Infusión de valeriana.
Es imposible no sentirse fascinado por el laberinto semántico que representa Valeria y su semana de las maravillas, un filme por el que sobrevuelan ecos de Alicia en el país de las maravillas y que está basado en un relato del escritor surrealista Vítězslav Nezval. Checoslovaquia, por aquel entonces, se encontraba en plena resaca de la Nouvelle Vague y su cine daba cobijo a todo tipo de géneros, desde la ópera western hasta la comedia de ciencia ficción, pero esta película se desmarca de aquella peculiar filmografía al tocar dos temas que le son extraños; nos referimos al erotismo y al terror. Se trata, sin duda, de una rareza entre las rarezas y de un filme poco convencional que bien podría hacer las delicias de Luis Buñuel o Dario Argento.
Su historia sigue la enigmática lógica de un sueño preadolescente, el realizador Jaromil Jireš nos (des)coloca en el extraño universo de Valeria, una huérfana de 13 años que vive con su tétrica abuela en un ambiente de represión religiosa. La llegada al pueblo de un grupo de misioneros y artistas ambulantes iniciará una cadena de acontecimientos que provocarán que peligre su vida, su juventud y su inocencia, y en los que Valeria, con la ayuda de unos pendientes mágicos, deberá enfrentarse a un diabólico vampiro.
La película elabora una inquietante metáfora sobre el despertar sexual de una niña, tomando como base elementos del folclore y de los cuentos infantiles, algo sospechosamente similar a lo que años más tarde realizarían Richard Blackburn con Lemora, un cuento sobrenatural (1975), y Neil Jordan con En compañía de lobos (1984). Lesbianismo, incesto, vampirismo e iconografía cristiana, se dan de la mano en un filme donde el contraste entre pureza y obscenidad está muy presente, y donde los exteriores bucólicos y la atmósfera de colores suaves, no hace más que intensificar una malsana corriente subterránea de maldad y vicio.
Jaroslava Schallerová, la joven actriz que da vida a Valeria, se nos presenta a través de un aura de afligida belleza y sinuoso erotismo, llegando incluso a protagonizar alguna escena de desnudo, un recurso que el director checo utiliza con naturalidad y sin afectaciones. Simbólica y onírica, la película parece en muchos momentos no querer darle ni la hora a la trama que la sustenta, logrando diversas escenas alegóricas que hacen de ella puro libertinaje plástico, como cuando nos muestra a cuatro chicas bañándose juguetonamente en un río, gente auto flagelándose por la calle o un vampiro acompañado por un caniche.
Lo que tenemos aquí es un oscuro cuento de hadas de atmósfera irreal y perturbadora, terror poético de extraordinaria belleza formal y duro visionado, por su alucinada gramática y sintaxis. Un filme de culto que destila onirismo y misterio por los cuatro costados, y que cuenta con una sugerente banda sonora. Como curiosidad añadir que recientemente ha surgido The Valerie Project, una grupo de música que re-interpreta los temas de la banda sonora mientras proyectan imágenes del largometraje.
La frase: “Buenas noches, mi dulce morena. Duerme apaciblemente esta noche y cuando despiertes, mi cielo, no reveles tu secreto.”
Es imposible no sentirse fascinado por el laberinto semántico que representa Valeria y su semana de las maravillas, un filme por el que sobrevuelan ecos de Alicia en el país de las maravillas y que está basado en un relato del escritor surrealista Vítězslav Nezval. Checoslovaquia, por aquel entonces, se encontraba en plena resaca de la Nouvelle Vague y su cine daba cobijo a todo tipo de géneros, desde la ópera western hasta la comedia de ciencia ficción, pero esta película se desmarca de aquella peculiar filmografía al tocar dos temas que le son extraños; nos referimos al erotismo y al terror. Se trata, sin duda, de una rareza entre las rarezas y de un filme poco convencional que bien podría hacer las delicias de Luis Buñuel o Dario Argento.
Su historia sigue la enigmática lógica de un sueño preadolescente, el realizador Jaromil Jireš nos (des)coloca en el extraño universo de Valeria, una huérfana de 13 años que vive con su tétrica abuela en un ambiente de represión religiosa. La llegada al pueblo de un grupo de misioneros y artistas ambulantes iniciará una cadena de acontecimientos que provocarán que peligre su vida, su juventud y su inocencia, y en los que Valeria, con la ayuda de unos pendientes mágicos, deberá enfrentarse a un diabólico vampiro.
La película elabora una inquietante metáfora sobre el despertar sexual de una niña, tomando como base elementos del folclore y de los cuentos infantiles, algo sospechosamente similar a lo que años más tarde realizarían Richard Blackburn con Lemora, un cuento sobrenatural (1975), y Neil Jordan con En compañía de lobos (1984). Lesbianismo, incesto, vampirismo e iconografía cristiana, se dan de la mano en un filme donde el contraste entre pureza y obscenidad está muy presente, y donde los exteriores bucólicos y la atmósfera de colores suaves, no hace más que intensificar una malsana corriente subterránea de maldad y vicio.
Jaroslava Schallerová, la joven actriz que da vida a Valeria, se nos presenta a través de un aura de afligida belleza y sinuoso erotismo, llegando incluso a protagonizar alguna escena de desnudo, un recurso que el director checo utiliza con naturalidad y sin afectaciones. Simbólica y onírica, la película parece en muchos momentos no querer darle ni la hora a la trama que la sustenta, logrando diversas escenas alegóricas que hacen de ella puro libertinaje plástico, como cuando nos muestra a cuatro chicas bañándose juguetonamente en un río, gente auto flagelándose por la calle o un vampiro acompañado por un caniche.
Lo que tenemos aquí es un oscuro cuento de hadas de atmósfera irreal y perturbadora, terror poético de extraordinaria belleza formal y duro visionado, por su alucinada gramática y sintaxis. Un filme de culto que destila onirismo y misterio por los cuatro costados, y que cuenta con una sugerente banda sonora. Como curiosidad añadir que recientemente ha surgido The Valerie Project, una grupo de música que re-interpreta los temas de la banda sonora mientras proyectan imágenes del largometraje.
La frase: “Buenas noches, mi dulce morena. Duerme apaciblemente esta noche y cuando despiertes, mi cielo, no reveles tu secreto.”
Cecil B. Demente
Leer critica Valeria y su semana de las maravillas (valerie a týden divů) en Muchocine.net
5 piquitos de oro:
No la conocía... ¡Y que interesante! A buscarla inmediatamente.
¿Será mejor lo que lo nuevo de Burton? Seguro que la tiene escondida en su videoteca, junto con el porno de flores
Una película cojonuda. Y un blog estupendo, por cierto. Le pongo en favoritos desde ya... y hasta le perdono esa manía de poner en cursiva nombres propios (¡eso no se hace!)
Un abrazo, compañero.
ooa muy buen post
Una obra genial de Jaromil Jires
Publicar un comentario