Un retrato del pintor Antonio López
La trayectoria del director español Víctor Erice representa un caso muy especial dentro de la cinematografía nacional e internacional. Con sólo cuatro cortos, tres largometrajes, dos historias, una para Los desafíos (1969) y otra para Ten minutes older: The Trumpet (2002), y un mediometraje, La morte rouge (2006), es considerado como uno de los grandes creadores dentro de lo que se llama "cine de autor". Desde que acaparara todas las miradas con el estreno de El espíritu de la colmena (1973), ganando la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián (la primera vez que la conseguía una producción española), y diez años más tarde consiguiera con El sur la nominación en el Festival de Cannes, culminó, en 1992, su hasta ahora corta carrera en largometrajes con El sol del membrillo, galardonado con el Hugo de Oro del Festival de Chicago (premio que consiguieron también los dos anteriores trabajos) y el Premio Especial del Jurado en Cannes, uniendo el documental con la ficción para adentrar al espectador en el laborioso proceso de trabajo del pintor hiperrealista Antonio López García, basándose en una idea original del mismo pintor y del propio Erice.
Desde el otoño de 1990 hasta la primavera del año siguiente, debido al deseo del pintor de retratar un membrillero que plantó tiempo atrás en una casa que le servía de estudio, el espectador será un privilegiado observador viendo la técnica tan precisa del gran pintor manchego. El desarrollo del retrato de ese árbol será el tema central de la historia, con la paciencia de su autor para plasmar la exactitud de la simetría en su lienzo, utilizando unos hilos, unos clavos en la tierra para colocar sus pies y unas marcas de pintura en las hojas y los frutos. Pero los problemas empezarán cuando el tiempo vaya empeorando y el sol sólo ilumine durante unas horas, algo que complicará mucho el trabajo tan meditado del pintor. De ahí que a causa de varios días de lluvia opte por dejar inacabada la obra pictórica pasando al dibujo, hasta que finalmente los frutos se caigan ya maduros.
Esta manera de representar la realidad de Antonio López con una paciencia casi interminable es similar a la manera de expresarse en el cine de Víctor Erice, ya que este utiliza el tiempo que haga falta para conseguir una buena fotografía y un sonido natural de las cosas, dando una magia especial a lo que quiere mostrar. Gracias a su cámara, en esta película somos partícipes de los preparativos de los lienzos y del enfoque crucial que decide dar el pintor al membrillero entre los varios puntos de vista que tiene a los que acogerse. Con los primeros planos del cuadro, del mismo rostro de Antonio y del árbol protagonista, uno parece encontrarse en aquel lugar, a veces sin una música que acompañe a la escena salvo las leves canciones que el pintor tararea. Pero aparte de Antonio López, también vemos a otros personajes que desfilan por aquel lugar, como a su mujer María Moreno, también pintora; a Enrique Gran, amigo y compañero de Antonio en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, que dará su opinión de la obra y habla con él de cosas del pasado; las dos hijas de Antonio, una curiosa pareja asiática, algunos amigos y hasta los tres paletas polacos que están haciendo obras en la casa. Y como un complemento más, Erice filma bellas imágenes de la ciudad de Madrid.
Y aunque todo tenga su razón de ser, la mirada poética de Erice no es agrado de todos. Su estilo pausado es alabado por unos cuantos y aborrecido por otros, con un frecuente recurso de aislar a sus personajes resaltando casi siempre el silencio. En el caso de El sol del membrillo, considerada como una película inclasificable más cercana al documental experimental, se alarga demasiado su duración jugando al final a dar un punto de ficción a la historia. Y lo más logrado es el interés que tiene el espectador en cuanto el pintor se encuentra solo, ya que la película pierde ritmo cuando se alargan las escenas con algunos personajes, como la pareja de asiáticos que no para de preguntar cosas al pintor, o alguna escena con su amigo Enrique que no tiene tanto interés como parece aparentar. Aún así, un servidor se siente muy atraído por esta manera tan contemplativa de representar la realidad que nos rodea.
Y aunque todo tenga su razón de ser, la mirada poética de Erice no es agrado de todos. Su estilo pausado es alabado por unos cuantos y aborrecido por otros, con un frecuente recurso de aislar a sus personajes resaltando casi siempre el silencio. En el caso de El sol del membrillo, considerada como una película inclasificable más cercana al documental experimental, se alarga demasiado su duración jugando al final a dar un punto de ficción a la historia. Y lo más logrado es el interés que tiene el espectador en cuanto el pintor se encuentra solo, ya que la película pierde ritmo cuando se alargan las escenas con algunos personajes, como la pareja de asiáticos que no para de preguntar cosas al pintor, o alguna escena con su amigo Enrique que no tiene tanto interés como parece aparentar. Aún así, un servidor se siente muy atraído por esta manera tan contemplativa de representar la realidad que nos rodea.
"Un buen documental sobre la manera de trabajar del pintor Antonio López, logrando hipnotizar en los momentos en que el artista se encuentra solo en su tarea de representar un membrillero pero alargándose demasiado hacia el final"
elprimerhombre
Leer critica El sol del membrillo en Muchocine.net
4 piquitos de oro:
La que me queda de las tres de Erice, la cual confieso que no he visto aún por pura pereza. Pero la veré, don't kill me :D
Pues no se si será el título (eso de los membrillos) o qué y siempre había pensado que esta peli era un tostón, pero tu reseña me ha hecho sentir curiosidad.
Intentaré verla.
Mira que me gustaron las dos primeras de Erice (obras maestras.... o casi) pero nunca me atreví con esto, algún día... espero.
Saludos!
Yo también intentaré atreverme. Además, ahora ya m e pica el gusanillo...
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