El cine adolescente de los 80 parecía querer abarcarlo todo, desde la comedia o el terror, hasta el drama, la sci-fi o cualquier otro género que estuviera de moda en aquel momento. Te pillé, ¡Gotcha! es una clara muestra de ello, un filme que alterna, como si de un híbrido entre John Hughes y Hitchcock se tratara, la comedia pop de los 80 y las cintas de espionaje.
La película empieza en la Universidad de UCLA donde los estudiantes pasean despreocupadamente por el campus. Allí conocemos a Moore, Jonathan Moore, un joven rubiales que sostiene una fotografía, se fija en alguien y empieza a seguirle. Como somos duchos en esto del lenguaje cinematográfico, enseguida suponemos que se trata de un asesino al que le han encargado liquidar a alguien. Moore acelera el paso y saca un arma, pero el alumnado no parece muy impresionado, lo que nos confirma que estamos en una universidad de Los Ángeles. El otro tipo se percata de que alguien le sigue y pone los pies en polvorosa. Entonces Moore corre, hace un par de cabriolas, lo alcanza hábilmente y le derriba de un solo disparo. “Profesional, muy profesional” que diría Pazos. Cuando el tipo cae al suelo, al fin, una chica grita. “No te preocupes, no le he matado de verdad –le dice Moore tranquilizándola- es una bala de pintura, no es más que un juego”.
¡Ah, amigos míos! Solo era una pantomima, un montaje a modo de interludio que juega ingeniosamente con el espectador. Pero no se preocupen, porque las balas de verdad no tardan en llegar. Moore se va de vacaciones a Europa en busca de romance y aventuras, y se ve inmerso en una trama de espionaje internacional que incluye a la CIA, la KGB, el Berlín Este, un rollo de película con información de alto secreto, y una atractiva y misteriosa Matahari. De repente el juego es real e incluso puede llegar a ser mortal, ¿podrá un aficionado al paintball competir contra profesionales de verdad?
Dicho así parece que la trama sea más mema y descabellada de lo que en realidad es, porque a la hora de la verdad resulta comedida y alejada de ciertas salidas de tono que marcaban el cine de la época. La película tiene una buena historia que contar y su realizador, Jeff Kanew (La revancha de los novatos, Detective con medias de seda), se encarga de contarla de manera eficaz. El protagónico, como no podía ser de otra manera, recae en una de esas estrellas adolescentes de la época, Anthony Edwards, un actor que ya había trabajado con el mismo director en La revancha de los novatos, y que ha sido visto en otros productos de consumo adolescente como Lío en la universidad, Juegos de amor en la universidad y Otras sopla polladas en la universidad. Interpretando a su compañero de correrías sexuales tenemos a Nick Corri, que un año antes había sido una de las primeras víctimas de Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street y del que poco más se supo. Y haciendo de experimentada y tremebunda chica Bond (pero tremebunda, tremebunda, ¿eh?) tenemos a la guapísima Linda Fiorentino, en uno de esos papeles que le van como anillo al dedo y que tan bien le sientan.
Cuando se habla del cine de espías es lógico tener como fuente de referencia a la figura de James Bond, algo que la película asume sin tapujos pero que solo utiliza mínimamente. Siendo justos, el filme parece más cercano a las cintas de espionaje de Alfred Hitchcock que a las artificiosas fantasías de un 007. La trama está bien hilvanada, mantiene los pies en el suelo, juega correctamente con la idea del hombre normal envuelto en ambientes peligrosos, y gira entorno a un más que evidente MacGuffin.
El MacGuffin de las pelis de Hitchcock, aquello que motiva la historia y sus personajes, y que en realidad carece de relevancia por sí mismo, solía variar entre formulas secretas y supercherías por el estilo, en Te pillé, ¡Gotcha! existen dos claros y muy distintivos MacGuffins. Primero, el rollo de película cuyo misterioso contenido nunca es desvelado, ni falta que hace. Quien sabe si son secretos de estado, fotos de Ray Liotta haciendo topless o dibujos animados. La verdad es que no importa, solo es una excusa para que los espías de media Europa vayan detrás de nuestro estudiante favorito. Y segundo, el deseo de perder la virginidad del protagonista, un MacGuffin que se aleja de lo propiamente hitchcockiano y se conforma como uno de los muchos elementos que la película toma prestados de las comedias teen.
Porque la película se mueve hábilmente entre dos aguas, la del thriller de espionaje y la de la comedia high school, y lo hace sin caer en la parodia ni utilizar una serie de clichés que podrían desvalorar el filme. Te pillé, ¡Gotcha! es un buen cóctel de tensa aventura, humor ligero y romanticismo, que funciona como un Hitchcock adolescente, donde se sustituye a Cary Grant por un universitario y a Bernard Hermann por el habitual guitarreo facilón de los 80’s. Mucha intriga y diversión pop a mayor gloria del séptimo arte.
La frase: “Una semanita en París y volverá hablando como... ¡Marcel Marceau!”
La película empieza en la Universidad de UCLA donde los estudiantes pasean despreocupadamente por el campus. Allí conocemos a Moore, Jonathan Moore, un joven rubiales que sostiene una fotografía, se fija en alguien y empieza a seguirle. Como somos duchos en esto del lenguaje cinematográfico, enseguida suponemos que se trata de un asesino al que le han encargado liquidar a alguien. Moore acelera el paso y saca un arma, pero el alumnado no parece muy impresionado, lo que nos confirma que estamos en una universidad de Los Ángeles. El otro tipo se percata de que alguien le sigue y pone los pies en polvorosa. Entonces Moore corre, hace un par de cabriolas, lo alcanza hábilmente y le derriba de un solo disparo. “Profesional, muy profesional” que diría Pazos. Cuando el tipo cae al suelo, al fin, una chica grita. “No te preocupes, no le he matado de verdad –le dice Moore tranquilizándola- es una bala de pintura, no es más que un juego”.
¡Ah, amigos míos! Solo era una pantomima, un montaje a modo de interludio que juega ingeniosamente con el espectador. Pero no se preocupen, porque las balas de verdad no tardan en llegar. Moore se va de vacaciones a Europa en busca de romance y aventuras, y se ve inmerso en una trama de espionaje internacional que incluye a la CIA, la KGB, el Berlín Este, un rollo de película con información de alto secreto, y una atractiva y misteriosa Matahari. De repente el juego es real e incluso puede llegar a ser mortal, ¿podrá un aficionado al paintball competir contra profesionales de verdad?
Dicho así parece que la trama sea más mema y descabellada de lo que en realidad es, porque a la hora de la verdad resulta comedida y alejada de ciertas salidas de tono que marcaban el cine de la época. La película tiene una buena historia que contar y su realizador, Jeff Kanew (La revancha de los novatos, Detective con medias de seda), se encarga de contarla de manera eficaz. El protagónico, como no podía ser de otra manera, recae en una de esas estrellas adolescentes de la época, Anthony Edwards, un actor que ya había trabajado con el mismo director en La revancha de los novatos, y que ha sido visto en otros productos de consumo adolescente como Lío en la universidad, Juegos de amor en la universidad y Otras sopla polladas en la universidad. Interpretando a su compañero de correrías sexuales tenemos a Nick Corri, que un año antes había sido una de las primeras víctimas de Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street y del que poco más se supo. Y haciendo de experimentada y tremebunda chica Bond (pero tremebunda, tremebunda, ¿eh?) tenemos a la guapísima Linda Fiorentino, en uno de esos papeles que le van como anillo al dedo y que tan bien le sientan.
Cuando se habla del cine de espías es lógico tener como fuente de referencia a la figura de James Bond, algo que la película asume sin tapujos pero que solo utiliza mínimamente. Siendo justos, el filme parece más cercano a las cintas de espionaje de Alfred Hitchcock que a las artificiosas fantasías de un 007. La trama está bien hilvanada, mantiene los pies en el suelo, juega correctamente con la idea del hombre normal envuelto en ambientes peligrosos, y gira entorno a un más que evidente MacGuffin.
El MacGuffin de las pelis de Hitchcock, aquello que motiva la historia y sus personajes, y que en realidad carece de relevancia por sí mismo, solía variar entre formulas secretas y supercherías por el estilo, en Te pillé, ¡Gotcha! existen dos claros y muy distintivos MacGuffins. Primero, el rollo de película cuyo misterioso contenido nunca es desvelado, ni falta que hace. Quien sabe si son secretos de estado, fotos de Ray Liotta haciendo topless o dibujos animados. La verdad es que no importa, solo es una excusa para que los espías de media Europa vayan detrás de nuestro estudiante favorito. Y segundo, el deseo de perder la virginidad del protagonista, un MacGuffin que se aleja de lo propiamente hitchcockiano y se conforma como uno de los muchos elementos que la película toma prestados de las comedias teen.
Porque la película se mueve hábilmente entre dos aguas, la del thriller de espionaje y la de la comedia high school, y lo hace sin caer en la parodia ni utilizar una serie de clichés que podrían desvalorar el filme. Te pillé, ¡Gotcha! es un buen cóctel de tensa aventura, humor ligero y romanticismo, que funciona como un Hitchcock adolescente, donde se sustituye a Cary Grant por un universitario y a Bernard Hermann por el habitual guitarreo facilón de los 80’s. Mucha intriga y diversión pop a mayor gloria del séptimo arte.
La frase: “Una semanita en París y volverá hablando como... ¡Marcel Marceau!”
Leer critica Te pillé, ¡gotcha! en Muchocine.net
11 piquitos de oro:
Linda Fiorentino! Recuerdo que en ese mismo año, si no recuerdo mal, enseñaba las tetas en "Jo, Que Noche" de Scorsese.
Actriz de mucho morbo, que nadie se pierda Jade, una mierda de film pero ella está maravillosaaaaaaaaaa
Fijo que la he visto pero no la recuerdo, solo digo que tengo muchisima nostalgia de los maravillosos años 80....
Saludos y gracias por recordarnos ese cine de jovenzuelos que tanto nos gustaba en aquella epoca...
Vaya tela, lo mejor de los 80 es que no había verguenza de ningún tipo...XD
Qué película la que rescatas! Una genialidad que habíamos olvidado. Saludos!
Parece ser una película interesante, dentro de la gran cantidad de aberraciones que vieron la luz en los 80. Intentaré conseguirla por ahí.
Saludos!
Recuerdo haberla visto de niñato y resultarme entretenida, a pesar de que lo de "Te pill!" me resultaba algo tontorrón.
Linda Fiorentino!! Muchas veces ocurre que esos actor@s que tanto te sorprenden de adultos, los habías visto ya de jovencitos y ni te acordabas.
Saludos!!
Pues no tenía ni idea de esta cinta, gracias por tu fantástica reseña, y queda anotada para su inminente visualización.
¡Saludos!
Clasicazo ochentero, una maravilla de sobremesa.
Y los los macguffin, no recordaba el por que d ela peli. Tengo que volver a verla.
Salu2
Ah, Linda Fiorentino, que chiquilla más chisposa.
Saludos
Diooooos. Qué clasicazo. Y qué recuerdos. Gracias por refrescarlos.
No he visto Jade, pero en La última seducción luce "dotes" cosa mala...
Qué clasicazos juveniles dieron los 80!
¡1 saludo!
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