Buenos días, soy el jefe Dreyfus y hoy nos vamos a la televisión que ya hacía algún tiempo que la teníamos demasiado olvidada (y eso que todo el mundo parece coincidir en que estamos viviendo un momento especialmente dulce en lo que a series se refiere), con una de las sitcoms más divertidas de la televisión americana actual: Big Bang... ¡Empezamos!
La historia se centra en dos jóvenes científicos, Leonard y Sheldon, que comparten apartamento (o sala de juegos, como ustedes prefieran llamarlo), unos auténticos nerds cuyas conversaciones acostumbran a incluirse en uno de estos tres grupos: a) física, b) cine, c) cómics; y que, a pesar de ser odiosamente brillantes en sus trabajos, carecen completamente de la capacidad para relacionarse con el resto de la raza humana. Vamos, que dudo mucho que fueran elegidos reyes del baile en la fiesta de final de curso de su instituto, ni que la jefa de animadores se fuera con ellos a dar una vuelta en coche hasta lo alto de una colina desde donde se pudieran ver todas las luces de la ciudad para meterse mano (creo seriamente que debería dejar de ver películas de adolescentes...). Leonard, no obstante, no se rinde a su condición de paria social e intenta integrase, habitualmente con resultados desastrosos, en parte, debido a su amigo Sheldon, un neurótico obsesivo, que prefiere que las cosas sigan como están y al que cualquier pequeño cambio le afecta sobremanera, anclado en una infancia de la que no pudo disfrutar.
Además, por si no fuera suficiente, la mayoría de su contacto con el mundo exterior se reduce a un par de amigos, cerebritos como ellos mismos, no lo duden ni por un momento: Howard Wolowitz, un ser feo y desgarbado donde los haya, con un claro síndrome de Edipo, que se viste con ropa de hace bastantes décadas, pero que se considera a si mismo un verdadero rompecorazones, con la loable capacidad de tirar la caña a toda mujer que se mueva a su alrededor y Rajesh Koothrappali, indio y polo opuesto de su amigo Howard, incapaz, ni siquiera, de dirigir la palabra a ninguna mujer (a menos, claro está, que entre en juego el alcohol).
La serie empieza con la mudanza, al apartamento de enfrente de los dos protas, de Penny, una joven rubia de buen ver que sueña con ser actriz, completamente alejada de su mundo, que hará las delicias de Leonard (de Howard ya ni hablemos), pero que provocará la total indiferencia de Sheldon (aunque a medida que avance la serie se irán sacando, mutuamente, de sus casillas). Ya saben ustedes como funcionan este tipo de sitcoms americanas, ambos apartamentos siempre suelen estar con las puertas abiertas y los vecinos suelen ir de un lado para otro con mayor frecuencia de la aparentemente lógica y, mucho menos, cuando se trata de personajes tan distintos unos de otros, pero, claro, ahí está precisamente el juego, llevando a sus protagonistas a divertidas situaciones: Ella no entiende ni de superhéroes, ni de física y ellos no entienden ni de fiestas, ni de relaciones sociales, no obstante, se harán íntimos por el bien de la trama. A todo esto, súmenle el amor a primera vista de Leonard y sus torpes acercamientos (incapaz de mantener una conversación atractiva para la guapa vecina) hacia su amor platónico, acentuado por un, más que evidente, problema de inseguridad.
Big Bang, es una serie creada por un tal Chuck Lorre, responsable de Dos hombre y medio (otra conocida sitcom con Charlie Sheen como protagonista) y Bill Prady, productor ejecutivo de Las chicas Gilmore). No se si esto aporta mucho o no, pero, que diablos, siempre queda bien en una reseña.
Además, la serie te la ves en un plis, porque la primera temporada apenas cuenta con 17 capítulos de diecisiete minutos cada uno. Actualmente, en nuestro país, la serie la está emitiendo Antena Neox, en la TDT y en Estados Unidos ya están emitiendo la segunda temporada que, esperemos, llegue pronto aquí.
Además, por si no fuera suficiente, la mayoría de su contacto con el mundo exterior se reduce a un par de amigos, cerebritos como ellos mismos, no lo duden ni por un momento: Howard Wolowitz, un ser feo y desgarbado donde los haya, con un claro síndrome de Edipo, que se viste con ropa de hace bastantes décadas, pero que se considera a si mismo un verdadero rompecorazones, con la loable capacidad de tirar la caña a toda mujer que se mueva a su alrededor y Rajesh Koothrappali, indio y polo opuesto de su amigo Howard, incapaz, ni siquiera, de dirigir la palabra a ninguna mujer (a menos, claro está, que entre en juego el alcohol).
La serie empieza con la mudanza, al apartamento de enfrente de los dos protas, de Penny, una joven rubia de buen ver que sueña con ser actriz, completamente alejada de su mundo, que hará las delicias de Leonard (de Howard ya ni hablemos), pero que provocará la total indiferencia de Sheldon (aunque a medida que avance la serie se irán sacando, mutuamente, de sus casillas). Ya saben ustedes como funcionan este tipo de sitcoms americanas, ambos apartamentos siempre suelen estar con las puertas abiertas y los vecinos suelen ir de un lado para otro con mayor frecuencia de la aparentemente lógica y, mucho menos, cuando se trata de personajes tan distintos unos de otros, pero, claro, ahí está precisamente el juego, llevando a sus protagonistas a divertidas situaciones: Ella no entiende ni de superhéroes, ni de física y ellos no entienden ni de fiestas, ni de relaciones sociales, no obstante, se harán íntimos por el bien de la trama. A todo esto, súmenle el amor a primera vista de Leonard y sus torpes acercamientos (incapaz de mantener una conversación atractiva para la guapa vecina) hacia su amor platónico, acentuado por un, más que evidente, problema de inseguridad.
Big Bang, es una serie creada por un tal Chuck Lorre, responsable de Dos hombre y medio (otra conocida sitcom con Charlie Sheen como protagonista) y Bill Prady, productor ejecutivo de Las chicas Gilmore). No se si esto aporta mucho o no, pero, que diablos, siempre queda bien en una reseña.
Toda la serie se sostiene a raiz de las divertidas situaciones en las que se verán metidos la pareja protagonista debido a la aparición de la guapa vecina y a los líos en que se ven envueltos debido al trastorno que provoca en sus mecánicas vidas (el simple hecho de cambiar de hamburguesería provoca en Sheldon una crisis de apocalípticas dimensiones). Además, a todo esto, súmenle divertidos diálogos y gags, con los cuatro frikis de protagonistas, sobre física (tema que desconozco por completo aunque no impide su disfrute), internet y los juegos on-line, cómics o cine (impagable el gag de la máquina del tiempo). A pesar de todo, reconozco mi más absoluta debilidad hacia el personaje de Sheldon, alguien con quien si tuviera que convivir acabaría matando, pero que, no obstante, viéndolo convivir con un tercero, me ha hecho reir de lo lindo. Y mención aparte merece Howard, el secundario/casanova de lujo, que nos regala auténticos momentos impagables.
Además, la serie te la ves en un plis, porque la primera temporada apenas cuenta con 17 capítulos de diecisiete minutos cada uno. Actualmente, en nuestro país, la serie la está emitiendo Antena Neox, en la TDT y en Estados Unidos ya están emitiendo la segunda temporada que, esperemos, llegue pronto aquí.
4 piquitos de oro:
Es una serie que me han recomendado mucho, pero no me da tiempo de verlas todas, me la vuelvo a apuntar, que se que me va a gustar ( me han dicho que en la linea de "the it Crowd).
Salu2
I love Howard Wolowitz
Howard Wolowitz tiene un club de fans en facebook del que, por supuesto, formo parte
Tenéis un premio esperando en mi blog. Pasaos a verlo.
Saludos,
http://gp-cine.blogspot.com/2009/03/premio-amigable.html
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