Buenos días, soy elputocriticón, hoy es martes y aparcamos momentáneamente los estrenos (ya se sabe que en verano la cosa no está como para tirar cohetes) para irnos hasta el año 1994 y hablar de una de las películas más comentada en esto del mundo fotologuil y, claro, yo también quería meter cucharada; así que hoy: Leon, el Profesional… ¡Empezamos!
Un asesino a sueldo, una niña que le va la marcha y un malo muy malo, forman el triángulo protagonista de esta historia que, a pesar de no ser una oda a la originalidad (tramas similares a esta las encontramos a patadas en la historia del cine) funciona, precisamente, por su sencillez y el carisma de los personajes protagonistas.
La película es una continua ida de pelota, característica que es su principal virtud y, a la vez, su principal defecto (como la mayoría del cine de Luc Besson, aunque en esta sale mejor parado que de costumbre), con una historia que arranca muy fuerte, que baja en su parte media (aquí es donde más me aburrí con escenas excesivamente edulcoradas o sobrantes sin más) y que busca el más difícil todavía en su recta final. La peli se sustenta en una bonita colección de planos por parte de su director (el arte de donde colocar la cámara es lo que más domina el señor Besson) y unos protas en estado de gracia, Jean Reno, nos ofrece un entrañable asesino a sueldo que, probablemente, perdurará en los tiempos, Gary Oldman, hace de malo desquiciado, algo que (como a demostrado sobradamente) le va como anillo al dedo y una jovencísima Natalie Portman, que lo suyo ya no es que sea precocidad, es que directamente es un escándalo. A pesar de esto, tampoco nos engañemos, la película en su global está vacía por tres de sus cuatro costados y, encima, nos deja al final una moralina que deja un poco de tufillo a rancio.
Resumiendo: La película es una absoluta barbaridad, para lo bueno y, por supuesto, para lo malo, tan vacía como entretenida.
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