Dragonball evolution (2009)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y hoy nos interesamos por una película que ha conseguido máxima unanimidad entre público y crítica. Eso sí, ¡en su contra! Vamos a meternos un poquito, solo un poquito, con Dragon Ball Evolution, que siempre viene bien desahogarse con un producto de estos... ¡Empezamos!

Goku es un adolescente que vive en una casucha en las montañas, con su abuelo, quien le entrena en el apasionante mundo de las artes marciales. Pero Goku baja a diario a la gran ciudad para asistir a clase, en el instituto, donde no es que sea precisamente el tipo más popular y, a pesar de los abusos de sus compañeros, jamás saca a relucir todo su poderío. Además, nuestro joven protagonista está perdidamente enamorado, en secreto, de Chi-Chi (la mujer, no el concepto) una de las chicas más populares del instituto, quien será capaz de ver en él algo más que el resto de sus compañeros de clase. En la historia también encontramos a un malo, llamado Piccolo, un tipo verde tirando a raro, enfrascado en encontrar siete bolas mágicas que, una vez reunidas todas juntas, tienen el poder de conceder un deseo. Su nombre, las bolas de dragón. No tardará Piccolo en cruzarse en el camino de Goku quien, con la ayuda de Bulma (quien también busca las bolas), el Maestro Roshi (con pelo, pero con revistas de chicas en bikini) y Yamscha (rubio para la ocasión) también emprenderá la búsqueda de las bolas mágicas, intentando reunirlas todas, antes que su enemigo.

Verán, yo tenía unos trece años cuando se estrenó la serie “Bola de drac” en tv3 y recuerdo perfectamente comentar con unos amigos el primer capitulo, al día siguiente, en la hora del recreo. Por aquel entonces todavía no conocíamos a Akira Toriyama, autor de la serie, pero si que teníamos claro que los responsables eran los mismos que los de la anterior Dr. Slump (con Arale a la cabeza). Poco después llegó el boom de la serie y el intercambio de fotocopias con los compañeros de clase (no se muy bien de donde salieron esas fotocopias pero rápidamente se extendieron por gran parte de la geografía, algunas de ellas aderezadas con un poco de picante). A medida que avanzaba la serie se iban alargando las tramas (hasta la saciedad en muchos casos) y menguando el humor, pero yo seguía fiel a la cita con los personajes. Más tarde llegó la edición en papel, llegó la segunda parte (Bola de drac Z) y la tercera (Bola de drac ZZ), con un Goku más entrado en años, con hijos, nietos y no se cuantas cosas más. Ya hacia el final llegó Bola de drac GT, la única que no he seguido porque la cosa ya se empezaba a salir de madre, con un Goku que volvía a ser pequeño (últimamente ha aparecido una cosa llamada Dragon Ball Kai que viene a ser una nueve reedición del Dragon Ball Z). Y ahora nos llega el segundo intento de llevar a los personajes a la gran pantalla, ya que hubo una primera versión que apareció directamente en las estanterías de los videoclubs de hace unos años y que se antojaba de cutre para arriba. Ahora me pregunto si realmente era peor que ésta.

El responsable de este producto infecto es James Wong, director de la peli y que anteriormente había dirigido Destino final y Destino final 3 (al parecer le dio un calambre en un pie y no pudo dirigir la segunda) y El único (con Jet Li dando patadas a diestro y siniestro). El hombre parece bastante más interesado en que la película nos recuerde más a Matrix que a la serie original. Estoy convencido de que cuando no sabía muy bien como afrontar una escena de la película optaba rápidamente por hacerla a cámara lenta, que eso siempre queda muy fino y elegante y se vende muy bien. Entre los actores destacaríamos, y es un decir, a Justin Chatwin (que era el hijo de Tom Cruise en La guerra de los mundos), Chow Yun-Fat (Ana y el Rey, Tigre y dragón, El monje, La maldición de la flor dorada) y James Marsters (Spyke en Buffy Cazavampiros).

Tiendo a ser una persona comprensiva y, precisamente por eso, puedo llegar a entender ciertas decisiones que se toman en la película. De manera que puedo entender que Goku empieze la película como un adolescente en lugar de un niño de unos diez años, que el malo sea Piccolo (aunque yo hubiera preferido al gran Pilaf que hubiera aportado un buen número de diversión), que hayan prescindido de la nube voladora, y que hayan obviado personajes como Ulong (el cerdo metamorfo), Pua (el bicho ese que acompañaba a Yamscha) y la tortuga gigante (del maestro Roschi). Incluso podría llegar a entender que Goku no sea un puto paleto sin contacto con el mundo exterior y que asista día tras día al instituto para hacerse un hombre de bien. Si señores, así soy yo, un ser comprensivo y el hijo que toda madre quisiera tener.

Pero lo que ya no puedo entender, de ninguna de las maneras posibles, y lo que provoca que me hierba la sangre cada vez que vuelvo a pensar en el gran montón de mierda apestosa y sin sentido que es este solemne bodrio, es que teniendo una serie tan popular y longeva con un montón de tramas y subtramas a las que poder agarrarse para realizar la película, no les haya salido de sus santos cojones hacer una cosa medianamente decente (que no digo yo que esto tenga que ser un maldito hito en la historia del séptimo arte, pero sí que por lo menos lograra entretener durante su, gracias a Dios, apenas hora y veinte minutos de duración). Lo que sucede, y eso es algo que se tiene que decir bien claro, es que a los responsables, en el fondo, se la sudaba la película, porque estaban convencidos de que hicieran lo que hicieran la gente acudiría enfervorecida a los cines, se tragarían lo que hiciera falta y luego ellos podrían vender los videojuegos, muñecos y demás merchandising de la película hasta que les petaran los bolsillos de los fajos de dinero.

Y es que la película es realmente mala, mala con ganas, mala hasta decir basta, mala hasta desear salir de casa a reunir por mi propia cuenta las siete bolas y pedirle al dragón que destruya la película y nos la borre de nuestras memorias. Y es tan mala porque en ningún momento logra interesar lo más mínimo, no consigue que el espectador conecte con ninguno de los personajes (me la suda el abuelo, me aburre Goku, me ralla Bulma, me da risa Piccolo y odio, odio, odio con todas mis fuerzas a Yamscha), la trama es tonta a más no poder (no es que parezca escrita para niños, es que parece escrita por niños) y luego está lo de los efectos especiales, que decir que son de vergüenza ajena es quedarse corto.

Resumiendo: He aquí la película que destruyó lo poco que quedaba de mi infancia y lo redujo a cenizas.



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Los espigadores y la espigadora (2000)

Elprimerhombre ha visto Los espigadores y la espigadora, de Agnès Varda, un curioso, bienintencionado y aclamado documental que muestra, de una forma original, el modo de vida de diferentes personajes que se dedican a recolectar en el campo lo que sobra de las cosechas y a recoger de las ciudades lo que se pueda encontrar por el suelo y en las basuras. Son los que la directora llama "los espigadores urbanos y rurales", algunos obligados por necesidad y otros por no querer despreciar lo que la sociedad tira.

Basándose en las pinturas de François Millet y Jules Breton sobre espigadoras, Varda nos introduce en un mundo en el que no hay desperdicio alguno que no sea aprovechado, dándose cuenta el espectador de la facilidad que tenemos los humanos de menospreciarlo casi todo, sin tener en cuenta las consecuencias de nuestro acto. Por ejemplo, toneladas de patatas son tiradas en el campo por tener un tamaño superior al recomendado para su comercio y ahí es cuando aparecen hombres y mujeres que por su situación económica o por el simple hecho de no perder una oportunidad, recogen las que están mejor, llevándose consigo cientos de kilos y dejando aún varios miles de patatas esparcidas a la intemperie. El problema de este asunto es que no muchos saben dónde se tira todo esto. Lo mismo ocurre en los supermercados. ¿Cuánta comida se arroja a la basura sin tener la dignidad de distribuirla o aprovecharla para los más necesitados?.

Y esto lo plantea muy bien la directora que sabe por donde tiene que seguir el curso de su investigación, utilizando hasta algunos magistrados para corroborar el hecho de que la ley está a favor de los "espigadores" o "recolectores", a los que a veces se les ha negado el paso a cosechas en las que han sobrado o no se pueden comercializar bastantes quilos de fruta o verdura. Por esto, valoro muy positivamente las intenciones de Varda, permitiéndose, a mi entender y con razón, el lujo de incluirse en el título del documental como "la espigadora", ya que utiliza lo que encuentra por el camino para plasmar su proyecto de forma coherente y divulgativa. En la pantalla vemos objetos curiosos o hallazgos soprendentes, como patatas en forma de corazón o un reloj sin agujas en el que es imposible que pase el tiempo, recogidos y guardados por ella misma. Eso sí, a veces el modus operandi de la directora choca por completo en el espectador. En algunos momentos, ella misma aparece en pantalla mostrándose como una espigadora o grabándose con una cámara digital, a la que por cierto elogia. También nos muestra sus manos arrugadas como el verdadero paso del tiempo pero que no parece tener mucho sentido para lo que nos quiere contar. Hasta cuando va en coche por la carretera intenta coger los camiones con la mano como para conseguir un efecto visual en el espectador pero que tampoco debería formar parte de lo que nos quiere mostrar, aunque resulte realmente algo original. Y qué decir de su olvido de apagar la cámara en una escena, dejándonos ver el movimiento, o como dice ella, "el baile del capuchón de la lente".

Aunque quitando estas curiosidades o simples puntos y aparte, durante todo el desarrollo de la historia conocemos diversos casos interesantes de gente que recoge electrodomésticos por la calle o hasta muñecas, que son la devoción de un hombre que se hace llamar "el albañil de la basura", y será en la última media hora del documental donde encontramos la mejor información y los dos mejores personajes de la película. El primero es un hombre con trabajo cuya filosofía de la vida es reutilizar todo y vivir con lo que se encuentra por las basuras. Le enerva que la sociedad tire la comida por haber pasado unos días la fecha de caducidad sin haberla probado antes, opinión que muchos no compartirán pero que tiene absoluta lógica. Pero el encuentro con la última persona del documental representa para la misma Varda y para un servidor de lo más sorprendente de todas las historias aquí expuestas. Un hombre que fue estudiante de biología trabaja vendiendo periódicos y revistas la mayoría de las veces delante de la estación de tren, y vive en gran parte recogiendo fruta y verdura que sobra del mercado. Por las noches, da clases a inmigrantes analfabetos en el albergue en el que vive sin cobrar ni un duro. Sencillamente son casos sorprendentes, maneras de vivir la vida, siendo una ética totalmente distinta de la mayoría de la gente que forma parte de la sociedad en que vivimos.

Antes de acabar, he de decir que dos años después de este documental Varda realizó una especie de secuela, que no he visto, en la que aparecían los mismos personajes. Y al ser este año la conmemoración de los cincuenta años de la Nouvelle Vague, habría que decir que algunos críticos consideran a Agnès Varda como la "abuela de la nueva ola". Fue además la esposa de Jacques Demy, autor de los musicales Los paraguas de Cherburgo o Las señoritas de Rochefort, gran representante de este movimiento que murió en 1990 y al que Varda ha dedicado algunos documentales, como la autobiografía bastante aplaudida que presentó el año pasado en el Festival de Venecia, Las playas de Agnès. Para algunos, la primera película de Varda, de 1954, representa "la precursora estilística de ese movimiento". Y Cléo de 5 a 7, de 1961, también se incluye dentro de la Nouvelle Vague por la manera de rodar las escenas y por mostrarnos una historia bastante fresca, en la que aparecía una de las actrices del movimiento, la bella Corinne Marchand.

En definitiva, Los espigadores y la espigadora constituye el paradigma de una forma de vivir respetable y fidedigna, en el que vemos el estilo peculiar de Agnès Varda.

Un saludo!



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Las malas lenguas (I)


« ¿No deberíamos clavarle una estaca en el corazón… Solo por si acaso?»

Comentario de Peter Lorre a Vincent Price en el entierro de Bela Lugosi.

La duda (2008)

Buenos días, soy el jefe Drefus. Parece que ya ha llegado el calorcito pero, un servidor, sigue echando la vista hacia atrás, recuperando películas que se le escaparon en su momento, como la que hoy nos toca, una de las que acaparaba un buen puñado de nominaciones en la pasada edición de los Oscar, especialmente en los apartados de interpretación. Hoy: La duda... ¡Empezamos!

La trama de la peli transcurre en la parroquia de San Nicolás, en el Bronx, por allá el año 1964 y empieza presentándonos a los que serán los tres personajes protagonistas: El padre Flynn, un sacerdote que va de enrollado y moderno y que no le hace ascos a los tiempos de cambio que vive el país; la hermana Aloysius Beauvier, una monja tirando a hijadelagranputa ultra conservadora que dirige el colegio como si de un dictador se tratara (o sea, infringiendo terror); y la hermana James, una monja tirando a pava que siempre intenta ofrecer su mejor sonrisa a quien se cruza en su camino, amable con los niños y obediente con sus superiores. Y será este último personaje, precisamente el más inocente de los tres, el que hará saltar la duda a que alude el título, cuando empiece a tener sospechas sobre la relación del padre Flynn con uno de sus alumnos que, vaya por Dios, resulta ser el primer alumno de color que ha aceptado el colegio. La duda irá ganando en intensidad cuando le comente sus sospechas a la hermana Aloysius, a la que le faltará tiempo para lanzar sus fauces hacia la yugular del padre Flynn de forma encarnizada, a quien ya le tenía ganas desde mucho antes, debido a sus diferencias a la hora de entender el mundo e incluso la religión. En definitiva, a un lado del ring un cura y al otro una monja, con ganas de darse de hostias. Prepárense para la lucha.

El director de la peli es un tal John Patrick Shanley, que vuelve a la dirección después de que probara fortuna, (¡dieciocho años atrás!) con una comedia al servicio de Tom Hanks y Meg Ryan, tan rara como intrigante, llamada Joe contra el volcán (¡flipa!). Pero como al parecer el hombre tiene que ganarse el pan y dirigiendo una peli cada dieciocho años no le basta, también ha ejercido de guionista en films tan conocidos como El asesino del calendario, Hechizo de luna (con el que consiguió un Oscar), ¡Viven! o Congo (infumable como pocas). Además, es el autor de la obra teatral en la que se basa esta película, obra que consiguió otro porrón y medio de premios y el reconocimiento de crítica y público (que después de hacer escrito Congo nunca viene mal).

No obstante, el auténtico puntal de esta peli está en el apartado interpretativo con una excelente Meryl Streep en su papel de mala malísima que acojona nada más salir en pantalla con una impagable cara de haber estado chupando limones justo antes de que el director gritara acción. Permitirán que me pase por el forro el entrar en su filmografía o no acabaría ni mañana, simplemente decir que es capaz de hacer cualquier papel que se le pida y, lo más importante, casi siempre hacerlo de bien para arriba. En la peli también encontramos a Philip Seymour Hoffman, como el padre Flynn, actor que se revalorizó para la industria desde que protagonizara Capote (y se llevara el Oscar, ya de paso) y que ya había interpretado a un buen amigo de los niños en Happiness. La tercera en discordia es Amy Adams, que entre muchas chorradas y pelis con la palabra boda en el título, había aparecido en Atrápame si puedes y fue la prota de Encantada: la historia de Giselle. Dicho queda.

Y es que no me cansaré de decir que los dos actores protagonistas están fantásticos, con momentos de grandes duelos interpretativos de altura llenos de intensidad. Pero es que además la película también nos ofrece una buena historia que, a pesar de no ser un alarde de originalidad, si que consigue llevarte a su terreno. Y su terreno es, evidentemente: la duda. ¿Quien tiene la razón en toda esta historia? ¿Que personaje es el bueno y cual el malo? Y, quizás lo más importante, ¿importa? Y es que la película no deja de jugar en todo momento con el espectador, pero lo hace de forma inteligente, consiguiendo que nos interesemos y nos dejemos atrapar por una película tan formalmente correcta, que incluso puede llegar a tirar un poco hacia atrás en ciertos momentos, aunque resulta innegable que es redonda en su global.

Resumiendo: Una buena historia, con unos buenos actores, bien dirigidos. ¡Si es que así es muy fácil lograr una buena peli!



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La pesadilla de Darwin (2004)

Elprimerhombre se ha visto inmerso en una historia llena de engaño, tristeza y mucha miseria llamada La pesadilla de Darwin, de Hubert Sauper, un duro documental, premiado en varios festivales, que nos cuenta y nos muestra la pura realidad de unos hechos, haciéndonos pensar hasta dónde puede llegar la crueldad humana. Hay demasiadas preguntas que uno se hace después de ver este imponente alegato en contra de las barbaries que hace el ser humano por cosas como el dinero, dejando morir de hambre a millones de personas inocentes.

Como se deja claro al inicio de la película, el tema central es el Lago Victoria, al Oeste de Tanzania, el segundo lago de agua dulce más grande de la Tierra, fuente del Nilo, considerado como la "cuna de la humanidad". Todo lo que vemos durante el desarrollo de este documental va relacionado con lo que ocurre alrededor de ese lago o a causa de lo que hay en él. Uno de los grandes debates es sobre la perca del Nilo, como lo vemos en el Congreso Ecológico Internacional que tiene lugar en Kenia. Este pez es un depredador que ha destruido a todas las demás especies del lago y que siendo tan comercial y tan caro fue el resultado de un "pequeño experimento científico", y como dicen algunos, fue introducido por algún hombre una tarde allá por los años 60. Desde entonces se ha reproducido rápidamente y, curiosamente, muchas toneladas de este pescado son transportadas en grandes aviones hacia Europa, mientras una gran parte de la población de Tanzania pasa hambre. Estos aviones llegan "vacíos" según los pilotos rusos, pero se irá descubriendo por otras fuentes que los negocios van por otro camino. En verdad, transportan cajas cargadas de armamento militar, algo que los pilotos dicen desconocer.

Con esto queda evidente de la gran paradoja que engloba todo este asunto. Las armas que llegan sirven para que haya más guerras como la de Kenia o muchas más que se producen en el centro del continente africano. Y en algún momento del metraje oímos por una radio que la ONU "necesita 17 millones de dólares para alimentar dos millones de personas en la parte central de Tanzania". En vez de darles de su propia comida, lo único que obtiene la pobre gente son los restos de la mercancía que no es transportada por los pilotos: despojos del pescado de los que se corta la cabeza, se fríen y luego se comercializan. Millones de africanos comen de estos restos llenos de gusanos, ya que no podrían comer el dichoso pescado aunque tuviesen la oportunidad de hacerlo por la falta de dinero para pagarlo.

Pobreza, miseria y hambruna aparecen de manera rotunda delante de nuestros ojos. Enfermedades como el sida están a la orden del día. Niños que esnifan pegamento para olvidar o desaparecer por un momento, aunque algunos lo hagan para siempre. Prostitutas que hacen felices a los pilotos, cuya única manera de sobrevivir es ofreciendo su cuerpo, recibiendo a cambio solamente 10 dólares, siendo tratadas además de manera poco amable. Como en el caso de Eliza, un personaje que llegará al corazón del espectador por su sobrecogedora historia. También encontramos al simpático y amable Raphael, que por un dólar la noche protege el Instituto Nacional de la Pesca. Emociona su manera de ver la vida un tanto positiva, como dando por hecho que no puede cogérsela de otra forma. Este personaje habla alto y claro sobre los problemas que él ve en el trabajo de su país y de la pobreza que habita en todo aquel lugar. Un hecho que explica es que los pescadores de algunas zonas no pueden enfermar porque de hacerlo deberían dejar de trabajar al no haber médicos ni dispensarios donde ellos se encuentran. La cruda realidad es que si mueren es muy caro transportar su cadáver.

Con todo lo dicho, La pesadilla de Darwin es un toque de atención a la humanidad que intenta dejar huella en la mente del espectador. Es grotesco y abrumador que a algunos no les importe que ocurran estas cosas. No como a Hubert Sauper que logra una narración creíble y bien estructurada, mostrando paralelamente diferentes casos de la vida en zonas de Tanzania, junto con algunos aspectos de la vida de los pilotos rusos o de la manera de trabajar de los responsables del comercio de la perca del Nilo. Varias escenas contienen planos capaces de remover cualquier estómago y de castigar cualquier conciencia.

En definitiva, un duro documental muy bien narrado que deja constancia de la terrible realidad que vive gran parte del continente africano, centrándose en Tanzania y en el misterio de la perca del Nilo.

Un saludo!



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Happy End (1967)


Esta película checoslovaca se me antoja como el paradigma definitivo de un tipo de cine a contracorriente, metafórica y literalmente, por un curioso motivo: está montada al revés, con sus personajes (todos) caminando de espaldas y sus diálogos (algunos) en sentido inverso. El filme hace añicos la linealidad más clásica y empieza por el final, con el tradicional Konec, al que le siguen lo que suponemos son los títulos de crédito finales, algunos de los cuales incluso se leen al revés.


El contrapunto lo pone la narración en primera persona del protagonista, que percibe la acción en dirección contraria y altera su significado, con resultados de lo más cómicos y pintorescos. Por ejemplo, aunque en el primer minuto vemos como muere en la guillotina, él interpreta que es su nacimiento. « Ustedes estarían pataleando en la cuna » comenta, « pero yo solo tenía cabeza. » Así que existen dos películas en Happy End, la que entrevemos sería el filme en su orden cronológico habitual (un grotesco drama) y lo que nos muestra el director Oldrich Lipský (una negrísima comedia).


La primera es la historia de un carnicero que ha descuartizado a su mujer y la ha metido en una maleta, crimen por el que es finalmente ajusticiado en la guillotina, y la segunda es la fábula de un hombre nacido y criado en la cárcel, que luego empieza su vida en el mundo exterior con una serie de obsequios, entre los que se encuentra una maleta con una mujer en su interior que debe ser ensamblada, lo cual no es nada fácil, porque es la primera mujer que el protagonista ve y no hay libro de instrucciones, así que cualquier error... y podría crear un monstruo.


La cinta es un auténtico tour de force narrativo y un claro precedente de filmes como Memento (2000) o la más reciente El curioso caso de Benjamin Button (2008), y funciona casi como una mezcla radical entre ambas, pero con la virtud añadida de no tomarse muy en serio a sí misma. El filme es una extravagante comedia y una obra de arte y ensayo, donde la semántica inversa tergiversa el significado de cualquier hecho anodino y provoca todo tipo de situaciones disparatadas, confusiones y diálogos absurdos, del tipo:

-« ¿Sabes lo que representa nuestra familia?»

-«Vacas, cerdos y demás ganado, señor consejero. »


-«Bedrich se dedica a matar terneros. »



La absurdidad de las relaciones humanas y el concepto de la muerte están muy presentes, hay pequeñas dosis de gore y el ambiente puede resultar algo macabro, pero por encima de todo se impone el humor y la caricatura. La cinta utiliza el enrevesado montaje de acelerones e imágenes congeladas para crear una magistral pirueta de scratch cinematográfico, con la que se obtienen todo tipo de momentazos de indudable belleza plástica.


Al espectador, en el filme, le da la sensación de que el tiempo es una cosa viva, que en ocasiones se ralentiza y en otras se acelera, como si estuviéramos subiendo a toda prisa un tramo de escalera. La estrella es, sin duda alguna, el montaje. Happy End es una disparatada comedia sobre la vida humana y una auténtica joya de la Nueva Ola checoslovaca; el humor al servicio del arte.



La frase: « Las historias de amor todas son iguales, desafortunadas al principio y con final feliz. La mía es completamente diferente. »

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Star Trek (2009)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y hoy atravesaremos la última frontera (entenderán que tenía que colar esta frase en esta actualización) con un nuevo intento de reflotar una franquicia que lleva ya varias décadas dando guerra, de la mano de la última gran esperanza blanca de la televisión y, por lo que se ve, también de la gran pantalla. Hoy: Star Trek... ¡Empezamos!

La peli empieza con el nacimiento del capitan Kirk en una escena que nos podría recordar vagamente el inicio del primer Superman. Años después, ya en la tierra, recuperamos al personaje de Kirk como un adolescente rebelde especialista en meterse en líos a la vez que la película también nos presenta a un joven, medio Vulcaniano medio terrícola (lo cual le convierte en un paria social en su planeta natal), llamado Spock. Los dos protagonistas acabaran coincidiendo en la nueva y flamante nave Enterpraise, convertidos en una especie de La extraña pareja en el espacio, tan diferentes entre sí, como condenados a entenderse, junto con el resto del elenco de secundarios habituales de la saga. Y, como suele ocurrir en estos casos, si están destinados a unir esfuerzos, es debido a la aparición de una amenaza superior. La amenaza a la que nos referimos lleva por nombre Nero, un Romulano dispuesto a cargarse cuantos planetas de la Federación se le pongan por delante, para lograr saciar su sed de venganza.

Esta nueva entrega de la saga Star Trek no es ni un remake, ni siquiera una precuela (quien haya visto la película entenderá de que estoy hablando), simplemente es un “nuevo principio”, con todas las posibilidades que el término pueda comportar. Y es que se tiene que reconocer que los responsables de este nuevo título han sido muy hábiles y muy listos a la hora de abordar este nuevo proyecto para reflotar la franquicia. Con tal maniobra, además de conseguir un relevo generacional importante entre el elenco de actores, también han conseguido contentar tanto a los seguidores habituales de la saga, como a los no habituados, como un servidor. Y es que admito que jamás he sentido una especial predilección por Star Trek, ni recuerdo haber visto un solo episodio entero de la serie (en cualquiera de sus etapas). Mi único contacto con la saga ha sido a través de las películas, de las que habré visto unas tres, antes que esta (la primera, la segunda y la cuarta, en la que viajaban al pasado, creo recordar). Aunque, y esto es muy importante, no es necesario haber visto ni una de ellas para poder disfrutar como es debido de esta nueva entrega.

A los mandos de la película (jojojo que asco doy) encontramos al señor. J.J. Abrams, uno de los chicos de moda, especialmente ligado a la televisión, debido a ser el creador de series tan conocidas como Felicity (bueno, de esta mejor nos olvidamos), Alias, Perdidos, Seis grados y Fringe, y ser uno de los responsables del boom actual que se está viviendo en todo el mundo con las series. Pero su relación con la pequeña pantalla no termina aquí, ya que, para dar el salto como director a la gran pantalla, lo hizo con la tercera entrega de Misión imposible, una legendaria serie de los años 70 y, si tenemos en cuenta que Star Trek también empezó como serie de televisión, me empiezo a preguntar si todo esto es fruto de la casualidad, o no. Lo cierto es que mientras estaba viendo la película, encontré algunos guiños a su trabajo en la pequeña pantalla. Así pues, ¿no recuerda bastante la “materia roja” de la película la misteriosa bola gigante roja de la serie Alias? ¿No recuerda bastante el salto en paracaídas de los protagonistas de la película al del final de la cuarta temporada de la serie Alias sobre territorio Ruso? ¿Y no recuerda ciertos momentos de la trama de la peli a uno de los grandes secretos de la serie Perdidos?

Entre los actores, aparte de la presencia puntual del veterano Leonard Nimoy, encontramos a un semi desconocido Chris Pine, como el capitan Kirk; al que hacía de Sylar en la serie Héroes, Zachary Quinto, como Spock; al prota de Hulk, Troya y Munich, Eric Bana, como el malvado Nero; a Winona Ryder, envejecida para la ocasión, o no, como la madre de Spock; y al divertido prota de Zombies Party y Arma Fatal (y que ya apareció en la Misión Imposible III de Abrams), Simon Pegg, actuando como uno de los varios contrapuntos cómicos de la historia.

Ante todo, esta nueva entrega de Star Trek es una grandísima película de aventuras, como hacía tiempo que no veía en una gran pantalla, con una capacidad absolutamente brutal para entretener al espectador y dejarlo clavado a la butaca. Y es que cuando empezaron a salir los títulos de crédito finales y miré mi reloj, me sorprendí al comprobar que la peli tan sólo había durado dos horas, no porque se me hubiera hecho pesado, sino por la gran cantidad de cosas que habían pasado en pantalla desde su inicio. Esto solamente se puede conseguir con una espectacular capacidad de mantener un ritmo narrativo alto que, el señor Abrams, demuestra controlar con una pasmosa facilidad. Además, la película consigue algo que, los más escépticos, ya empezábamos a pensar que era imposible en los tiempos que corren: que se puede unir acción trepidante con una buena historia (chúpate esa, Lobezno). Pero es que ya puestos a unir cosas, en la película también encontramos aventuras, ciencia ficción, divertidos momentos cómicos (¡gran personaje el bicho amigo de Simon Pegg!), situaciones espectaculares, buenas interpretaciones y grandes efectos especiales.

Resumiendo: A pesar de no ser fan de la saga original, esta nueva entrega de Star Trek me ha ganado de calle. ¡No se la pierdan!



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Séraphine (2008)

Elprimerhombre no ha visto ninguna película de las tantas que hay de Star Trek y aunque la versión de J.J. Abrams ha recibido muy buenas críticas, ayer mismamente se decidió por ir a ver otro estreno de la semana que también ha causado buenas impresiones, Séraphine, de Martin Provost, una película biográfica que recibió hasta 7 Césares en su tierra, incluyendo el de Mejor película y mejor actriz. Sin embargo, la decisión óptima que creía haber tomado fue totalmente un fracaso, convirtiéndose en un craso error sin remedio. En esta ocasión debería haber elegido quedarse en casa o haberle dado una oportunidad a la película de Abrams porque hacía tiempo que no veía un film tan vacío de contenido, cuyas dos horas y cinco minutos de duración fueron totalmente interminables.

La historia de esta película se sitúa en el año 1914 en Senlis, mostrándonos a un personaje un tanto fuera de lo común llamado Séraphine (Yolande Moreau), una mujer creyente de mediana edad y sin familia, que había trabajado en un convento y ahora hace todo lo que puede limpiando casas, lavando sábanas y hasta alguna vez ayudando en una carnicería para conseguir el suficiente dinero para sobrevivir y poder pagar el barniz que utiliza para conseguir su secreto mejor guardado: sus pinturas. Ese afán que tiene por pintar cuadros (en los que también utiliza barro y sangre) retratando manzanas, flores, árboles o cualquier cosa relacionada con la naturaleza, le hará trasnochar casi todos los días. Y por cosas que sólo sabe el destino, una de esas obras será descubierta por un tal Wilhelm Uhde (Ulrich Tukur), un marchante alemán propietario de una galería en París que se ha ido a vivir por un tiempo a Senlis para preparar un estudio sobre Picasso. Vive de alquiler en un piso de la señora Duphot para la que trabaja Séraphine y en una cena en la que es el invitado de honor de la señora descubre una pintura menospreciada en el suelo del comedor. Atraído por la fuerza de esa obra se la comprará a la señora Duphot y le pedirá el nombre de su autor. Cuando le dice que es Séraphine, Uhde esperará al día siguiente para elogiar a Séraphine por su gran talento y querrá que le enseñe todos los cuadros que haya hecho, insistiendo en que deje de limpiar y se ponga a pintar.

De esta manera se podría resumir el comienzo de la historia, aunque para llegar hasta aquí la película tarda bastante en arrancar, opinión que, la verdad, tuve durante toda la película. Por eso, realmente no sé cuáles han sido las intenciones del director para el retrato de este personaje porque su planteamiento me ha parecido muy aburrido y hasta por momentos poco coherente. Si su manera de dirigir es bastante correcta, con buenos primerísimos planos de ella pintando, su manera de contarnos el desarrollo de la historia contrasta de forma apabullante. Algunas escenas son demasiado largas, otras se podían haber evitado y algunas están mal resueltas. Repitiéndose a sí mismo a la hora de mostrar algún punto de la vida de Séraphine, Provost no logra que me emocione nada de lo que cuenta. Lo poco que me parece llamativo es la lograda fotografía y la música, aunque esta última se utilice hasta la saciedad. Y cómo no, también el enfoque que hace la actriz Yolande Moreau a la hora de plasmar los desvaríos de su personaje, que a veces la ayudan para crear sus pinturas. Siendo también especiales sus cualidades humanas y su atención por los sentimientos que le produce la vida al aire libre, como la pasión que tiene por los árboles, los ríos o los pájaros que la ayudan a relajarse y olvidar todo lo malo que le pueda estar pasando, algo que recomienda al señor Uhde en un momento que tiene él de tristeza.

Y es que la relación Séraphine-Uhde, crucial para la historia, en algunos puntos está bastante conseguida por el buen trato que le da él a ella, pero se le podría haber sacado mucho más jugo. Tiempo después de empezar la Primera Guerra Mundial, cuando los alemanes están llegando a Senlis, él tiene que marcharse de allí, dejando en el piso todas las obras de Séraphine. Es entonces cuando pasarán los años pero no parecerá que pasen los minutos. En varios momentos tuve la sensación de que la película no se acabaría nunca o que el director no sabía en qué momento tenía que decir basta. Cuando llegó el deseado final quise salir de la sala para respirar aire puro, abrazarme a los árboles, mirar el cielo y hasta de pintar, pero sabía que no quería volver a ver la dichosa película.

En definitiva, una película larga y fallida que nos cuenta, sin la suficiente emoción, la parte más importante de la vida de Séraphine de Senlis, una mujer extraña y solitaria, gran amante de la naturaleza, con un talento innato para la pintura.

Un saludo!



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Estrenos TV

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y hoy recuperamos la televisión, que la tenemos un poco olvidada en el blog, haciendo un breve repaso de los últimos estrenos que nos ha ofrecido la pequeña pantalla. Hoy: Estrenos tv... ¡Empezamos!

Después de la Supernanny que enseñaba a educar a niños rebeldes y de S.O.S. Adolescentes, que intentaba acercar a padres y a adolescentes, ahora llega A Cuatro: HERMANO MAYOR, lo que vendría a ser una mezcla de los dos programas anteriores. En el primer programa conocimos a Paula, una chica de 18 años, peor hablada que un servidor, lo cual de por sí ya tendría cierto mérito, y que se llevaba como el culo con su madre y hermana (a niveles pero que muy exagerados), con insultos, amenazas, portazos y demás.

Entonces, lo que hace el programa es mandarle a un tal Pedro García, un campeón del mundo de Waterpolo, que tras ganar la medalla de oro en unos juegos olímpicos y algún que otro mundial, cayó en el mundo de las drogas, e intenta ayudarla a través de su ejemplo, preocupándose por ella. De entrada le quita todos los móviles y la lleva a boxear para que se desahogue un poco y sacarle la mala leche que lleva encima. En último lugar, la coloca a trabajar de dependienta en una tienda de ropa, algo que al parecer le hacía una ilusión tremenda, para rematarla llevando a su madre a la tienda como clienta. Al final, ya con la fierecilla domada y más calmada le pasa unos videos de como se comportaba y la tía apenas logra reconocerse en las imágenes.

Cuatro vuelve a repetir su fórmula de programa didáctico como ya hizo con la Supernanny, S.O.S. Adolescentes, Ajusto de cuentas o Eres lo que comes, que tan buenos resultados le acostumbra a dar, y vuelve a acertar con un programa sencillo pero bien hecho. Se deberá ver, no obstante, como avanza la cosa, porque como los casos vayan subiendo el listón el programa puede acabar en una auténtica batalla campal y con puñaladas. Además, la audiencia le fue más que bien, logrando un genial 16% en la noche de su estreno.

Después de Doctor Mateo, Antena 3 vuelve a dedicar la noche de los domingos a las series de producción propia con el estreno, hace pocas semanas, de LA CHICA DE AYER. Esto es una serie inglesa, llamada Live on Mars, de la que compraron los derechos para hacer un remake los americanos (remake ya cancelado después de diecisiete capítulos y que ha comprado Cuatro), y de la cual también compró los derechos Antena 3 para hacer su propia versión (como ya pasó con la dicha Doctor Mateo).

La serie va de un policía que siguiendo un crimen sufre un accidente con el coche y se despierta en el año 1977 sin más explicación. Él sigue siendo policía, pero en la España de la transición las cosas funcionaban muy diferentes a como funcionan hoy en día, así que intentar imponer su manera de hacer le resultará difícil. El prota es Ernesto Alterio, el prota de El otro lado de la cama y lo acompañan el que presentaba Identity en tve, interpretando a un jefe de la policía macarra de la época y la prota de REC, que es una administrativa de la comisaría, porque en aquella época todavía no había mujeres policías (y que demuestra que en 1977 ya se usaba el wonderbra).

El primer capítulo no estaba mal del todo, era entretenido aunque me sobraban algunas cosas. La ambientación está bastante conseguida y, de hecho, la serie sólo resulta terriblemente artificial durante su principio, cuando están en el presente, con unos primeros quince minutos bastante chungos (que parecía una mala copia de El comisario, serie ya mala de por sí). Cuando el prota viaja al pasado la cosa mejora bastante y la serie gana, aunque me jode bastante que traten a la audiencia por tonta y cuando se resuelve el caso del primer episodio tengan que explicarlo todo muy clarito, recurriendo incluso a flaschbacks para que no haya ninguna duda.

Y de audiencia Antena 3 vuelve a repetir éxito, porque consiguió un buen 19,7% en la noche de su estreno.

Después de un par de programas especiales dedicados a los càstings, empezó oficialmente una nueva edición de OPERACIÓN TRIUNFO. Si no me equivoco, que podría ser, creo que esta es la séptima edición ya y la cosa viene a ser lo de siempre: Hay un grupo de niños que cantan y un jurado que los valora y los nomina y al final el que gana está muy contento y graba un disco. Además, como que es un reality, podemos seguir su evolución en los resúmenes diarios que se hacen en telecinco. En fin, nada que no sepan.

La primera gala fue la denominada gala 0 y se decidía cuántos de los niños que cantan entrarían finalmente en la academia (que edición a edición son más y más jóvenes). Así pues, el programa sirvió para conocerles un poco y oirlos desafinar. Sin entrar a valorar demasiado si cantaban mejor o peor, si que debo reconocer que había alguno que me provocó cierto repelús. Por ejemplo, uno de ellos escogió “Otro día más sin verte”, de John Secada para cantar en su estreno. En lo que a mí respeta, este tio ya debería haber sido expulsado, pero no sólo del programa, sino también de su casa y de su ciudad, obligándolo a convertirse en un paria social. ¿A quien le importa como cantaba este tio (que por cierto, encima, imitaba a Bisbal)? Nada, nada, expulsado y a la calle por zopenco.

Pero bueno, lo cierto es que todo esto que estoy explicando no interesa a nadie, porque en el fondo, el auténtico atractivo de este programa radica en su jurado, formado por cuatro personas. La novedad de este año es Ramoncin, el rey del pollo frito, una de las personas más críticas hace ya un tiempo con el formato, llegando incluso a firmar un manifiesto en contra del programa y que, con esta bajada de pantalones, sigue sacando a relucir su gran personalidad. Además, sus comentarios fueron absurdos y cada vez que habría la boca hablaba para no decir nada. Pero la gente se la sudaba, porque a quien quería ver era a Risto Mejide y el programa, que lo sabe, empezó con una de las cuatro sillas vacías a la espera de saber quien la ocuparía. En el fondo tal duda no existía y todo el mundo estaba esperando el (bochornoso) momento en que Risto hiciera su aparición estelar, que fue, con el programa ya empezado y haciendo el habitual teatrillo con Jesús Vázquez y el resto del jurado, entre los silbidos y/o vítores del público asistente a la gala. Lo que quiero es devolver el protagonismo a los chicos, dijo Risto al poco de sentarse. Claro, claro.

En fin, que todo sigue como siempre, incluso la audiencia que sigue siendo buena, con un 22% de share y casi tres millones doscientas mil personas en la noche de su estreno.

¡Este si que mola! Cuatro ha estrenado, para la noche de los domingos, un nuevo reality presentado por Nuria Roca: PERDIDOS EN LA TRIBU. En principio, el hecho que lo presente Nuria Roca nos podría hacer pensar que la cosa no durará demasiado, pero todo apunta a que esta vez han acertado. Y es que los señores de Cuatro, que últimamente están inspirados, han pensado que si Granjero busca esposa, dónde se trataba de juntar el mundo urbano con el mundo rural los funcionó tan bien, podrían hacer lo mismo, pero todavía más bestia y llevándolo al extremo. Y esto han hecho. El programa va de que cogen a tres familias españolas y las llevan a vivir con tres tribus perdidas en el culo del mundo, con costumbres y ritos prehistóricos. Deben convivir con ellos durante 21 días (como la loca esa que duerme en la calle y se fuma petas) y si la tribu los reconoce al final como unos de los suyos, hay un premio de 150,000 euros a repartir.

La primera de las familias está formada por el matrimonio y sus dos hijas, mellizas y de 16 años, que van a vivir con una tribu del desierto del Kalahari, dónde el agua es escasa y las mujeres tienen prohibido bañarse. Además, yo si fuera el padre sufriría bastante, porque todo apunta a que alguno de los negros de la tribu va a intentar desflorar a sus hijas allí mismo, en una de esas eróticas cabañas construidas con estiércoles de animales, porque los hombres de la tribu las miran de forma lasciva y sus comentarios, subtitulados para nosotros pero que ellos allí no entienden, hacen apuntar a que la cosa está candente.

La otro familia está formada por el matrimonio y dos chicos y los traen a una tribu de Indonesia dónde, para llegar estuvieron viajando durante cuatro días, incluyendo un recorrido de ocho horas en una mierda de canoa, que si te viene un caimán por el rio ese te deja echo trizas allí mismo. Estos indios son menos amistosos y fuman algo muy extraño, que no sabría definir. El jefe de la tribu gasta una mala hostia de las que hacen época y dentro de sus costumbres encontramos que los hombres cazan y que las mujeres cocinan (incluyendo que las mujeres deben dormir en la misma cocina). En fin, que el hijo pequeño es un amante de los animales y ayer mismo ya le pidieron, amablemente, que le retorciera el cuello a una pobre gallina. Ventura va a sufrir.

Por último una familia numerosa, con dos hijas y dos hijos (equilibrada cómo podéis ver), que los traen a otro desierto de Namibia, dónde convivirán con otra tribu dónde lo más destacable es que su jefe es un tio que no tiene nariz y parece que nadie le dé ninguna importancia. El mayor problema para la hija grande, pija ella como la que más, es el de vestir como las mujeres de la tribu, puesto que van desnudas de cintura hacia arriba y no quiere que toda España le vea las tetas. Ciertamente son cosas que preocupan, siempre y cuando no te encuentres un escorpión frente a frente, mientras estés cagando en medio de la nada limpiándote el trasero con hojas secas llenas de hormigas asesinas. Entonces todo esto de enseñar las tetas se convertirá en un problema que pasará, rápidamente, a un segundo nivel.

En definitiva un programa que apunta maneras y que seguiremos, que, además, a conseguido interesar a buena parte de la audiencia, consiguiendo un muy buen 13,3% en su estreno, en la difícil noche del domingo.

Seguiremos informando...

X Men Orígenes: Lobezno

Buenos días, soy el jefe Dreyfus. Verán, hará cosa de un mes se coló en internet una copia de la película que hoy nos toca, aunque era una copia sin terminar así que, como haría Ramoncín el grande, esperé paciente a que la estrenaran en las salas de cine. El pasado jueves, por fin, la vi, pero no pude evitar pensar: ¿¡Cuando diablos se van a decidir a acabar del todo esta película!? Porque no me acabo de creer que lo que estaba viendo era todo lo que nos podía ofrecer: X MEN ORÍGENES: LOBEZNO... ¡Empezamos!

Lobezno era uno de los personaje principales de las tres entregas de los X-Men (donde la segunda de ellas brillaba con fuerza por encima de las demás), y el más carismático, quizás, así que los jefazos de la Fox decidieron que se merecía, por méritos propios, ser el primero de la saga que consiguiera su propio spin-off (se rumoreaba que el personaje de Magneto también tendría su oportunidad). En ese sentido, la película, situada diecisiete años antes de la primera entrega de la trilogía, nos cuenta a modo de precuela las andanzas de Logan antes de unirse al grupo del profesor Xavier.

La película empieza con un Logan imberbe (cosa ya difícil, de entrada) acompañado de su hermano, conocido popularmente como Dientes de Sable. Que son hermanos lo sabemos porque a) ambos disponen de un factor de curación que les permite sanar a gran velocidad y apenas envejecer; y porque, b) ambos lucen amplias patillas, lo cual facilita mucho las cosas al espectador. Además, Logan dispone de unas bonitas garras que le atraviesan los nudillos cada vez que se avecina una buena bronca. Ambos hermanos van de coleguillas paseándose por los últimos conflictos bélicos conocidos hasta que a Logan le da el punto y decide (después de vaya usted a saber cuantos años) que su vida es un asco y opta por cambiar de aires. ¿Y a donde va un hombre cuando no quiere que le encuentren y alejarse del mundanal ruido? Pues a Canadá, donde vivirá tranquilo trabajando como leñador y yaciendo con una bella morena a la que, curiosamente, se la sopla que su maromo saque a pasear las garras cada vez que tiene una pesadilla. Evidentemente tal despliegue de calma y tranquilidad no puede durar, por el bien de la película, así que el bueno de Logan no tardará en recibir visitas de su pasado.

El director del chute de adrenalina que pretende ser la peli es un tal Gavin Hood, también conocido como Gavin de los bosques, que seguramente goza de gran popularidad entre la parroquia habitual del bar de debajo de su caso donde se toma las cañas y arregla el mundo junto con un grupo de ebrios contertulianos. En lo que a cine se refiere, parece ser que ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en el 2005 con Tsotsi (a mi ni me pregunten) y en el 2007 dirigió Expediente Anwar (que me suena un poco más, pero que tampoco se les ocurra preguntarme). Lo que si que parece claro es que ninguno de sus dos trabajos anteriores se recuerda precisamente por su elevada carga de acción, a pesar de que, sorprendentemente, los productores vieron en él al director ideal para tirar hacia delante el proyecto.

Entre el elenco de actores que se dedican a hacer el paripé durante algo más de hora y media encontramos, como no, a Hugh Jackman, que ya había encarnado al personaje en las tres entregas anteriores y que parece que le ha cogido cariño (también en facetas de producción junto con Richard Donner) y Liev Schreiber (eterno secundario, como por ejemplo en la saga Scream, y que ya trabajó con Hugh Jackman en Kate & Leopold), que interpreta a su hermano. A estos dos súmenles alguna que otra cara conocida, como el Charlie de Perdidos, para acabar de adornar el pastel.

Debo confesarles que tampoco es que me esperara gran cosa de la película, pero es que, aún y así, la película todavía me ofreció mucho menos. Y es que lo mínimo que uno desea ver cuando asiste a una película que lleva por título X Men orígenes: Lobezno, es a Lobezno, pero lo cierto es que el personaje no se deja ver en ningún momento por pantalla. ¿Donde demonios está el personaje de los cómics que el bueno de Bryan Singer consiguió llevar con éxito a la gran pantalla? ¿Donde está el animal? ¿Ni siquiera han logrado respetar la esencia del personaje? ¿Tan difícil era eso? Y es que como reza el dicho: Si parece un pato, camina como un pato y grazna como un pato, ¿que es? Efectivamente: Lobezno.

La película no tiene guión, o por lo menos no uno de más de tres páginas, ni dudo mucho de que su intención fuera de que lo tuviera. Además todo el rollo que nos sueltan para que la trama que nos están vendiendo termine enlazando con el principio de la saga inicial es, como poco, bochornosa y absurda y un sonoro insulto para los seguidores de los cómics. Lo que hicieron fue tirar de un personaje conocido para que la gente acudiera a los cines y una vez allí saturarlos a base de escenas dotadas de gran espectacularidad. Pero las escenas caen en saco roto porque resultan estúpidas en su mayoría y tampoco es que los efectos especiales sean como para mear y no echar gota y al final todo queda en un batiburrillo de luchas y persecuciones que lograron arrancarme un buen número de bostezos (lo lamento, no los conté).

Resumiendo: Esta película es un claro ejemplo de lo que sucede cuando los guionistas usan su trabajo para limpiarse el trasero: que el guión se llena de mierda.



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