Lars y una chica de verdad (2007)

Buenos días, soy el Jefe Dreyfus, actualizando puteado (soy uno de los pringados que no se van de puente estos días) y volviendo con una película que pueden encontrar en la cartelera y que viene a confirmar que el cine independiente está de moda: Lars y una chica de verdad… ¡Empezamos!

La película nos presenta a Lars Lindstrom, un joven de veintisiete años, inadaptado social y con unos más que evidentes problemas para interrelacionar con el resto de los mortales (y que lleva un bigotito que nos recuerda al prota de “Me llamo Earl”). Su extrema timidez y la presión por parte de sus conocidos para encuentre pareja, lo llevará a agenciarse una muñeca de silicona tamaño real por Internet (de esas para hacer guarreridas) y hacerla pasar por su novia frente a su familia y amigos que, aconsejados por la psicóloga del pueblo, intentarán seguirle la corriente y tratarán a Bianca (la muñeca cachonda) como una persona de carne y huesos.

El experimento está dirigido por un tal Craig Gillespie que antes de ésta había dirigido una cosa llamada Cuestión de pelotas (no, no es la de Ben Stiller) que pasó sin pena ni gloria y antes de eso se había dedicado a la publicidad y está protagonizada por Ryan Gosling (el que salía en El diario de Noa) y la muñeca que creo que antes había trabajado con Nacho Vidal. A los mandos del guión una de las responsables de la serie A dos metros bajo tierra, que ha conseguido una película que, a bote pronto, es al cine independiente lo que “Atrapa ese maniquí” era a la comedia juvenil (nótese que mis referentes culturales son de un muy alto nivel).

Empecé a ver la peli por aquello de que el planteamiento inicial consiguió picarme la curiosidad y puede que durante su primera media hora la película consiga aguantar bien el tipo con alguna que otra situación divertida y unos personajes atrayentes, pero lo cierto es que una vez asentadas las bases de lo que vamos a ver, la cosa va dramáticamente a menos entrando en un estado de entumecimiento del que apenas logra salir para dirigirse hacia un final tan lógico como previsible desde los cinco primeros minutos. Y es que una vez pasado el arranque (y la consabida sorpresa por parte de la gente del pueblo) la cosa no llegó a atraparme ni a interesarme salvo en contadas ocasiones, llegando al final con la sensación de que se podría (y se debería) haber sacado más jugo de unas situaciones que daban para mucho más de sí, en lugar de perderse en una parte tan dramática como barata y gratuita (pueden llamarme insensible).

Resumiendo: Me esperaba bastante más de una historia que empieza prometedora pero que decae pasada su primera media hora debido a una evidente falta de ritmo.




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A pleno sol (1960)

Elprimerhombre ha visto A pleno sol, de René Clément, una buena película que se basa en el personaje de Tom Ripley, creado por la escritora de novelas policíacas Patricia Highsmith.

La historia empieza en Roma, donde se encuentra el adinerado Philippe Greenleaf (Maurice Ronet) y en la que ha llegado de visita su amigo Tom Ripley (Alain Delon), con la intención de hacer volver a Philippe a San Francisco, ya que el padre de este se lo ha pedido, siendo recompensado con 5.000 dólares si consigue el objetivo. Pero poco a poco vemos que las motivaciones de Ripley son otras, siendo casi paralelos los descubrimientos que tiene el espectador con los que tiene el personaje de Philippe, como cuando Ripley imita a Philippe delante de un espejo, siendo observado por este. Toda esta situación, un tanto misteriosa, se acentúa en una ruta en barco que hacen ellos dos y la pareja sentimental de Philippe, Marge (la actriz y cantante Marie Laforêt). Aquí es cuando el mismo Philippe descubre que Ripley tiene unas cuentas de su dinero y en una escena posterior, con un interesante diálogo entre ambos, le intenta sonsacar, con cierta sorna, si pretende liquidarle.


Con este interesante planteamiento, la película tiene su acierto en acrecentar la tensión mientras va avanzando la trama. El guión de Paul Gégauff, a partir de la novela homónima de Highsmith, logra construir una sólida historia en la que destaca la transformación de Ripley en el personaje de Philippe, aprendiendo a imitar su voz, su aspecto y su firma. Aunque algún recurso sea demasiado típico, quizás original de la novela, como cuando en el barco Ripley pone los pendientes de otra mujer en la chaqueta de Philippe y Marge los encuentra, haciendo estallar una discusión entre ambos, el espectador se va encontrando cómodo en el buen planteamiento de las escenas en las que Ripley va disponiendo los medios para lograr su fin.

Hay que destacar la música del gran Nino Rota, pero sobre todo la excelente fotografía de Henri Decae, acentuando la intensidad de la luz del sol, reflejada en las caras y en las ropas de los personajes, logrando unos colores muy vivos y unos contrastes que intensifican el drama de las escenas. El trío protagonista está bien compenetrado, pero sobresale la pareja masculina, brillando la actuación de Alain Delon, logrando que sea creíble su personaje. Lo curioso es que antes de ser actor trabajaba como cargador en el mercado central de París y debido al azar y a su atractivo físico entró en el mundo del Cine. Gracias al éxito de esta película, rodó al año siguiente Rocco y sus hermanos, de Luchino Visconti, y poco después El eclipse, de Michelangelo Antonioni, y El gatopardo, también de Visconti. René Clément dirigió a Delon en otras tres películas, pero sin llegar a alcanzar el éxito y los elogios que obtuvo esta.

Sin menospreciar el trabajo de Clément, quiero comentar que al principio molesta o resulta incómoda la puesta en escena que elige. En un plano, la cámara empieza enfocada en la espalda del personaje de Philippe, para de repente apartarse un poco y acompañarlo hasta saludar a un amigo. Parece un fallo de montaje pero la verdad es que molesta, como también otros primeros planos de Delon en los que se ve descaradamente que se quiere revelar algo extraño de su personaje. Resultan ser opciones un poco chocantes, como saltos demasiado rápidos en la dirección. Aún así, con el desarrollo de la historia se va estabilizando esa manera de plantearse las escenas, encontrándonos con planos muy bien estructurados y con interesantes puntos de vista.

En definitiva, una buena película policíaca que entretiene y mantiene en vilo al espectador, gracias a su gran fotografía y a la actuación de Alain Delon, que con su presencia realza la importancia de esta película.


Un saludo!

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Southland Tales (2007)


Soy uno de los muchos que se lo pasó teta viendo Donnie Darko (2001) en su momento, ya que la peli tiene todos los ingredientes para que le guste a alguien de mis dementes características (un prota con nombre de superhéroe, conversaciones sobre la sexualidad de los pitufos, paradojas temporales y demás hawkingnismos). Gracias en parte al boca a boca, la cinta se ha ido transformando poco a poco en una película de culto y Richard Kelly, su director, se ha ganado el reconocimiento de frikis y cinéfilos. Lo que hace muy probable que, si usted entra en cualquiera de estos dos pérfidos círculos (aunque más si es en el primero), nada de lo que yo diga podrá quitarle las ganas de ver Southland Tales, su último largometraje, craso error. Explicar de qué va esta empanada mental es como intentar que un caballo se la meta a un gato y que este tenga gataballos (absurdo, inútil y tremendamente doloroso), pero como yo no soy de esos que se acobarda ante la adversidad (mientras la adversidad no vaya tan hormonada como el prota de esta peliculilla), ahí va mi sinopsis…


Nos encontramos en la California de una tierra alternativa donde los Estados Unidos están apunto del colapso social, económico y ecológico. Para solucionar la crisis de carburantes, un científico loco y algo mariposón ha inventado el Fluido Karma, un combustible inagotable y multiusos que también es la droga más molona del mercado (y con la que la mitad de los militares ya van puestos hasta el culo), pero… ¡ay! Resulta que el invento tiene una pega, un pequeño inconveniente, un detalle minúsculo, algo casi sin importancia… ¡¡Altera la natural rotación de la tierra y ha provocado una fisura en el espacio tiempo!! Los encargados de destapar el pastel e intentar salvar el día serán un pintoresco grupo con unos intereses algo ambiguos, de los que destacamos a un forzudo actor de pelis de mamporros, mandobles y aspavientos (interpretado por el Dwayne “The Rock” Johnson que todos tememos) y una maciza actriz especializada en pelis de filigranas sexuales y otras cochinadas (interpretada por la Sarah Michelle Gellar que todos celebramos, ¡tres hurras por esta chica!). Se unen a la fiesta dos hermanos algo pirados (Seann William Scott y Sean William Scott), el conductor de una camioneta de helados repleta de armas (Christopher Lambert, el diablo en persona), Kevin Smith (como lo oyen), Justin Timberlake (no es coña) y la médium enana de Poltergeist (palabrita del niño Jesús).

El argumento es un batiburrillo de espías, contra espías, mafias, chantajes, complots, asesinatos amañados, personajes amnésicos, estrellas porno, politiqueos y reality shows. Un auténtico tour de force narrativo, absurdo y sin parangón, donde la trama se pierde ridículamente en sus entresijos, logrando que exceso tras exceso el espectador se vaya distanciando de lo que está viendo y acabe por perder todo interés (a mitad de la película yo ya me dejé de preguntar porqué coño éste hacía aquello, o porqué el otro hacía lo de más allá). Mención aparte se merece el look de la película, ese envoltorio pedante y artificioso repleto de charlatanería científica, diálogos mongoides, filosofía de todo a un euro y citas bíblicas, un sin fin de gilipolleces puestas al servicio de una peli pretenciosa hasta el paroxismo, donde Kelly se marca una estética pop alucinante, alucinantemente risible. Phillip K. Dick y Andy Warhol se disputan el timón de una nave que acaba por estrellarse contra el duro suelo de la humildad, en un batacazo de los que hacen historia y con un exceso de equipaje considerable (el señor Kelly debe ser de los que se llevan la cubertería de plata hasta para ir de camping). Demasiado marciana, demasiado cool, demasiado tramposa, demasiado esquizofrénica… a este hombre de hojalata cinematográfico le sobra de todo menos corazón. Ya ven, tantos ingredientes para que al final el mejunje resulte de lo más insípido.

Como una cosa no quita la otra, no se puede negar que el tal Kelly sabe filmar. La peli tiene buenas coreografías y algún que otro travelling mágico (hay que ver lo bien que sigue la cámara a los personajes, por ejemplo). Reconozco que soy un flipado y a mí ese momentazo Pixies mientras suena Wave of mutilation me llega, lo que pasa es que este tipo de escenas solo tienen sentido cuando narran un acontecimiento de gran calado en el personaje, y no cuando están puestas porque sí, porque queda bonito. Supongo que el director ha intentado hacer por la ciencia ficción lo mismo que Tarantino por las artes marciales y el cine grindhouse, solo que de una forma petarda y totalmente equivocada. El engendro resultante es un galimatías pedante y autocomplaciente más hinchado que los condones de Action Man, donde todos los implicados hacen lo posible para que no te enteres de nada y pienses “Guau, esta película de flipantejorobollasupermegatransformertroni-culto debe de ser la hostia porque no me estoy coscando una mierda”. Menuda paja mental, amigos.

La frase: “Así termina el mundo. Con un lloriqueo no, con un bum.”
La frase 2: “Los científicos dicen que el futuro será mucho más futurista de lo que habían previsto.”
La frase 3: “¿Y qué hicimos cuando descubrimos la fisura en la cuarta dimensión? Lanzamos monos a través de ella.”



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Repaso semanal tv

Buenos días, soy el jefe Dreyfus (esta semana me ha tocado hacer doblete), hablando de la televisión, que la teníamos un poco olvidada últimamente en el quesito, y mirando un poco por encima como van las audiencias en este país. Venga, va, Repaso semanal… ¡Empezamos!

Lunes: Uno ya ni recuerda cuando fue el último lunes en que telecinco no consiguió ser lider de audiencia en prime-time gracias a C.S.I. (¡y eso que en un principio la serie la compraron para emitirla en verano!). Y es que cuando se les acaban los de Las Vegas empiezan con los de Miami y si se acaban estos empalman con los de Nueva York (supongo que si estos también se les acabaran empezarían un C.S.I. Valderrobles o algo por el estilo) y si no, empiezan a poner refritos que al fin y al cabo a la gente parece como si les diera igual. No obstante, hay que reconocer que es encomiable el esfuerzo por parte de C.S.I. Las Vegas (de Miami y Nueva York mejor ni hablamos) de intentar no caer en la repetición (o por lo menos no caer mucho más de lo que ya han caído) intentando buscar nuevos alicientes después de siete temporadas, como el hecho de introducir a un serial killer que todavía no conocemos y al que le gusta hacer maquetas (no hace falta que diga que el caso le pone a Grisom los pezones duros como diamantes solo con ver las miniaturas).

En cuatro, la final de Tienes talento consiguió una buena audiencia (para cuatro claro, que telecinco con eso se limpia el culo). El concurso al final la ganó un chaval llamado Salva, que canta flamenco y del que en el concurso decían, con lágrimas en los ojos, que era el nuevo Camarón. Probablemente nunca más sepamos de él. Pero de este concurso me quedo con una duda: ¿Alguien sabe que coño pasó con David Summers que tenía que ser uno de los miembros del jurado pero que al final lo cambiaron por Miqui Puig? TVE consigue buenas audiencias también, con Esperanza Aguirre contra todo Dios en 59 segundos. En cuanto a Antena 3 y La familia Mata, intentan sobrevivir como pueden, pero parece que ni con la incorporación de Pepa y Avelino (denunciados por José Luís Moreno) consiguen aguantar el tirón.

Martes: Buena audiencia de Antena 3, esta vez si, con un partido de fútbol entre ¡dos equipos ingleses! Si, si, son esos partidos que cuando la Champions la tenía TVE los emitían por la 2 y se lo miraban cuatro matados. Pues ahora consigue audiencias millonarias, lo que son las cosas. Por lo demás Operación Triunfo consigue cargarse a Los hombres de Paco. El martes en OT echaron a un tio (no me pregunten el nombre) que el primer día todo el mundo decía que tenía una voz privilegiada. ¡Pues ha durado dos telediarios! Lo cierto es que el chico, sobre el escenario, tenía lo movilidad de una mesilla de noche. Curiosamente las dos chavalas (no me pregunten el nombre) que la semana pasada cantaron la canción de Shakira, desafinando como si les estuvieran arrancando las entrañas en directo, siguen dentro de la academia. El momento freak de la gala llegó cuando entre todos los concursantes con pareja ¡sortearon una hora sin cámaras!, que se llevó un pavo (no me pregunten el nombre) que se puso más contento que si hubiera firmado un contrato discográfico millonario. Absolutamente delirante, era en plan: “venga va, esta semana va a poder follar…”.

Mientras tanto en cuatro siguen los refritos de House a la espera de que la semana que viene ya empiecen con los capítulos nuevos (¡que ya era hora!) y en TVE, siempre a la vanguardia, emitieron la película Air Force One, la del avión del presidente de los Estados Unidos que han echado un porrón de veces y, claro, pincharon (y luego se extrañarán).

Miércoles: Empate técnico entre El internado (tercera temporada, aunque esta gente con un par de capítulos parece que ya tengan la temporada hecha) y Hospital Central. A decir verdad gana El internado pero por muy poquito. La temporada en Hospital Central viene cargadita con las incorporaciones de Fran Perea (lo se, la televisión puede ser muy cruel a veces) y Ana Obregón (cualquier comentario que pueda hacer seguro que está de más, así que mejor me lo ahorro).

En cuatro vuelve Entre fantasmas (uy, veo espíritus me voy a bajar un poco más el escote para que lo flipen en el más allá), que lo habían trasladado a los jueves pero el invento no había funcionado, consiguiendo una audiencia aceptable y en TVE (se me acaban los adjetivos) demostrando una vez más estar a la última, emitieron la peli 60 segundos, si esa en que Nicolas Cage tiene que robar coches que ya han emitido hasta la saciedad y, oh sorpresa, les fue mal (y luego tendrán los santos cojones de decirnos que ellos están apostando muy fuerte por el cine… ¡a mamarla!).

Jueves: Gana telecinco con La que se avecina, esa serie que la temporada anterior les fue un poco como el culo. Pues ahora resulta que a la gente si que les gusta, supongo yo que el hecho de pasarla de los domingos a los jueves hace mucho (a pesar de que estoy indignadísimo pues desde hace años los jueves para telecinco son las noches de los Realitys… muy mal, muy mal).

Yo estuve viendo Cuestión de sexo, en cuatro, serie que si en un principio de me acabó de entrar, en estos momentos me declaro seguidor asiduo (es la única serie nacional que sigo ahora mismo), que está en un gran estado de forma y que espero que siga así por muchos años. De audiencia regulín regulán, pero tirando, eso si. Y para acabar de confirmar la noche de los jueves como la noche de las series nacionales (bueno, en Antena 3 cada noche es la noche de las series nacionales) en TVE emitieron La señora, no me pregunten, ni zorra idea de que va eso, solo decir que siempre que lo he pillado haciendo zapping da una pereza terribe, con muy buena audiencia, todo sea dicho y en Antena 3 El síndrome de Ulises, que empieza a flaquear, aunque todavía se mantiene bastante de audiencia, siendo la tercera opción de la noche.

Viernes: Ya aviso, si esta noche alguien pretendía ver Réplica de Carlos Latre en telecinco, decirles que a buenas horas mangas verdes. Se lo han cargado después de tres semanas y muy malas audiencias. En su lugar vuelve Tu si que vales (¡¡Dios, cuanto talento hay en este país!!).

Milagro en Milán (1951)

Elprimerhombre se ha vuelto a contagiar de la alegría que irradia Milagro en Milán, de Vittorio de Sica, una película relatada como un cuento, en la que los pobres son los protagonistas y la bondad intenta prevalecer sobre la maldad.

La historia empieza con “Érase una vez” y vemos a una anciana que se dispone a trabajar en su huerto. De repente, oye unos sollozos y se dirige al lugar de donde provienen. Entre unas coles encuentra a un bebé como si hubiera sido obra de un milagro y la mujer no duda en acogerlo en su casa, dándole todo su cariño. Pasan los años y el niño crece, llevándose muy bien con la abuelita, jugando ambos con la imaginación, como cuando en una escena, al calentarse demasiado la leche en una cazuela, esparciéndose por el suelo, la anciana pone unos árboles y unos adornos de juguete alrededor y se ponen a saltar ambos por encima, como si de un río se tratara. Sin embargo, poco tiempo después, la anciana, a causa de su avanzada edad, enferma y muere, siendo el niño de unos 8 años trasladado a un orfanato. Cuando ya es mayor de edad, lo dejan marcharse y decide buscar trabajo, saludando a todo el mundo, como si la ancianita le hubiera inculcado esa bondad y ese bienestar. Pero por causas del destino o porque no tiene adónde ir, acaba por quedarse en un descampado con unos pobres que duermen con cuatro cartones y entre todos, con su empuje y ánimo empiezan a levantar con esfuerzo unas chabolas que les da para cobijarse medianamente bien.

Esto es sólo el inicio de una gran historia. A partir de aquí la película tiene grandísimas escenas, rodadas magistralmente y con gran humor. De Sica demuestra su categoría y rueda con una calidad exquisita, como lo demuestra por ejemplo con el plano en el que dos médicos se disponen a contar las pulsaciones de la anciana enferma y la cámara entra por el hueco de la cerradura, adentrándose en la habitación.

Y lo mejor y más sorprendente de esta película es que está repleta de escenas con un gran humor surrealista y eso que se encuentra entre las películas que se dirigieron en la época del Neorrealismo italiano, iniciado por Roberto Rossellini con Roma, ciudad abierta. Este movimiento se caracterizó por tramas ambientadas entre los sectores más desfavorecidos, en rodajes exteriores y con actores no profesionales entre sus secundarios. Las películas reflejaban principalmente la situación económica y social de Italia en la posguerra.

Esta película muestra toda esa realidad y además la mezcla con una acentuada fantasía y con buenos toques de humor, como ver a un hombre colgado en la fachada de un edificio, siendo como el meteorólogo de una empresa; o el niño que tiene atado el extremo de una cuerda a su cuerpo y el otro extremo está afuera como si de un timbre se tratara y cuando llama alguien avisa porque lo levantan del suelo; o el hombre que vende globos pero que al estar tan raquítico sale volando y le tienen que dar de comer y ponerle piedras en los bolsillos para que tenga algo más de peso. Esto demuestra que aunque sea una película de 1951, su humor no ha envejecido, al contrario, es bastante original.

Lástima que el desenlace no se produzca antes porque quizás el final es demasiado largo y una situación importante se convierte en algo confusa, generando en el espectador un cierto desencanto por lo que había visto hasta entonces y, concretamente, la última escena es más bien un poco ridícula y pomposa, viéndose demasiado que se quiere acabar como un cuento.

En definitiva, una original película que hace disfrutar al espectador por estar plagada de buenas escenas y estar rodada magistralmente, en la que todos los personajes están muy bien caracterizados, salvo que al final les veamos en una escena demasiado pretenciosa.

Un saludo!

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Cashback (2006)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y vuelvo a los martes y, ya de pasada, vuelvo a la cartelera que la tenía bastante olvidada (aunque lo de hoy no se muy bien si es un estreno, si es un reestreno o que cojones es) y con una peli bajo el brazo muy a tener en cuenta: Cashback… ¡Empezamos!

Tengo que cambiar de super, en el mercadona no hay tanta tia buena

Chico corta con su novia. Como ha cortado con su novia se siente culpable. Como se siente culpable no puede dormir. Como no puede dormir se aburre. Como se aburre decide buscar un trabajo en el turno de noche de un súper. Como trabaja en un turno de noche las horas todavía se le hacen más largas. Como las horas todavía se le hacen más largas el tiempo apenas avanza. Como el tiempo apenas avanza un día descubre que es capaz de detenerlo. Pim. Pam. Pum. Y esto tan solo es el principio, pues a todo esto súmenle unos compañeros de trabajo más que peculiares, un jefe tan histriónico como ridículo (¡abajo el poder!), situaciones divertidas, momentos absurdos… ¡ah! y alguien con quien intentará curar su insomnio. Porque al fin y al cabo, esto de que pueda parar el tiempo simplemente es una anécdota más dentro de la trama.

Comedia (bueno, más que otra cosa) inglesa (por momentos incluso muy inglesa), escrita, dirigida y producida por Sean Ellis (muy conocido en su casa a la hora de comer), que ya había dirigido el cortometraje en el que se basa este largo (y que incluso estuvo nominado al Oscar, fíjense que cosas) y que había destacado anteriormente como fotógrafo de naturaleza muerta (no es coña, joder, ¡que lo he buscado!), dato que no es tan irrelevante como parece y que, una vez vista la película, lo cierto es que uno empieza a entender muchas cosas. Y es que la película que hoy se trata no es que sea una película contemplativa (que también), no, lo que pasa, es que la peli va precisamente de eso.

¡Estas son el tipo de fotos que hacen aumentar el número de visitas de la página!

Yo que quieren que les diga. A mi, desde su primer plano, la peli ya me ganó y me limité a ponerme cómodo y disfrutar. La película tiene un arranque espectacular, con un ritmo tan pausado como endiablado (si, es posible) y durante su primera media hora me lo pasé como un enano. Pasada esta primera media hora la cosa se empieza a estabilizar y se dedican más a desarrollar una historia más “normal” dentro de lo que cabe (la trama, en el fondo, no deja de ser un “chico conoce a chica” de los de toda la vida) pero no por ello menos interesante, con la omnipresente voz en off del protagonista (que muchas veces nos lleva a visitar divertidísimos momentos de su infancia) y sus lecciones sobre como sobrevivir en un turno de noche. Ah, por cierto, si con todo esto todavía no les he convencido para ir a verla, una última cosa: ¡salen tetas!

Resumiendo: Recomendable e interesante salto mortal con tirabuzón hecho película, con un gran arranque espectacular y una arriesgada trama que se va domesticando a medida que avanza la película.

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Finishing the game (2007)


Gracias en parte a las nuevas tecnologías y a la actual actitud imperante de rizar el rizo, parece que últimamente hay un aluvión de títulos de un género que hasta el momento había quedado relegado a un segundo plano, estamos hablando de los falsos documentales. Aunque me consta que Orson Welles ya hizo uno en los setenta, el primero que yo recuerdo es Zelig (83) de Woody Allen, seguido muy de cerca por This is Spinal Tab (84) de Rob Reiner, y hay que hacer un salto de casi dos décadas para que el género entre en verdadero auge, con títulos tan dispares como Very Important Perros (2000), Cravan Vs. Cravan (2004), CSA: The Confederate States of America (2004), Borat (2006), Muerte de un presidente (2006), American Zombie (2007) o Big Man Japan (2007). Como ven, los falsos documentales (o mockumentarys) se atreven con todo, desde boxeadores hasta superhéroes, e incluso una de las actuales sitcoms que pegan fuerte en la pequeña pantalla, The Office, basa parte de su éxito en el uso de esta técnica, y no creo que esté desencaminado al verle a esta serie cierto parecido, formal y de tono, con la película que hoy nos ocupa.


Finishing the game nace de un hecho histórico: el 20 de Julio de 1973 Bruce Lee muere de repente a los 32 años, dejando tras de sí 12 minutos de imágenes de su último filme, Juego con la muerte. El estudio no quiere perder tajada, así que decide buscar un sustituto que acabe el filme, los encargados de tal proyecto serán el hijo del productor y la directora de casting, ambos totalmente incompetentes. La peli hace un buen estudio de personajes, regalándonos una surtida galería de perdedores y frikis que quedan en la mente del espectador para el recuerdo. Entre ellos un vendedor de aspiradoras, un barbudo doctor hindú, un americano con antepasados chinos y un actor especialista en el cine de artes marciales.


Esta es una película pequeña, sin grandes pretensiones y ninguna estrella (salvo James Franco y ese cameo de Ron Jeremy, la estrella del porno), que parece hecha entre amigos, y donde el espectador puede palpar parte del buen rollo que transmite la cinta. Detrás de todo este disparate está Justin Lin, un director que hasta ahora parecía estar más preocupado en engrosar su cuenta corriente que en hacer algo interesante, pero que supera la prueba con creces y le otorga a la cinta el ritmo ágil que necesita. Aunque en un principio no parece el candidato ideal para el filme (el chaval es el autor de A todo gas 3, tú dirás), no es casual que Lin se haya comprometido con el proyecto, dirigiéndolo y escribiendo parte del libreto, ya que es un fan declarado de las pelis de Bruce Lee desde su niñez, cosa que demuestra añadiéndole a la cinta rasgos característicos del cine de artes marciales en clave cómica, logrando que el espectador se parta la caja con ello. Pero este ejercicio de estilo no se limita tan solo a un género, el hecho de situar la acción en los setenta permite a Lin tontear también con las sitcoms y las series policíacas de la época, y esto amigos, no tiene desperdicio.


Lo que aquí tenemos, en definitiva, es una excelente comedia retro creada para hacer saltar empastes, donde el ritmo, las interpretaciones, la ambientación y la banda sonora se confabulan perfectamente al servicio del bien para lograr una original película que bebe de varias fuentes muy en boga en este instante; el revival grindhouse, el fenómeno casting (OT, Tienes talento y sucedáneos), y los mockumentarys. Quién sabe, quizás de aquí a unos años caiga una secuela igualmente desternillante; Finishing the Crow.



La frase: “Desde que tengo uso de razón, siempre quise ser ninja o actor.”

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Hairspray (2007)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus cerrando esta semana dedicada a los “musicales” aquí, en el quesito rosa, y haciendo, además, la crítica del remake de la película que criticó aquí el lunes mi compañero (por llamarlo de alguna manera) Cecil B. Demente. Así que hoy, agárrense las carnes sobrantes y diríjanse a la pista de baile más cercana con: Hairspray (2007)… ¡Empezamos!

Ya en los sesenta la gente bailaba Batuka frente al televisor

Estados Unidos, principios de los sesenta. Una chica bajita, rolliza y con el pelo más alto que Dylan de “sensación de vivir” sueña con participar en un programa televisivo de baile de la que es ferviente fan. No cabe decir que el programa está plagado de gente guapa, enrollada y con los dientes como teclas de piano y nuestra joven heroína no tendrá cabida en él. En lugar de rendirse, nuestra oronda protagonista luchará para hacerse un sitio en dicho programa, aprendiendo los pasos de baile de los negros de su instituto y convirtiéndose en todo un fenómeno televisivo. Su madre (a quien a partir de ahora pasaremos a llamar Travolta travelo) en principio no verá con buenos ojos su idea de dedicarse al baile a pesar de que no tardará en animarla, también.

Pregunta: ¿A alguien se le ocurre una idea menos atrayente que la de tener que ver una película que es un remake (de una película de John Waters, aunque por lo que he leido esto es más una adaptación del musical de Broadway), que entre sus protagonistas encontramos a uno de los forra-carpetas que salía en “High School Musical” y cuyo máximo revuelo ha consistido en el hecho de poder ver a Travolta interpretando a una mujer gorda? Bueno si, quizás que estos mismos actores interpretaran un remake de “Titanic” (no duden que Travolta sería Rose), pero mejor no nos liemos…

Lo dicho, la cosa pintaba francamente mal ya de entrada, pero a eso deben sumarle otro handicap terrible, el director, Adam Shankman, mundialmente conocido por sus obras de arte y ensayo, puras joyas del séptimo arte, del calibre de: Planes de boda, Se montó la gorda, Doce fuera de casa o Un canguro superduro. ¿Alguien da más?

Travolta tuvo que vestirse de mujer y adelgazar para el papel


Pero vamos a la película propiamente. A la hora de la verdad el trago no se hace tan terrible como uno se había figurado. La película, a pesar de ser de lo más facilona, consigue entretener, básicamente gracias a unos números musicales más que correctos, a la joven y enérgica protagonista (que está mucho mejor bailando que actuando, no hay color) y a un cierto punto de mala leche (en demasiadas pequeñas dosis por desgracia) que supongo deben resultar herencia directa de la película original. A esto cabe sumarle una Michelle Pfeiffer estupenda (¿no pasan los años para catwoman?) y divertida en su papel de mala, un Travolta travelo al que se le nota como pez en el agua en esto de los musicales, por mucha capa de maquillaje que lleve encima y un Christopher Walken bastante fuera de lugar, que debería plantearse muy seriamente no volver a cantar jamás en lo que le quede de vida. Lo mejor de la película (aparte de los números musicales) es su arranque, sus primeros veinte minutos, donde el optimismo que desprende la protagonista logra contagiar al espectador, pero que, lamentablemente, va apagándose lentamente a medida que la película se adentra en terrenos más peliagudos como la superación personal o el racismo, entrando en una evidente falta de ritmo (curioso tratándose de un musical), en la segunda parte de la peli.

Resumiendo: Una película tan ingenia y optimista como su protagonista, con un buen arranque, donde los números musicales salvan una trama demasiado facilona, que va perdiendo enteros a medida que se acerca el final y se intenta poner más seria.

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Once (2006)

Elprimerhombre ha visto Once, de John Carney, una historia de amor que emociona por su ternura, por sus humildes personajes y, sobre todo, por la encantadora pareja protagonista que sorprende por su increíble naturalidad ante la cámara y por componer bellas canciones que transmiten todo lo que sienten, llegando a poner la carne de gallina al espectador.

La historia es bien sencilla y conocida por todos: chico conoce a chica. Pero en esta película se unen otros matices de forma original. Él (Glen Hansard) toca la guitarra en la calle, después de estar trabajando en el taller de su padre arreglando aspiradoras y una noche le aplaude una joven (Marketa Irglova) con la que empieza a conversar. Cuando ella descubre que él arregla aspiradoras, le pide si puede llevar la suya para que se la mire y él acepta. Al día siguiente ella acude al mismo sitio con su aspiradora. A partir de aquí empieza la magia de la película.

La conexión entre los dos actores es excepcional y para el espectador es muy gratificante la sensación de buen rollo que hay entre ellos. Aunque tampoco hay que olvidar a los demás personajes, como el padre de él, que aunque sólo aparezca en cuatro escenas la construcción de su personaje es perfecta.

Todas las escenas van sucediendo con cierta naturalidad, salvo quizá el recuerdo que tiene él de su exnovia al principio un poco típico (aunque también es verdad que sus canciones imprimen esa sensación de pérdida). Y la dirección está bien pensada, con cámara en mano, con algunas escenas que recuerdan a la cámara oculta (como la primera secuencia), quizá para poder expresar mejor esa sensación de espontaneidad cercana a la realidad, recordando a un documental.

Glen Hansard es músico de profesión y líder del grupo The Frames y a pesar de no ser actor profesional hace una actuación espléndida, junto con la de Marketa Irglova, una chica checoslovaca de 17 años que había tocado el piano en algunas de sus actuaciones, siendo este un síntoma de su formidable compenetración. John Carney había sido bajista de su grupo y son muy amigos, lo que facilitó el trabajo. Siempre habían querido hacer un proyecto juntos para el Cine y se metieron de lleno en esta historia. Lo curioso es que al principio habían pensado en una chica de 35 años que tocara el piano y supiera actuar, pero al final cuando Carney oyó tocar a Irglova le dio el papel. Hay que destacar que casi todas las letras están escritas por Hansard, pero la canción “Falling Slowly”, que ganó el Oscar, fue escrita por él e Irglova, y ella misma escribió tres canciones más, como la preciosa “If you want me”.

En definitiva, una película emotiva, llena de vitalidad, cuyos personajes son un encanto. Una historia que llega a lo más hondo del corazón y un hallazgo para la vista y el oído. Una película para no olvidar.

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Hairspray (1988)

Referente clave del cine underground, John Waters es algo así como el Robert Crumb del séptimo arte, y un autor con una extraña habilidad para resaltar lo feo, lo diferente y lo marginal, siempre artificioso y contracultural, y muy dado a la exageración, al humor estrafalario y a lo escatológico. Un discurso que puede haber quedado algo deslucido con el paso del tiempo, cuando lo freak ha pasado a formar parte del establishment (el amigo Rodolfo Chiquilicuatre da fe de ello), perdiendo así gran parte del tono transgresor que podía tener en su momento. Sin embargo Hairspray, la peli que hoy nos ocupa, aunque no exenta de cierto encanto y otras virtudes, es una obra menor en la filmografía de Waters, fruto de un momento de inflexión en su carrera en el que se amansó un poco y empezó a tontear con las ligas mayores.

La historia, como no, tiene lugar en Baltimore, Maryland, en los años 60, y trata sobre una voluminosa muchacha, Tracy Turnblad, cuyo sueño es bailar en el espectáculo de Corny Collins, un programa de baile de la tele local. Ella, aunque más gorda que la gorda de Amarcord, consigue una posibilidad en el espectáculo y se hace una celebridad de la noche a la mañana (hay que ver lo que recuerda esta historia a la de Rosa de España). Ahora que es una heroína juvenil, Tracy utilizará su fama para hablar en nombre de la causa en la que cree: la integración racial.


Waters siempre va a su bola y nos lo demuestra sacándose de la manga un musical cuando el género estaba siniestro total. La peli es un divertido homenaje a los concursos de baile televisivos que el director veía en su juventud, con una lograda estética que se mueve con facilidad entre lo retro y lo sicótico. La cinta nos presenta una sociedad almidonada donde Bree Van de Kamp se movería como pez en el agua, y donde las amas de casa lucen estrafalarias pelucas a lo Amy Winehouse. La reconstrucción de la época resulta caricaturesca y exagerada, y la ambientación destila inocencia y ligereza pop sin perder ese toque malsano y enrarecido marca de la casa. Lo bueno de Waters es que, en una película hasta cierto punto agradable como esta, de repente alguien puede reventarse un grano o vomitar, para recordarnos la mierda que todos escondemos bajo la alfombra.


El cineasta se rodea aquí de su equipo habitual, una trouppe compuesta mayoritariamente por amigos y vecinos suyos, y de la que destaca en un doble papel Divine, travesti y musa del director. Años más tarde la peli sería llevada a los escenarios en Broadway con gran éxito. El relativo apogeo que está viviendo actualmente el género ha propiciado un remake de reciente cuño en el que John Travolta retoma el rol de Divine. La elección de Travolta como ama de casa entrada en carnes puede parecer acertada en un principio, ya que el actor empezó su carrera en musicales, pero mientras Divine es un puto gordo (así, tal como suena), Travolta necesita prótesis y demás mandanga para afearse, y lo de disfrazar a la estrella de turno para que parezca fea en vez de coger alguien directamente con estas características, es un vicio hollywoodiense que da bastante tirria.


La peli, en definitiva, es una simpática comedia teen que puede resultar algo light para los seguidores más acérrimos del director, pero que tras su fachada, pretendidamente artificiosa, se esconde la autenticidad. No acepten copias, este es el cine trash original.



La frase: “Finalmente todo Baltimore sabe que soy grande, rubia y hermosa.”

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La última película (1971)

Elprimerhombre ha visto La última película, de Peter Bogdanovich, un film en el que se retrata el tipo de vida de la gente de un pequeño pueblo del Estado de Texas, allá por los años 50, cuando era presidente Harry S.Truman y los chicos se alistaban en el ejército para luchar contra Corea. Una historia nostálgica que presenta a unos personajes aburridos por la vida que llevan, demasiado anclados en el pueblo donde habitan, con un pasado para olvidar, llevando a ciertas mujeres a tener alguna que otra infidelidad.

El eje central de la película es Sonny, un chico interpretado por un jovencísimo Timothy Bottoms, cuya carrera cinematográfica se recuerda por este papel y por el de Johnny cogió su fusil. Su amigo más querido es el que interpreta Jeff Bridges, que con 22 años ya sabía utilizar su talento para hacer papeles creíbles, de ahí que siempre se le haya considerado como uno de los mejores actores de su generación (apareció en una película en brazos de una actriz cuando sólo tenía 4 meses). A ellos se les une el personaje interpretado por Cybill Shepperd (conocida más por la serie Luz de luna), una chica remilgada cuyo deseo más ambicioso es perder la virginidad y hay que destacar que se la ve desnuda varias veces y hasta hace un striptease (si se le puede llamar así) encima de un trampolín en una fiesta nudista. Como actores más veteranos están Ellen Burstyn, que dos años más tarde sería la madre de la niña de El Exorcista, Cloris Leachman, que tres años después sería la ama de llaves de El jovencito Frankenstein y Ben Johnson, que dos años antes había formado parte de aquel Grupo Salvaje de Peckinpah. Estos dos últimos actores consiguieron el Oscar al mejor actor de reparto.

Peter Bogdanovich debutó como actor a los 17 años y dos años después como director de teatro. Entonces fue cuando empezó su amor por el Cine, viendo miles de películas y haciendo las críticas en importantes revistas como Esquire. Y a lo largo de su vida ha publicado libros sobre Alfred Hitchcock y Orson Welles, como también libros de entrevistas con John Ford y Fritz Lang. Y gracias a Roger Corman, debutó como director (durante 5 días) en El héroe anda suelto, con Boris Karloff. Y en 1971 rodó esta película, su mayor éxito. Luna de papel, de 1973, tuvo también bastante éxito de crítica y público, gracias a la pareja Ryan O’Neal y su hija Tatum O’Neal, que consiguió el Oscar con sólo 11 añitos.

Dicen las malas lenguas que cuando Bogdanovich dejó a su mujer, Polly Platt, con la que tuvo dos niños, su carrera empezó a decaer. Y no es para menos ya que Platt fue su colaboradora en sus primeras películas y un apoyo en su parte creativa. La culpable de aquella separación fue Cybill Shepperd, cuyas nefastas actuaciones a lo largo de su carrera no ayudaron mucho a Bogdanovich para encontrar el éxito perdido. Hasta llega a retomar a estos personajes, casi 20 años después, en Texasville (1990).

También es cierto que algunos críticos piensan que The Last Picture Show (el título original de esta película, que suena mucho mejor que el español) no ha envejecido muy bien, siendo además sus personajes bastante aburridos. Y en parte tienen algo de razón. La película no puede ocultar sus carencias en algunos puntos, sobre todo por culpa de su guión (nunca sabemos nada de por qué Sonny no tiene madre ni por qué no se habla con su padre) y por su montaje. Y su comienzo no puede ser más poco prometedor, con algunos planos cortos innecesarios que deberían haberse eliminado, como unos diálogos aburridos y unas escenas mal conducidas. Aún así, mientras visionas la película vas conociendo más a los personajes y te dejas llevar por situaciones más jocosas que las anteriores. La lograda fotografía en blanco y negro ayuda a que algunos planos impacten por su hallazgo visual y hasta ciertos leves movimientos de cámara demuestran que Bogdanovich aprendió algo después de tantos años viendo cine y sobre todo al estar al lado del maestro Corman. Lástima que el final sea bastante predecible y poco original, no dejando muy buen sabor de boca.

En definitiva, una película en la que al principio cuesta adentrarse a causa de un comienzo bastante insulso, pero que poco a poco te vas encariñando con ella gracias a la actuación de sus personajes y al buen hacer de Bogdanovich.

Bogdanovich se enamoró de la modelo de Playboy, Dorothy Stratten, que también hizo sus pinitos en el cine con Galaxina (1980), pero lloró su muerte ya que fue asesinada por su celoso marido. Esto le provocó un fuerte bache en su carrera. Esta historia la narró Bob Fosse en Star 80 (1983).

Un saludo!

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