Soy única, como todos los demás
Los padres que tienen hijos autistas (o, en general, con alguna patología congénita) les debió resultar muy duro hacerse a la idea de que su bebé no era como el que ellos hubieran deseado. La prueba inicial que se debe pasar es adaptarse a las limitaciones de la discapacidad de la criatura, sin dejar de lado el empeño de conseguir que su hijo sea tan feliz como otro cualquiera, intentando que su entorno sea positivo y apropiado para su evolución. Sin embargo, dada la especial atención a la que debe ser atendido el niño y, a veces, debido a algunas de sus reacciones inevitables de conducta, las miradas de las demás personas, situadas fuera de su vínculo familiar y emocional, pueden resultar bastante molestas o incómodas para los propios padres afectados.
Esto es lo mismo que siente el dibujante de cómics Miguel Gallardo, que en su estimable historia María y yo (ed. Astiberri, 2009), deja ilustrados sus sentimientos más sinceros nacidos de su relación con su querida hija María, de 14 años y autista de nacimiento (salvo excepciones, el autismo se tiene de nacimiento), con la que comparte sus dibujos y sus vacaciones. Ella vive con su madre, May, en Canarias, y él vive en Barcelona, y cuando disfrutan juntos de esas vacaciones suelen pasar el tiempo entre la ciudad condal y un hotel del sur de Gran Canaria repleto de guiris, la mayoría de ellos alemanes. En esos días suele haber la misma rutina y los mismos paseos, donde no suele faltar el baño en la piscina (a los dos les gusta mucho el agua). Pero lo que a María le encanta es cojer un puñado de granos de arena de la playa y soltarlos poco a poco cerca de su cara, como encerrándose aún más en su mundo interior.
El director Félix Fernández de Castro se ha basado en este cómic y ha hecho su primera película con el mismo nombre, María y yo (2010), consiguiendo realmente tanta ternura como la historia de Gallardo. El resultado deja claro que los dos puntos de vista parecen formar parte de un conjunto único, como si la película fuera un extra del cómic, con entrevistas tanto a Gallardo como a May, dando aún más información sobre la extraña enfermedad del autismo, que aún hoy en día se desconocen las causas exactas que producen su aparición.
Aunque la gran diferencia entre el cómic y la película es que el primero es más directo, corto y ameno, dejando mucha libertad a la imaginación del lector. En cambio, en la película hay que rellenar una hora y veinte minutos de metraje, por lo que se da más importancia a otros personajes que en la historia original no tenían tanto, como May, la madre de María que vive en Canarias. Las escenas en el hogar de Canarias, con el abuelo Pepe y parte de la familia, cortan el ritmo de la historia, porque simplemente son momentos en los que María cena o hace otras cosas, como intentar depilarse las piernas o vestirse, hechos que para el espectador no tienen el mínimo interés, sobre todo, comparándolos con todas las escenas de la relación entre ella y su padre. Es cierto que la madre es vital para la vida de María pero se podría haber enfocado de otra forma para que no afectara tanto a la narrativa de la historia.
El acierto más grande de la película es haber sabido jugar con el montaje y haber apostado por utilizar diferentes técnicas de animación, con el mismo trazo de Gallardo para algunos dibujos. Y es que para un servidor, los mejores momentos son los que el espectador puede ver a Gallardo en acción. Este artista lleva más de 30 años haciendo cómics e ilustraciones, y cuando empezó a dibujar para su hija María cambió su estilo de dibujo más meticuloso por uno más simple y abocetado. Esa soltura que fue ganando a la hora de dibujar en su libreta a los familiares y amigos que María le iba nombrando (ella tiene una memoria increíble) se puede percibir tanto en el cómic como en la película y, además, ayuda a que la historia llegue al espectador plenamente, simpatizando con el mundo propio en el que vive María.
"Un documental tan sincero y tierno como el cómic de Miguel Gallardo en el que se basa, con una acertada utilización de la animación, pero al que le falta ritmo en algunas escenas que no aparecían en la historia original"
Leer critica María y yo en Muchocine.net
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