Adolescentes ultraviolentos en pijama.
Mi apretada agenda me ha obligado a ver Kick-Ass, lo último en adaptaciones cinematográficas sobre comics de superhéroes, en dos sesiones, lo curioso del caso es que no he podido tener percepciones más opuestas. Después del fiasco que supuso Wanted (2008), aquella vulgar película basada también en un cómic de Mark Millar, los primeros minutos de este filme me parecieron sobrecogedoramente amorales y gamberros. La cinta goza de un ritmo endiablado, de una buena puesta en escena, de una violencia grotesca que no había vuelto a ver desde Pulp Fiction (1994), porque produce ese tipo de efecto en el que asistes a una matanza, llena de apuñalamientos y desmembramientos, mientras se te dibuja en la cara una sonrisa de oreja a oreja. Y además parecía la adaptación perfecta, fiel al espíritu del cómic original y poseedora de una buena cinemática. Matthew Vaughn tenía entre manos un proyecto capaz de atestarle una sonora bofetada en la cara a Zack Snyder y su Watchmen (2009).
«Ya está aquí»- me dije, - «la película que hará que las demás cintas de acción de este año parezcan salidas del pleistoceno y que redefinirá el concepto de blockbuster para el nuevo milenio». Pero lamentablemente Kick-Ass, la película que no el cómic, se vuelve más asequible y menos transgresora a medida que avanza el metraje, domesticando su trama hasta desembocar en un clímax final demasiado en sintonía con los valores establecidos. De nuevo el pop de derribo se convierte en mainstream, como también sucediera con la ya mencionada Wanted (2008). Si hay alguna lección que aprender de todo esto es que cuanto más popular es un arte, más lentos son los mecanismos para su desarrollo, o lo que es lo mismo, que el cómic hoy en día es mucho más valiente y provocador que el cine.
Para no caer en equívocos aclararé que el filme en su conjunto resulta bastante equilibrado, y que mi percepción y mis expectativas se deben básicamente a dos motivos extra-cinematográficos. El primero y fundamental es haber leído el cómic, la obra de Mark Millar y John Romita Jr. puede no ser perfecta, ni mucho menos, y sin duda una adaptación cinematográfica de esta índole necesitaba cambios y simplificaciones, pero conociendo el material original a uno le es fácil adivinar qué modificación ayuda a la historia y qué es una mera concesión de cara a la galería, algo con lo que todo lector deberá lidiar al enfrentarse al filme. El segundo motivo es que soy bastante impresionable y la película es una fardada que empieza muy fuerte. Me comentaba mi compañero de blog, el jefe Dreyfus, que la ves con quince años y flipas, y sin duda un servidor tiene algo de quinceañero cuando se pone delante de una pantalla. Pero mi queja no es que la película no tenga momentos alucinantes a lo largo de todo el metraje, que haberlos haylos, sino que su potencial de perversidad y fascinación apuntaba a cotas más altas.
La trama nos narra las aventuras de un friki que decide emular a sus héroes de ficción adoptando una identidad secreta como justiciero enmascarado, y el filme básicamente puede tomarse como una revisión paródica y realista de los cómics de Spider-Man, donde la auto-referencia y el metalenguaje quedan siempre implícitos. Hay una escena en que el protagonista menciona que «sin poderes no hay responsabilidades», deformando así la popular sabiduría del tío Ben. En el primer párrafo señalábamos que el filme tiene algo de Tarantino en su manera radical de gestionar la violencia, pero además las escenas de acción adquieren tintes excesivos al estilo Matrix (1999), tal y como manda el signo de los tiempos. Y aunque esta fantasía adolescente tiene innegables pretensiones realistas, no es la exageración lo que juega en su contra, sino el hecho de que poco a poco se va asentando en los mecanismos del género y adentrándose en la ficción pura y dura, hasta producir cierto alivio ingenuo en el espectador, cuando lo que éste desea son más agallas.
A pesar de todo la cinta dispone de varios momentos de vértigo, una corrosiva combinación de ultra violencia y humor, múltiples referencias a la cultura pop, un lenguaje obsceno, adolescentes en pijama combatiendo el crimen y una pequeña psicópata de tan solo once años (Chloë Grace), elementos que harán las delicias de más de un aficionado, por lo que solo resta felicitar a Nicolas Cage. El actor, después de su absurda aventura con El motorista fantasma (2007) y de aquel intento fallido de interpretar a Superman a finales de los 90’s (demos gracias a Dios de que el proyecto no prosperara), por fin ha logrado participar en un filme de superhéroes entretenido y con carisma, pero que pudo ser mucho, mucho más.
La frase: «De todos los millones de personas a las que les gusta los Súper Héroes, uno pensaría que alguno lo intentaría.»
Leer critica Kick ass en Muchocine.net
BONUS TRACK:
5 piquitos de oro:
Qué buena reseña. Yo tengo muchas ganas de ver la película aunque no he leído el comic. A pesar de que dices que podía haber dado más, parece que tiene buena pinta.
Bueno, que en dos dias me he visto (visto, que no leido ) todo el Quesito Rosa.
Pero todo todo.
En efecto, estoy en paro. y en paro astral tb.
Estupendisimo blog, y en las pelis que me he parado, comparto vuestro punto de vista. el bueno y el malo.
nos seguiremos viendo.
La verdad es que solo el argumento y el trailer (aunque me molaba más en el que solo salía el tío cayendo y la voz en off) me dan muchas ganas de verla. Eso sí, lo de Nicholas Cage metido en el medio siempre tira para atrás un mundo.
Respecto a lo de que acaba siendo demasiado complaciente, por desgracia era un poquillo de esperar, es lo malo de la industria.
Y esa diferencia en lo valiente y provocador del cómic es que el cómic, precisamente por sus características narratológicas y bajo presupuesto, se da mucho mejor de cara al trabajo underground y arriesgado, además de tener un público mucho más freak que acepta esa innovación.
El problema del cine es que o la mayoría de la gente que lo hace está poco interesada en innovar para no equivocarse, poder buscar fama y seguir currando (directores), o saben que innovando no les va a salir rentable (productores). Aún así, siempre se pueden ver excepciones por fortuna, igual que cómics que siguen la línea correcta de la masa, y casi se puede hablar de que en los últimos 50 años han ido a la par en cuanto a evolución narrativa.
Yosonico, así que usted es el culpable de que ayer batiéramos el record en el blog de páginas vistas, en menuda odisea se ha embarcado, esperemos que se solucione lo de su paro, al menos el astral.
En referencia a lo que comentan Luis E. Froiz y Azid Phreak, Nicolas Cage hace tiempo que está de capacaída (nunca mejor dicho), pero misteriosamente el tipo aun consigue caerme bien. Como también sucede con gente como John Travolta, no hay duda de que el problema de estos actores es el de no tener ni zorra idea a la hora de escoger un papel.
Nah, para mi el problema con Cage viene de mucho más atrás. De hecho, le considero un actor con buena vista a la hora de escoger papeles (especialmente en los 90), pero muy limitado actoralmente. Algo distinto a lo que pasa con Travolta, que es relativamente bueno, pero imbécil perdido a la hora de escoger papeles y ya ha hundido el solito su carrera varias veces.
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