Grandes monólogos cine (XIII)



Un largo y fundamental monólogo muy bien dirigido y, sobre todo, muy bien interpretado por Harvey Keitel en Smoke (1995), de Wayne Wang y Paul Auster.

"(...) Aquella anciana de repente me abrazó allí en la puerta, yo también la abracé. Fue como si los dos decidiéramos...jugar a ese juego. Sin tener que discutir las reglas. Sabía de sobra que yo no era su nieto. Era vieja y chiflada pero...no estaba tan mal como para no distinguir entre un completo extraño y alguien de su propia sangre. Sin embargo, fingir la hacía feliz. Yo no tenía nada que hacer, así que acepté encantado el juego (...)".

1 piquitos de oro:

Angus dijo...

Personalmente, más que el propio monólogo, prefiero la escena final en que vemos cómo fue ese ecuentro con la vieja, acompañada sólo por música de Tom Waits. Me pone los pelos de punta.

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