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La historia empieza con “Érase una vez” y vemos a una anciana que se dispone a trabajar en su huerto. De repente, oye unos sollozos y se dirige al lugar de donde provienen. Entre unas coles encuentra a un bebé como si hubiera sido obra de un milagro y la mujer no duda en acogerlo en su casa, dándole todo su cariño. Pasan los años y el niño crece, llevándose muy bien con la abuelita, jugando ambos con la imaginación, como cuando en una escena, al calentarse demasiado la leche en una cazuela, esparciéndose por el suelo, la anciana pone unos árboles y unos adornos de juguete alrededor y se ponen a saltar ambos por encima, como si de un río se tratara. Sin embargo, poco tiempo después, la anciana, a causa de su avanzada edad, enferma y muere, siendo el niño de unos 8 años trasladado a un orfanato. Cuando ya es mayor de edad, lo dejan marcharse y decide buscar trabajo, saludando a todo el mundo, como si la ancianita le hubiera inculcado esa bondad y ese bienestar. Pero por causas del destino o porque no tiene adónde ir, acaba por quedarse en un descampado con unos pobres que duermen con cuatro cartones y entre todos, con su empuje y ánimo empiezan a levantar con esfuerzo unas chabolas que les da para cobijarse medianamente bien.
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Y lo mejor y más sorprendente de esta película es que está repleta de escenas con un gran humor surrealista y eso que se encuentra entre las películas que se dirigieron en la época del Neorrealismo italiano, iniciado por Roberto Rossellini con Roma, ciudad abierta. Este movimiento se caracterizó por tramas ambientadas entre los sectores más desfavorecidos, en rodajes exteriores y con actores no profesionales entre sus secundarios. Las películas reflejaban principalmente la situación económica y social de Italia en la posguerra.
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Lástima que el desenlace no se produzca antes porque quizás el final es demasiado largo y una situación importante se convierte en algo confusa, generando en el espectador un cierto desencanto por lo que había visto hasta entonces y, concretamente, la última escena es más bien un poco ridícula y pomposa, viéndose demasiado que se quiere acabar como un cuento.
7 piquitos de oro:
Si es de Vittorio de Sica no puede ser mala. La anoto en la lista de pendientes.
Saludos.
Tomo nota de ello. Saludos.
Fantástica y entrañable película, pura magia en 35mm. Aún fantaseo con el sabor que tendrán unos huevos fritos con mantequilla. Estupenda, no se la pierdan.
Hola, que buena crítica sobre este film que tenía olvidado. Me has puesto muy feliz con el recuerdo del mismo. Ese final que más se parece a un film fantástico es inolvidable. Saludos!
Obra maestra total, aunque bueno...es de De Sica, con lo cual, blanco y en botella..leche.
Saludos!
No me llama mucho la atención, per parece una propuesta interesante. El cine de antaño siempre puede ser aprovechado.
Saludos
¿milagro en milan? eso me suena a Santino Marella, XD.
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