R.W. Goodwin, uno de los principales responsables de la serie Expediente X (1993-2002), está al mando de esta producción canadiense que viene con una curiosa premisa; en 1957 una famosa estrella del cine, M. Eric McCormack, acaba de protagonizar la que se dice es la mejor película de ciencia ficción de la historia, Alien Trespass, pero un enfrentamiento legal entre él y la productora priva al mundo de conocerla y todos los negativos son destruidos. O eso se creía, porque uno de ellos acaba de ser descubierto.
Esta ingeniosa coartada sirve para que R.W. Goodwin y compañía se diviertan recreando la época clásica de la ciencia ficción, cuyo bonito abanico de imágenes gira en torno a un platillo volante, un marciano dotado de múltiples apéndices y un enorme ojo, un atractivo científico, un alguacil interestelar, mujeres con impecables peinados y exuberantes pechos, adolescentes pegándose el lote en un Pontiac azul, una pistola de rayos láser, el desierto de Mojave, una banda sonora basada en el Theremín y muchos exteriores de cartón piedra.
Uno aprecia el amor con el que está hecha, e incluso ve en ella varios aspectos que demuestran un entendimiento profundo de aquellos horrores espaciales, pero otros desentonan y a la película, entre otras cosas, le falta atención por el detalle. Llegados a cierto punto del desarrollo de este artificio ambientado en la década más feliz de Norteamérica, el espectador cae víctima de una molesta desazón. Tópico tras tópico la película elabora una trama que no se decide ni a ser una réplica de aquellas películas de serie B de antaño, ni a reírse de ellas, y esta falta de determinación la lleva a mal puerto.
Imaginemos, por ejemplo, que Alien Trespass es un mero homenaje a la época de mayor apogeo de la ciencia ficción. Una buena película, en este contexto, sería aquella que fuera una antología de los motivos por los cuales este tipo de cine nos gusta y nos es entretenido, porqué su ilusionismo nos resulta tan conmovedor y sus errores de apreciación tan significativos. Alien Trespass, en cambio, nos recuerda porqué la ciencia ficción de los 50 no nos gusta, porque nos aburrimos con ella y sus películas se nos hacen demasiado largas, predecibles y decepcionantes.
Ahora supongamos que Alien Trespass es en realidad una parodia. El humor, en estas circunstancias, debería lograrse mediante la exageración y un cierto espíritu burlón, pero la película carece de ambos. La historia está hecha de retazos de las ideas que todo cinéfilo tiene sobre la ciencia ficción de bajo presupuesto y el guión está escrito de manera impersonal, sin subrayados de ningún tipo. La película no asimila el material en que se basa ni juega con él, mostrando la acción de manera conscientemente ridícula, pero sin llegar a la caricatura.
Los personajes, los mecanismos y la estética camp son los adecuados, pero la fascinación por lo desconocido, un elemento mítico de la sci/fi de la época, se halla devaluada y sin carácter, y lo mismo ocurre con el auténtico leitmotiv de aquellas cintas, que tratan sobre todo, como bien señala Susan Sontag en su ensayo, de la catástrofe. La película es demasiado consciente de lo ingenua que resulta su amenaza y se distancia de ella, propiciando una falta de garra general.
R.W. Goodwin tiene complejo de Doctor Frankenstein, saquea tumbas para construir su propio monstruo (Ultimátum a la tierra y The Blob son las víctimas más evidentes), pero luego no sabe otorgarle vida o personalidad. Lo mejor que puede decirse de Alien Trespass es que queda muy bien en las fotos y que su tráiler funciona de la manera apropiada, porque ambos nos trasladan a una época de fantasía donde las cosas eran más sencillas y estaban exentas de dilemas morales. Pero la película nos vuelve a poner los pies en el suelo y confirma lo lejos que estamos de aquellos tiempos.
La frase: “Jamás debí tomar este trabajo, el pueblo necesitaba un sheriff temporal por tres semanas hasta que encontraran a un verdadero policía, pensé que ser soldado de infantería durante la guerra era suficiente preparación. “No te preocupes” me dijeron, “nunca pasa nada ahí.” Y durante cinco años no pasó nada, pero dos días antes de que por fin llegue mi remplazo… ¡Tenemos monstruos y asesinos y marcianos y Dios sabe qué más!”
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3 piquitos de oro:
Curioso, curioso. Veremos a ver.
Me la apunto sin falta. Gracias>!
Apuntada para un futuro visionado.
Saludos!
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