En la década de los 80 el cine palomitero vivió su época de máximo esplendor, y uno de los géneros más afortunados fue el cine de acción, que experimentó un boom sorprendente y estableció las bases que lo vendrían a definir hasta día de hoy.
Depredador,
Terminator,
Mad Max,
Desafío Total y
Robocop, no solo corroboran este hecho, sino que además ponen de manifiesto que en aquellos días también estaban de moda los cócteles, tanto en las discotecas y en los bares de copas, como en los estudios cinematográficos. No, no estamos hablando del prematuro alcoholismo de
Drew Barrymore, sino de una serie de producciones que combinaron con mayor o menor fortuna dos o más géneros cinematográficos. Un desenfadado ambiente que propició la aparición de
Hidden, una cinta que casa el terror, la sci-fi, el thriller, las buddy movies y el cine de acción, en un acto de irreverente pero pícara poligamia.
La película empieza por todo lo alto, con un violento atraco y su consecuente persecución, una vertiginosa carrera automovilística que da cabida a un par de acontecimientos muy a tener en cuenta. Primero, el atropello de un pobre inválido en silla de ruedas (algo que remite directamente a
La carrera de la muerte del año 2000) y segundo, la utilización del típico gag de los transportistas de cristal. Un recurso muy frecuente en el cine cómico (solo hay que echarle un ojo a
¿Qué me pasa doctor?) que aquí se salda con el violento atropello de los dos cargadores y la total destrucción de la superficie cristalina. Todo un alegato de intenciones, ¿no les parece? Pero no nos detengamos aun, el atracador cae en una emboscada en la que es cosido a balazos y volado por los aires, pero el tipo sobrevive milagrosamente, con el cuerpo malherido en algún punto entre pasado y muy hecho. A todo esto le sigue una cruenta escena en que la película se decide a mostrarnos sus cartas. Vemos como el criminal despierta en el hospital y un horrible insecto gigante sale de su boca para ocupar el cuerpo de su compañero de habitación. Llegados a este punto, el lector se dará cuenta de un hecho irrefutable. No estamos ante una mera cinta policíaca, aquí hay marciano encerrado. Benditos ochentas.
Jack Sholder, el realizador, probó suerte con esta mermelada de géneros tras el sonado fracaso que supuso
Pesadilla en Elm Street II, su anterior filme. Una cinta muy infravalorada a mi parecer, que aun con sus desaciertos y disparates, se me antoja como la única digna seguidora de la primera parte, ya que consigue funcionar como película terrorífica sin caer en la caricatura y la auto parodia que se adueñaría de la saga a partir de la tercera entrega. Dicho esto, ahora ya pueden dirigir sus misiles hacia mi cabeza.
La sombra de
Alien, el octavo pasajero y
La invasión de los ultracuerpos planea sobre esta película en la que un psychokiller intergaláctico hace de la tierra su patio de recreo mientras habita diferentes cuerpos humanos. El portador de este parásito alienígena sufre lo que yo llamo
“el efecto ochentas”, que consiste en adquirir un gusto repentino por el rock duro y los cochazos (preferiblemente Ferraris). Los encargados de pararle los pies son un policía y un agente del FBI. El primero está interpretado por
Michael Nouri, al que posiblemente recordarán por
Flashdance si consiguieron apartar la vista en algún momento de la despampanante
Jennifer Beals. Él interpreta al mejor agente de la ciudad, un tipo del que depende todo el departamento de policía, como bien se afana en comentar en voz alta su jefe. El segundo está interpretado por
Kyle McLachlan en un claro precedente al papel que le haría famoso en
Twin Peaks. La escena en que nos dan a entender que su personaje también es de origen extraterrestre está realmente bien planteada. Se encuentra frente al espejo y se toca el rostro de forma peculiar, emulando el mismo gesto que el portador del parásito ha hecho con anterioridad, un par de escenas atrás, en una situación similar. Sencillo, sutil y efectivo, un tipo de detalle que la cinta repetirá más adelante.
Juntando al poli terráqueo y al poli marciano tenemos otra película de colegas con personalidades opuestas. Claro que aquí se lleva este concepto hasta el extremo, algo que solo sería superado por
Whoopie Goldberg, cuando protagonizó en 1995 una película policíaca junto a un tiranosaurio. La buena de
Whoopie, siempre poniendo el listón tan alto.
En su violenta visita turística por nuestro planeta, el maligno ente alienígena hará todo lo que le de la gana y no se amilanará ante nada ni nadie. Sus cambios de cuerpo responderán a las circunstancias y a sus ansias de poder, y al ser consciente del efecto que produce entre los hombres, se meterá en las voluptuosas carnes de
Claudia Christian. Una actriz que tuvo su momento de gloria televisiva con la serie de ciencia ficción
Babylon 5 y que aquí interpreta a una bailarina de striptease. Como el lector bien sabrá, en Hollywoood existe un mandamiento que obliga a toda película con una investigación criminal a incluir una escena en un bar de striptease, quebrantar esta norma podría romper el continuo espacio tiempo cinematográfico y lo que es peor, obligar a los guionistas a buscar nuevos recursos argumentales.
La temática extraterrestre en
Hidden sirve tan solo de mera excusa para desplegar todo un carrusel de fuego y balas. La película es básicamente una persecución de 97 minutos de duración que no nos deja ni un segundo de respiro, haciendo gala de un vigor narrativo que ya quisieran para sí actuales superproducciones como
Wanted. Es puro cine de evasión, directo, violento y sin complejos, donde aun maravilla ver lo bien que se realizaban los tiroteos en los 80.
Ya en el último tercio de la película, cuando por fin se topan
Kyle McLachlan y su némesis marciana, ambos mantienen una conversación llena de latiguillos extraterrestres que hoy en día pueden rechinar bastante, pero en general la cinta ha envejecido bien. No deja de sorprenderme que algunos críticos la acusen de tener un final demasiado sensiblero y tópico, nada más lejos de la realidad. La cinta concluye de una manera más negra y ácida de lo que puede parecer a simple vista, pero hay que saber leer entre líneas. Cuando vi la cinta por primera vez, en el cine de mi pueblo y acompañado por la trouppe del
Quesito Rosa, a mí también se me escapó esta segunda lectura. Claro que yo tenía 10 años y estaba demasiado ocupando contando la numerosa cantidad de asesinatos que hay en la película.
La frase: “Mató a 12 personas e hirió a 23. Robó 6 coches, la mayoría Ferraris. Atracó 8 bancos, 6 supermercados, 4 joyerías y una pastelería. A 6 de las víctimas las degolló con un cuchillo, 2 eran unos chiquillos. Todo eso en una semana.”