Intocable (2011)

 
Pragmáticos. 

Reconozco haber visto Intocable, más por el fenómeno que se ha generado a su alrededor y que la ha acabado convirtiendo en una de las grandes sorpresas de taquilla de lo que llevamos de año, que por lo que me pudiera llegar a interesar la historia que nos cuenta la cinta en sí misma. Lo cierto es que a medida que iba comprobando como la gente iba hablando de ella y se iba generando un boca oreja que terminaba encumbrando esta cinta francesa sobre un tetrapléjico y su cuidador hasta lo más alto de la taquilla, más me picaba la curiosidad sobre qué se escondía realmente detrás del film. Lamentablemente el film no esconde mucho más de lo que ya muestra su cartel. Por cierto, ¿alguien sabe por qué han traducido el título original en francés Intouchables, en plural, por el intocable, en singular, español? ¿Tenían miedo que viendo al tipo en silla de ruedas y al negro que tira de él, en el cartel, el público los pudieran llegar a confundir con los amigos de Eliot Ness?

El protagonista, Philippe, es un hombre extraordináriamente rico, que quedó tetrapléjico después de sufrir un accidente practicando parapente. Cuando debe elegir a su cuidador personal, de todos los candidatos sobradamente cualificados y preparados para el puesto, terminará escogiendo al único que se presentó a la entrevista de trabajo sin ganas de aceptar el cargo. Driss, un negro que acaba de salir de prisión, vive en un barrio marginal de París, en el seno de una familia claramente desestructurada. Ambos individuos no tienen nada en común y a pesar de resultar claramente antagónicos terminarán entablando una sólida relación de amistad que terminará cambiándoles la vida. Por si el argumento todavía no ha conseguido tocarles la fibra de su tierno corazoncito déjenme añadir que la historia está basada en hechos reales.

Estamos, sin duda, ante una de esas películas que persiguen hacer reir y llorar al espectador. Y pretenden hacerlo a base de construir un cocktail con diferentes elementos tan peliagudos como la discapacidad física, el racismo, la inmigración, la diferencia de clases, e incluso la delincuencia juvenil, todo ello aderezado con unas finas gotas de humor negro como para quitarle relevancia a lo que se está tratando (ver a un discapacitado recibir bolazos de nieve sin poder defenderse puede sorprender a más de uno). En mi caso reconozco que la cinta no logró ninguno de sus dos objetivos, ya que quizás por obvios terminaron resultando menos efectivos. Aunque, no obstante, debo agradecer que la película no venga acompañada de una fuerte carga de moralina y sensiblería barata que suelen ofrecer este tipo de productos.
Lo cierto es que la película me pareció un cruce entre Paseando a Miss Daisy y Pretty Woman. En cuanto a la primera resulta obvio: diferencia de clases, de razas, donde un personaje trabaja al servicio del otro, y a pesar de ello, y de una cierta tirantez al principio de su relación, los dos protagonistas logran entablar una férrea amistad. En cuanto a la segunda, se centra más en la diferencia de clases y sustituye la historia de amor por una de amistad, pero también encontramos a un personaje de clase social baja que debe aprender a guardar las apariencias en según que tipo de actos, e incluso algunas escenas parecen calcadas: como la de la ópera o la que los dos protagonistas cogen un avión privado propiedad del personaje acaudalado. Evidentemente en esta también hay un amigo que le advierte de su nueva amistad y le habla del problemático pasado de su nuevo ayudante y, si lo desean, pueden jugar a encontrar los paralelismos entre la ama de llaves de la película, con el director del hotel del film de Garry Marshall.

Probablemente nos encontremos frente a la película más sobrevalorada en lo que va de año, pero a diferencia de otros títulos, en este caso, resulta fácil reconocer cual es la clave de su éxito: se trata de un drama positivo que nos viene a contar que por muy jodidas que estén las cosas siempre se pueden encontrar factores que nos permitan seguir mirando hacia delante. Además, el film, juega a resultar políticamente incorrecto en algunas de sus secuencias, lo que supone un nuevo plus para caer en gracia. Súmenle dos buenas interpretaciones (especialmente conseguida la de Omar Sy, el ayudante) y ya tienen ustedes porque la cinta se ha acabado convirtiendo en el film de habla no inglesa más taquillero de la historia. Pero no nos engañemos. La historia no es nueva, los personajes no son nuevos, los acontecimientos ya nos los conocemos y nos los vemos venir de lejos, algunas situaciones ya las hemos visto, y en general la sensación es de que la cinta nos está intentando vender una moto que ya hemos comprado, anteriormente, en otras ocasiones.
Resumiendo: Cinta que busca tocar la fibra, haciendo reir y llorar al espectador, con una historia y unos personajes que terminan careciendo de originalidad.

1 piquitos de oro:

Cinemagnific dijo...

La peli la hemos visto miles de veces, pero está tan bien hecha y es tan sincera y hace tanta gracia, que engancha y gusta. Me encantó.

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