Escena crucial de la gran película Secretos y mentiras (1996), de Mike Leigh, en la que hay un breve monólogo lleno de sinceridad y rabia.
"(...) Secretos y mentiras. Todos sufrimos. ¿Por qué no compartimos nuestro dolor? Me he pasado toda la vida intentando hacer feliz a la gente, y las tres personas a quienes más quiero en el mundo se odian a muerte. ¡Yo estoy en medio y ya no puedo aguantarlo más! (...)"
4 piquitos de oro:
¡Increíble! Casualmente la he visto este fín de semana. Era un film del que sabía su existencia, pero que no ví en su momento, ni a lo largo de estos ¡16 años ya! La sorpresa ha sido gratísima, es un peliculón del que tenía una idea equivocada; pensaba que era una comedia pura, lo cual no tendría nada de malo, desde luego, pero es evidente que gana muchos enteros tal como es. ¡Y qué actuaciones! Con mención especial a la atribulada madre, que por lo visto ganó el premio a la interpretación en Cannes de forma totalmente merecida, junto a Mike Leigh como mejor director. Esta película demuestra cómo se puede hacer gran cine con las emociones y tribulaciones humanas sin caer en folletones de saldo. ¡Super recomendada por si alguien aún no la ha visto, como me pasó a mí! ¡¡Imperdonable!!
Querido Maestro Ciruela, me congratula que volvamos a coincidir en gustos cinematográficos. Y, por supuesto, también es una grata sorpresa para mí que se haya producido esta casualidad, sobre todo porque al final se decidió a verla y encima le resultó excelente.
Estoy igualmente de acuerdo con usted de que las interpretaciones son soberbias y en especial la de la madre, la fabulosa actriz Brenda Blethyn. Y, por cierto, si le interesa hice una reseña sobre esta película hace un tiempo; la puede encontrar en el apartado "Todas las películas de la A a la Z" que tenemos más abajo.
¡Un saludo, amigo!
Amigo, he leído con mucho interés su reseña en de la A a la Z, y con gran regocijo, veo que coincidimos casi punto por punto. Solamente quisiera apuntar que para mí, los interludios fotográficos del estupendo protagonista masculino, Timothy Spall, más que un fastidio, suponen una sutil manera de mostrar la bonhomía de ese gran oso de peluche; la paciencia y mano izquierda que derrocha con sus latosos (en algúnos casos) clientes, es enternecedora. Genial, el acabar el film con ese gag sobre los gnomos de jardín, ¡JA, JA, JA, JA!
¡Ja, ja! Me ha hecho gracia lo de gran regocijo y se agradece el interés. Lo que comenta sobre lo de Timothy Spall pues también es un punto de vista a tener en cuenta. Por cierto, disculpe a mi memoria pero no me acuerdo de ese gag del final, qué desastre...Es que esta vez solo he editado ese momento tan importante de la película y no he vuelto a ver el resto.
¡Otro saludo!
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