Buenos tiempos llegarán
Cuando uno acaba de ver una película de Aki Kaurismäki se da cuenta de que ha presenciado algo fuera de lo común, y si encima resulta que es un drama pero contado con un humor muy peculiar pues la experiencia no tiene desperdicio alguno, como queda muy patente al ver Nubes pasajeras (1996). En esta historia el director finlandés muestra algo tan actual como el desempleo pero lo hace de una forma brillante al mezclar imágenes de puro melodrama con diálogos absurdos y escenas y personajes memorables que son los que provocan la risa en el espectador. De ahí que el humor sea una característica del cine que este director atípico ha sabido crear durante su original carrera cinematográfica.
La pareja protagonista es un matrimonio formado por Ilona (Kati Outinen) y Lauri (Kari Väänänen). Ella es jefa de sala de un restaurante y él es conductor de tranvía. Económicamente no van muy bien pero aún así él compra una tele en color que pagarán a plazos. Poco después empezará su mala suerte ya que Lauri será despedido por una reestructuración de la empresa a causa de que la mayoría de la gente coge el metro o el coche, y ella se enterará de lo sucedido un mes más tarde, cuando se produzca también su despido ya que la gerente vende el local por la falta de clientes después de estar 38 años abierto.
Con esto ya vemos que para Ilona y Lauri estos cambios serán un duro golpe en su día a día, pero ahí no se quedará la cosa. Kaurismäki parece mover los hilos de su vida a la manera que él quiere que ocurra, exagerando la mala suerte de ambos en su lucha por encontrar un puesto de trabajo, y esto, junto con el detalle incluido de sugerir un suceso triste del pasado, hace que en cierto punto el espectador llegue a tomarse a risa tantas penurias que el director finlandés quiere hacer pasar al matrimonio. También, algo muy común en sus películas, es destacable la manera en que Ilona y Lauri se quieren, se expresan y se dicen las cosas, a veces hasta sin mirarse, o sin cambiar casi su expresión en el rostro tanto ante las adversidades que se les presentan como ante algún posible cambio positivo.
Aunque hay que decir que el cine de Kaurismäki tiene mucha más miga. Con la sencillez de su puesta en escena, sus elipsis tan bien utilizadas, y la creación de personajes extravagantes ha logrado una filmografía única. Y para ello le han servido de mucha ayuda dos aspectos a tener en cuenta: el primero, su gran colaboración con Timo Salminen, que con su fotografía tan carismática, con planos en los que resalta una luz poderosa y unos colores vivos, ha hecho que todo el conjunto aunara mucha calidad y belleza; y el segundo, su acertada utilización de diferentes tipos de música, como en esta película con el gran inicio de las letras de crédito en el que vemos en el restaurante al pianista Shelley Fisher que nos deleita con su preciosa canción Lonesome Traveller.
Y por último, habría que comentar que, como habrán comprobado en el título del film, en el mundo de Kaurismäki puede ocurrir cualquier cosa, tanto lo peor o más absurdo como lo positivo y esperanzador. Eso es lo bueno de este director, que aunque conozcas sus bazas siempre te sale con algún personaje increíble o con alguna escena inolvidable. Y les aseguro que en Nubes pasajeras encontrarán mucho de esto. Es verdad que habrán varios espectadores a los que no les gustará nada el tipo de cine que realiza este señor, pero les he de decir que a un servidor le cautiva su manera tan minimalista de conseguir historias tan auténticas y particulares.
"Una bella película muy característica de Aki Kaurismäki, que contiene tanto su humor peculiar como momentos de melodrama"
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