Promoción fantasma (2012)


Los fantasmas atacan al profe.

Se comenta que el gran maestro Billy Wilder tenía en su oficina de trabajo una frase enmarcada que decía: “¿Cómo lo haría Lubitsch?” de manera que, cada vez que se encontraba en un callejón sin salida a la hora de escribir uno de sus magníficos guiones, pensaba en cómo abordaría, el director Ernst Lubitch, la situación que intentaba narrar. A eso se le llamó “el toque Lubitsch”. Pues bien, después de ver la comedia española Promoción fantasma creo que los responsables de la cinta también debían tener algún tipo de frase enmarcada en su lugar de trabajo aunque, en su caso, en lugar de hacer referencia al director alemán, debía decir algo como: “¿Cómo lo haría John Hughes?”. Me gusta pensar en ello como “el toque Hughes”. Duermo mejor por las noches.



La película está protagonizada por un aburrido y soso maestro de escuela que, no obstante, tiene la facultad de poder ver y hablar con los muertos (llámenlo poder, maldición o sexto sentido, ustedes eligen). El caso es que tan peculiar cualidad le ha arruinado la vida, convencido como está el hombre de que lo suyo es un problema mental de los gordos, más que otra cosa. Finalmente acabará comprendiendo que tiene un don cuando, en su enésimo traslado de colegio, termine conociendo a cinco alumnos fallecidos en el centro durante la década de los años ‘80. Resulta que el club de los cinco (guiño) fantasmas pasaron a mejor vida cuando se encontraban en una aula de castigo (guiño, guiño) en la que se provocó un incendio y sus almas quedaron vagando entre las paredes del colegio. Nuestro profesor protagonista deberá ayudarlos a que puedan acabar el último curso y así lograr traspasar al fin y poder descansar en paz (un túnel, una luz, un cielo, un señor con barba y demás parafernalia).

Y es que gran parte del humor de la cinta se basa en el choque generacional entre los profesores y alumnos del presente y los cinco espíritus anclados en la década de los ochenta. De hecho se encuentran tan anclados en esa década que, incluso, ellos mismos terminan siendo todo un cliché: encontramos al macarra, con chupa de cuero sin mangas y flequillo irreverente; a la tia buena/zorrón de la clase, quien se marchó hacia la eternidad con un regalito en forma de bombo; al atlético, con chaqueta de deporte; a la empollona reprimida, tímida y con gafas de palmo y medio; y, por último, al freak fiestero (que al parecer le vino a visitar la muerte en plena cogorza y se ha pasado con el puntillo más de un cuarto de siglo).


De Javier Ruiz Caldera ya se intuía su interés por los años ‘80 con su anterior film, Spanish movie, cinta que parodiaba lo más granado del cine español y que intentaba recuperar el espíritu ZAZ (David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker), con Leslie Nielsen, incluido, en un breve papel. De hecho los dos primeros, David Zucker y Jim Abrahams, son responsables de la tercera y cuarta entrega de Scary Movie (saga en la que se basaba la ópera prima de Caldera). Lamentablemente, a pesar de algún buen gag aislado, Spanish movie hacía aguas por todos lados. No obstante, el director ha vuelto a confiar en buena parte del equipo para realizar su segunda película. Repiten Alexandra Jiménez, Silvia Abril, Carlos Areces y Joaquín Reyes. Y a ellos se les suma un Raúl Arévalo cada vez más consolidado y un grupo de jóvenes actores... que se lo llevan muerto.

Lo cierto es que en esta ocasión las cosas les han salido mucho mejor. Estamos frente a una película fresca, amena, divertida y aunque en ocasiones termine pecando por resultar demasiado blanda, es consecuencia de seguir “el toque Hughes” a pies juntillas. El arranque de la cinta me parece ocurrente, entrañable y cómico a partes iguales y para cuando nos adentramos en lo que viene siendo la trama propiamente, bastante domesticada, no nos engañemos, no importa porque la cinta ya te ha ganado con facilidad. En ello contribuye bastante su solvente pareja protagonista, Alexandra Jiménez y Raúl Arévalo, y su buscada falta de pretensiones. Además, el conjunto funciona como tal, las bromas resultan suficientemente cómicas y la sensación es de media sonrisa durante la mayor parte del metraje. El único “pero” lo pondría en cierto momento “musical/subidón” en que una de las protagonistas fallecidas se pone a interpretar un tema de Shakira, cuando lo que te está pidiendo el cuerpo es un nuevo temazo ochentero que te ponga los pelos de punta.

Resumiendo: Entretenimiento/homenaje a los años ochenta y a John Hughes, en una cinta tan divertida y amena como inofensiva.

1 piquitos de oro:

Perradesatan dijo...

Pues mira, esta no es una obra maestra, pero oye, a mí me entretuvo mucho aunque me llevé mucho disgustazo con la interpretación de Joaquín Reyes, que no me gustó NADAAA!!! Afortunadamente la de Carlos Areces está a la altura de las circunstancias.

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