Una vez el asesino ha ejecutado su plan, se ocultará nuevamente en su sospechosa casa, siguiendo su sospechosa vida, en su sospechosa soledad, mientras sigue con su sospechosa afición a construir casas de muñecas, a pesar de lo cual nadie parecerá intuir que el personaje esconde algo extraño, ni siquiera cuando en medio de un interrogatorio de la policía se ponga a balbucear y a sudar como un cerdo ante la pregunta “donde estaba usted la noche del miércoles” (al parecer en 1973 la policía no estaba mucho por la labor). A pocas casas de distancia, el drama se cernirá sobre la familia de la joven desaparecida, quienes intentarán sobrellevar la pérdida como buenamente puedan. La fallecida Susie Salmon, no obstante, contemplará los acontecimientos que se irán sucediendo desde un espacio existente entre la tierra y el cielo. Un lugar mágico, con grandes praderas de un verde intenso y vivos colores. Una especie de antesala a las puertas del cielo. ¿Es el purgatorio? ¿Es el cuarto mundo imaginado por las protagonistas de Criaturas celestiales? ¿Es Pandora?
Susie Salmon está interpretada por la joven Saoirse Ronan, actriz que a poco que se esfuerce será la polla en vinagre, como ya apuntó en su papel ni niña cabrona en Expiación (por el que estuvo nominada al Oscar como mejor actriz de reparto), y también se dejó ver en ese quiero y no puedo que terminó siendo City of Ember. Ella resulta ser de lo mejor de la peli junto con el malo de la función, un espléndido Stanley Tucci (quien se dio a conocer en la serie Murder one y luego ha ido apareciendo como secundario de lujo en películas como Camino a la perdición, La terminal o El diablo viste de Prada), que borda su papel de tio chungo. Lo cierto es que era un caramelo de papel y Tucci se lo come con patatas. Además, en la película, también encontramos a Mark Wahlberg (El incidente) que encarna al padre de la víctima que se dedica a romper botellas con barcos dentro para expresar su dolor; a Rachel Weisz (Agora), como la madre quien, incomprensiblemente en medio de todo el dramón, lo deja todo para irse a trabajar como temporera en el culo del mundo recogiendo manzanas; y Susan Sarandon (Pena de muerte), como la abuela, que cuando aparece en pantalla, a pesar de ser alcohólica y fumar en exceso, de la hija desaparecida, de la desgracia familiar (y de una lavadora estropeada), la gente a su alrededor, sin sentido aparente, se pondrá a bailar.
Lo que resulta innegable es que los mejores momentos de la película siempre suelen coincidir con Stanley Tucci en pantalla. Una vez superado el momento croma (que ya les advierto irá regresando a lo largo del metraje) y la película decide volver a la historia que nos estaban contando y volver al personaje de Tucci, la cosa mejorará. Lamentablemente el guión también optará por dar cancha a unos personajes que no sólo no aportan nada a la trama, sino que encima no encajan ni con calzador. Me refiero a la abuela, al amigo de la joven protagonista y a la muchacha rara del pueblo que, al parecer, tiene una especie de conexión cósmica con los muertos. Son personajes que no sólo no suman, sino que encima restan a la película. De hecho, el guión ni siquiera se esfuerza en desarrollarlos como hubiera sido lógico. Se podría decir que son más fantasmas dentro de la trama que la propia Susie Salmon.
Resumiendo: Excelente malo de una función vacía en exceso, con un arranque prometedor y un desenlace excesivamente absurdo.
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