Mezclado, no agitado.
James Bond, el popular personaje creado por Ian Fleming, cumple sus bodas de oro en el cine. Para ello, sus responsables lo han embarcado en una peligrosa aventura en la que el agente secreto deberá enfrentarse al que probablemente sea su mayor enemigo: ¿Javier Bardem? No, el paso del tiempo. Y es que el mayor reto de este Bond del siglo XXI es el de lograr aunar algo tan antagónico como tradición y modernidad. Sin lo primero no existiría Bond (esos coches, esos gadgets, esos martinis, esas hembras de carnes prietas) y sin lo segundo, seguramente, no existiría saga. Y mucho menos a estas alturas.
Lo cierto es que la franquicia lo petó durante las décadas de los años 60 y 70, con Sean Connery (más rudo) y Roger Moore (más paródico) interpretando a 007 (de lo de George Lazenby mejor nos olvidamos), para empezar a languidecer durante los años 80, hasta cerrar la década tocando fondo, en cuanto a popularidad, con los dos films protagonizados por Timothy Dalton. En los 90 llegó Pierce Brosnan y se revitalizó la saga (aunque lo cierto es que la gran mayoría de sus películas no es que fueran nada del otro jueves, pero dio resultado que los productores apostaran firmemente por la espectacularidad en detrimento de las tramas). Finalmente, en 2006, Daniel Craig se hizo cargo del personaje con la obligación de dotar a Bond de nuevos aires, pero con la obligación, a la vez, de no perder la esencia que lo había convertido en un icono. Trabajo complicado, como decíamos. En las dos primeras entregas con Craig la cosa se salvó bastante bien, en esta tercera no solo se salva, sino que, además, se logra dar un salto de calidad importante.
Resulta que al principio de la peli vemos a James Bond en una de sus habituales misiones secretas, haciendo sus cosas de espía, pero en esta ocasión la cosa sale rana y terminan dando al agente secreto por muerto. Para colmo de males, la identidad de un montón de espías del MI-6 salen a la luz pública y su sede central es atacada. Por suerte para todos James Bond no estaba muerto, que estaba de parranda (se estaba haciendo un Rambo 4) y como todo el mundo le da por muerto, pues será en él en quien confíen los mandamases para lograr solucionar todo el marrón y dar con el villano que ha puesto la seguridad del país patas arriba: Silva, un malo malote, con el color de pelo de Marta Sánchez y un punto sarasa-canalla que lo hace bastante entrañable.
Si ya sorprendió en su momento la elección de Marc Forster para dirigir la anterior Quantum of Solace, debido a que el hombre no había dirigido anteriormente ninguna cinta de acción, la de Sam Mendes no se queda atrás. El director de títulos como American Beauty, Camino a la perdición o Revolutionary Road ha sido finalmente el elegido para llevar a la gran pantalla la nueva aventura del agente 007. Francamente esperaba a alguien con más experiencia en cintas de acción/thriller/espías, lo que viene a demostrar, una vez más, que yo no tengo ni la menor idea de como funciona este negocio, porque Mendes realiza un trabajo excelente y ha logrado realizar una de las mejores pelis de Bond de los últimos tiempos.
En el apartado interpretativo volvemos a encontrar a Daniel Craig, como Bond, y a Judy Dench, como “M”. Además Ralph Fiennes parece que se sube al carro de la saga y como villano principal de la cinta encontramos a Javier Bardem. Resulta curioso que en la anterior Quantum of Solace también había un actor español haciendo de malo, Fernando Guillén Cuervo, pero su personaje carecía del empaque, carisma, profundidad y minutos del interpretado por Bardem, que logra construir un malo perdurable y reconocible dentro de la franquicia Bond (algo que no pasaba desde hacía muchos muchos títulos). El único apartado donde parece cojear un poco Skyfall es en el apartado “chicas Bond”, algo que lamento profundamente como gran aficionado que soy a la... saga.
Punto número uno: Skyfall es muy larga, dura dos horas y media de metraje. Punto número dos: a pesar del punto número uno la peli es muy entretenida. Lo cierto, es que lo que tenemos aquí es una cinta cien por cien Bond, pero que logra no resultar desfasada, logrando adaptarse a la acción de los nuevos tiempos, con escenas francamente espectaculares con muchos tiros, persecuciones y explosiones, amen del habitual catálogo de agencia de viajes que termina resultando toda cinta Bond que se precie. Además cuenta con el valor añadido de tener un malo de altura (de que te sirve tener un héroe de nivel si puedes ofrecer un villano que esté a su altura) y una trama atrayente, con un punto oscuro y tenebroso, que logra enganchar al espectador desde el minuto uno. Skyfall es un thriller de espías atrayente y sumamente eficaz, aunque no excesivamente complicado, todo hay que decirlo, y con un final que recuerda poderosamente a un capítulo de El equipo A.
Resumiendo: A pesar de los años Bond parece estar hecho un chaval y nos regala la mejor película de la saga en mucho tiempo.
1 piquitos de oro:
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