Los duelistas (1977)


Elprimerhombre ha visto Los duelistas, de Ridley Scott, una estupenda ópera prima de un director cuya pericia cinematográfica es ya patente en esta obra, siendo sobradamente corroborada dos años después con Alien (lo de "el octavo pasajero" es cosecha española) y acabada de rematar en 1982 con Blade Runner. ¿Quién puede pedir un mejor comienzo?

Los duelistas se remite al año 1800, cuando Napoleón Bonaparte sube al poder. El teniente Feraud (Harvey Keitel), un húsar del ejército napoleónico que siempre intenta batirse en duelo, debe permanecer en cuartel bajo arresto por haber disputado su honor con el sobrino del Mayor, al que le ha clavado su espada, produciéndole una terrible herida que ha estado a punto de quitarle la vida. Un tal D'Hubert (Keith Carradine), también perteneciente al ejército de Napoleón, es enviado en su búsqueda con el encargo de traerlo consigo, pero cuando lo encuentra, Feraud se opone a tal castigo, retando al mismo D'Hubert a que desenvaine su espada. Este lo encuentra ridículo, negando en rotundo tal fechoría, pero sin tener ningún tipo de escapatoria y acabando por desquiciarle, ambos comienzan un duelo que significará el primero de los muchos que protagonizarán durante los varios encuentros (algunos fortuitos) que tienen a lo largo del largometraje, llegando al 1816 con Napoleón ya derrotado. El sometimiento que tiene Feraud sobre D'Hubert por su pesada actitud de salvar su honor con el duelo, es explicado brevemente con la frase inicial de la película que simplifica muy bien lo que viene a ser todo el argumento: "El que se bate en duelo exige satisfacción; el honor es para él un apetito. Esta historia retrata uno de estos tipos de hambre excéntrica".

Unos bellísimos parajes de Francia, Escocia e Inglaterra amparan esta historia basada en un relato de Joseph Conrad, El duelo (curiosamente, Alien también estaba basada, aunque una adaptación bastante libre, en una novela de Conrad, La línea de sombra). La fotografía de Frank Tidy es espléndida, siendo aún más lograda con Ridley Scott como operador de cámara. Y siguiendo con sus primeras realizaciones, el señor Scott solía dibujar sus propios storyboards con un resultado más que digno, retratando las escenas con una sobrada solvencia, capaz de plasmar perfectamente en el celuloide todo lo que tenía en mente, enganchando en extremo al espectador con historias totalmente atrayentes, rodeadas de una atmósfera enigmática. Por eso, después de su primer lustro de gran logro creativo, algún golpe se debió dar en la cabeza para no realizar ninguna otra obra de tal calibre (aunque algunos dirán que Gladiator o American Gangster se aproximan, sin yo poder reprocharles nada porque no las he visto; Thelma & Louise está bien pero hasta ahí puedo leer).

La importancia de dar con unos actores que dieran la talla para los papeles protagonistas era vital para esta película, acertando sobre todo con el personaje de D'Hubert, con un Keith Carradine más que formidable. Su manera de estar en escena es sorprendente, al igual que su capacidad para transmitir con sus gestos faciales. En el caso de Harvey Keitel por mi parte no es tan logrado, no porque no quede bien para el personaje de Feraud, ya que ahora no me imagino a otro (salvo a Robert de Niro), sino porque sus acciones no son tan vigorosas como las de Carradine, con además demasiada seriedad en su rostro aunque su personaje sea bastante arisco, llegando a veces a la inexpresividad en su actuación. Aunque eso sí, la secuencia final en el duelo definitivo es de una absoluta belleza, con los dos en pleno apogeo.

Todo en esta película está tratado con el más mínimo detalle, recordando sobre todo a esa otra gran obra llamada Barry Lyndon (1975), de Stanley Kubrick, reconociendo el mismo Scott su gran influencia. Los duelos en este film tienen una gran fuerza por estar rodados con cámara en mano, tomándose su tiempo los mismos duelistas, acompañados con un sutil humor, como cuando en el segundo duelo D'Hubert pide perdón porque va a estornudar. Y aunque poca cosa habría que reprochar a Scott de este gran film, algo sí que se podría comentar. El ritmo de la película baja un poco cuando, en 1814, D'Hubert se va a vivir con su hermana que reside en Tours, con la intención de esta de encontrarle pareja, como la bella Adelle, a la que cortejará y con la que se llegará a casar. No con esto quiero decir que pierde calidad el film pero sí un poco de interés en el espectador. También hay un plano contraplano entre el personaje de D'Hubert con un amigo del general Feraud cuando se le reta a otro duelo con este último, en el que sorprende por su falta de raccord. Pero esto son minucias sin casi importancia después de visionar otras grandes escenas de la película.

En definitiva, un gran debut cinematográfico de un director que da buena muestra de su saber hacer a la hora de mover y colocar la cámara.

Un saludo!



Leer critica Los duelistas en Muchocine.net

7 piquitos de oro:

El Confesor dijo...

Esto es un peliculón como Dios manda, en mi opinión muy por encima de ese tostoncillo titulado "Barry Lyndon". Estoy muy de acuerdo con la crítica.

Anónimo dijo...

Estimado primerhombre,

Mis gafotas cinéfilas se han sorprendido gratamente al leer esta crítica. Desconocía por completo su existencia...
Ridley Scott siempre te termina sorprendiendo.

Un besico.

Anónimo dijo...

Siempre quise ver el film...pero no sé porqué siempre me echo atrás!

Milgrom dijo...

Y para mí, de lo mejor de Scott junto a Alien.

Möbius el Crononauta dijo...

Preciosa, precisa, estupenda, magnífica, sensacional... Ridley, Ridley, ¿que pasó contigo?

Ramón Ramos dijo...

Desde luego que es un gran debut. Una opera prima muy prometedora, la de Ridley Scott, que luego se consagró como director Alien y Blade Runner.

Saludos,

Kike dijo...

Un buen debut, en mi opinión. Algo repetitiva en ocasiones, pero interesante.

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