Primos (2011)

Las comedias son para el verano.


Resulta curiosa la evolución de la carrera del director español Daniel Sánchez Arévalo. Irrumpió en el panorama cinematográfico estatal en el año 2006 con su opera prima AzulOscuroCasiNegro, un brillante drama con toques de comedia, a la que le siguió, tres años más tarde, Gordos, una comedia con toques de drama. Ahora nos llega Primos, una comedia romántica al uso, con todas y cada una de las consecuencias, virtudes y clichés de este tipo de productos. Parece claro, pues, que las risas han ido ganando terreno en su, todavía, corta filmografía aunque mucho me temo que o se invierte pronto esta dinámica o, en breve, alguno de los títulos de sus futuras películas terminará con la coletilla “como puedas”. De lo que no habrá duda, no obstante, es que, de seguir el progreso actual, será una gran película.

A Diego lo deja plantado su novia cinco días antes de la boda. Por suerte, en estos casos, siempre puede uno contar con la familia para desahogarse y sus dos primos, Julián y José Miguel, no están dispuestos a dejarlo ni solo ni sereno. De hecho, en uno de esos momentos de lucidez que ofrece el alcohol, los tres primos deciden viajar hasta el pueblecito donde solían veranear de niños para que Diego pueda recuperar a la que fue su primer gran amor de juventud: Martina. Los primos llegarán al pueblo en plenas fiestas de verano, recuperando antiguas sensaciones y viejos conocidos aunque, como suele suceder, muchas de las cosas en el pueblo ya no son como recordaban.

Diego resulta ser el razonable del grupo aunque siempre se acaba dejando arrastrar por los que le rodean. Es un enamoradizo crónico que durante toda la película demuestra una alarmante falta de capacidad para tomar decisiones por sí mismo. Julián es el ligón del grupo (ataca a todo lo que se mueva). Es el más lanzado de los tres, el que los mete en los líos, tan divertido como chabacano, aunque de buen fondo y leal a los suyos. José Miguel, por su parte, está muy mal de lo suyo. Es un ex-militar aquejado de evidentes secuelas físicas y psicológicas, que necesita constantes atenciones y medicación para salir adelante. La prudencia es su ley de vida.

Tener a tres primos como protagonistas le sirve a Daniel Sánchez Arévalo para poder contar tres historias distintas. Así pues, Diego se centrará en recuperar el amor de Martina, mientras Julián intenta encauzar el camino de un viejo amigo que con el tiempo ha terminado convirtiéndose en el borracho del pueblo y José Miguel luchará por superar sus traumas con la ayuda de un niño de diez años con una hipocondría de caballo. No está mal la idea, especialmente porque las historias se irán entrecruzando entre sí y los primos se apoyarán unos a otros para lograr salir adelante con sus respectivos propósitos aunque, una vez llegado el momento de las resoluciones, prepárense para tres finales distintos y consecutivos. Tratándose, recordemos, de una comedia romántica con todos los exponentes del género, lo cierto es que la cosa puede llegar a saturar un pelín.

El director recurre a sus habituales Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo y Antonio de la Torre, vistos ya en algunas de sus anteriores películas y cortometrajes. Quim Gutiérrez ya demostró que podía ser un gran actor de comedia en la fallida Una hora más en Canarias y aquí se confirma como tal; Raúl Arévalo es un actor de lo más versátil y está divertidísimo en un personaje que le va cómo anillo al dedo; y Antonio de la Torre, que tiene un papel más secundario interpretando al borracho del pueblo, considero que es uno de los mejores actores de su generación, en un continuo estado de gracia que provoca que borde cada uno de los papeles que afronta. A su lado encontramos a Adrián Lastra (Fuga de cerebros), que interpreta al primo con la historia más floja; y a las tres chicas de la película: Inma Cuesta (de la serie Águila roja), Clara Lago (El juego del ahorcado) y Nuria Gago (Tu vida en 65'), que ejercen de contrapunto de los tres protagonistas.

Primos está construida a modo de entretenimiento con la firme intención de divertir. En ese sentido el objetivo se cumple con creces. La película parte de tres estúpidos que después de una situación estúpida deciden llevar a cabo una idea de lo más estúpida para cumplir unos objetivos a todas luces estúpidos. ¿No me negarán que pinta de lo más divertido? Para ello Daniel Sánchez Arévalo utiliza la fórmula de la comedia romántica, género denostado en los últimos años, lo que le obliga a hipotecar gran parte de la trama (obligada historia de amor y momento de ridículo personal del protagonista con el objetivo de conseguir el corazón de su amada incluidos) y a que resulte bastante previsible en muchos momentos, pero que suple con unos personajes tan divertidos como bien escritos, unas hilarantes situaciones cómicas y de enredos y una sensación global de “buenrollismo” que te arrastra durante toda la película y te acompaña un buen rato después de que haber abandonado la sala de cine.

Resumiendo: Divertida comedia romántica de enredos con la que pasar un buen rato riéndose uno a costa de su trío de personajes protagonistas.


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