Contagio (2011)

Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar el virus.

No deja de resultar curioso lo mucho que pueden llegar a cambiar diferentes historias con una temática y/o premisa inicial similar, y los distintos caminos que la trama puede recorrer, en función de quien sea el encargado de llevar el proyecto a buen puerto. De esta manera si cogemos, por ejemplo, el caso de las películas de pandemias, virus y demás enfermedades masivas varias, resulta que la cosa puede derivar hacia una película de terror (La noche de los muertos vivientes, Infectados, 28 días después); la ciencia ficción (La amenaza de Andrómeda, 12 monos, Hijos de los hombres), la acción (Estallido), el drama (Blindness), el absurdo (The happening) o el morbo por el morbo que podrán degustar en algún que otro producto en formato telefilm emitido por televisión en las sobremesas de los fines de semana. Ahora nos llega una nueva visión, la del director Steven Soderbergh con el objetivo claro de desmarcarse por completo de todas las anteriores para ofrecernos un trabajo más cercano al... como decirlo... publi-reportaje.



No que no cambia son las ganas que le ponen en estos films a mostrarnos lo frágil que resulta el ecosistema de los humanos, que nos creemos los reyes del mambo pero que si un mono pilla el moquillo en lo más profundo de una selva africana o un pájaro se pone a cagar donde no debe en una recóndita población perdida en el culo del mundo, los resultados pueden resultar catastróficos para la población mundial, provocando miles de muertes y el consabido pánico que le seguirá por parte de los ciudadanos de a pie, lo que puede terminar derivando en el más absoluto de los caos conocidos llegando a sacar a relucir los más primitivos instintos de supervivencia. Así de frágil resulta nuestra civilización. Estamos todos condenados. Ténganlo en cuenta la próxima vez que no logren decidirse entre pedir los macarrones a la boloñesa o a la carbonara.

En la película una mujer de negocios vuelve a Estados Unidos después de un viaje de trabajo por Asia con un catarro de tres pares de narices. La cosa se irá complicando cosa mala hasta que, finalmente, la mujer fallezca y los médicos descubran que la muerte se ha debido a un desconocido virus que se contagia entre humanos a través del simple contacto. Poco a poco irán apareciendo nuevos casos, confirmando a las autoridades médicas que la epidemia se extiende a pesar de sus esfuerzos por controlar la enfermedad. Cuando la pandemia salga a la luz pública el miedo se apoderará rápidamente de todo hijo de vecino con los consecuentes saqueos y pánico generalizado.


Soderbergh nos presenta un film con un único protagonista claro que termina resultando ser la estrella de la película: el virus. Él es a quien sigue la trama contándonos su evolución desde los primeros brotes hasta su expansión mundial. A su alrededor el guión fabrica todo un entramado de pequeñas historias corales, algunas de ellas entrelazadas entre sí, donde se nos presenta al grupo de personajes secundarios que giran al compás que marca la pandemia. Entre ellos encontramos a una familia americana que verá cómo la enfermedad se lleva por delante a varios de sus miembros; a un alto cargo del control de plagas que deberá intentar controlar el virus; una científica francesa enviada a descubrir el origen de la epidemia, otra científica que intentará frenar el avance implacable de la enfermedad, o un bloguero empeñado en descubrir todo el alcance del problema y difundirlo en la red.

Y para ello cuenta con un elenco de estrellas como para mear y no echar gota con nombres tan solventes como los de Matt Damon (actor habitual en la filmografía de Soderbergh), Kate Winslet, Marion Cotillard, Jude Law, Laurence Fishburne, Gwyneth Paltrow o Bryan Cranston (de la serie Breaking bad). Sin duda se trata de un muy buen elenco puestos a disposición de un Steven Soderbergh ya habituado a este tipo de proyectos corales (Traffic o Ocean’s Eleven) y que, al parecer, le ha encontrado el gusto a esto de juguetear con el cine más comercial y el cine puramente de autor, traspasando la frontera entre ambos repetidamente y con total alevosía. Contagio, precisamente, se sitúa en la línea que separa ambas vertientes, aunque la atracción hacia lo comercial casi la hace decantarse.


La película pretende ser un retrato fiel a un posible "que pasaría si...". De manera que intenta mostrar al espectador qué es lo que ocurriría, paso por paso, en el caso de que una epidemia pusiera en peligro real la supervivencia de la raza humana, pretendiendo ser lo más veraz posible. Para ello se vale de distintas pequeñas historias para hacer que el espectador llegue a entender la magnitud de lo que está sucediendo en pantalla. Algunas funcionan muy bien (la de Matt Damon, por ejemplo, mostrando el drama de una familia cualquiera golpeada directamente por la enfermedad), otras no solo no funcionan sino que, además, hacen peligrar el fino equilibrio de la cinta (la de Marion Cotillard me pareció de lo más absurda e irreal). En general la película mantiene un buen ritmo aunque lamenté que la peli no se soltara un poco más el pelo a medida que las cosas se iban complicando de verdad, permaneciendo inalterable y empeñada en mantener una implacable contención formal.


Resumiendo: Los hipocondríacos se cortarán la venas y el resto de la población se entretendrá con una película coral que pretende mostrar con la mayor fidelidad posible lo que sucedería ante una pandemia global.


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