Londres 1893, una puta borracha hace su último servicio cuando Jack el Destripador la abre en canal. Poco después el asesino pasa por casa de H. G. Wells, el padre de la ciencia ficción literaria, donde toma una copa, entra en calor y entabla una amistosa charla. De repente irrumpe Scotland Yard y el Destripador se da a la fuga gracias al último invento del joven Wells: una máquina del tiempo que funciona con energía sostenible y es 100% ecológica. A Wells no le quedará más remedio que viajar al futuro, concretamente a 1979, para intentar cazar al maníaco homicida.
El leit motiv de la cinta es un encuentro ficticio entre dos personajes históricos, como también sucede en la reciente Miguel y William (2007) por ejemplo, aunque aquí la trama está sazonada con elementos de La máquina del tiempo, una novela que el propio Wells escribiría en 1895 y que ya tuvo su magnífica adaptación a la gran pantalla de la mano de George Pal. Se nota que a Nicholas Meyer, el director y guionista, le gustan este tipo de experimentos narrativos, ya que en Elemental, Dr. Freud (1976) reunió en un filme a Sherlock Holmes y Sigmund Freud, y en Star Trek IV. Misión: Salvar la tierra (1984), trasladó los pasajeros del Enterprise a los Estados Unidos de la década de los 80.
En el papel de H. G. Wells tenemos al británico Malcolm McDowell, en lo que podríamos llamar un cambio de registro, ya que el actor es más conocido por interpretar a famosos villanos del celuloide, como el ultraviolento y gamberrete Alex de La naranja mecánica (1971), el cerdete protagonista de Calígula (1979), el hombre que mató al capitán James T. Kirk en Star Trek VII: La próxima generación (1994), o el mafioso y filántropo Linderman en la serie televisiva Héroes (2006-…). La interpretación que nos brinda McDowell es correcta, pero David Warner se lo come con patatas. El actor interpreta a Jack el Destripador, y también está muy acostumbrado a este tipo de papeles retorcidos, como en 39 escalones (1978) o Tron (1982). Mary Steenburgen, finalmente, pone el toque femenino y americano a la función. La actriz ha trabajado con directores de la talla de Woody Allen, Milos Forman o Jonathan Demme, y tras el rodaje empezó un romance con Malcolm McDowell, que dio para una boda y dos hijos, aunque actualmente está casada con Ted Danson, el camarero de Cheers (1982-1993).
La principal baza del filme es el cara a cara entre Wells y el Destripador, un duelo más intelectual y moral, que no físico. Entre los dos existen importantes diferencias ideológicas que se ponen de manifiesto durante una partida de ajedrez, en que lucha la razón contra el instinto. Wells piensa que el progreso llevará el hombre hasta una utopía social, mientras que su oponente cree firmemente que vivimos en una constante carnicería cósmica. Tras viajar en el tiempo, se hace obvio quien encaja y quien no, porque Jack va vestido conforme a la época en que se encuentra, mientras que Wells lleva siempre los atuendos del siglo pasado. Esta contienda entre ambos ofrece algún que otro buen momento, pero a mitad del filme comienza a quedar eclipsada por la incursión del elemento romántico en la trama, una historia de amor cursi y poco interesante que está metida con calzador.
La película también intenta recuperar el espíritu de las viejas epopeyas victorianas, algo que se destila del tono aventurero y de la estética pulp imperante en el primer tercio, pero todo el encanto y la magia que pueda conseguir la cinta, se pierde al vernos envueltos en pleno siglo XX, algo que causa cierta sorpresa inicial, pero que luego va haciendo aguas. El choque generacional a veces es tratado de forma ocurrente y otras de manera forzada y poco hábil, intentando que la película adquiera unos tintes de comedia ligera que no siempre cuajan. La historia, además, no sabe muy bien hacia dónde tirar y solo posibilita un final, que el espectador ya sabe de antemano.
Los pasajeros del tiempo es, en definitiva, una película que se toma el viaje en el tiempo con frivolidad y que tiene una premisa imaginativa, pero que desaprovecha gran parte de su potencial y no cumple con las expectativas. A modo de apunte final, comentar que cuando uno se pone a ver cierto tipo de cine rematadamente camp, sabe que debe estar abierto a hacer concesiones. Pero pedirle al espectador que pase por alto lo ridículo, estúpido e innecesario, que resulta el hecho que la máquina del tiempo nos lleve, por pura casualidad del sótano de H. G. Wells en el Londres de 1893, a un museo dedicado a la persona del propio Wells, en el San Francisco de 1979, eso, amigos míos, es pedir demasiado.
La frase: “La velocidad crucero es de dos años por minuto”.
El leit motiv de la cinta es un encuentro ficticio entre dos personajes históricos, como también sucede en la reciente Miguel y William (2007) por ejemplo, aunque aquí la trama está sazonada con elementos de La máquina del tiempo, una novela que el propio Wells escribiría en 1895 y que ya tuvo su magnífica adaptación a la gran pantalla de la mano de George Pal. Se nota que a Nicholas Meyer, el director y guionista, le gustan este tipo de experimentos narrativos, ya que en Elemental, Dr. Freud (1976) reunió en un filme a Sherlock Holmes y Sigmund Freud, y en Star Trek IV. Misión: Salvar la tierra (1984), trasladó los pasajeros del Enterprise a los Estados Unidos de la década de los 80.
En el papel de H. G. Wells tenemos al británico Malcolm McDowell, en lo que podríamos llamar un cambio de registro, ya que el actor es más conocido por interpretar a famosos villanos del celuloide, como el ultraviolento y gamberrete Alex de La naranja mecánica (1971), el cerdete protagonista de Calígula (1979), el hombre que mató al capitán James T. Kirk en Star Trek VII: La próxima generación (1994), o el mafioso y filántropo Linderman en la serie televisiva Héroes (2006-…). La interpretación que nos brinda McDowell es correcta, pero David Warner se lo come con patatas. El actor interpreta a Jack el Destripador, y también está muy acostumbrado a este tipo de papeles retorcidos, como en 39 escalones (1978) o Tron (1982). Mary Steenburgen, finalmente, pone el toque femenino y americano a la función. La actriz ha trabajado con directores de la talla de Woody Allen, Milos Forman o Jonathan Demme, y tras el rodaje empezó un romance con Malcolm McDowell, que dio para una boda y dos hijos, aunque actualmente está casada con Ted Danson, el camarero de Cheers (1982-1993).
La principal baza del filme es el cara a cara entre Wells y el Destripador, un duelo más intelectual y moral, que no físico. Entre los dos existen importantes diferencias ideológicas que se ponen de manifiesto durante una partida de ajedrez, en que lucha la razón contra el instinto. Wells piensa que el progreso llevará el hombre hasta una utopía social, mientras que su oponente cree firmemente que vivimos en una constante carnicería cósmica. Tras viajar en el tiempo, se hace obvio quien encaja y quien no, porque Jack va vestido conforme a la época en que se encuentra, mientras que Wells lleva siempre los atuendos del siglo pasado. Esta contienda entre ambos ofrece algún que otro buen momento, pero a mitad del filme comienza a quedar eclipsada por la incursión del elemento romántico en la trama, una historia de amor cursi y poco interesante que está metida con calzador.
La película también intenta recuperar el espíritu de las viejas epopeyas victorianas, algo que se destila del tono aventurero y de la estética pulp imperante en el primer tercio, pero todo el encanto y la magia que pueda conseguir la cinta, se pierde al vernos envueltos en pleno siglo XX, algo que causa cierta sorpresa inicial, pero que luego va haciendo aguas. El choque generacional a veces es tratado de forma ocurrente y otras de manera forzada y poco hábil, intentando que la película adquiera unos tintes de comedia ligera que no siempre cuajan. La historia, además, no sabe muy bien hacia dónde tirar y solo posibilita un final, que el espectador ya sabe de antemano.
Los pasajeros del tiempo es, en definitiva, una película que se toma el viaje en el tiempo con frivolidad y que tiene una premisa imaginativa, pero que desaprovecha gran parte de su potencial y no cumple con las expectativas. A modo de apunte final, comentar que cuando uno se pone a ver cierto tipo de cine rematadamente camp, sabe que debe estar abierto a hacer concesiones. Pero pedirle al espectador que pase por alto lo ridículo, estúpido e innecesario, que resulta el hecho que la máquina del tiempo nos lleve, por pura casualidad del sótano de H. G. Wells en el Londres de 1893, a un museo dedicado a la persona del propio Wells, en el San Francisco de 1979, eso, amigos míos, es pedir demasiado.
La frase: “La velocidad crucero es de dos años por minuto”.
Leer critica Los pasajeros del tiempo en Muchocine.net
14 piquitos de oro:
Buena reseña. Esta es la típica peli de la que guardo un recuerdo entrañable, seguramente por haberla visto a temprana edad. Quizás no sea una gran película pero la salvan muchos elementos.
Saludos!!
Hola, bastante de acuerdo con el texto, curiosamente yo también revisé esta película hace poco y tengo una crítica en The Quatermass Xperiment. Creo que desperdicia una aparentemente buena premisa argumental (aunque extraña!) en un cóctel bastante descafeinado.
Saludos!
Realmente una parte de una premisa muy buena y muy original que podría haber dado mucho más de sí, posiblemente en manos de otro director.
Saludos,
Pues coincido con los demás compañeros. Es una de esas películas de mi niñez. Entrañable, como dijo Igor, es la palabra. Casi la colocaría en la estantería de mis recuerdos junto a aquella "El tiempo en sus manos".
Saludos.
Es una gran y entretenida peli. Lo de estar en Londres y aparecer en Frisco no es un problema. Ni un insulto al espectador. Es una invención más. ¡Solo faltaría ver esta película como si uno fuera Stephen Hawking!
Paparruchas, "Los pasajeros del tiempo" está perfecta, como si hubiera aparecido en tombuctú.
Saludos
Si por esas cosas del destino te montas a una máquina del tiempo y apareces en Tombuctú, mira tú, pues que bien. Pero si apareces en un museo de Tombuctú que está dedicado a ti personalmente, eso ya chirría más, aparte que a la narración no le aporta nada.
Creo que hay un capítulo de "Breve historia del tiempo" en que se habla de las paradojas tombuctunianas, pero no recuerdo cual, jusjus...
Dejando a un lado los chistecitos, no seré yo quien diga que la peli no tiene cierto encanto, que haberlo haylo, pero aunque la temática se le parece, El tiempo en sus manos se me antoja como una película tremendamente más divertida y emocionante. Pero oye, que Los pasajeros del tiempo tenga tantos fans me parece superbien, claro que sí, que aquí no hay nadie que posea la verdad absoluta.
un peliculon de los de antes.
Una joyita en bruto.
saludos!!!!!!!
Muy deacuerdo con la reseña, ademas siempre me molesto que en este tipo de films la accion se trasladara a la actualidad para ahorrar en el atrezzo. Vamos un engaño señor mio.
Onde este "el tiempo en sus manos"...
Salu2
Pasa mucho con este tipo de cintas. Si la ves ahora poseen un montón de defectos que generan risa, o de frentón molestan. De todas formas la daré una mirada a esta peli.
Saludos!
cido con tu visión de esta peli, compañero. Un saludo.
La he visto en la web de www.divxonline.info
Creo que tambien se puede descargar desde el reproductor de DivX, es la opción 1 la que está alojado en StageVu.
que fraude no se donde ver esta película solo engañan y perdón por lo que diré pero sino esta en español latino no la veré el español de España da asco
http://www.queveohoy.com/ver-los-pasajeros-del-tiempo-escape-al-futuro-online
me ha encantado y malcom mcdowell se sale. estaba tan acostumbrada a verlo en papeles de malo q aqui hace un cambio significativo....dan ganas de achucharlo y todo ejejej. para mi el mejor de los tres...y la peli me ha entretenido. a ver es una peli de 1980 pero que cine y que ideas tenian antes....
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