Estrenos TV

SOY ADICTO (Cuatro): En Cuatro, después de enseñarnos a cuidar de nuestros hijos pequeños con la Supernanny, a educar a los adolescentes con Hermano mayor, a como controlar la economía familiar con Ajuste de cuentas, ahora, han decidido que ha llegado el momento de mostrarnos el proceso de desintoxicación de un adicto a las drogas. Por mi parte, seguiré esperando ansioso a que nos enseñen a acertar el euromillón o, en su defecto, a hacer un desfalco de los gordos sin que le pillen a uno.

Esto resulta que es una adaptación de un formato holandés de gran éxito (que no se ha repetido en nuestro país, vistos los datos de audiencia), que consiste en meter a diez adictos de distintos tipos (coca, heroina, alcohol) en un centro de desintoxicación durante cuatro semanas, durante las cuales deberán superar sus adicciones a través de distintos tratamientos, terapias y actividades. El programa tiene previstos controles de orina semanales e, incluso, se verán imágenes en las que dejan entrar en el centro a perros entrenados para rastrear droga (no olviden que esto es un programa de televisión y se tiene que dar espectáculo). Además, entre los participantes encontramos a un tenista que llegó a ser el número quince de España antes de caer en el mundo de las drogas.

El programa nos muestra drama y miserias humanas en estado puro, aderezado con los comentarios de los familiares que son debidamente entrevistados por el programa para dar sus opiniones. Particularmente estoy en contra de este tipo de formatos que se ganan la vida con la desgracia de los demás y, aunque espero que los participantes de este espacio logren enderezar sus vidas, debo reconocer que no le veo ningún encanto televisivo a ver a un yonki poniendo una lavadora.

GAVILANES (Antena 3): Como ya ocurriera con “Sin tetas no hay paraiso”, Antena 3 ha optado por adaptar una telenovela sudamericana (“Pasión de gavilanes”) con la intención de darle un mayor empaque televisivo convirtiéndolo en una serie semanal y emitiéndola en prime-time. Además la cosa cuenta con los de La trinca en la producción.

La cosa va de tres hermanos a los que se les muere la hermana pequeña en un accidente de tráfico. En el momento del accidente, la joven iba acompañada de un hombre, con quien mantenía relaciones, que también fallece en el acto. Este hombre resultará ser un hombre casado y adinerado, padre, a su vez, de tres hijas en edad de merecer. Total, que el accidente lo había orquestado la viuda del fallecido y los tres hermanos oliéndose el percal, optarán por entrar a trabajar en la empresa familiar para descubrir que pasó en realidad. ¿Van siguiendo la trama? La cosa más o menos es como un “Siete novias para siete hermanos”, pero con menos gente y una trama de asesinatos de por medio.

La serie es un absoluto horror. Es veneno. Los tres hermanos dan lástima y todo de lo malos que son, y tanto los personajes como los diálogos con tan artificiales que no te los puedes llegar a creer ni con botella y media de coñac entre pecho y espalda. Si tuviera que quedarme con algo (obligado, se entiende), me quedaría con, la que todo apunta a que será, la mala de turno, la actriz Carmen Elias (Camino) y con el bar del pueblo, llamado “La frontera”, una especie de Bar Coyote donde siempre hay chicas bailando de forma sensual sobre la barra (por cierto, que la rubia de pelo corto que baila tiene una manía bárbara a mirar a cámara, que alguien le diga algo, por favor). A pesar de todo lo dicho la audiencia está siendo buena, que le vamos a hacer.

CRACKS (Cuatro): Nuevo reality de esos de buscar a gente para que haga cosas. En esta ocasión, se busca a jóvenes de más de dieciséis años que sepan jugar a fútbol. Los diecisiete mejores podrán entrar en una academia donde perfeccionar su técnica con el balón, ayudados de un entrenador de lo más peculiar: El mono Burgos, el que fuera portero del Atlético de Madrid (que viendo su estado de forma actual no está muy en condiciones de predicar con el ejemplo). Además, el mejor de ellos se ganará el derecho de realizar la pretemporada con el Atlético de Madrid.

El programa está presentado por Nico Abad (Soy el que más sabe de televisión del mundo, Deportes Cuatro) y cuenta con dos padrinos de lujo: Enzo Francescoli y Zidane. El programa se encargó de repetir hasta la saciedad lo de padrinos de excepción, lo que no dijo era cual era su cometido, porque aparte de presentarse a dar la mano a los candidatos poco más hicieron.

La audiéncia fue paupérrima, lográndo el sábado un 2,9% y al domingo un 3,7% de share. Visto lo visto, alguien de Cuatro ya debe haberse dado cuenta que estrenar un reality de fúbol, precisamente, a la hora del fútbol (el sábado el Madrid jugaba a las ocho de la tarde, hora de emisión del programa) no acabó de ser una idea de las que se pueda llamar brillantes.

BODAS CRUZADAS (Cuatro): He aquí el nuevo programa de Patricia Gaztañaga (El diario de Patricia) en el que cogen a cuatro parejas con deseos de contraer matrimonio y les ofrecen pagarles toda la ceremonia siempre y cuando cumplan las normas que les establece el reality: 1. La boda se celebrará dentro de quince días; 2. Las parejas tendrán que vivir separadas durante todo este tiempo (algo que tampoco es que me acabe de creer, ya por mucho que firmen un contrato dudo mucho que la organización coloque espías para seguir a los novios día y noche); y 3. Las bodas las organizarán íntegramente los chicos.

Esto conlleva que ellos se tengan que ocupar de cosas como el traje de la novia (aquí el follón está servido porque una de ellas asegura que si no le gusta el traje se pondrá a llorar en medio de la boda y, evidentemente, el novio escoge justamente el vestido que ella no quería), que tengan que hacer la lista de los invitados (nuevo follón debido a que uno de los novios no tiene intención de invitar a una de las amigas de la novia con la que se lleva como el culo) o que tengan que elegir la comida que se servirá durante el enlace (evidentemente nuevo foco de conflictos, en este caso, consuegros incluidos).

Reconozco que el programa me hizo mucha gracia porque es absolutamente destructivo (como ya lo fuera el mítico “Confianza ciega”) y parece como si el objetivo del programa fuera que las parejas cortaran en vivo y en directo. De hecho una de las parejas ya abandonó a los cuatro días debido a que la novia era incapaz de soportar la presión. Rápidamente fue sustituida por una nueva pareja dispuesta a no dejar pasar la oportunidad que el programa les estaba brindando (evidentemente no sabían la que se les venía encima).

El programa del domingo acabó con la despedida de solteras de las chicas, pasándoselo bomba sobando a los boys y metiendo mano a todo lo que podían, mientras el programa iba intercalando comentarios de sus futuros maridos diciendo que a sus respectivas parejas esto de las despedidas y de los boys no iba con ellas. Se pudo ver lo bien que se conocían las parejas y lo preparadas que estaban para el matrimonio.

A pesar de todo la audiencia fue mala, y el domingo no pasó de un 4,6% de share, lo cual nos vendría a decir que, o remonta de una forma espectacular, o tiene los días contados.

QUIERO CANTAR (Antena 3)/CÁNTAME UNA CANCIÓN (Telecinco): Que las dos cadenas privadas más grandes del país estrenen exactamente el mismo programa, con el mismo formato, con apenas dos días de diferencia, es algo tirando a raro, para que nos vamos a engañar. Que el resultado final de ambos sea igual de plomizo, ya no lo es tanto. La cosa va de niños que cantan, algo que no es muy nuevo que digamos, por mucho que ambas cadenas se esfuerzen en vendernos la moto de que esto iba a ser la bomba padre.

El domingo se estrenó el de Antena 3, con Jorge Fernández (La ruleta de la fortuna, Esta casa era una ruina) como presentador, en el cual separaban a los niños en dos grupos el “equipo de los peques”, niños de cinco a ocho años, más o menos, y el “equipo de los mayores” con niños ya más creciditos de trece y catorce años. Nada más aparecer el primer niño y ponerse a cantar el “América” de Nino Bravo ya vi claro que la cosa se me iba a hacer muy cuesta arriba (curiosamente en el de Telecinco se volvió a cantar esta canción). Además, el programa se trajo a dos invitados de lujo: Coti y Isabel Pantoja que, gustosos, se pusieron a interpretar sus canciones con los niños. Un tostón de los que hacen época, créanme.

El martes se estrenó el de Telecinco, con Pilar Rubio (Más que baile) como presentadora. El presentador previsto iba a ser Xavier Sardà, pero parece ser que al final se lesionó (o vio que la cosa no prometía demasiado, vayan ustedes a saber) y no pudo conducir el espacio. Además de Pilar, el programa cuenta con un jurado formado por Noemí Galera (Operación triunfo, Tú si que vales), Jesús Vázquez, David Civera y David Bustamante. Éstos últimos, ya para desgracia generalizada, también se lanzaron a cantar con los pequeños (e incluso desafinaron más que ellos). Terrible. Nada que destacar. Yo, nada más ver que Bustamente llevaba la camiseta más abierta y enseñaba más pecho que Pilar Rubio ya vi que la cosa no iba bien.

Lo curioso del caso es que las audiencias han sido desiguales a pesar de tratarse del mismo formato. Así pues, mientras Quiero cantar se quedaba con un horrible 10,5% en la noche del domingo, Cántame una canción lograba un pasable 16,2% de share, en la noche del martes. Las cadenas no acaban de ponerse de acuerdo y, todo parece indicar, que la audiencia tampoco.

Lola Montes (1955)


Yo soy esa

Lola Montes, la última película del magnífico director Max Ophuls, se reestrenó recientemente en algunos cines de Madrid y Barcelona, dando la oportunidad a unos cuantos privilegiados espectadores para descubrir una verdadera obra maestra, la única que Ophuls realizó en color. Restaurada fotograma a fotograma por la Cinemateca Francesa y estrenada en Cannes en 2008, por fin ha llegado a España en Alta Definición, y por suerte, con el montaje original del director, ya que el film de Ophuls llegó a ser manipulado por los productores y montado en varias ocasiones.


Sin haber visto esta última versión, Lola Montes contiene una historia planteada con brillantez, en la que el espectador se siente atraído desde la impactante escena inicial en la que un maestro de ceremonias de un circo (Peter Ustinov) nos presenta a una atracción de feria, o como dice, a "un monstruo sanguinario con ojos de ángel", que no es otra que Lola Montes (Martine Carol), una mujer que ha tenido infinidad de amantes, tanto de la alta aristocracia como estudiantes, y a la que el público, en la primera parte del espectáculo, le hará preguntas de todo tipo, mientras ella estará sentada en el centro del escenario. En el resto del espectáculo se irá contando parte de su historia, mientras ella irá cambiando su vestuario, igual que todo el decorado, y su pasado será escenificado en la película mediante flashbacks.


El guión de este anodino relato fue escrito por el mismo Ophuls, junto con Jacques Natanson y Annette Wademant, basándose en la novela de Cécil Saint-Laurent. Su protagonista, Lola Montes, fue un personaje real del siglo XIX, cuyo nombre verdadero era María Dolores Eliza Rosanna Gilbert. Se hizo famosa como bailarina de danza española (de ahí que se pusiera el nombre de Lola Montes) y como amante de Luis I de Baviera. Y parte de sus infinitas relaciones amorosas son narradas con un estilo impecable por Ophuls, elegante hasta el más mínimo detalle. La escena del primer amante que aparece en la película, el músico llamado Franz, es un prodigio de delicadeza, con unos diálogos sinceros que resaltan por su calidad. Pero realmente, la secuencia que tiene más importancia y que contiene los mejores momentos del film (aparte de dicha escena inicial del circo) es la relación de Lola con el mencionado rey Luis I de Baviera, muy bien interpretado por Anton Walbrook. Desde la manera en que se conocen hasta toda la relación que tienen como amantes, Ophuls logra una puesta en escena gloriosa, donde tiene cabida hasta el humor más inteligente y agudo. La sordera que tiene el rey está muy bien utilizada y hay que destacar dos momentos simpáticos: primeramente, la escena en la que Lola se rompe su vestido para demostrar a su Majestad de que tiene un buen físico, pidiendo el rey de inmediato una aguja e hilo para remendar el vestido, viendo después correr a unos cuantos por palacio para conseguir llevar al rey lo que ha pedido. Una escena rodada con pocos planos pero moviendo la cámara con acierto. Y la segunda escena es la que vemos al rey preguntando a unos pintores de cámara cuánto tiempo han tardado en pintar los cuadros que le muestran, eligiendo él al pintor que ha tardado más para hacer un retrato a Lola y de esta manera permanecerá a su lado el tiempo que sea necesario. 


Esta película fue la última de una trayectoria llena de obras tan conocidas y veneradas por público y crítica, como Carta de una desconocida (1948), La ronda (1950), El placer (1952), o Madame de...(1953), percibiéndose en todas ellas una maestría a la hora de mover la cámara, como en el primer gran relato de El placer. Y en Lola Montes hay que sumarle la fotografía en color, destacando planos azulados y rojizos, como en la escena de presentación de Lola Montes. Un contraste de colores que ayuda a dar vigorosidad a la película, aumentando por momentos la crueldad de la historia y enfatizando sentimientos confrontados en el personaje de Lola Montes.


"Lola Montes es puro espectáculo, donde un personaje es mostrado al público con todas sus consecuencias, realizado con gracia y perfección en todos sus matices, siendo la consagración definitiva de Max Ophuls como uno de los grandes de la historia del cine"



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Las malas lenguas (XIV)


«Creo que el matrimonio gay es algo que debería suceder entre un hombre y una mujer.»

«El dinero no da la felicidad. Ahora tengo cincuenta millones pero ya era feliz cuando tenía cuarenta y ocho.»

«Yo admiraba a Hitler… siendo un hombrecillo con poca educación formal llegó a la cima del poder. Y lo admiro por ser tan buen orador, y por su forma de llegarle a la gente, y demás.»

Comentarios de Arnold Schwarzenegger, político de acción y actor de derechas.

Alicia en el país de las maravillas (2010)

Alice, ¿Who the fuck is Alice?

Esta “Alicia en el país de las maravillas” no es “Alicia en el país de las maravillas”. Me voy a expliar, más bien vendría a ser un “Alicia en el país de las maravillas” revolution, reloaded o como ustedes prefieran, porque, Tim Burton, en lugar de contarnos la historia que ya conocíamos (y que dio origen a la película de animación de la Disney) llevándola a su particular y personal visión, lo que ha hecho es coger a los personajes originarios de la novela de Lewis Carroll y contarnos lo que les ha sucedido unos años después. Rápidamente a uno le viene a la cabeza el fallido experimento de Steven Spielberg que terminó siendo Hook. Dejando de lado si era o no necesario recuperar a los personajes clásicos y su mundo de fantasía para contarnos una nueva aventura, lo cierto es que la película de Burton ha terminado resultando bastante superior a la de Spielberg que, por otro lado, era un absoluto mojón.

La película empieza presentándonos a esta nueva Alicia, una chica de diecinueve años que apenas recuerda su viaje al país de las maravillas, diez años antes, identificándolo con una especie de sueño recurrente. Como la chica ya está en edad de merecer, su familia la ha medio prometido con el tipo más soso de la capa de la tierra (por muy lord que sea, nada menos). Alicia, viendo la que se le viene encima, se escaquea huyendo tras un conejo blanco al que, parece ser, que nadie más puede ver. Al igual que en su primera visita, Alicia caerá por una madriguera y deberá encogerse para poder cruzar una pequeña puerta que le lleve hasta el país de las maravillas. Resulta curioso que esta primera vez que Alicia encoge, aparece con un nuevo vestido, hecho a medida, debajo del otro vestido que le ha quedado enorme. La cosa es rara, pero más rara se volverá cuando, en posteriores mutaciones de tamaño, no aparezca ningún otro vestido acorde con el nuevo tamaño. ¿Es este, acaso, el país de las maravillas de la alta costura?

Total que Alicia llega de nuevo al país de las maravillas, pero los personajes que allí habitan no acaban de tener del todo claro si es la misma Alicia que ya les visitara diez años atrás o no, a la vez que ella es incapaz de recordar. El caso es que la han traído de vuelta porque la necesitan para luchar contra la malvada reina roja, a quien pretenden derrocar, en favor de su cándida hermana la reina blanca. A medida que Alicia vaya adentrándose más en este mundo de fantasía, irá recordando quien es y cual es su misión en toda esta historia.

Tim Burton (quien en los últimos años ha mostrado una trayectoria de lo más irregular), para esta nueva aventura cinematográfica vuelve a contar con sus dos actores habituales: Johnny Deep, que interpreta al sombrerero loco (maquillado como el cantante de un grupo punk moñas de los años '80) en un papel pasable, aunque en un momento en que se marca un ridículo baile a uno le entran ganas de arrancarle la piel a tiras; y Helena Bonham Carter, como la reina roja (de gran cabezón), fantástica tanto en su caracterización como en su interpretación de niña mimada, que termina por convertirse en la gran sensación de la película. Además, en la cinta también encontraremos a Anne Hathaway, como la pava de la reina blanca (que con su tez pálida, el pelo decolorado y las cejas negras me recordaba a la Marta Sánchez de la época de Olé Olé); y a Mia Wasikowska, como Alicia, correcta aunque en ocasiones tienda a gesticular menos que un tronco.

Caben destacar, también, el gran número de personajes animados que pueblan la cinta, como los fantásticos soldados de la reina roja, el bicho peludo a topos que ataca a Alicia al poco de llegar al país de las maravillas (que me recordaba poderosamente al de Monstruos S.A. con el moquillo), la liebre, que más que de café parece que vaya de speed, la oruga que fuma en pipa convertida en una especie de maestro Yoda, el conejo que llega tarde a todos lados, los gemelos incapaces de ponerse de acuerdo o el gato de Cheshire, que conserva intacta su capacidad de evaporación, aunque termine resultando mucho menos enigmático que en el original.

Quizás porque había oído cosas absolutamente terribles de esta nueva aproximación al universo de Lewis Carroll, lo cierto es que me esperaba lo peor. A la hora de la verdad, la cosa no fue para tanto. La película, en su global, se me hizo entretenida, con el sello de la estética Burton presente en buena parte del metraje y con una reina roja en estado de gracia (que sigue con sus buenas costumbres de jugar a golf con flamencos en lugar de palos y erizos en lugar de pelotas). A pesar de todo, soy consciente de sus defectos, que los hay, no nos engañemos: los personajes buenos no están a la altura de los malos (algo habitual, por otra parte, en la filmografía de Burton), la película decae hacia la mitad y es inevitable tener la sensación de que todo lo que se está viendo es absolutamente innecesario y que se lo podrían haber ahorrado dedicando su tiempo y trabajo a proyectos más oportunos. Además, como no, la película también ha llegado a las salas en 3-D, técnica que aprovecha el señor Burton para conseguir mayor profundidad en sus planos marca de la casa y que a poco que se ponga a ello, terminará dominando como pocos y logrando sacarle un gran provecho.

Resumiendo: Película entretenida con una gran reina roja que, no obstante, no evita el hecho de que sigamos pensando que esta continuación de las aventuras de Alicia, no era necesaria.



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Nadie sabe nada de gatos persas (2009)


En busca de la música prohibida

Basada en hechos, lugares y personas reales, la última película del director kurdo-iraní Bahman Ghobadi, Nadie sabe nada de gatos persas, profundiza en el tema de la prohibición total en Irán de la música procedente de occidente, con una carga reivindicativa del derecho a la libertad de poder hacer la música que uno quiera. Para ello, Ghobadi quería explicar una historia de dos cantantes lesbianas pero conoció a una pareja de jóvenes músicos, Ashkan Koshanejad y Negar Shaghaghi, a los que pidió que antes de que se marcharan a Londres protagonizaran su película (parte de su caso es el mismo que se explica en la película). La historia fue escrita por Ghobadi en dos días y el rodaje duró unos dieciocho, poco antes de que estos tuvieran que partir. La historia es la de un chico y una chica que acaban de salir de la cárcel y quieren formar un grupo de rock indie, pero conseguir los permisos para hacer un concierto en Teherán es casi una utopía. Él desea salir de Irán porque quiere hacer música de verdad, pero tendrán que buscar unos pasaportes y visados para poder marcharse. Con la ayuda de un tal Nader (Hamed Behdad), un tipo que les hace tanto de mánager como de productor, intentarán escaparse de su propio país.


Dirigida como un documental mezclando el formato de videoclip musical, Ghobadi ha querido mostrar su opinión crítica sobre la prohibición de algo que tanto le apasiona, la música. Algo que ya quedó claro en su anterior trabajo, Media luna (2006), donde el protagonista, un músico llamado Mamo, consigue por fin el permiso para dar un concierto en el Kurdistan iraquí. En la historia también aparece una aldea de mil trescientas mujeres exiliadas a las que se les prohíbe en Irán cantar en público, sobre todo delante de los hombres. Y es que desde hace unos treinta años, la música occidental ha sido prácticamente prohibida por las autoridades iraníes, habiendo miles de bandas que intentan hacer su propia música a escondidas. Hasta el mismo Ghobadi ha tenido problemas en muchas ocasiones para obtener permisos para realizar sus películas, de ahí que aparezca al inicio de esta película cantando en un estudio como claro mensaje reivindicativo. También fue encarcelado por haber criticado al presidente del país, Mahmud Ahmadineyad, y sus películas se pueden ver en su país únicamente de forma clandestina. Ahora vive entre Irak, Alemania y EEUU.


Sin embargo, aunque sus intenciones para esta película sean bastante acertadas y muy necesarias, Ghobadi falla a la hora de darle un hilo argumental a la historia. Lo mejor de la película son las buenas canciones de la banda sonora, aunque no están muy bien unidas con la historia, sirviéndole únicamente a Ghobadi para hacer vídeos musicales mostrando imágenes de Teherán. Eso sí, el espectador puede disfrutar tanto de música indie, como heavy metal o rap persa. Lástima que el resultado no haya sido tan interesante como la propuesta. Quizás Ghobadi tenga que volver a sus películas dramáticas, o más bien trágicas como Las tortugas también vuelan (2004) o Un tiempo para los caballos borrachos (2000), con sus frecuentes toques de humor. En esta película encontramos un leve atisbo del humor de sus anteriores películas, pero poco o nada del acierto cinematográfico.

"Floja historia narrada en modo documental, en la que destacan las intenciones de Bahman Ghobadi y la buena banda sonora"




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Ugly Americans. 1ª Temporada. (2010)


Donde viven los monstruos.

Nueva York está entre las aglomeraciones urbanas más grandes del mundo, en 2005 se hablaban casi 170 idiomas en la ciudad y el 36% de su población había nacido fuera de los Estados Unidos. La nueva serie animada de Comedy Central recurre a monstruos, zombies y demonios para hacer una divertida alegoría sobre toda esta diversidad cultural. La historia se desarrolla en un mundo alternativo donde la Gran Manzana continúa siendo uno de los principales puertos de entrada de inmigrantes, solo que en vez de puertorriqueños, italianos, dominicanos o chinos, encontramos a todo tipo de iconos del imaginario terrorífico. En líneas generales podríamos decir que Ugly Americans hace por el terror lo mismo que en los últimos años ha hecho Futurama por la ciencia ficción, solo que, a diferencia de la serie creada por Matt Groening, esta se aleja del "mainstream" y se decanta por una estética fea y marginal, con altas dosis de mala baba.


La trama gira en torno a las actividades de Mark Lilly, un asistente social que trabaja en el Departamento de Integración junto a Leonard, un mago alcohólico que lleva años sin dar un palo al agua. Mark comparte piso con Randall, un zombie mohoso y come cerebros, y mantiene una extraña relación amorosa con su jefa, una diablesa en el sentido literal. La serie es una comedia de situación donde el protagonista debe solucionar un caso por capítulo, él siempre pretende hacer bien su trabajo, pero debe lidiar continuamente con las espeluznantes peculiaridades de los freaks a los que pretende ayudar y con la incomprensión del americano de a pié, dos características que conforman el juego de palabras del título. Ugly American es un término peyorativo que se utiliza para referirse a los estadounidenses que viajan al extranjero y se muestran ignorantes con la cultura local, y en este contexto puede hacer referencia tanto a la postura arrogante y ofensiva de los americanos nativos, como al aspecto monstruoso de los recién llegados.


La serie es una comedia de horror que desmitifica el género pasándolo por el túrmix de lo cotidiano y en la que podemos encontrar, entre otras cosas, a un yeti en el baño o a una masa devoradora en busca de empleo. Estas son algunas de las viñetas que dan vida a este imaginativo universo y que colaboran para dotar al conjunto de un tono barroco y recargado. Abundan los guiños a los fans y las apariciones de personajes emblemáticos, como El Monstruo de la Laguna Negra o la Rosemary de La semilla del diablo, y uno debe estar atento para no perder detalle. Otro de los aciertos de la serie es el de no caer en la parodia facilona y no recurrir a los estereotipos, sino crear personajes frescos y humanos, aunque su aspecto diga todo lo contrario.


El diseño de personajes puede ir desde lo más convencional, con vampiros canosos y ancestrales, hasta lo más absurdo y delirante, como aquella chica con multitud de tetas y la cara en la entrepierna. Unos estrafalarios monstruos que en el fondo, como suele suceder en estos casos, siempre nos están hablando de nosotros mismos, porque la metáfora es evidente y funcional, aunque la serie nunca ponga el acento en la reflexión, sino en el humor y la diversión. «Monstruos normales con problemas normales» podría ser su lema, porque hace una relectura vulgar y mundana de las criaturas del folclore terrorífico y fantástico, características que pueden recordar a otros experimentos similares del mundo del cómic, como el Fábulas de Bill Willingham o el Top Ten de Alan Moore y Gene Ha.


Con una estética deudora del underground americano, los guiones de David M. Stern (una de las cabezas pensante de Los Simpson, Monk y Aquellos maravillosos años, tres series muy a tener en cuenta), y las voces de varios comediantes del Saturday Nigh Live, el famoso late show estadounidense, Ugly Americans juzga con ironía nuestra realidad, y lo hace cargada de tacos, sexo, violencia y humor. Matt Oberg, el actor que presta su voz al protagonista, ha declarado en una entrevista que «tal vez haya que hacer un espectáculo de monstruos y zombies para mostrar lo que Nueva York es en realidad». ¿Quién puede resistirse a un punto de vista como este?



La frase: «Si te gusta lo normal, ¿por qué preocuparse en ir a Nueva York?»

La frase 2: «Hay suficiente pelo como para una porno de los 70’s.»

Agora (2009)

A Dios rogando y con el mazo dando.


Siempre suelo sentirme algo torpe ante un film histórico de las características de la película que hoy nos ocupa, debido a que, en parte, el quesito amarillo jamás fue uno de mis preferidos a la hora de jugar al Trivial. Mis conocimientos de historia son alarmantemente básicos y, aunque lo de que la biblioteca de Alejandría se fue a tomar pol culo debido a la intransigencia religiosa ya me lo sabía, uno nunca acaba de saber bien cuando acaban los hechos reales y empiezan los inventados para la ocasión (para conseguir que la trama enganche más, que empaticemos más con los personajes, para hacernos emocionar, vibrar, enfurecer, etc... en definitiva, para que el espectador se enganche más a la cinta). Así pues, mejor no comerse mucho la cabeza al respecto y dejarse de elucubraciones para poder visionar, tranquilamente, la última película de Alejandro Amenabar: Agora.

La película empieza en Alejandría, Egipto, en el siglo 391 d.C., donde encontramos a una profesora de filosofía/matemáticas/astromía (un primor) que imparte clases a unos alumnos, ya creciditos, con grandes ansias de saber. Más tarde sabremos que uno de esos alumnos bebe los vientos por su maestra. A Hipatia, que así es como se llama la profesora, siempre le acompaña su esclavo personal que, además, suele prestar gran atención en sus clases convirtiéndose en una especie de alumno aventajado. Más tarde también sabremos que el esclavo suele tener sueños húmedos con su dueña. Si amigos, la cosa apuntaba a un menage a troi como la copa de un pino, pero, lamentablemente, la película avanzará hacia otros derroteros pues, Hipatia, es más de ser un espíritu libre y en lugar de pensar en buscar varón resulta ser que está más enfrascada en descubrir donde radica el centro del universo.

Como en esa época no había futbol y la gente no sabía de que hablar entre sí por las calles o tomando la copita en el bar, se solía hablar de religión. Y en esa época, en cuanto a religión, el equipo con más aficionados y más hooligans de todos eran los cristianos, que cada vez les iban robando más adeptos a los judíos y a los llamados paganos, equipo al que pertenecía la bella y lista Hipatia. Y es que los cristianos llevaban mucho tiempo sin ganar una Champions siendo pasto de los leones, con lo cual, ahora que las cosas les empezaban a ir bien, estaban de un chulito subido que no había quien les aguantara. Total, que tres religiones eran demasiadas para una ciudad con tanto polvo y Alejandría era una olla a presión a punto de petar por los cuatro costados. La cosa, ciertamente, acabará estallando, como era de esperar, lo que llevará a la ocupación de la legendaria biblioteca.

Agora es la quinta película del director Alejandro Amenabar y segunda rodada íntegramente en inglés después de Los otros. Reconozco que no soy un fan incondicional de Amenabar (me gustan algunas cosas suyas y otras, como Mar adentro, más bien todo lo contrario). A pesar de todo, siempre le he tenido por un tipo listo, capaz de sacar gran rendimiento a sus historias. En esta ocasión uno tiene la sensación de que la cosa se le ha escapado de las manos, mostrándose incapaz de abarcar todo lo que se nos pretendía contar, mezclando demasiados conceptos sin acabar de profundizar, como un servidor hubiera deseado, en ninguno de ellos. Cabe destacar la puesta en escena de la película, corroborando que se gastaron sus buenos dineros en ambientación y decorados. Además, la cinta cuenta con Rachel Weisz, como absoluta protagonista en un papel que, a pesar de ser un caramelo, no acaba de aprovechar al cien por cien.

Lo cierto es que Agora tiene todo lo que debería tener para ser una gran película: acontecimientos históricos, drama, injusticias, romance, acción, aventuras... ¡matemáticas!. Todos los elementos necesarios estaban dentro de la coctelera, el problema es que a Amenabar se le olvidó agitarla con gracia. Solo de esta manera se puede explicar la falta de emoción que me transmitió la película a pesar de los hechos que allí se estaban sucediendo. Parte del problema, además, radicaba en los personajes protagonistas, mal dibujados y sobre los que nunca se termina de profundizar. En algún momento de la película se puede llegar a confundir alguno de dichos personajes por las columnas de la biblioteca de Alejandría, aunque, por suerte para el espectador, las columnas no parpadean, lo que termina por delatar a los protagonistas de la historia.

Resumiendo: Gran historia para una película que no lo es tanto.

Ciudad de vida y muerte (2009)


Por el camino de Chuan

La ganadora de la Concha de Oro en el pasado Festival de Cine de San Sebastián fue Ciudad de vida y muerte, un formidable trabajo del director chino Lu Chuan, en el que ha querido recordar la magnitud de la masacre de Nanking donde murieron unas trescientas mil personas, homenajeadas al principio del film. La guerra entre China y Japón estalló en julio de 1937 y en diciembre de ese mismo año, la ciudad de Nanking fue sitiada por completo por el ejército japonés. En los minutos iniciales de la película, correspondientes a las letras de crédito, se resume la batalla por la ciudad, con el recurso de imágenes de sobres de cartas como soporte para el relato de la terrible contienda. El resultado final es la conquista de Nanking por el poder del Ejército Imperial de Japón, con la ciudad totalmente en ruinas. El único lugar seguro es una zona de refugiados en la que aún quedan soldados chinos dispuestos a defenderse hasta el final.

En esa zona de seguridad, un hombre alemán nazi llamado Rabe es el Presidente de la Comisión de Ayuda a esos refugiados chinos y tendrá un papel fundamental en las relaciones con los japoneses. Su secretario desde hace más de diez años es el chino Tang, un personaje también importante en la película. Y es que el director, autor también del guión, ha sabido destacar a varios personajes en distintas etapas de la historia. Al comienzo vemos a varios soldados chinos, mostrándonos a uno de ellos con mayor atención, junto a un niño. Otros personajes que sobresalen son el malvado sargento japonés que no tiene compasión por la vida de ningún chino, y el cabo japonés que parece tener por momentos remordimientos que le remueven la conciencia, convirtiéndose en uno de los protagonistas de la historia.

Este trato un tanto benigno de este japonés, y de algún otro, hizo que llovieran algunas críticas en China, siendo cambiado, en algunos aspectos, el guión de la película por la censura del gobierno chino. Pero Chuan también quería que se reflejara la humanidad de los japoneses, algo que seguramente hizo que la película no fuera a los Oscars a representar a su país.
Comparada con películas como La lista de Schindler (1993) o Salvar al soldado Ryan (1998), Ciudad de vida y muerte ha recibido muchos elogios totalmente merecidos. La fuerza de sus imágenes proviene de una magnífica fotografía en blanco y negro de Yu Cao, que ya había trabajado con Chuan en su anterior película, La patrulla de la montaña (2004), unido a una puesta en escena casi perfecta en la que destacan algunos travellings lentos muy bien acompañados de la música de Tong Liu, como se puede ver en el estupendo trailer. El sonido es otro elemento a tener en cuenta, ya que tanto se pueden oír las bombas de fondo como sólo escucharse el aire en un silencio apocalíptico.

Por momentos, se ve claramente la intención del director de usar notablemente algunas escenas para emocionar de lleno al espectador, pero aún así, es inevitable que el espectador se conmueva. La película es realmente dura, sobre todo con las masacres de los prisioneros de guerra y con las violaciones a mujeres, pero también encontramos bellísimas imágenes que no olvidaremos jamás.

"Ciudad de vida y muerte es una película rotunda que se convertirá en un clásico"




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Las malas lenguas (XIII)


«¡No puedo continuar con esta película! ¡A mí no me dirige un marica!»

Comentario de Clark Gable sobre George Cukor durante el rodaje de Lo que el viento se llevó (1939), poco después el cineasta sería expulsado del filme.

Grandes momentos tv (XXIII)





Hulk Hogan vs. El último guerrero.

Combate por el título unificado entre el campeón mundial y el campeón intercontinental.

1990. Tele 5.

Soul Kitchen (2009)


Mal gusto
Esta vez, el director alemán de origen turco, Fatih Akin, ha dejado completamente de lado el drama que aparece sin concesiones en sus anteriores historias para intentar meterse de lleno en la comedia con la película Soul Kitchen. El porqué de esta decisión tan atrevida, según sus propias palabras, viene dado por creer que era el momento de arriesgarse, siendo también una causa importante la muerte de un amigo suyo, el productor Andreas Thiel, fundador de su productora Corazón Internacional, que siempre quiso que llevara a la gran pantalla el guión de esta historia. Lo peligroso del asunto es que este cambio tan radical de género conlleva a descubrir una nueva forma de contar una historia a la que no estás acostumbrado. Y si Fatih Akin cree que ha aprendido a manejar las reglas para hacer una comedia ligera y simpática (ya no digo inteligente y soberbia), está bastante equivocado. Se nota con creces que Akin es un novato en este género y su intención de conseguir un tono desenfadado para la película le falta tanta chispa que en ningún momento la historia resulta amena y divertida.

Por eso me sorprende que haya tenido tan buena acogida. No sólo he leído opiniones como "comedia alocada", "comedia gamberra" o "comedia frenética con un ritmo vital maravilloso", sino que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia del año pasado. Que alguien me explique la forma original que tiene Akin de plantear las supuestas situaciones graciosas con las que nos tenemos que divertir. Y eso que el argumento tiene los ingredientes suficientes para lograr algún que otro embrollo fácilmente entretenido. Un tal Zinos (Adam Bousdoukos) tiene un restaurante de comida rápida, llamado Soul Kitchen, que se encuentra en horas bajas. Tiene una novia que se marcha a Shangai para abrir un negocio y su hermano Illias (Moritz Bleibtreu) acaba de salir de la cárcel, pidiéndole de inmediato un trabajo en el restaurante para poder salir cada día de la prisión y el nuevo chef (Birol Ünel) está bastante pirado y los únicos platos que crea son demasiado sofisticados para lo que suelen comer sus clientes en su restaurante. Poca cosa más hay que añadir a esto, salvo un tremendo dolor en la espalda que sufre Zinos en un momento de la película, diagnosticándole una hernia discal, motivo con el que juega el director hasta la saciedad para provocar escenas que intentan provocar alguna risa (ni eso).

La verdad es que Fatih Akin debió de haber escuchado a su equipo de siempre (ya que suele emplear a los mismos técnicos y hasta algunos actores desde hace años) que le advirtieron de que irse al campo de la comedia era un riesgo mayor. Y si miramos parte de su filmografía, sus últimas tres películas tienen mucho más interés que su última creación. En 2004, Contra la pared logró el Oso de Oro en Berlín, y aunque sea una película muy sobrevalorada y desagradable por momentos (sobre todo el protagonista masculino), Fatih Akin sabe moverse en el drama puro y duro. Al año siguiente, rodó un documental llamado Cruzando el puente: los sonidos de Estambul, una película interesante en la que Alexander Hacke, bajista del grupo alemán Einstürsende Neubaten, se siente atraído por la ciudad y su música. Pero fue en 2007 donde Akin logró una película para no olvidar, Al otro lado, un drama sobrecogedor en el que la historia brilla por completo de principio a fin. Con una dirección formidable y una construcción maravillosa de los personajes, Akin emociona con un relato de vidas cruzadas en la que también tiene como protagonistas los países de Turquía y Alemania, planteando el tema de la integración de Turquía en la Unión Europea.

Pero en Soul Kitchen no hay ni frescura ni nada de los buenos términos que se le atribuyen. Lo único a destacar es el regalo a la vista de dos actrices que aparecen en la película (Anna Bederke y Dorka Gryllus) y la música soul que acompaña a las escenas, recordando, como el cartel de la película, a la música funk del Blaxploitation de los setenta.


"Fatih Akin ha realizado una comedia sin gracia ni desparpajo y vacía de contenido"
 



Leer critica Soul kitchen en Muchocine.net

Defendor (2009)


El desprotegido.

Películas como El protegido (2000) y Batman Begins (2005), comics como la línea Ultimate de Marvel o series televisivas como Héroes, pretenden dotar de cierto realismo y verosimilitud al género súper heroico, llegando en ocasiones a niveles absolutamente sorprendentes. Pero por muy buena que sea la labor de estas obras siempre hay un instante en que el espectador debe dejarse llevar por la suspensión de la incredulidad y aceptar las inconsistencias que plantea dicha ficción. Esto se debe a que la figura del superhéroe trae consigo unas convenciones dramáticas ineludibles y que, por mucho que les despojemos de sus coloridos trajes y les concedamos matices urbanos, profundidad psicológica, cuentas corrientes o diabetes, estos personajes se mueven en parámetros puramente fantásticos, como los unicornios y los elfos. Si alguien en la vida real intentara emular a uno de ellos parecería un mamarracho, como Defendor.


La historia gira alrededor de Arthur Poppington (Woody Harrelson), un hombre de mediana edad que no viene de Krypton ni ha sido picado por un insecto radiactivo, pero que se cree un superhéroe y ha desarrollado una identidad secreta como justiciero enmascarado, aunque nadie parece tomarle demasiado en serio. Se hace llamar Defendor y detesta cuando alguien pronuncia mal su nombre –“¡es Defendor no Defensor!” –. El tipo suelta constantemente latiguillos de superhéroe que chirriarían incluso en un mal tebeo –“Cuidado termitas, ¡es la hora del aplastamiento!” –. Cuando sale de vigilancia salta entre edificios y aterriza en un contenedor, pero está vacío y nada amortigua el golpe –“Nota mental, recordar el día de recogida de basuras” –. Aunque no tiene súper poderes es experto en el manejo del tirachinas y dispone de ciertas armas especiales, como canicas, zumo de lima o tarros llenos de abejas enfurecidas. Unas herramientas que resultarían efectivas en una ficción camp como el Batman de los años 60’s o en el patio de un colegio, pero que se demuestran completamente inútiles en un callejón oscuro contra unos narcotraficantes.


A medio camino entre la comedia, la tragedia y el diván del psicoanalista, entre la parodia y el lamento por la ingenuidad perdida, encontramos este psicodrama canadiense que contiene ciertos elementos cervantinos, como la imagen del heroísmo patético y la confrontación entre idealismo y realismo. Si Don Quijote de la Mancha (1605) había leído demasiados libros de caballerías, nuestro majadero protagonista ha hecho lo propio con los cómics. Un tema que el cine ya ha tratado con humor en diversas ocasiones, ya sea en forma de fábula moral (Finalmente héroe, 1980), de parodia freak (Mystery Men, 1999), de drama con tintes paranoicos (Special, 2006) o de cinta de acción (Kick Ass: listo para machacar, 2010).


A medida que avanza el metraje vamos conociendo las motivaciones y el sórdido pasado de Defendor, y la cinta pasa de hacer reír a conmover. Lo que había empezado como una desmitificadora sátira del mundo de los superhéroes acaba siendo un esperanzador melodrama urbano, y aunque el conjunto queda bastante equilibrado, lo cierto es que todo resulta demasiado convencional y que la película se limita a dar una visión simpática y pueril de una historia que podía haber dado mucho más de sí. Lo único que queda para el recuerdo, aparte de algún que otro gag afortunado, es un interesante diálogo entre el protagonista y la joven yonqui con la que intima (Kat Dennings). Cuando él le pregunta; “¿Por qué fumas eso?” ella replica; “¿Por qué te vistes como un superhéroe?”. A lo que él contesta que los superhéroes no son estúpidos ni tienen miedo, y que cuando es Defendor deja de ser Arthur, y es un millón de veces mejor que Arthur. Entonces ella le explica que fuma por los mismos motivos, así que podemos deducir que la esencia de los superhéroes es la misma que la de las drogas; el subidón. Algo a lo que ya había llegado Repronto en sus reflexiones.


La frase: «Yo no soy Lois Lane y tú no eres Superman, así que excítate con otra fantasía.»

La frase 2: «¿Qué superhéroe recibe palizas todo el tiempo?»

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