Smoking Room (2002)


Fumar o no fumar, esa es la cuestión

Dejando claro que un servidor nunca ha sido fumador, la nueva Ley Antitabaco que, en principio, entrará en vigor el 2 de enero de 2011 (oséase, ya mismo, y eso que El Senado tenía la intención de retrasarlo hasta el 1 de julio) y que se va a aprobar en el Congreso mañana mismo, lleva consigo las siguientes normas: prohibir fumar en lugares públicos cerrados, en el exterior de los hospitales, así como en recintos educativos, incluidos patios y parques infantiles. Y solo se van a habilitar zonas exclusivas para fumadores en los casinos, los bingos y las salas de juego. Por lo tanto, las obras que se hicieron en su momento en bares y restaurantes no van a servir para nada, sin además obtener compensación alguna.


Y respecto a esta nueva ley, que ya resulta un tanto polémica y quizás traiga bastante cola, hay una película española que trata muy bien parte de este tema: Smoking Room (2002), escrita y dirigida por J.D. Wallovits y Roger Gual, que ganaron el Goya a la mejor dirección novel. Su historia expone con escasos decorados, muy buenos diálogos y unos personajes bien caracterizados, varias situaciones que engloban algunos de los temas más hablados en los últimos años: el tabaco, el trabajo y hasta de la corrupción laboral.


El guión empieza centrándose en dar a conocer los diferentes personajes que trabajan en una misma oficina de una sucursal española, situándolos en escenas que explican muy bien algo característico de cada uno: tanto la manera de ser, de pensar o de ver las cosas que les rodean. Alguno de ellos está bastante estresado por las horas que se pasan en la oficina, sin recibir a cambio ningún tipo de merecimiento (aunque la mayoría de las veces los vemos en su tiempo libre). Y a raíz de la llegada a la central de un nuevo presidente norteamericano que impondrá una nueva normativa que será prohibir fumar dentro del recinto laboral, un contable llamado Ramírez (que no será otro que el buenísimo actor Eduard Fernández) pedirá firmas de sus compañeros de trabajo para que habiliten una sala de dos metros cuadrados y de esta manera no tener que salir afuera para fumar. Sin embargo, aunque él dice estar en su derecho de pedirlo y además cree que eso es una marginación en toda regla, su propuesta no será bien recibida por los superiores y hasta por alguno de sus compañeros.


Para intensificar varios aspectos importantes de la trama, la película está rodada como si fuera cámara en mano, utilizando básicamente primeros planos para aumentar la tensión que se palpa en algunos momentos. Y en la mayoría de las veces las escenas están protagonizadas por una pareja de actores que se van alternando, de ahí que los directores se apoyen por completo en su gran trabajo, llenando toda la pantalla con sus buenas interpretaciones. Es por ello que no sorprende saber que en el Festival de Málaga se otorgó a la película, aparte del Premio Especial del Jurado y el del Mejor Guión, también el Premio al Mejor Actor al conjunto de sus actores, de los que por mi parte destaco, aparte del referido Eduard Fernández, a Francesc Garrido, cuyo personaje es tan personal y extraño que tiene un punto humorístico en la historia; todos sus pensamientos sobre el cambio en el destino de las personas y sus raras divagaciones se los comenta a su compañero de mesa, interpretado por Francesc Orella, y en una escena memorable le empieza a comentar el argumento de Alien resurrección (1997) para acabar suponiendo que seguramente todos llevamos un alien dentro. Y también otro personaje es el que encarna Antonio Dechent, cuya escena compartida con Eduard Fernández en la azotea del edificio es una de las mejores de la película. Todo el peso de la interpretación lo lleva él y lo hace de perlas, explicando la causa de todo el cabreo que lleva encima, debido a una noche que salió a las tantas de la madrugada de la oficina para colmo llegar a casa y darse cuenta de que su mujer le había cambiado la cerradura porque se creía que estaba con otra.


En definitiva, una película acertada en cuanto a contenido y resolución, cuyo argumento principal es tan actual que es un momento propicio para verla; además, como no cambie la nueva ley, el derecho que ejerce el personaje de Eduard Fernández para conseguir firmas para poder fumar dentro del edificio pronto pasará a la historia.


"Una inteligente muestra de puesta en escena y de simple planteamiento, con muy buenas interpretaciones, en la que un tipo lucha por intentar que habiliten una sala para poder fumar en el trabajo. ¿Les suena de algo?"



Leer critica Smoking room (smoking room) en Muchocine.net

2 piquitos de oro:

Cinemagnific dijo...

Adoro esta puta obra maestra. Tuve la oportunidad de verla en el estreno en el Festival de Cine de Málaga (soy de Málaga) y quedé maravillado. De lo mejor del cine español de la década.

María Rogel (Lapor) dijo...

pues yo si soy de "fumando espero..." aunque ahora somos más bien espectadores de nuestra propia ruina, está tan caro que efectivamente habrá que dejarlo. Se trata de la amayor estpdidesz de respuestas a la crisis, lo que faltaba!!! Nos americanizamos a la velocidad del rayo.
en fin..

respecto a la peli: yo tmb creo que es de lo mejorcito, efectivamente le ha llegado la actualidad por segunda vez, si es que no está en permanente estado de gracia. Pedazo de actores, de escenas, de trama, de pura y cruda realidad!!!!! Una reflexión genial sobre los derechos de libertad y de expresión frente a su mayor enemigo: el conformismo!!!! Peli de referencia que todos deberíamos tener en casa (yo la tengo) para verla y saber quién es la gente dispuesta a defender las cosas, y lo que es cine en estado puro. bravo!!! al voi

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