I'm not there (2007)


¿De dónde vengo o de dónde soy?

En el biopic o película biográfica se intentan destacar los rasgos más importantes del personaje que se quiere mostrar, centrándose en las partes más relevantes de su vida. Y el éxito de lo expuesto se ve reflejado en la emoción del espectador, contagiándose, en gran medida, por la misma motivación que ha influido al autor de la película, el carisma del personaje. Pero no nos engañemos, influye mucho la manera de enfocar el desarrollo de su historia, ocupando más tiempo ciertas etapas de la vida del personaje que el mismo autor ha elegido. Todo esto es lo que el director Todd Haynes ha querido cogérselo a su manera, cambiando radicalmente el concepto de biografía en I'm not there, utilizando a seis actores para encarnar a seis personajes distintos que personifican de alguna forma la manera de ser y de pensar del legendario músico, cantante y poeta estadounidense, Bob Dylan. El problema grave de este proyecto es que las escenas de esos personajes se entrecruzan tanto, mezclando ficción y documental y compaginando imágenes en blanco y negro y color, que el resultado es un experimento desconcertante y muy extraño, llegando a ser lastimosamente soporífero mientras va avanzando la historia.


Hay que decir que la idea es bastante original y que se puede apreciar el interés de Haynes por hacer algo fuera de lo convencional, intentando respetar la figura de Dylan (recibiendo la aprobación de él mismo, quizás sorprendido por el planteamiento de la historia), pero la cosa falla por la extensa duración y por el aburrimiento que provoca. Al inicio, el director quiere atrapar al espectador con sugerentes planos en blanco y negro, presentando a los seis actores que van a interpretar a Dylan: Ben Whishaw es un tipo que se llama Arthur Rimbaud, presentando la faceta de poeta del cantante; Marcus Carl Franklin es un niño negro fugitivo acompañado siempre de una guitarra, que se hace llamar Woody Guthrie, en referencia al nombre de un conocido e influyente músico folk estadounidense; Christian Bale es un cantante de música folk llamado Jack Rollins; Heath Ledger es un actor rebelde llamado Robbie; Richard Gere es Billy, haciendo el papel de Billy the Kid (la banda sonora de la película de Sam Peckinpah la compuso Bob Dylan); y Cate Blanchett es Jude Quinn, el cantante andrógino que cambia la música folk por otra más guitarrera y eléctrica. A estos personajes hay que añadir la voz en off, en la versión original, del también cantante (y actor) Kris Kristofferson; y a Julianne Moore, que interpreta a una tal Alice Fabian, una cantante de folk y activista (clara alusión a Joan Baez) a la que entrevistan en la película, como si fuera un documental, para que hable sobre Jack Rollins. De todos estos, el personaje mejor conseguido y el que tiene más protagonismo es el de Cate Blanchett, cuya caracterización e interpretación son de lo mejor de la película. Aunque la aparición de su personaje da lugar a la parte más lenta y con más diálogos, algo que repercute mucho al ritmo de la historia.


Quizás sea verdad aquello de que si no eres fan de Bob Dylan no te gustará esta película, aunque a un servidor, sin ser un seguidor suyo, le ha interesado bastante la banda sonora, formada por composiciones de Dylan y elegida por componentes de Sonic Youth y Calexico, con algunas versiones, como la de Knocking' on heaven's door a cargo de Antony & the Johnsons en las letras de crédito del final. Otras canciones a destacar son Tombstone blues, versionada por el mismo Marcus Carl Franklin y Richie Havens, o Blind Willie McTell, con Dylan al piano y Mark Knopfler a la guitarra acústica. Y lo que permanecerá en mi memoria, destacando por encima de todo, es la impresionante fotografía de Edward Lachman, con el que Todd Haynes también trabajó en su anterior película, Lejos del cielo (2002). Y en cuanto al resto de su filmografía, encontramos otros trabajos musicales, como su ópera prima, Superstar: The Karen Carpenter Story (1987), un mediometraje de animación en el que se retrata, con muñecas de Barbie y Ken, la influencia de la música de The Carpenters en los años 70 y la pelea de la cantante contra la anorexia; y Velvet Goldmine (1998), sobre el glam rock de los 70. Pero en el caso de I'm not there, exponer parte de la biografía de Bob Dylan de una manera anodina es un reto tan grande que es difícil descifrar todas sus incógnitas. Haynes ha querido escenificar los cambios personales y artísticos de Dylan creando historias (reales o no) y personajes diferentes, pero lo único que ha conseguido es meter al espectador en un embrollo tras otro, provocándole el hastío absoluto.


"Un biopic, totalmente diferente de cualquier otro, sobre la figura de Bob Dylan, en el que uno se pierde y se aburre por completo, disfrutando únicamente con las canciones de Dylan y con las imágenes preciosas creadas por la cámara de Edward Lachman"
 



Leer critica Im not there en Muchocine.net

2 piquitos de oro:

Dr. Quatermass dijo...

Pues ya has visto que a mi me ha gustado, aunque comparto parcialmente en que es un ejercico de estilo quizá un poco excesivo. Yo creo que simplemente eliminando el episodio de Gere y haciendo la cosa un poco menos críptica hubiera ganado mucho, pero tal como está a mi me gusta!

Un saludo

María Rogel (Lapor) dijo...

pues yo me quedo con ganas de verla, y así lo haré, espero. como todo experimento hay que darle siempre la oportunidad.
lo que a priori no se si me cuadra -si además eso tiene o no relevancia- es que un tipo como Bob Dylan lo represente: el experimento, la vanguardia, lo calidoscópico.. igual me pierdo cosas y no esn una figura tan "lineal" como yo pensaba, al margen de un mito, eso seguro (pero tampoco tengo noticias de lo contrario). chao! saludosssssss

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