La tapadera (1976)


Todo lo que siempre quiso saber sobre la lista negra y no se atrevió a preguntar

En el comienzo de la Guerra Fría se produjo un hecho conocido como "caza de brujas" que consistió en una persecución organizada por el senador Joseph McCarthy dirigida a personas que consideraban afiliadas al Comunismo. Las investigaciones se llevaron a cabo por parte del Comité de Actividades Antiamericanas con la intención de que América fuera lo más pura posible, apuntando a los sospechosos en una lista negra. Este hecho hizo que en Hollywood muchos trabajadores de la industria del cine y de la televisión se quedaran sin trabajo si no colaboraban o, en el caso de los guionistas, que tuvieran que cambiar de nombre para conseguirlo. Esto se puede ver en el excelente documental que ya comenté, Trumbo y la lista negra (2007), o en la película que en este momento pertoca, la comprometida y muy bien resuelta La tapadera (1977), de Martin Ritt, un director norteamericano que también fue apuntado en la lista negra, igual que el mismo guionista Walter Bernstein, y algunos actores de la película como Zero Mostel, Herschel Bernardi, Lloyd Gough y Joshua Shelley.


El protagonista absoluto de la película es Woody Allen, cuyo nombre aparece en las letras de crédito antes que el título del film, producido por el mismo Martin Ritt y por los productores de casi todas las películas de Allen, Jack Rollins y Charles H. Joffe. Allen es Howard Prince, un cajero de un bar que un día recibe en el local una visita de un amigo suyo y guionista de televisión, Alfred Miller (Michael Murphy, que trabajó con Allen tres años después en Manhattan), que le comenta que no ya no le ofrecen ningún trabajo porque le han apuntado en la lista negra. Necesita otro nombre, o más bien, otra persona que se haga pasar por él como guionista, por eso le pide ese favor a Howard, que acepta ofreciéndole Alfred el diez por ciento de lo que gane en cada guión que realice. Howard se suele gastar lo que gana en su trabajo en apuestas, debiendo dinero a un frutero interpretado por Danny Aiello (más que un papel parece un cameo por lo poco que aparece), y pidiéndoselo a un hermano suyo. Pero poco después, Florence Barrett (Andrea Marcovicci), que es la asesora de guiones de una cadena de televisión, se fija en su talento y el productor (Herschel Bernardi) le contratará para el guión de un programa. Todos se sorprenden de no haber oído nada de él anteriormente dada la calidad de lo escrito, a lo que Howard responde que hace poco que se puso a escribir. Aún así, volverá a pedir dinero a su hermano.


Con estas intenciones está claro que el personaje de Allen es el punto humorístico de la historia, ya que el trasfondo es bastante dramático. En algunas escenas se potencia la comedia con la interpretación de Allen, metiéndose en algún lío que otro, como cuando debe cambiar rápidamente una escena del guión en el mismo estudio debido a la urgencia del tiempo, sin poder salir de allí como lo intenta por todos los medios; o con la relación que empieza con Florence, nacida de la atracción que siente ella por la manera de escribir de él, sobre todo por conocer tan bien a las mujeres según sus textos. Algo que hará que Howard vaya a una librería a pedir varios clásicos de la literatura para empezar a introducirse en un campo totalmente desconocido para él. Y para ganar más dinero, aunque él dice que es por hacer un favor, le comentará a Alfred si no hay más tipos que conozca que también estén apuntados en la lista negra, sumándose de esta manera dos guionistas más en su labor de tapadera. Aunque la cosa se le complicará, sin que él lo sepa, cuando Hecky Brown (Zero Mostel) sea despedido de la cadena por ser miembro del Partido Comunista y al que quizás le vuelvan a dar una oportunidad si investiga a Howard, que es un buen amigo suyo, con la tarea de averiguar si encuentra algo que les interese para llevarle a testificar si hace falta.


Después de las letras de crédito, ya se puede intuir que el guión de Walter Bernstein irá dirigido a hacer una crítica de forma sarcástica hacia ese período de tiempo, con unas primeras imágenes de historia de allá por los años 50, tanto de guerras como de modelos en bikini, o de Marilyn Monroe y del mismo Rocky Marciano, escuchando de fondo la bella canción Young Heart, de Frank Sinatra. Destaca la buena dirección durante toda la película de Martin Ritt que realiza muy correctamente todas las escenas, resaltando en general el buen ritmo de la historia, aunque en algún momento pueda parecer que se ralentice un poco, pero es debido por las exigencias del guión. Y todos los actores que aparecen hacen una buena interpretación, pero sobre todo Zero Mostel, que murió un año después del estreno de esta película.


"Una muy simpática y funcional película que pone un toque de humor, con la presencia de Woody Allen, a la hora de exponer los momentos duros que tuvieron que pasar los que sufrieron la lista negra perpetrada por Joseph McCarthy"



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#1: 'Los famosos quieren saber'

Grandes momentos tv (XXVI)

The Benny Hill Show.

Bonus Track:

Programa de ràdio nº 56:


-ESTRENES: Harry Potter comença a dir adéu, però nosaltres fa temps que ens vam acomiadar d'ell.
-CALAIX DE SASTRE: Dejad que las niñas se acerquen a Salvador Sostres (o no!).
-NOTICIES DE CINE: Pamela Anderson provoca un tsunami a Indonèsia.
-DICCIONARI: Kurt Russell, con parche y a lo loco.
-NOTICIES DE TV: Una illa, Hugo, paradoxes temporals, JJ Abrahams i no parlem de Lost.
-ACTUALITAT TV: L'anàlisi polític del Jefe Dreyfuss.

Tot això i molt més, al nostre programa Nº56:

El verdugo (1963)


La muerte tenía un precio

Hace poco más de una semana nos dejó, a la edad de 89 años, Luis García Berlanga, el mejor o uno de los mejores directores españoles y, seguramente, el más entrañable. Durante los días que se han sucedido desde su muerte se han podido ver por la televisión algunos documentales que alababan su figura y su gran talento. Y lo que más se destacaba del genial director era su marcado perfeccionismo que le provocaba una tremenda inseguridad a la hora de rodar; cada vez que acababa la toma de algún plano decía: "vaya cagada". De ahí que el director Jess Franco titulara la biografía que escribió sobre su viejo amigo, Bienvenido Mister Cagada (Memorias caóticas de Luis García Berlanga, ed. Aguilar, 2005).


Otras cosas que contaba Berlanga en alguna entrevista era que esa verborrea frecuente que soltaba lo más probable es que fuera producto de su timidez, o sea, que le sirviera como defensa para hablar más él antes que los demás le formularan preguntas. Pero dejando aparte su manera de ser, de la que también se ha dicho que era un perezoso trabajador, la verdad es que en el cine fue único a la hora de juntar, de manera tan tajante, comedia y drama, sobre todo gracias también al tándem que hizo con el gran Rafael Azcona, que sucumbió en 2008 por culpa de un cáncer. Juntos crearon historias llenas de humor negro rodadas con grandes planos secuencia, algunas con menos valor que otras pero con momentos memorables, como La escopeta nacional (1978) o La vaquilla (1985), y otras tan perfectas e imprescindibles como la simpática e inolvidable Plácido (1961), o la que quiero homenajear en esta ocasión, El verdugo (1963), un glorioso, contundente y rotundo alegato contra la pena de muerte, que contiene frases tan intencionadas y escenas completamente eficaces que componen uno de los films mejor logrados de la historia del cine universal. Sorprendentemente, por lo trágico del tema y por la dura puesta en escena de algunos momentos memorables, la película pasó la censura franquista quizás al recibir el premio en el Festival de Venecia (en Italia, Franco era conocido como "el verdugo") y tener el reconocimiento del cine europeo. Pero para Franco, después de ver la película, Berlanga era "un mal español".


La historia empieza cuando un verdugo llamado Amadeo (José Isbert) se deja en la cárcel su maletín con las herramientas. Entonces, un trabajador de una funeraria llamado José Luis Rodríguez (Nino Manfredi) se lo lleva a su casa donde conocerá a su hija Carmen (Emma Penella). Sin esperárselo, pronto empezará una relación con ella y para quedarse el piso que desean tener deberá seguir con el trabajo de su suegro, algo que a él le resulta inhumano y que intentará evitar por encima de todo.

Sin duda, el protagonista absoluto, con cuya presencia el espectador se siente totalmente entregado, es el inigualable José Isbert, que murió tres años después de rodar esta película a la edad de 80 años. Esta fue su última aparición en la gran pantalla pero con Berlanga ya había aparecido anteriormente en Bienvenido, Mister Marshall (1953), Calabuch (1956), y Los jueves, milagro (1958), aunque casi todo el mundo lo recuerda por este papel. Juntando una total naturalidad y un enorme talento con una voz bastante afónica y un físico tan característico, sus personajes ayudan a que las historias tengan más credibilidad y, sobre todo, consiguen dejar una huella imborrable en el espectador. De ahí que Azcona y Berlanga, junto con el otro guionista Ennio Flaiano, tuvieran ese ingenio y esa sabiduría de dejarle para él las mejores frases de la película, cuyo resultado es pura delicia llena de ironía mordaz viniendo de la boca de un verdugo: “¿fuma usted? yo debía dejarlo por los bronquios pero no tengo coraje”; “me hacen reír los que dicen que el garrote es inhumano, ¿qué es mejor, la guillotina? ¿Usted cree que hay derecho a enterrar a un hombre hecho pedazos?”.


Se han comentado ya muchas cosas sobre esta película pero es que cuando uno la vuelve a ver se da cuenta de lo perfecta que es. Aparte de lo bien que se utilizan las elipsis, la historia es un fiel reflejo de la sociedad de la época, destacando el continuo deseo que tiene el enterrador protagonista de querer ir a Alemania para trabajar. También Berlanga tiene tiempo de hacer un guiño hacia los clásicos con la escena en que una pareja se acerca a un quiosco en la feria de libros y preguntan si tienen algo de Bergman o Antonioni, y les responden: "¿Bergman?, ¿la actriz?".

En cada escena hay algo destacable y la cantidad de personajes que aparecen tienen siempre un momento cómico impagable, algunos de ellos interpretados por Alfredo Landa, Agustín González, José Sazatornil, Chus Lampreave, Lola Gaos, o José Luis López Vázquez, cuyo personaje tiene bastante más importancia ya que es el hermano del enterrador protagonista. Y qué se puede decir de la manera cómo está introducido el humor en casi todas las escenas de la película. Mismamente, el personaje de López Vázquez es sastre y utiliza como modelo a su hermano para los arreglos de sus clientes, como se puede ver cuando se prueba una sotana; y poco después vemos al mismo personaje de López Vázquez midiendo la cabeza de sus hijos, diciéndole bruscamente su mujer (María Luisa Ponte) que lo de su padre no es hereditario. Y cuando se casa la pareja protagonista lo hace después de otra boda, de ahí que les vayan quitando las alfombras, los cojines, las flores y apagando las velas mientras el sacerdote les casa. Esta escena está basada en un hecho real que le ocurrió al mismo Berlanga cuando se casó con su única esposa, María Jesús Manrique (juntos han estado 56 años), después de otra ceremonia con mayor presupuesto que la suya.


“Un clásico español realizado por uno de los grandes, Luis García Berlanga, cuyo relato es el mejor alegato contra la pena de muerte, lleno de humor negro y con la actuación del simpático e inolvidable José Isbert”



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Ramona Flowers contra el mundo

#1: 'Dr. Jaus'

Scott Pilgrim contra el mundo (2010)

Dando Cera.

La pregunta que uno se hace antes de empezar a ver Scott Pilgrim contra el mundo es: ¿Puede un producto de estas características lograr encajar correctamente mundos tan dispares como son los del cine, el cómic y los videojuegos y lograr salir airoso? La respuesta, mientras se está viendo la película, termina cayendo por su propio peso: Si, si la dirige Edgar Wright. Y es que después de haber visto sus dos anteriores películas, Zombies party y Arma fatal (y teniendo todavía pendiente de visionado su serie para la BBC, Spaced), tenía claro lo mucho que admiraba a este director y lo acertada de su elección para llevar a cabo la adaptación cinematográfica del cómic original en el que se basa la película. Lo que no sabía era hasta que punto. Edgar Wright no sólo hace posible lo imposible, marcando un antes y un después en su carrera, sino que, además, se reivindica destapándose como un director global, más dotado de lo que algunos habíamos llegado a imaginar, sacando a relucir todas sus armas en la que, hasta la fecha, para un servidor, es la película del año.

El protagonista de la película, como no puede ser de otra manera, se llama Scott Pilgrim. Se trata de un muchacho de veintidós años, que vive en Toronto, Canadá, y que suele pasar sus ratos libres tocando el bajo en una banda local. Un buen día (es un decir porque en Toronto hace un frio de mil demonios y no para de nevar durante toda la película), Scott conocerá a la (literalmente) chica de sus sueños: Ramona Flowers, una chica norteamericana con una extraña tendencia hacia teñirse el pelo de colores chillones. Scott caerá rendido a sus encantos y, rápidamente, vencerá su timidez para pedirle una cita. Lo que nuestro joven protagonista no sabe es que para lograr estar con ella, primero, deberá vencer, en cruento combate al más puro estilo Street Fighter o el torneo de artes marciales de Bola de dragón, cómo ustedes prefieran, a los siete ex-novios de Ramona, obligado a (literalmente, de nuevo) luchar por el amor de su chica.

Esta claro que en el Hollywood actual, para interpretar a un protagonista joven, de pelo alborotado y cara de empanado tirando a nerd, hay dos alternativas claras: Jesse Eisenberg (Bienvenidos a Zombieland, La red social) y Michael Cera (Juno, Supersalidos). Ellos dos se están repartiendo los mejores papeles. Cera fue el escogido por Edgar Wright para ser, finalmente, Scott Pilgrim. Lo cierto es que es un actor que nunca me había inspirado demasiada simpatía debido, en parte, a su galopante falta de expresividad, pero debo reconocer que, después de ver la película, es imposible llegar a imaginarse a un Scott mejor que él. A su lado, encontramos a Mary Elizabeth Winstead (la animadora de Tarantino en su Dead Proof o la hija de John McClane en La Jungla 4.0) como Ramona y a Chris Evans (la antorcha humana de Los cuatro fantásticos) y a Jason Schwartzman (el prota de Academia Rushmore y el marido de la María Antonieta de Sofía Coppola), entre los malvados ex-novios.

Cualquier persona en su sano juicio, después de leer el argumento de la cinta, habrá llegado a la lógica conclusión de que la película es una absoluta memez. ¡Bingo! Sin duda alguna estamos ante una bizarrada de grandes dimensiones con un nerd metido a luchador de videojuego en continua pugna contra unos malvados, a cada cual más estrafalario, obligados a repartirse estopa y hostias como panes por ganarse el corazón de la chica de la película. ¿Quien dijo que el amor no era doloroso? Pero es que, además, el film es pura diversión desenfrenada, con tronchantes gags que se van intercalando a gran velocidad, ágiles diálogos y una ambientación de videoconsola (iniciada desde el mismísimo principio con el logo de la Universal) que ayuda a crear el mundo fascinante e irreal que envuelve la historia.

Scott Pilgrim contra el mundo es la película más tonta a la vez que rotundamente brillante que he visto en mucho mucho tiempo. Cuenta con un arranque de una media hora espectacular (antes de empezar a luchar), con unos personajes dotados de un carisma y comicidad que se les sale por las orejas, con unos malos de excepción (me encanta el malo made in Bollywood) y unas descacharrantes peleas perfectamente orquestadas y plagadas de fardadas que harán las delicias de los más descerebrados. Alguien podría llegar a pensar que la cinta se arriesga mucho, llegando a bordear el poder caer mal, por pretender ser demasiado cool (¿alguien sabe donde radica el límite para no resultar excesivamente moderniqui?), que podría sobrarle algún minuto de metraje o que algunas de las luchas se alargan en exceso. Podría ser. Pero todo esto se le disculpa porque el film cuenta con ese plus del que muy pocas películas pueden presumir, ese plus que te deja pegado a la butaca durante su visionado y que, tras su finalización, te provoca unas ganas incontrolables de salir a la calle a enamorarte de una chica con los pelos de colores chillones y luchar cuerpo a cuerpo con todos y cada uno de sus ex. Que demonios, si incluso me entraron ganas de ir a vivir a Canadá.

Resumiendo: Pasen, vean, disfruten.



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Programa de ràdio nº 55:


-ESTRENES: "Scott Pilgrim contra el mundo", tots volem una novia que es digui Ramona Flowers.
-CALAIX DE SASTRE: Un avís musical per pares que deixen escoltar el "Quesito Rosa" als seus fills: "Menor en tu defensa".
-NOTICIES DE CINEMA: Torna elprimerhombre i s'en va Berlanga.
-DICCIONARI: "Noche de Lobos", pelis xungues dels 80 a programes emblemàtics dels 90.
-NOTICIES TV: Perdidos en los realitys.
-ACTUALITAT TV: "Walking dead": más allá de la vida.

Tot això i molt més, al nostre programa Nº55:

Grandes monólogos cine (XII)



Memorable monólogo de Sterling Hayden en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964), del maestro Stanley Kubrick.

"(...) Estoy harto de consentir con los brazos cruzados la infiltración comunista, la subversión comunista, la conspiración comunista; esa corriente en la actualidad tan de moda que envuelve e infecta todos nuestros preciados fluidos naturales".

#2: 'Quesito News': Muere el productor Dino de Laurentiis

Splice. Experimento mortal (2009)

Larga vida a la nueva carne.


Splice es el nuevo exponente de un género cinematográfico que ha dado grandes títulos a lo largo de la historia: el del científico loco que juega a ser Dios. En este caso los científicos son dos, Adrien Brody y Sarah Polley, que encarnan, respectivamente, al ángel y al demonio, instalados sobre los hombros de la ciencia, luchando entre sí por salvaguardar o destruir los límites de la ética, a la hora de llevar a cabo sus experimentos. La película, además, nos vuelve a plantear, de nuevo, la eterna pregunta de si el fin justifica los medios. Que quieren que les diga, después de ver como suelen terminar la gran mayoría de éste tipo de películas a lo "mad doctor" a uno se le quitan las ganas de experimentar más de la cuenta.

En Splice encontramos a dos reputados científicos, matrimonio fuera de los laboratorios, que mediante la ingeniería genética y después de cruzar el A.D.N. de varios animales logran crear una especie de bicho/babosa del cual pretenden extraer una proteína para ayudar en los avances científicos para la cura de un gran número de enfermedades. Vean, pues, que el bienestar de la humanidad es el fin, veamos a continuación los medios. El siguiente paso lógico (lo de lógico sería un decir) sería el de introducir A.D.N. humano en la fórmula para lograr un nuevo bichejo, pero las empresas que patrocinan todo el experimento se cierran en banda ante tal posibilidad. Lo que ocurrirá a continuación es lo que ya se nos contó con lo de "la manzana de Adán y Eva". Ella, está dispuesta a seguir adelante con el experimento a escondidas de sus superiores, mientras él, por el contrario, prefiere obedecer, pero una y otra vez caerá en la tentación y cederá ante las intenciones de su pareja, lo que nos lleva a la primera conclusión de la película: la carne es débil (cójanlo en el sentido que más les convenga).

No hace falta ni decir que el experimento se les terminará escapando de las manos y que sus actos terminarán comportando graves consecuencias. La criatura crecerá, se hará mayor y cada vez será más difícil ocultarla del resto de empleados del laboratorio, pero el personaje de Sarah Polley no estará dispuesta a deshacerse del engendro debido a un creciente instinto maternal hacia el bicho (al parecer hay algún tipo de trauma con sus progenitores, pero la película no termina de darle cancha en ningún momento). A medida que el ser genéticamente alterado vaya creciendo empezará a desear más libertad de la que le ofrecen las cuatro paredes en las que se encuentra recluido y su comportamiento empezará a ser cada vez más errático. Dicho lo cual, les debo confesar que me solidarizo plenamente con la criatura, pues si un buen día, de pronto, me apareciera un pincho de la punta de la cola, mi comportamiento tampoco sería, precisamente, como de matrícula de honor.

El director de la película, el canadiense Vicenzo Natali, resulta todo un clásico de la ciencia ficción, con títulos como Cube, Cypher o Nothing, experto en thrillers clautrofóbicos, cuya esencia también encontramos en Splice, aunque con la incorporación de un elemento nuevo, como es el del monstruo. Adrien Brody (El pianista) y Sarah Polley (Mi vida sin mi) interpretan a la pareja protagonista con solvencia aunque sin alardes, y la criatura está interpretada por la francesa Delphine Chanéac, aunque por momentos hubiera jurado que la película significaba el salto de la cantante Sidney O'Connor al mundo de la interpretación.

El punto de partida de Splice me pareció muy acertado, con un arranque espectacular a medio camino entre el thriller y la ciencia ficción, con unos toques de terror, que va calando en el espectador. A medida que la criatura crece, la cinta se va volviendo más perturbadora, consiguiendo que nos solidaricemos más con la criatura que con sus creadores y acercándose más hacia el drama fantástico. La película avanza y su ritmo narrativo, a pesar de resultar irregular en algunos momentos, logra no decaer en exceso, aunque algunas de las decisiones de sus protagonistas cada vez empiezan a resultar más cuestionables, ya no sólo a nivel moral sino también a nivel de sentido común. Ya hacia su recta final la cosa pierde originalidad y termina convirtiéndose en algo que ya hemos visto en otras películas, a pesar de lo cual logra mantener un cierto interés hasta su final.

Resumiendo: Recomendable cinta con bicho de por medio, que arranca de forma espectacular para ir perdiendo fuelle y originalidad en su segunda mitad.



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Programa de ràdio nº 54:


- ESTRENES: Millor estar de ressaca que "salidos de cuentas".
- CALAIX DE SASTRE: Millor un pub irlandés que la visita del papa.
- NOTICIES CINEMA: Hi ha alguna cosa que faci més por que A Serbian Film? Sí, la Confederació Catòlica de Pares de Família i Pares d'Alumnes.
- DICCIONARI: El cinema que no et volien deixar veure a Valladolid.
- NOTICIES TELEVISIÓ: Extra! Els nois del Quesito no hem guanyat cap ondes ni hem ensenyat la cigala a la MTV.
- ACTUALITAT TELEVISIVA: Les males arts del "Museo Coconut".

Tot això i molt més, al nostre programa Nº54:

Dejad paso al mañana (1937)


Cosas de casa

Aunque una persona llegue a la tercera edad de forma saludable, la vejez es una etapa que conlleva aspectos tristes de la vida que aún hoy en día son un tema actual en la sociedad. Por ejemplo, para algunas familias los padres pasan a ser una carga cuando se hacen mayores, y eso se puede contemplar en la excelente y poco conocida película de Leo McCarey, Dejad paso al mañana (1937), donde se plantea un punto crítico en el que un matrimonio de anciana edad reúne en su casa a cuatro de sus cinco hijos (el que falta vive en California y no tiene casi contacto con la familia) para darles una grave noticia que no les habían querido decir anteriormente: se encuentran en una mala situación económica ya que hace cuatro años que el padre, Barkley Cooper (Victor Moore), dejó de trabajar e ingresar dinero y dentro de pocos días el banco se quedará con su casa. Como consecuencia, debido al poco tiempo que les queda para cambiar el fatídico hecho, los hijos tomarán una decisión aprobada con resignación por sus progenitores: cada uno de ellos vivirá con un hijo diferente, el padre con Cora (Elisabeth Risdon) y la madre, llamada Lucy (Beulah Bondi), con su hijo preferido, George (Thomas Mitchell), hasta pasados unos tres meses, cuando la otra hija, Nellie (Minna Gombell), pueda hospedarles a ambos, algo que su marido Harvey (Porter Hall) se niega en rotundo. A partir de esta premisa, McCarey nos ofrece una película cruelmente realista pero a la vez emocionante y magníficamente interpretada, que despúes de más de 70 años no ha perdido un ápice de actualidad.


El cambio de vida será muy acentuado para todos y McCarey lo expone de forma muy convincente, con escenas cotidianas y situaciones concretas en las que los padres no parecen congeniar muy bien con la vida rutinaria de sus hijos. Estos, además, no hacen mucho por la labor, como por ejemplo Cora, que cuida a su padre de forma bastante espantosa, que aunque tenga un carácter propio de su edad, es decir, desobediente en algunos casos, ella tiene unas ganas tremendas de quitárselo de encima, pensando más en su vida y olvidándose de la situación de sus padres. El contrapunto es un personaje llamado Max Rubens (Maurice Moscovitch) que es el dueño de un quiosco y que es un punto de apoyo y una buena amistad para Barkley. Y en cuanto a Lucy, su presencia en la casa de su hijo no pasa desapercibida para nadie, como para su yerna, Anita (Fay Bainter), que da clases de bridge en el salón y prefiere que la madre permanezca en su habitación para no alterar el ambiente y no despistar a sus alumnos; o como para la nieta Rhoda (Barbara Read), que ya no lleva a sus amigos a casa ya que su abuela no paraba de hablar con ellos, permaneciendo de esta forma más tiempo fuera, algo que preocupa a sus padres.


Lo que destaca por encima de todo son los diálogos tan bien llevados de todos los personajes y la recreación tan actual de problemas que suceden durante la convivencia de varias generaciones en un mismo hogar familiar. Además, la simple puesta en escena acentúa esa naturalidad con la que se representa el futuro incierto de los padres, cuyo mal trago no sólo es debido por la pérdida de su casa, sino también por no poder estar juntos durante esos duros momentos y por darse cuenta de que están siendo acogidos por sus hijos debido simplemente a una fuerza mayor. Los actores protagonistas, Victor Moore y Beulah Bondi, son los que llevan el peso de la película y sus interpretaciones, igual que sus personajes, son para recordar. El espectador disfruta de lleno y simpatiza por completo con ellos y con su emocionante y triste historia.

Orson Welles decía de esta película que "haría llorar a las piedras", y era una de las que más apreciaba McCarey de toda su carrera cinematográfica. Recordemos que este director también fue el autor de las dos versiones de Tú y yo, la primera de 1939, con Charles Boyer e Irene Dunne, y la segunda de 1957, con Cary Grant y Deborah Kerr; pero también de la que se considera la mejor película de los hermanos Marx, Sopa de ganso (1933), o la clásica comedia con el mencionado Cary Grant, La pícara puritana, del mismo año que la película que aquí nos concierne.


"Una preciosa película, casi desconocida, que expone con mucho talento tristes momentos de la vejez debido a los problemas entre hijos y padres en una misma convivencia familiar, pero donde hay lugar también para la simpatía"



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Wall Street: El dinero nunca duerme (2010)

La borsa o la vida.


Si tuviera que hacer una lista con los directores de cine a los que más he llegado a detestar a lo largo de mi vida, puedo asegurarles que Oliver Stone no sólo estaría en ella, sino que, además, se encontraría, sin duda, en una de las posiciones privilegiadas. No obstante, reconozco que sigo guardando cierto buen recuerdo de su Wall Street del año 1987 debido, en parte, a no haberla revisitado desde entonces (¿para qué estropearlo?). Ahora, veintitrés años después, nos llega su secuela usando por subtítulo una de las coletillas más repetidas en aquella primera entrega: El dinero nunca duerme. Por desgracia, para la película, el espectador si puede ser que se dé sus buenas cabezadas.

La película empieza con Gordon Gekko, el tiburón de las finanzas caído en desgracia, que protagonizó la primera entrega de Wall Street, abandonando la prisión después de haber cumplido su condena y comprobando, consternado, que nadie ha ido a recibirlo al otro lado de las rejas. Ni siquiera su propia hija, quien está a punto de casarse con un prometedor broker financiero, que no quiere, ni siquiera, oír hablar de su padre. Sin duda alguna, esta chica haría las delicias de todo buen psicoanalista, a punto de emparejarse con alguien tan parecido a su propio padre. Por cierto, por raro que pueda parecer, este dato lo verá claro todo Dios, salvo la propia protagonista, que se sorprenderá en gran medida cuando su pareja empiece a adoptar algún tipo de decisiones financieras moralmente reprobables.

El muchacho en cuestión, espabilado y echado pa'lante que es, no dudará en cuestionar la voluntad de su prometida, y ponerse en contacto con su futuro suegro (ya saben cómo son los americanos en estas cosas, les encanta tener que pedir las manos de las hijas y toda esa parafernalia). El problema está en que el tiempo transcurrido en prisión no le ha quitado un ápice de encanto y carisma al bueno de Gordon Gekko y, poco a poco, se irá camelando al joven emprendedor, aleccionándolo en el arte de lograr sobrevivir en la selva que es Wall Street. El chico entrará en el mundo de las finanzas arrollando, logrando hacerse rápidamente un nombre en el sector y logrando captar la atención de las altas esferas. Por lo demás, el dinero, el poder, las trampas, la venganza y la avaricia harán el resto.

El gran punto a favor con el que cuenta la película es el escenario, por el contrario, el gran punto negativo es la historia. La película es suficientemente hábil como para utilizar la actual crisis económica como telón de fondo donde hacer danzar a sus protagonistas. De este modo, la película se ambienta en el año 2008, donde asistimos a la quiebra de algunos bancos, la crisis de las hipotecas subprime y el crack bursátil de la época. Por desgracia, la historia no sabe aprovechar como debería el trasfondo, pasando de puntillas en algunos elementos y centrándose en una historia de relaciones personales y venganza tan descafeinada como poco creíble a la vez que previsible en muchos de sus aspectos.

Otro de los puntos positivos con los que cuenta la cinta de Oliver Stone es el de sus protagonistas, alternando actores tan de moda como Shia LaBeouf (el niño de Transformers y relevo de Indiana Jones), Carey Mulligan (nominada al Oscar por An Education) y Josh Brolin (No es país para viejos) con viejas caras conocidas como las de Michael Douglas, Susan Sarandon, Frank Langella e, incluso, Charlie Sheen, que se permite un cameo en el film. Si tuviera que destacar uno de estos nombres, sin duda, sería el de Michael Douglas, auténtica piedra angular de la película que logra que, cada vez que aparece en pantalla, suba el pan, dotando a su personaje de la fuerza necesaria y demostrando que, cuando quiere, es bastante mejor actor que las películas en las que suele intervenir.

Wall Street: El dinero nunca duerme, es una película fallida a pesar de tener un buen punto de arranque y mejores intenciones de lo que en un principio podría haber imaginado. El problema está en que sigo sin poder tragar a Oliver Stone (mejor provocador que director) y ciertas decisiones artísticas más que dudosas entre las que incluiríamos la gran metáfora que representa ver a un dominó cayendo para reflejar el crack de la borsa o la aparición de borrosos espíritus que se le aparecen al muchacho mientras se limpia las manos después de mear. Además, la historia no logra estar a la altura en ningún momento, resultando sosa, plagada de momentos tocho que no aportan nada y un final, horroroso como pocos, que incluso lograría hacer potar a Frank Capra. Y es que, al fin y al cabo, uno termina teniendo la sensación de que la historia, al fin y al cabo, simplemente termina siendo una excusa para poder hacer una secuela de Wall Street, aprovechando el momento financiero actual.

Resumiendo: Por desgracia, la película se ve obligada a arrastrar una historia que no logra estar a la altura del personaje principal ni del trasfondo económico actual en el que se ambienta la cinta.



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Pax Americana y la conquista militar del espacio (2009)


La Guerra de las Galaxias

El ser humano se ha enfrentado en infinidad de ocasiones tanto por tierra, mar y aire, pero en el muy interesante documental, de producción canadiense y francesa, llamado Pax Americana y la conquista militar del espacio (2009), del director Denis Delestrac, se habla de una posible militarización del espacio que podría desembocar, en el peor de los casos, en una guerra espacial. Por supuesto, que esto ocurra es algo que depende del hombre, pero sobre todo de los Estados Unidos de América, cuyo potencial armamentístico es muy amplio y es el país que tiene mayor cantidad de satélites en órbita. Además, desde la Fuerza Aérea de EUA se garantiza el acceso al espacio y también se limita; y en los anuncios publicitarios de la Academia de la Fuerza Aérea de Colorado Springs se incita a los jóvenes a que ingresen dejando clara su prepotencia: "Nadie está a nuestra altura". Al fin y al cabo, en EUA de cada dólar de impuestos cincuenta centavos van para el Pentágono.


Y si nos fijamos en el título, Pax Americana ya viene a englobar el objetivo de EUA, basándose en su influencia en los demás países y en su categoría de gran superpotencia que debe asegurar la paz en el mundo, algo que algunos países como Irán, Corea del Norte, China, o Rusia (como ya hizo la URSS) no van a permitir, ya que no quieren que haya un único alto mando allá arriba. Y aquí se deben introducir otros hechos, como la pertenencia de armas antisatélites, misiles balísticos y escudos antimisiles. De ahí que también entre el debate de si las intenciones de EUA de verdad sean pacíficas o más bien hostiles. Hay que recordar que en 1983, Ronald Reagan ya propuso un sistema de defensa contra misiles balísticos llamado Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), que fue comúnmente conocido como Stars Wars; y George Bush, cuando llegó a la presidencia, dejó claro sus dos objetivos primordiales: acabar con el régimen de Saddam Hussein y crear escudos antimisiles.

El mayor problema del poder militar espacial es que es muy importante para cualquier país y si se produce cualquier enfrentamiento podría provocar, como se dice en el documental, algo parecido a "un Pearl Harbor electrónico". Esto se debe a que hay unos 1.000 satélites en órbita propiedad de 45 naciones y que tenemos una gran dependencia de ellos, sin cuya actuación el caos sería ipso facto en cualquier ciudad del mundo. Otro problema obvio es la cantidad de basura espacial que produciría cualquier destrucción y que se sumaría a las toneladas de restos de cohetes y satélites que ya se encuentran en órbita.


El documental también nos recuerda hechos fundamentales en la historia, como que desde mediados del siglo XX el hombre ya tuvo constancia de la importancia de liderar en el espacio, cuando los rusos lanzaron en 1957 el primer satélite artificial, llamado Sputnik 1. Anteriormente, en 1944, ya se había creado el primer cohete, el V2, por orden de Adolf Hitler. Su creador fue Wernher von Braun que después de la Segunda Guerra Mundial emigró a EUA a través de la Operación Paperclip, que consistió en una operación realizada por el Servicio de Inteligencia y Militar de los Estados Unidos para extraer de Alemania a importantes científicos que habían trabajado para los nazis. El propio Braun fue nacionalizado estadounidense en 1955 para que se integrara en la NASA, llegando a ser su dirigente (fue una inspiración para el personaje del Dr.Strangelove de Kubrick).


Todos estos datos son inteligentemente enfocados hacia un mismo destino por Denis Delestrac, de manera que el espectador está enganchado a la pantalla desde el mismo inicio hasta el último segundo. Las opiniones de expertos, el material de archivo, la cantidad de gráficos y de animaciones, están muy bien utilizados, diviendo el documental en tres apartados generales: 1. La amenaza. 2. El engaño. 3. El camino. La lástima es que este documental se ha podido ver únicamente en algunas ciudades españolas y en Santiago de Chile, ya que ha estado programado en El Documental del Mes, una iniciativa de la productora Parallel 40, que en palabras de la misma web (http://www.eldocumentaldelmes.com/) "tiene como objetivo acercar el género documental al mayor número de espectadores posible e incrementar la presencia del documental europeo en las pantallas cinematográficas".


"Un buen documental que nos advierte de que La Guerra de las Galaxias podría dejar de ser una ficción"



Leer critica Pax americana y la conquista militar del espacio (pax americana and the weaponization of space) en Muchocine.net

Programa de ràdio nº 53:


- ESTRENES: "The Town", Ben Affleck pel davant i pel darrera (de la càmera).
- CALAIX DE SASTRE: “Masturbación”, un dels grans hits de la “Liga por la Educación Audiovisual”.
- NOTICIES CINEMA: Las mañanas de Cuatro, A Serbian Show.
- DICCIONARI: Especial Halloween.
- NOTICIES TELEVISIÓ: “Los ángeles de Smallville”.
- ACTUALITAT TELEVISIVA: Contraprogramació: Felipe y Leticia en lluita contra l’invasor romà (Hispania).

Tot això i molt més, al nostre programa Nº53:


#1: 'La cocina de los famosos': M. Night Shyamalan

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