Zombies en el avión (2007)

Llámalos como quieras, muertos vivientes, zombies, infectados… da igual, la cuestión es que están aquí, han regresado, como Stallone y LocoMía, y si los 90 no acabaron con ellos, nada podrá acabar con ellos. Los hay para todos los gustos y colores; apocalípticos, punkis, pandilleros, domésticos, lentos, rápidos como gacelas… Ellos sobreviven y se multiplican, como las cucarachas y los católicos, unos fruto de la superstición y el vudú, otros hijos de la ciencia, pero todos con algo en común, están muertos… ¡muertos de hambre! Y hoy, hay cerebro de azafata en el menú.


Un filme exploitation por definición es aquel que se adueña de ideas ajenas para rentabilizar el éxito en taquilla de otra película, por eso, que alguien se haya dedicado a copiar la mediocre (aunque muy divertida) Serpientes en el avión, que no brilla ni por su originalidad ni por sus aciertos, y que pasó por nuestras salas sin hacer demasiado ruido, como un ratón meando en algodones, me deja pasmado, boquiabierto y patidifuso, y debemos suponer que al director, Scott Thomas, le va la marcha y ha querido gastarnos una broma, colándonos la exploitation más absurda que uno pueda echarse a la cara, lo cual, en un principio, nos parece cojonudo, claro que sí.


La propuesta de Scott Thomas transcurre durante el vuelo nocturno de un avión de pasajeros con destino a París, cuyos tripulantes responden a los típicos clichés de producciones catastrofistas con trasfondo aéreo (la monja, el piloto apunto de jubilarse, el policía que escolta a un preso, el deportista famoso...) y aquí, aparte de enfrentarse a las consabidas turbulencias e inclemencias del tiempo, se las tendrán que ver también con la terrible amenaza que se esconde en la bodega de carga… ¡un zombie con jet lag!


Ésta calcomanía en plan zombie de Serpientes en el avión, no necesita de guión ni otras menudencias, pero sí de altas dosis de casquería, humor y mucho morro. El problema viene cuando el experimento se salda de forma irregular, ya que en el tête-à-tête que obviamente mantiene con la película protagonizada por Samuel L. Jackson, sale perdiendo, y eso es difícilmente perdonable.


Los escurridizos reptiles de Serpientes en el avión se zampan a chihuahuas, gatos, penes y tetas, y salen del váter, del canalillo de las chicas y de cualquier sitio imaginable, para liarla bien gorda, o sea que la peli es mala, pero divertida y gamberra (no se sabe muy bien si por convicción o por ineptitud, pero divertida al fin y al cabo), mientras que su versión zombie funciona, pero no la iguala en travesura y gamberrismo.


Zombies en el avión es un ejercicio del más voraz canibalismo cinéfago, una película de serie B con multitud de hemoglobina y situaciones disparatadas, ahí queda ese golfista que decapita a los zombies con un buen “swing” o el hecho de que, aunque estemos en un avión a 30.000 pies de altura, los zombies continúan surgiendo del suelo como si de un cementerio se tratara. Los tiroteos y las explosiones tampoco faltan, sin que haya por ello la correspondiente y lógica descompresión de la cabina (¡ah, puñeterías científicas!), y el sangriento remate final resulta tan cruento como hilarante, pero (sí amigos, aquí está el “pero” que todos esperábamos), uno tiene la sensación de que la broma debería ser mucho más desorbitada y descacharrante de lo que al final resulta.



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Californication. 1ª Temporada

Buenos días, soy el jefe Dreyfus, hoy es viernes y aquí seguimos, con nuevas series, que no se diga que solo hablamos de cine en este blog, hoy con una nueva de la productora Showtime (como ya lo era Dexter, criticada hace un par de semanas) que por lo visto parece empezada en imprimir un sello de calidad en sus producciones ¡y que sea por mucho tiempo!. Así que hoy: Californication… y ¡empezamos!

Sexo, drogas y… ¿literatura? Hank Moody es un escritor que ha entrado en varias crisis a la vez: crisis de los cuarenta, crisis de pareja, bloqueo de escritor y algunas más en las que, si no ha entrado todavía, poco le falta. Así pues, un escritor de fama llega a Hollywood porque quieren llevar a la gran pantalla su último éxito literario y una vez allí todo le empieza a salir mal: convierten su libro en una mediocre comedia romántica, su mujer lo abandona por otro hombre y, como colofón, no es capaz de escribir ni una sola línea. Ante esta mala racha Hank reacciona follándose todo lo que pasa por delante, fumando más de la cuenta, bebiendo mucho más de la cuenta, no haciéndole ascos a otro tipo de sustancias y entrando, en definitiva, en una entretenida vorágine de autodestrucción y luciendo una más que evidente falta de capacidad para madurar.

Y este es solo el punto de partida de esta entretenida comedia protagonizada por el agente Mulder (que también ejerce las funciones de productor ejecutivo), pensada para provocar (de hecho ya ha estado prohibida en algún país por su alto contenido erótico, ya me dirán), que nos recuerda poderosamente a una película de la década de los ochenta dirigida por Blake Edwards llamada una cana al aire (la de la escena de los condones fluorescentes para más señas) donde ya el desaparecido John Ritter interpretaba a un escritor en crisis, mujeriego y con evidentes problemas con la bebida, metido en hilarantes situaciones. Pero sin irnos tan lejos lo cierto es que la serie también podría responder a un intento de realizar una adaptación masculina de la serie sexo en Nueva York tan de moda (al fin y al cabo el protagonista de Californication también escribe un artículo diario, aunque en lugar de hacerlo en un periódico, éste lo hace en Internet).

Y es que justo cuando pensaba, supongo que como la gran mayoría de los mortales, que David Duchovny estaba más que acabado (si, si, como Ray Liotta… bueno, quizás no tanto) y que difícilmente volvería a pillar un personaje interesante en su vida (y ni mucho menos sacarle jugo) el tio va y se produce esta serie dando en el puto clavo, fabricándose un protagonista que le va como anillo al dedo, consiguiendo un globo de oro al mejor actor de comedia o musical ¡e incluso consiguiendo que nos olvidemos de el agente Mulder/cara de mármol! (y de pasada mostrar que tiene más capacidad interpretativa que la de un caracol, algo que todavía estaba en duda). Lo que no se entiende es que justamente ahora que se estaba empezando a sacar de encima el lastre del agente Mulder vuelva a meterse en el papel para la segunda parte de la película de Expediente X, pero bueno, supongo que la pasta es la pasta.

Y es que, en el fondo, yo que quieren que les diga, uno no puede evitar sentir atracción hacia los personajes perdedores y autodestructivos como este Hank Moody y claro, si a eso le sumas un guión más que correcto, algunas situaciones disparatadas (un par de ellas absolutamente geniales, quien haya visto la serie sabrá de que hablo), unos diálogos acertados, actores creíbles, una trama que engancha, unos buenos secundarios, una producción digna, un buen puñado de chicas en pelotas y todo esto en apenas doce episodios que no llegan ni a la media hora cada uno (que te los ves en un pis pas), el resultado tiene que funcionar a la fuerza.

La serie en España se la ha quedado cuatro (otra vez), aunque dudo mucho que puedan llegar a emitirla en un horario “aceptable” y supongo que acabará correteando por las madrugadas con poca fortuna (como de hecho ya ocurrió con Sexo en Nueva York), aunque yo de ustedes haría un esfuerzo por no perdérmela. Lo que no acaba de estar claro es que la serie tenga continuidad con una segunda temporada, aunque quizás, y visto lo visto, casi sería mejor dejar las cosas como están y no estropearlas.

Ya veremos.

Rififí (1955)

Elprimerhombre ha visto Rififí, de Jules Dassin, una película muy entretenida por su ritmo narrativo, que no decae en ningún momento, y por el robo a una joyería que se recordará siempre por su secuencia en silencio y por estar pensado hasta el último detalle, consiguiendo que el espectador tenga casi la misma tensión que los personajes.

La historia se centra en un tipo llamado Tony el Estefanés, que después de haber estado 5 años en prisión por encubrir a un amigo, se une con tres compinches para abrir la caja fuerte de una joyería. Uno de ellos es Jo, el tipo al que no delató, otro es Mario, al que se le ha ocurrido la idea del robo y el tercero es César, el Milanés, un especialista en cajas fuertes. La posible recompensa les motiva para llevar a cabo tan difícil tarea, estudiando todos los movimientos que se producen en la joyería desde que se abre hasta que se cierra. El plan debe salir a la perfección, comprobando toda la seguridad del establecimiento, por eso, en una escena, vemos a los cuatro intentando averiguar la manera de desactivar una alarma parecida a la que tienen en la joyería, ya que unos sensores situados por todas las puertas y ventanas responden a la menor vibración, haciendo que la alarma se ponga en funcionamiento.

El personaje de el Estefanés está encarnado por Jean Servais, un actor belga que seguramente hace el papel de su vida, metiéndose en la piel de un tipo amargado, enfermizo y hasta un poco mayor para estos asuntos sucios. Aún así, consigue un personaje con carisma, que ayuda a que el espectador crea en sus tácticas y en su manera de actuar. Jules Dassin, junto con el escritor Auguste Le Breton, autor de la novela en la que está basada la historia, hicieron un personaje con una seguridad envidiable, confiando más en sí mismo que en los demás.

Y a pesar de que la etapa clave del Cine Negro se sitúa en los años 40 y 50, según casi todos los historiadores de Cine (siendo El Halcón Maltés su primer ejemplo), Rififí, de 1955, tiene bastante calidad para ser considerada como una buena película dentro de este género o subgénero. Hay que decir que para Dassin es su segunda película fuera de Estados Unidos (antes había rodado en Gran Bretaña, con Richard Widmark, Noche en la ciudad) ya que tuvo que exiliarse por el tema de la Caza de Brujas.

En esta película, Dassin construye con eficacia una historia en la que el guión está muy bien estructurado, con un dominio de la cámara destacable, acompañando el movimiento de los personajes y hasta a veces su mirada. Un buen ejercicio de puesta en escena en el que desde el primer minuto nos tiene atrapados, con unos giros en el guión que hacen que nuestro interés aumente en cada momento, con una gran actuación de Jean Servais.

Como curiosidad, en España se hizo una especie de parodia del atraco perfecto, al modo de este film, Atraco a las tres, dirigida por José María Forqué e interpretada por Cassen, José Luís López Vázquez, Manuel Alexandre, Gracita Morales y Alfredo Landa.

Un saludo!


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Kill Buljo: The Movie (2007)

ATENCIÓN: esta crítica contiene ideas y conceptos que podrían herir la sensibilidad de un lapón borracho.



Una banda de pistoleros irrumpe en la fiesta de compromiso de Jompa, un bigotudo noruego. La convierten en un baño de sangre y se cargan a todo cristo, pero cometen un grave error. Pensaron que Jompa estaba muerto… ¡y no estaba un carajo muerto!


Yellow Bastard Production presenta esta película de Tommy Wirkola que, como los más avispados ya se habrán dado cuenta, parodia el Kill Bill de Quentin Tarantino, y lo parodia porque sí, ya que en ningún momento del metraje tienes la sensación de que la peli guste o disguste a los autores en sobremanera (a decir verdad, parece que el cine en general interesa a estos señores lo mismito que cavar zanjas). No me cabe duda que, si Kill Bill hubiera estado alquilada aquella trágica tarde en que el señor Wirkola bajó al videoclub de su barrio a agenciarse un DVD, de seguro que hoy estaríamos hablando de una parodia de Matrix, Piratas del Caribe, Rocky Balboa, o cualquier otra mamonada.



Pero metiéndonos en faena, en un principio lo de copiar la estructura narrativa de Kill Bill, ambientarla en Noruega y cambiar a la curvilínea Uma Thurman, que todos conocemos y amamos, por un señor con bigote (aborigen lapón para más señas), no me parece del todo mal. Es una total chifladura, eso está claro, pero una chifladura que puede tener su miga, lo que pasa es que más que una comedia de brocha gorda, Kill Buljo resulta ser una comedia directamente de escobilla del váter, ya que estamos hablando de una cinta donde abundan los chistes groseros y sexualmente ofensivos, el humor escatológico y homófobo, los sketchs sonrojantes y las escenas de sexo con animales. Una bazofia, vamos.


Si te propones hacer una caricatura del cine de Tarantino, digo yo que lo primero que se pasará por tu cabeza será recoger los rasgos más marcados de su cine (encuadres, vestuario, diálogos y demás mandanga) y exagerarlos para crear comicidad, pues no, el señor Wirkola ni está por la labor, ni le pone puñeteras ganas, así que no esperen encontrar en Kill Buljo ningún atisbo del “Tarantino way of life”. Ni fetichismos por los pies femeninos, ni Zippos, ni “Big Kahunas”, ni cigarrillos “Red Apple”, ni el consabido plano desde el interior de un maletero, ni nada de nada. Ningún guiño a los fans ni ningún amaneramiento o complicidad, ¡y eso que con Kill Bill lo tenían a huevo!



Mientras circulan por la cinta una colección de sombreros que harían morirse de envidia al mismísimo Jamiroquai (muy crueles todos ellos, por cierto), en vez de a Bernard Herrmann o a Nancy Sinatra, podemos escuchar a bandas de rock noruego como los Banana Airlines y ver a diferentes tipos duros soltar amenazas vestidos con trajes regionales, lo que da por pensar que el director debe de ser muy patriota, pero flaco favor le está haciendo a su país, ya que de la pinta de gilipollas no se salva nadie. Los polis no tienen pinta de polis, ni las camareras pinta de camareras, porque ellos parecen peleles y ellas estrellas del porno.


La verdad es que uno ya sabía en el fregado que se metía al ver esta especie de Torrente noruego (que no iba a ser una peli a lo Liv Ullmann era evidente), lo que pasa es que ya que está teniendo un relativo éxito en Japón, Polonia, Turquía, Alemania, Tailandia, Francia, Brasil, Rusia, Portugal y Bulgaria, y que en América ya han comprado los derechos para encasquetarnos su versión, la cosa no tenía porque ser tan terrible, pero lo es, no lo duden. La cinta tiene un acabado visual pobre, pobre, chistes estúpidos, escenas de acción salchicheras, interpretaciones de telediario, coreografías torpes y un vestuario que tira para atrás, es mala hasta decir basta.



La frase: “Usted es una aborigen lapona, y una mujer. ¿Cómo quiere que haya respeto?”


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Resident Evil: Extinction (2007)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus, y es lo que digo yo siempre, ¡por Semana Santa lo mejor son las pelis de zombis! (al fin y al cabo Jesucristo también volvió a la vida por estas fechas) Segundo plato, después de la actualización del sr. Cecil B. Demente, hoy con Resident Evil: Extinction… ¡Empezamos!


Milla Jovovich vuelve a las andadas, luchando contra los muertos vivientes y contra la organización Umbrella (canten conmigo: under my umbrella, ella, ella, eh, eh, eh) siguiendo donde nos quedamos en la segunda parte. La acción se sitúa en un cercano futuro post apocalíptico, con grandes paisajes desérticos, donde los zombis campan a sus anchas por todo el planeta y donde los pocos humanos no infectados que quedan intentarán sobrevivir sin que se les papeen el cerebro. La Jovovich (el quinto elemento para los amigos) va por libre, intentando huir de la malvada organización Umbrella, que intentará hacerse con su ADN para domesticar a los infectados (al parecer no les basta con sus clones). ¿No les suena esto de algo? ¿Alguien más ha relacionado esto con la peli que criticó el sr. Demente este lunes?

La poca lógica que pudiera llegar a tener la saga se pierde definitivamente con esta tercera entrega, que nos mete de lleno en un futuro muy parecido al que ya ofrecía Mad Max, especialmente su segunda parte (paisajes desérticos, lucha por la supervivencia, donde la gasolina es uno de los bienes más preciados) con una trama que nos recuerda poderosamente a Alien 4 (donde ya se clonaba a la teniente Ripley, donde ésta ya tenía poderes sobre humanos y donde ya se intentaba domesticar a los bichos esos que en lugar de sangre tenían aguarás). Pero es que las referencias a películas en que se basa esta tercera entrega no solo no terminan aquí, sino que repasarlas todas sería una tarea ciertamente agotadora. A todo esto, nuevas caras se apuntan a la fiesta, siendo la más destacable la de Nikki de la serie Heroes (la rubia buenorra), asegurando, junto con el quinto elemento, una buena dosis de sex appeal.

¡Perros zombis! ¡Cuervos zombis! ¡¡Zombis zombis!! Ya se sabe que las pelis que se basan en videojuegos acostumbran a ser una castaña y también acostumbra a pasar que después de dos entregas malas la tercera no suele pasar a los anales del séptimo arte, no obstante mi profundo y marcado grado de autodestrucción a menudo me obliga a ver este tipo de películas, frente a la pantalla, como si yo mismo fuera un zombi más. Y es que al fin y al cabo eso es lo que aporta esta película: acción de hora y media para mentes vacías o para mentes con ganas de no pensar durante ese tiempo. El resultado es malo (por si no lo había dejado claro ya con anterioridad) y poco resultón, no obstante tiene ese punto de entretenimiento que consigue medio disculparla y si a eso le sumas a la Jovovich pegando saltos y con una mirada de “te voy a pegar una patada en toda la boca que te voy a reventar los piños, zombie de mierda” pues incluso pasas el rato entretenido, porque, al fin y al cabo, lo mejor que se puede decir de la película es que no aburre.

Lo que no acabo de entender demasiado bien son esas ganas que tienen en esta saga de colarnos siempre a un malo oficial y oficioso (recordemos que en la segunda parte estaba el Némesis cutre ese) como si no hubiera suficiente con la horda de zombis hambrientos de sangre, y que encima son menos carismáticos que un piercing en el pezón de un gordo. Y es que si a un malo cutre le sumas unos efectos especiales de dos duros (he visto mejores efectos especiales en la segunda temporada de Buffy cazavampiros) el resultado no puede ser bueno ni por mucho que te empeñes, aunque ya ha quedado claro que aquí se empeñan más bien poco.

Resumiedo: Yo lo siento, pero sigo pensando que lo mejor de la saga es Milla Jovovich y poquito más.

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Fido (2006)


Ha llovido mucho desde que se estrenó, en 1932, La legión de los hombres sin alma, aquella primeriza incursión cinematográfica en el género zombie, y pasaron más de 30 años antes que George A. Romero hiciese la famosa remodelación del género, añadiéndole, entre otras cosas, toda la violencia y el gore que ha venido salpicando de sangre y vísceras las pantallas de medio mundo. Carcajadas tampoco han faltado en el transcurso de estos años, desde aquellas parodias que originó dicha película en los años 80 (El regreso de los muertos vivientes y compañía), hasta la más reciente Zombies Party del británico Edgard Wright. Si bien esta última era una singular caricatura del mondo zombie dotada del característico humor inglés, la peli que hoy nos ocupa hace otro tanto, pero al estilo de las comedias familiares americanas. El culpable, un canadiense: Andrew Currie.


Una de las principales bazas del filme es ambientar la historia en los años 50, la década más feliz de Norteamérica. La acción transcurre en un idílico barrio residencial donde las casas tienen jardín, los hombres fuman en pipa y las amas de casa esperan la llegada de sus maridos con una copa de martini en la mano. En este ambiente plácido y paradisíaco irrumpe totalmente descontextualizada la figura del zombie, no como la fuente de terror a la que estamos acostumbrados, sino como mascota, de ahí el nombre Fido del zombie protagonista (Rintintín o Tobi también hubieran servido). Hay momentos en que uno tiene la sensación de estar viendo una de esas típicas películas de Lassie, pero con un zombie en vez de un perro.


La cinta nos cuenta como una nube de polvo espacial ha vuelto los muertos a la vida sembrando el terror en la pequeña ciudad de Willard. Claro que eso fue hace años, mucho antes de que una empresa llamada ZomCom inventara un collar para domesticar zombies transformándoles en sujetos útiles a la sociedad. Ahora todo esta “controlado” y hasta Fido (Billy Connolly), el muerto doméstico de la familia Robinson, ha acabado convertido en el mejor amigo de Timmy (K'Sun Ray), el pequeño de la casa, y es que Fido no es “sólo” un zombie… ¡es parte de la familia!


Timmy no es un niño especialmente feliz, tiene dificultades para hacer amigos y un padre que no le hace demasiado caso (interpretado por el Dylan Baker cuyas inclinaciones sexuales en Happiness todos recordamos). La vida del joven cambiará con la llegada de Fido, un zombie doméstico que no tardará en convertirse en su figura paterna y por el que beberá los vientos su madre, una estupenda y arrebatadora Carrie-Anne Moss (la Mari Trinity de Matrix), cuyas miraditas de coqueteo entre el zombie y ella llenarán de chispas la pantalla.


Apoyado por unos diálogos espabilados, unas grandes interpretaciones, situaciones ingeniosas y la estética repipi marca de la época, el señor Currie se aleja de la galopante casquería que parece gobernar el género. No esperen encontrar aquí sangre y pus, esto es cine familiar, las escenas de canibalismo y muerte vienen en colorines y con un elegante envoltorio de éxitos pop de la radio del momento. A destacar la ingeniosa intro, una suerte de documental en blanco y negro que nos pone en situación y remite directamente a la ciencia ficción televisiva de la época (muy en la línea de series como The Twilight Zone).


Andrew Currie le saca mucho jugo al choque de géneros en esta fábula necromántica, original en su argumento pero que flaquea en la segunda parte del metraje, cuando se pierde el factor sorpresa. Puede que la etiqueta de cine familiar pese demasiado sobre el filme, ya que impone una serie de limitaciones, y puede que la estética sea demasiado deudora del cine de Tim Burton, pero la peli se ve bien y entretiene, que es su finalidad. Habrá que seguirle la pista al director, que apunta maneras.



La frase: “Fido espera, prometes no comerte a mamá, ¿verdad?”

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El rostro (1958)

Elprimerhombre no conocía El rostro, de Ingmar Bergman, una película que prometía mucho por su temática, su ambientación y sobre todo por tratarse de una historia enigmática y misteriosa. Lástima que esta vez el señor Bergman no me haya complacido como otras veces. Me ha parecido que la trama podría haber dado mucho más de sí, ya que los personajes que se encuentran en el film son bastante peculiares y carismáticos, sobre todo el mago Vogler, encarnado por el fabuloso actor Max Von Sydow (que si no me equivoco empezó a trabajar con Bergman en El séptimo sello), cuya caracterización es idónea para el papel que representa.


Para situar la época, les digo que estamos a mediados del siglo XIX y en el mismo comienzo del film encontramos a unos personajes que han parado en un paraje para descansar y comer un poco, siguiendo después su viaje en carro a una ciudad donde van a representar una función de magia. La compañía está formada por el referido mago Vogler, cuya mirada penetrante es magnética y terrorífica; su mujer que hace de su ayudante disfrazada de chico, haciéndose llamar Aman; la abuela, que es como una especie de bruja, uno de los personajes que podía haber tenido más protagonismo; el señor Tabul, un pícaro que siempre parece encargarse de todo y el chico que lleva el carruaje, un simpático personaje que descubrirá la fogosidad gracias a una falsa pócima que, en principio, exalta la pasión hasta llegar a disfrutar lo máximo del placer.

Cuando llegan a la ciudad son bien recibidos y llevados delante del cónsul, del comisario de policía y del consejero médico. Estos tres individuos tienen los mejores diálogos de la película, resaltando sin lugar a dudas esta escena, cuya tensión se acentúa cuando el consejero médico no cree en los sortilegios ni en los poderes sobrenaturales que parece poseer el mago Vogler, que hasta en una ocasión, en Dinamarca, se hizo pasar por médico recibiendo visitas, haciendo que los pacientes tuvieran ciertos ataques provocados por su magnetismo animal.

A partir de aquí la película entra en un juego poco provocativo, en el que no aparece el personaje de Max Von Sydow y del que sólo se puede sacar provecho las pócimas y conjuros de los que se habla, pero que a la larga produce en el espectador un sosiego que no ayuda a conseguir el alto nivel de entretenimiento del prometedor inicio y de la vivacidad en los diálogos anteriores.

Eso sí, Bergman siempre tiene a punto esos planos con claroscuros tan pronunciados, tan bien escenificados y mesurados para hacer reflexionar al espectador, con una narrativa visual lenta y una atmósfera dramática y absorbente que transmite como nadie de manera brillante la desnudez del alma, enfocada con monólogos teatrales de sus personajes, que parecen trastornados por sus problemas personales. Y hay algo novedoso a mi parecer en esta película, ya que Bergman no deja claro si el mago Vogler tiene verdaderamente poderes sobrenaturales.

En definitiva, aunque falte más profundidad en la construcción de los personajes y decaiga la tensión en algunas escenas, esta película es bastante aconsejable por su temática y por su ambientación, con personajes brillantes como el del mago hipnotizador Vogler, en la que resalta una secuencia casi al final que es una delicia en cuanto a la puesta en escena y al misterio que representa. Según me informé, esta película influyó en parte en el estilo de las producciones de terror británicas de la Hammer, rodadas en los 60. Mírenla y juzguen ustedes mismos.

Un saludo!

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¡Salvemos Eurovisión!

¡¡Perrea, perrea!!

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y reconozco que hay ocasiones en que uno, por más que se resista, tiene que acabar hablando de ciertos programas de televisión, como es el caso de la gala del pasado sábado en tve llamada ¡Salvemos Eurovisión! y que visto lo visto quizás hubiera sido más acertado titularla “hundamos Eurovisión en una profunda y oscura ciénaga de mierda de la que nunca jamás pueda salir por más años que pasen”. Y es que, entre muchos otros, tve cometió cuatro errores garrafales: 1. Buscar artistas en Internet; 2. Dejar la decisión en manos del público; 3. Contratar a un Notario; y 4. El Robocop.

Y es que hay que tener muy pocas luces para montarlo tan mal. Porque si hace dos años, haciendo una gala en la primera solo con los artistas escogidos por ellos mismos ya les fue de los pelos que no ganan Las supremas de Móstoles, ¿¡como se van ahora y dan carta blanca para que se presente todo el que quiera y encima a través de Internet!? ¿Pero que se esperaban? ¿¡Y encima dejan la elección en manos del público! ¡¡Y para postres contratan a un Notario con lo cual ni siquiera pueden hacer chanchullos!! ¡Pero si es que lo iban pidiendo a gritos! Que si realmente te la suda cuatro pueblos quien vaya a Serbia me parece todo fenomenal, pero es que estaba clarísimo que la organización quería que fuera al Festival la participante llamada Coral. ¿Entonces para que montas todo este circo? ¡Mándala y punto pelota, así no te arriesgas a lo que ha pasado! Total, que España es un país dividido en dos grupos: Los que creen que Eurovisión es un formato de otra época, caduco, innecesario y que les importa un pito quien gane (que votaron a Rodolfo Chikilicuatre para reirse) y los que se siguen tomando el concurso en serio (que repartieron sus votos entre los nueve restantes). ¿Esto no lo llegó a ver nadie de tve?

Pero vayamos a la gala propiamente. El “show” estuvo presentado por una señora muy mayor que decían que era Rafaella Carra, que en el caso de que realmente fuera ella se debe decir que cada vez habla peor el castellano y que, además, parecía que no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando a su alrededor. Pobre señora lo que le costaba encontrar las palabras. Cualquiera de ellas. Y es que a medida que avanzaba la gala iba perdiendo más y más los papeles, sin saber donde tenía que ir, a quién tenía que dar paso, que tocaba en cada momento y que nos brindó una actuación de esas suyas con un play-back de escándalo. Además, para comentar la gala teníamos a Bibiana Fernández (yo la mandaba a ella a Eurovisión a cantar aquello de Saalvaamee, soy un náufragooo), a Boris Izaguirre (que se dejó caer por aquello de estar en el paro), Uribarri (no podía faltar, un clásico, pero debo decir que alguien se excedió con el maquillaje a Uribarri, porque yo a este hombre lo vi como muy marrón..), Rosa de España (que se tiró como cuatro potes de purpurina por todo el cuerpo) y un pavo que era uno de los “expertos” que habían escogido a cinco de los participantes. Para aderezar un poco la gala y como contrapunto cómico a tanta vieja gloria también iban apareciendo (menos de lo deseado) los chicos de Muchachada Nui, todos ellos con pelucas a lo Rafaela Carra, pero que ni ellos mismos parecían saber muy bien que pintaban allí y The Chancletes.

A todo esto, como la cosa iba de canciones, en el escenario empezó a salir gente a cantar y esas cosas que se hacen en esto de los concursos musicales y lo cierto es que, a la hora de la verdad, no es que el listón estuviera bajo, más bien diría yo que alguien cogió una pala, cavó un hoyo muy hondo y profundo y enterró en él el listón. Llegados a este punto alguien podría decirme que yo no soy crítico musical, pero lo cierto es que tampoco lo soy ni de cine ni de tele y aquí estoy, o sea que repasemos brevemente a los diez participantes: Bizarre, unos tios con guitarras que no llegué ni a ver porque me pillaron haciendo zapping; Innata, una tia con escotazo y con una piruleta en forma de corazón pegada al micro que desafinó un huevo una canción titulada “me encanta bailar”, los perros del barrio empezaron a aullar; Arkaitz, un chaval que intentaba imitaba a Bisbal, sin pizca de voz y con un temazo titulado “un olé”, (un ole, ole, ole, un ole, ole, ola), letras profundas, con dobles lecturas que consiguen transmitir; Ell*as, dos chicas compitiendo por ver quien desafinaba más, quedaron empatadas porque reventaron el marcador, en un cementerio cercano los muertos empezaron a salir de sus tumbas; Lorena C, momento kitch con tres teletubies haciendo la coreografía, Boris Izaguirre no dudó ni un momento en pedirse el puesto de cuarto teletubie que faltaba; D-Vine, les faltaba uno de sus componentes que está en el reality Fama, ¡a bailar! pero salieron los tres restantes a defender un tema llamado “Y do you”, cuando terminaron la canción ya era demasiado tarde, había muerto gente entre el público asistente de lo que llegaron a desafinar; Rodolfo Chikilicuatre, Andreu Buenafuente es un gran marionetista de monstruos televisivos y este es su último gran invento, una canción absurda para ganar un concurso absurdo donde al final cada país acaba votando al que tiene de vecino; Marzok Mangui, unos tios de melilla que cantaban rap, fusionándolo con ritmos árabes y con un tema llamado "Caramelo", que me aburrió soberanamente, pero que me hicieron reir con su actitud de raperos frente a la Carrá; La casa azul, Guille Milkyway tenía una afonía de caballo y desafinó todo lo que quiso y más durante la actuación (y a pesar de eso fue de los que desafinó menos, lo que no entiendo porque nadie mencionó durante la gala que actuó enfermo y sin voz), partía como uno de los favoritos y al final quedó tercero con un público entregado; y Coral, la favorita de la organización, una tia que era rollo Mónica Naranjo con mucha voz (demasiada) y poca canción, y entre los que la apoyaban pudimos ver a Rebeca (la que cantaba aquello de: tu siempre fuiste duro de pelar, duro de pelar), eso debió ser su sentencia, no obstante quedó segunda.

Al final, la noche se podría resumir con la letra de Mecano: Allí me colé y en tu fiesta me planté. La cosa estaba entre Coral y Chikilicuatre y, como era de esperar sin chanchullos de por medio, ganó el segundo. Genial el puteo padre que se pilló Uribarri, a quien no le sentó nada bien la decisión. Rafaella Carrá, que no estaba entendiendo nada, empezó a buscar opiniones y vimos como Uribarri se levantaba y decía que no con el dedo, mientras el “experto” no se lo podía acabar de creer y Rosa farfullaba: “en el fondo es mu buena persona” acerca del ganador final, que repitió la canción (incluso equivocándose con la letra) con el resto de los concursantes detrás suyo bailando el Chiki Chiki (especialmente entregada pudimos ver a Lorena C que parecía más contenta que si hubiera ganado ella misma).

Así que al final el personaje del programa de Andreu Buenafuente irá a representar España a Servia (como si no tuvieran los ánimos suficientemente encendidos ya por allí) donde se celebra este año el festival de Eurovisión. Solo dos apuntes antes de terminar. Parece ser que tve cambiará la letra de la canción (¿censura?), pues al parecer no pueden haber referencias políticas en las canciones Eurovisivas (¿¿??) y que el máximo rival de Rodolfo Chikilicuatre puede ser el representante de Irlanda: una marioneta en forma de pavo que canta… ¿Realmente alguien sigue pensando que se puede, o que se debe, salvar Eurovisión? No obstante, que no se quejen tanto, pues el sistema de elección lo han puesto ellos mismos (supongo que lo que querían era ganar pasta con los mensajes y las llamadas y al final les ha salido rana) y, al fin y al cabo, seguro que, con la tontería, la audiencia de este año será mucho mayor que la de los dos o tres años anteriores.

Ah, y por si todavía no lo sabían (que lo dudo a estas alturas), el Chiki Chiki se baila así:


El grandioso hombre de Pekín (Xing xing wang, 1977)

Inaugurando la sección “Spoilers en acción”, apartado de este humilde blog donde nos dedicaremos al destripe total de pequeñas joyas del séptimo arte (quedan avisados), les traemos esta exploitation nipona de King Kong y Tarzán, donde los Shaw Brothers nos hacen pasar un buen rato con un ritmo trepidante y mucha simpatía. Señores, ¡apaguen sus teléfonos móviles que el espectáculo va a empezar!

Tras un terremoto en el Himalaya, un gorila gigante brota del interior de la tierra y arrasa una aldea. Un grupo de aventureros comandados por un pérfido hombre de negocios se lanzan a la búsqueda y captura del monstruo. Para ello contratan a Chen, un tipo al que encuentran borracho en el bar de turno y que parece conocer la zona.

Lo que debía ser un apacible picnic por la selva se convierte rápidamente en una pesadilla: estampidas de elefantes, arenas movedizas, tigres, caídas desde precipicios… La mayoría de las víctimas son porteadores negros interpretados por chinos pintados. Ya por la noche, vivimos un flash back cursi romántico en el que Chen cuenta a los demás exploradores que su hermano le robó la novia. A la luz de la luna y tras estas íntimas confidencias, parece que nace la amistad entre los miembros de la expedición, pero a la mañana siguiente los muy cabrones han abandonado a Chen a su suerte y se han largado a sus casitas.

Perdido por la selva y más solo que la una, Chen no se percata que está apunto de sufrir la dolorosa colleja de un gorila gigante cuando aparece Samantha, una rubia de toma pan y moja que ejerce de reina de la jungla y le salva la vida. La tal Samantha resulta ser colegui del monstruo y lleva a Chen a su guarida, donde le ofrecerá unos daiquiris, fruta tropical y puede que algo de sexo casual.

Dos balanceos de liana más tarde, Samantha explica a Chen que es la única superviviente de un accidente de aviación y que desde niña ha sido cuidada por el gorila. A Samantha le gusta revolcarse seductoramente con todo tipo de bestias y así nos lo demuestra, pero una serpiente la ataca y la pica en la entrepierna; es entonces cuando Chen debe hacerle algo parecido a un cunilingus para sacarle el veneno, de repente un elefante que pasaba por ahí se ofrece de ambulancia y los lleva rápidamente a la cueva. Ya en su lecho ella padece fiebre, ardores y unas convulsiones parecidas al orgasmo. Muy oportunamente aparece el monstruo con hierbas curativas y mediante un lenguaje corporal de parvulario, le indica a Chen que se las ponga. Cuando ella por fin se recupera, Chen aprovecha para enseñarle como puede agradecerle sus cuidados agarrándola y arrimándole la cebolleta, suena una música ligera y hay un fundido en negro.

Después de un buen polvo lo mejor es corretear como unos adolescentes por la jungla, retozar con las bestias salvajes, y bañarse desnudos bajo una cascada. A la puesta de sol, el monstruo va a ver como está Samantha que no ha aparecido en todo el día, y se los encuentra allí de nuevo, sacándole brillo al manubrio. La cosa no le sienta demasiado bien y la toma con media jungla. Samantha al oír el estropicio se pone su mini bikini atigrado y sale sudorosa a su encuentro, se restriega de forma obscena contra el monstruo y esto lo calma.

Más tarde, Chen y ella deciden visitar Hong Kong llevando al gorila consigo, Samantha se despide de sus seres queridos (elefantes, tigres y demás fauna) y pim pam, en un par de zancadas del monstruo ya están en la civilización, pillan un barco, le ponen unos grilletes a la fiera (al mono, no a la rubia) y zarpan hacia la gran ciudad. Ya en el barco ella empieza a arrepentirse de no haber dejado al mono en casita, pero Chen le regala un vestido sexy y ella se olvida del asunto. Por la noche hay un tifón y chocan contra una roca en medio del océano (¡?!!), pero la intervención del monstruo salva al barco de irse a pique.

A la mañana siguiente llegan al puerto de Hong Kong, dejan al monstruo tirado en el barco y se van a un estudio de televisión. Allí encuentran al hermano roba novias de Chen y su ex. Al ver la diosa de la jungla que se ha agenciado el mister, al primero se le ponen los dientes largos y a la otra cara de estreñida. Chen comete el error de verse de tapadillo con su ex, que quiere volver con él y le besa, entonces entra Samantha en plan culebrón y al ver la escenita pone pies en polvorosa.

Mientras tanto exhiben al monstruo en un estadio donde los cuidadores son mezquinos y crueles y lo tratan fatal, para que nos dé más pena. Samantha llega corriendo como una amazona y ve la dantesca escena, el mandamás y villano se lleva a la chica e intenta emborracharla y aprovecharse de ella, le tira licor por las tetas, le quita el bikini y la golpea. Para más inri, el gorila tiene una visión privilegiada de los hechos desde su jaula, y se cabrea tanto que se suelta. El maloso huye en su coche, y como parece que quiere morir, se lleva a la chica consigo. Al mono le da el baile de San Vito y empieza a cargarse maquetas y micromachines a cascoporro.

No sabemos como, pero el malo se basta para conducir con una sola mano y sujetar a la selvática Samantha con la otra. La ciudad es un pañuelo así que el mono no tarda en localizarlos con su vista de lince. Aunque media ciudad ya no existe, hay gente que aun no se ha quedado con el gorila gigante que está demoliendo Hong Kong, así que el monstruo aun puede asustar a una familia que está sentada tranquilamente en su mesa y a unos electricistas. Explosiones, llamas, caos… ¡Lo que estábamos esperando desde el principio! (Juraría que el gorila acaba de hacerle la butifarra a un transeúnte…) El maloso se esconde con la chica en unos apartamentos, entran en un dormitorio e interrumpen a una pareja que está en la cama en plena faena (¡esto se está volviendo rocambolesco!); el gorila mete la mano, atrapa al villano, lo balancea un poco y lo tira con fuerza al suelo, pero como milagrosamente aun sigue vivo e intacto, lo remata de un pisotón.

Por fin entran en juego los militares que extrañamente están dirigidos por un americano de paisano. El mono se carga a una pareja que aun seguían cocinando en su piso (¡esto es la leche!). Polis en pantaloncitos cortos corriendo de un lado para el otro (curioso que el jefe de la policía honkongesa también sea occidental), Chen ha corrido la voz de que la chica puede controlar a la bestia y una muchedumbre de ciudadanos empieza a perseguirla por las calles, ella se sube a una farola y escapa. Tanques de juguete disparan al señor del traje de mono, los helicópteros logran abatir al monstruo que parece que está cazando moscas, se hace de noche y la batalla continua.

Hong Kong es muy grande porque en otro lado de la ciudad la gente sigue a lo suyo como si nada pasase. Disparos, pirotecnia, el bicho vuelve a caer y sube la música (¿dónde está Greenpeace cuando se les necesita?). Sangrante y malherido, empieza a escalar un rascacielos (se ve venir, se ve venir…) Samantha llega al lugar con lagrimillas en los ojos, cesa el fuego y la chica sube. Por fin se encuentran y sueñan en volver a la selva y en tener un mañana mejor, ¿puede haber esperanza para ellos? No, el ejército se lía a tiros otra vez e incluso la chica recibe más de un disparo, un helicóptero cae en llamas, los militares minan todo el edificio, Chen intenta impedirlo pero ellos son más y están entrenados. Más muerte y destrucción, el monstruo tira un par de soldados a los pies de su general en tono provocador, aunque el pobre está ya hecho trizas y se nos parte el corazón.


Última batalla, gran explosión, todo el edificio estalla, gorila y chica mueren. Chen entre las ruinas lleva en brazos el cadáver de Samantha, se lamenta en silencio por la incomprensión de los hombres con las luces de la ciudad al fondo. Sube la música y resuenan los tambores, fin.



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