El experimento está dirigido por un tal Craig Gillespie que antes de ésta había dirigido una cosa llamada Cuestión de pelotas (no, no es la de Ben Stiller) que pasó sin pena ni gloria y antes de eso se había dedicado a la publicidad y está protagonizada por Ryan Gosling (el que salía en El diario de Noa) y la muñeca que creo que antes había trabajado con Nacho Vidal. A los mandos del guión una de las responsables de la serie A dos metros bajo tierra, que ha conseguido una película que, a bote pronto, es al cine independiente lo que “Atrapa ese maniquí” era a la comedia juvenil (nótese que mis referentes culturales son de un muy alto nivel).
Empecé a ver la peli por aquello de que el planteamiento inicial consiguió picarme la curiosidad y puede que durante su primera media hora la película consiga aguantar bien el tipo con alguna que otra situación divertida y unos personajes atrayentes, pero lo cierto es que una vez asentadas las bases de lo que vamos a ver, la cosa va dramáticamente a menos entrando en un estado de entumecimiento del que apenas logra salir para dirigirse hacia un final tan lógico como previsible desde los cinco primeros minutos. Y es que una vez pasado el arranque (y la consabida sorpresa por parte de la gente del pueblo) la cosa no llegó a atraparme ni a interesarme salvo en contadas ocasiones, llegando al final con la sensación de que se podría (y se debería) haber sacado más jugo de unas situaciones que daban para mucho más de sí, en lugar de perderse en una parte tan dramática como barata y gratuita (pueden llamarme insensible).
Resumiendo: Me esperaba bastante más de una historia que empieza prometedora pero que decae pasada su primera media hora debido a una evidente falta de ritmo.
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