CELDA 211 (2009)
ZAMORA PRISON BREAK
Hay que ser muy gafe para que, el día que empiezas a trabajar como vigilante en una prisión, vaya y se monté un motín de padre y muy señor mío. Y más si, encima, vas y te quedas encerrado dentro con los presos. Lo bueno que tiene la cosa es que, como los presos todavía no te han visto con el uniforme, podrás hacerte pasar como uno de los suyos. Eso es, precisamente, lo que hace el protagonista de Celda 211, quien deberá engañar al numeroso grupo de presos amotinados, incluyendo su cabecilla, un tio con unas malas pulgas de escándalo conocido por todos con el sobrenombre de Malamadre. Madramale es Luis Tosar, un actor que tampoco lo vamos a descubrir aquí y ahora, y que resulta de lo mejorcito de una película dirigida por Daniel Monzón (quien va de menos a más, aunque excesivamente lento). La peli es un thriller carcelario, con una mayor dosis de humor de la que se podría esperar en un principio (algunos de los presos encerrados mantienen diálogos que parecen sacados de Makinavaja), notablemente entretenido en lo que a la prisión se refiere, aunque bastante plomizo cuando la acción se desvía hacia el exterior. Además de a Luis Tosar, en la película encontramos a Alberto Ammann (que no es que no esté a la altura de Luis Tosar, es que está a años luz), una guapísima Marta Etura y a un Antonio Resines, con sus tics de siempre, haga de bueno, de malo, de feo... o de árbol. Por cierto, el final de la proyección fue acompañada de los gritos de los fans de Crepúsculo que hacían cola en la calle mientras berreaban a grito pelado esperando ver el escueto trailer de la segunda entrega.
CANCIÓN DE CUNA PARA UN CADÁVER
Una película gore sobre embarazadas. ¡Cuidado! Puede producir desmayos. Así nos la vendían en Sitges. ¿Desmayos? No veo como, a no ser que seas una niña de 8 años adicta al azúcar. Se apagan las luces del Auditori y una voz en off nos informa de que estamos siendo gravados, al parecer hay un concurso, el que ponga la mayor cara de espanto durante el filme ganará una tostadora o algo por el estilo. La película empieza en absoluto silencio y vemos como una pareja hace el amor sin demasiada pasión. Paul Solet, el director, se levanta de su asiento y se va, habla con alguien, paran la proyección y luego la reinician de nuevo, solo que ahora sí oímos la banda sonora. La película avanza y hacia la mitad del metraje vuelve a pasar algo, alguien se ha desmayado. Al parecer ya tenemos ganador para el concurso, y es que a la gente le gustan mucho las tostadoras. Es encomiable como se han esforzado los del festival en darnos algo que a la película le falta: espectáculo. Aunque Grace gira en torno a un tema de lo más escabroso y en su primera mitad puede resultar tremendamente malrollista, hay cierta comicidad implícita en ella y el humor incluso despunta más a medida que avanza la acción, de tal manera que se va perdiendo el tono malsano del principio. El ritmo pausado solo hace que intensificar esa sensación de que algo malo va a pasar, pero la película no logra levantar el vuelo y el espectador se va a casa con más ganas de sangre que el bebé protagonista y con la extraña sensación de que Solet está algo obsesionado con los pechos femeninos.
NO SIN MI HIJO
La opera prima de Gabe Ibáñez (muy majo él, que nos presentó la peli) trata sobre una madre que en un viaje de vacaciones a la isla de Hierro perderá a su hijo durante el trayecto. Será entonces cuando emprenderá la búsqueda incansable por encontrarlo, convencida de que alguien se lo ha llevado contra su voluntad. La protagonista absoluta es Elena Anaya (junto con la isla de Hierro), quien hace lo que puede para mantener a flote una película con un problema de base: no hay guión. Porque lo cierto es que la película está vacía por sus cuatro costados y ni el buen hacer de la actriz ni una dirección bastante conseguida consiguen levantar el proyecto. El guión, además de vacío, se va olvidando, como quien no quiere la cosa, de ciertos aspectos por el camino, como una escena en la que la protagonista está asediada por un perro y cuando por fin logra salir al exterior el perro ha desaparecido (no te fíes jamás de un perro guardián que se las pira a las primeras de cambio). Luego también está el tema de que si un servidor perteneciera a algún tipo de consistorio de turismo de la Isla de Hierro estaría que me subiría por las paredes al ver como dejan la isla en la película y a sus habitantes (básicamente de paletos para arriba). En definitiva una película más cuidada en su apartado visual que en la historia en sí.
DANESES DE PAJA
Una larga carretera por la que parece que nunca pasa nadie. Un accidente. Un cadáver. Un culpable y... un chivo expiatorio. Este es el punto de partida de esta película danesa que recuerda poderosamente Perros de Paja de Sam Peckinpah, en su recta final (como bien me hizo notar un compañero a la salida). Y si el chivo expiatorio es un inmigrante recién llegado a la comunidad pues mejor que mejor. Por suerte para él alguien creerá en su inocencia y lo protegerá bajo su propio techo frente a la horda de pueblerinos ansiosos de sangre. La película está dirigida por Ole Bornedal (director de El vigilante nocturno y su remake) que realiza un buen trabajo, con algún plano de lo más acertado (como el del protagonista intentando apuñalar la mano que intenta abrir la ventana de su casa) y retrata lo estúpidos (más de lo normal) que pueden resultar los humanos cuando actúan en masa. Y si encima se trata de reclamar venganza ya ni les cuento. La película es pretendidamente incómoda sacando a la luz las miserias humanas, con un ritmo que empieza tranquilo y va aumentando a medida que avanza la trama y la tensión se apodera del metraje.
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