La jungla 5: Un buen día para morir (2013)



John and son.

Lo de La jungla de cristal (Die Hard) más que una saga cinematográfica siempre me ha parecido una institución en sí misma. Desde que apareciera su primera entrega, allá por el lejano 1988, la franquicia ha ido evolucionando, con mayor o menor fortuna, pero siempre con un sello distintivo que la diferenciaba del resto de propuestas de acción: un personaje protagonista con un carisma que le sale por las orejas, acción con capacidad de enganchar al espectador, malos atrayentes capaces de vender su alma al mismísimo diablo por el vil metal, y las habituales pullas cómicas de un John McClane acostumbrado a darlo todo por la audiencia y por las víctimas propiciatorias de turno. No obstante, parecía como si la fórmula flaqueara un poco más a cada nueva entrega, a pesar de que la cosa seguía teniendo cierta gracia. Por eso, cuando apareció esta quinta entrega, me parecieron un poco injustas las críticas que dilapidaban este nuevo film en comparación con la primera película, ya que lo más justo sería compararla con la entrega inmediatamente anterior. Pues bien, una vez vista La jungla 5: Un buen día para morir, y después de compararla con su predecesora, La Jungla 4.0, debo admitir que esta quinta entrega es lo que cinematográficamente hablando se conoce como una castaña pilonga.





El hijo de John McClane, al que molestaban los reporteros en la primera parte, se ha hecho mayor y, al parecer, mantiene intactas las habilidades del padre para meterse en berenjenales de nivel. Encima el último ha sido en tierras rusas, donde tiene que ser juzgado, nada menos que por asesinato. Total, que para Moscú que se va John McClane para ayudar a su polluelo, pero una vez allí se dará cuenta de que las cosas son mucho más complicadas de lo que se creía y deberá darlo todo para salvar su pellejo, y el de su hijo, de un montón de rusos cabreados con ganas de jarana. Normalmente suelo invertir un par de párrafos para contar, muy por encima, el argumento de las cintas reseñadas, pero es que el hilo conductor de esta peli es tan tan limitado, que no da más de sí.


Lógicamente sin Bruce Willis no hay John McClane. Lo contrario seria motivo de disturbios incontrolados motivados por una turba de gente enfurecida, dentro de la cual me llegarían a encontrar con total seguridad. Willis parece haber dicho aquello de que a la vejez viruelas y el tio ha encadenado, seguidas, “Los mercenarios 2", "G.I.Joe: La venganza” y esta quinta entrega de “La Jungla”. Con dos cojones. Pero a pesar de sus alardes, las jovencitas ya no se forran las carpetas con su careto, motivo por el cual los productores del film han optado por poner a su lado a un tal Jai Courtney, que no será buen actor, pero tiene buena planta y es buen mozo, algo que entre la audiencia femenina siempre es bien recibido.

El director de la peli es un tal John Moore. Antes de empezar a soltar improperios sobre su persona deberíamos aclarar que los tres anteriores títulos que había dirigido el hombre son: el remake de “El vuelo del Fénix”, el remake de “La profecía”, y la adaptación del videojuego “Max Payne”. Efectivamente, se trata de un tipo al que no le encargaría ni la fabricación de un collar de macarrones pero que, al parecer, alguien en Hollywood creyó en él para que dirigiera la nueva entrega de La jungla de Cristal. Luego pasa que los resultados no son los esperados y todo el mundo se pregunta: ¿Qué ha podido pasar?¿Qué ha podido pasar?¿Será que la franquicia ya está agotada? Mi paciencia sí que está agotada, señores.


Pero el mayor problema de la cinta poco tiene que ver con su director, que también. El problema gordo gordo viene provocado por un guión tan flojo e insulso que debería hacer sonrojar a sus responsables si no fuera porque deben estar demasiado ocupados contando fajos de billetes. No me gustaría que me acusaran de hacer demagogia barata, así pues empezaré enumerando sus virtudes: John tiene un par de frases molonas; hay un “yipikayei”; aparece, aunque brevemente, la hija interpretada de nuevo por Ramona Flowers Mary Elizabeth Winstead; la escena de acción inicial es la cosa más espectacular que he visto en tiempo y creo que llegan a destrozar tantos coches que incluso haría llorar a un Autobot; y el botón del medio de la blusa de la mala  tiene pinta de que puede salir disparado en cualquier momento ante la enorme presión que debe soportar. Hasta aquí. Vayamos ahora con los puntos débiles: pues todo lo demás... el guión hace aguas por todas partes, los giros de la trama son previsibles y miserables, no se han esforzado en dotar a la historia de una mínima coherencia narrativa, una vez superada la escena de acción inicial se abre ante el espectador un enorme vacío del que ya no logrará salir jamás, John McClane está poco inspirado comparado con las cintas anteriores, nada parece tener ningún tipo de sentido; los actores secundarios son tan malos y la profundidad de sus personajes es tan nula  que parece que John McClane esté protagonizando una nueva adaptación de “Soy leyenda”... Y a pesar de todo lo dicho seguro que salta el tipo de turno soltando aquello de: es una peli de acción sin más, ¿que esperabas? Pues, para empezar, lo que se me había ofrecido en las entregas anteriores. Aunque solo hubiera sido un poquito.


Resumiendo: Un buen día para morir no hace referencia al protagonista, sino a la saga.

1 piquitos de oro:

sofia dijo...

Como buena gamer de videojuegos de acción que soy me gusta bastante esta saga y le fui fiel hasta el punto de ir al cine a verla en cuanto llegó a las salas. Personalmente me decepcionó, no creo que sea fiel del todo, pero para gustos colores :)

¡Un saludo!

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