Ruby Sparks (2012)


Los sueños se hacen realidad

Este viernes pasado se estrenó en nuestras salas de cine Ruby Sparks (2012), de Jonathan Dayton y Valerie Faris, un matrimonio que después de dirigir numerosos vídeos musicales (entre ellos el premiado Tonight, Tonight, de Smashing Pumpkins) decidieron dar el paso a la gran pantalla con Pequeña Miss Sunshine (2006), con la que cosecharon varios premios y un éxito abrumador tanto de crítica como de público. Ahora han dado vida un guión escrito por Zoe Kazan, la nieta del que fue director y escritor norteamericano Elia Kazan, que en una entrevista comentó que la historia le vino a la cabeza cuando volvía de un rodaje, al ver un maniquí tirado en un contenedor, recordando entonces una leyenda griega que aparece en Las metamorfosis de Ovidio: Pigmalión, un rey de Chipre, cansado de no encontrar a la mujer perfecta, empezó a crear esculturas de mujeres preciosas, enamorándose de la más bella de ellas, Galatea. Al soñar que cobraba vida, Afrodita hizo realidad su deseo y cuando despertó vio que la mujer de sus sueños era real.


Lo curioso del caso es que, mientras escribía el guión, Zoe Kazan no podía evitar pensar en su novio para el papel del chico protagonista, que no es otro que Paul Dano, recientemente visto en Looper (2012) y que también participó en el anterior trabajo de Dayton y Faris. O sea que, sin ser una idea inicial, tanto la autora como su pareja acaban siendo los protagonistas de esta comedia romántica con toques fantásticos.

El protagonista de la historia es Calvin Weir-Fields (Paul Dano), un escritor que fue un niño prodigio con su primera novela, al llegar al número uno de ventas con tan solo diecinueve años, que ahora, diez años después, pasa por un momento profesional bastante crítico al quedarse bloqueado delante de un folio en blanco. Pero es que su vida personal no parece irle mucho mejor: no tiene amigos, solo a su hermano Harry (Chris Messina), y sus citas con mujeres son un fiasco, sobre todo después de que su anterior pareja Lila le dejara al morir su padre. También es paciente del Dr.Rosenthal (Elliot Gould), un psiquiatra que intenta ayudarle para que se le ocurra alguna nueva idea que le sirva de inspiración, y en una de esas visitas Calvin le comenta que ha empezado a soñar con una chica y que ha sido la pieza clave para que vuelva a escribir sin parar. La historia es sobre la relación entre él y ella, llamada Ruby Sparks (Zoe Kazan), y, aunque parezca algo estúpido, siente que se está enamorando de su propia creación. Todo cambiará definitivamente cuando una mañana, al irse de casa, la vea físicamente delante suyo.


En ese momento Calvin no se creerá lo que está viviendo y hasta que no se da cuenta de que los demás también la ven a ella, pensará que aún está en el sueño. Más adelante descubrirá algo aún más increíble: con solo proseguir en su relato, poniendo algo de Ruby con su máquina de escribir, podrá cambiar cualquier cosa de ella. Es entonces cuando a uno le viene a la mente historias como la de la película La mujer explosiva (1985), en la que unos adolescentes crean por ordenador a una mujer que les obedecerá en todo, o la de La rosa púrpura de El Cairo (1985), en la que un personaje de ficción atraviesa la pantalla de cine para conocer a una espectadora; y qué me dicen de la historia de Niebla, el clásico de literatura de Miguel de Unamuno, en la que el mismo personaje de ficción habla y hasta se enfrenta con su autor (una obra que no sé si conocerá Zoe Kazan). Y es que en Ruby Sparks se mezcla bastante bien realidad y ficción, con momentos mágicos emocionantes, y un buen trabajo interpretativo de ambos protagonistas, sobre todo de Paul Dano. Sin embargo parece ser que Zoe Kazan se obsesiona demasiado con la idea de que el propio autor pueda cambiar a su antojo la manera de ser de ella. Es verdad que es una idea clara de mostrar diferentes relaciones de pareja en las que Calvin va probando con qué tipo de carácter de Ruby Sparks se encuentra mejor, pero también es cierto que en un momento de la película uno se da cuenta de que a la autora se le va la historia de las manos, repitiendo demasiado ese aspecto y convirtiéndose además en un dramón de aúpa. Tampoco ayuda a que se introduzcan personajes como los padres de él, interpretados por Annette Bening y Antonio Banderas, tan sosos que no aportan nada a la película. Pero bueno, sin ser tan derroteros, podemos decir que la historia está bien rodada y se aguanta y resulta atrayente de ver hasta más o menos los primeros tres cuartos de hora, bien acompañada por la banda sonora, sobre todo por la preciosa canción She's real, de Nick Urata, pero es una lástima que una historia que parecía tan "fantástica" vaya diluyéndose a marchas forzadas.


"Una comedia romántica llena de magia pero que va perdiendo fluidez e interés a lo largo de su metraje"

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