar. Que el resultado final de ambos sea igual de plomizo, ya no lo es tanto. La cosa va de niños que cantan, algo que no es muy nuevo que digamos, por mucho que ambas cadenas se esfuerzen en vendernos la moto de que esto iba a ser la bomba padre.
El domingo se estrenó el de Antena 3, con Jorge Fernández (La ruleta de la fortuna, Esta casa era una ruina) como presentador, en el cual separaban a los niños en dos grupos el “equipo de los peques”, niños de cinco a ocho años, más o menos, y el “equipo de los mayores” con niños ya más creciditos de trece y catorce años. Nada más aparecer el primer niño y ponerse a cantar el “América” de Nino Bravo ya vi claro que la cosa se me iba a hacer muy cuesta arriba (curiosamente en el de Telecinco se volvió a cantar esta canción). Además, el programa se trajo a dos invitados de lujo: Coti y Isabel Pantoja que, gustosos, se pusieron a interpretar sus canciones con los niños. Un tostón de los que hacen época, créanme.
El martes se estrenó el de Telecinco, con Pilar Rubio (Más que baile) como presentadora. El presentador previsto iba a ser Xavier Sardà, pero parece ser que al final se lesionó (o vio que la cosa no prometía demasiado, vayan ustedes a saber) y no pudo conducir el espacio. Además de Pilar, el programa cuenta con un jurado formado por Noemí Galera (Operación triunfo, Tú si que vales), Jesús Vázquez, David Civera y David Bustamante. Éstos últimos, ya para desgracia generalizada, también se lanzaron a cantar con los pequeños (e incluso desafinaron más que ellos). Terrible. Nada que destacar. Yo, nada más ver que Bustamente llevaba la camiseta más abierta y enseñaba más pecho que Pilar Rubio ya vi que la cosa no iba bien.
Lo curioso del caso es que las audiencias han sido desiguales a pesar de tratarse del mismo formato. Así pues, mientras Quiero cantar se quedaba con un horrible 10,5% en la noche del domingo, Cántame una canción lograba un pasable 16,2% de share, en la noche del martes. Las cadenas no acaban de ponerse de acuerdo y, todo parece indicar, que la audiencia tampoco.