Las malas lenguas (III)


« Antes iba a todo gas. Corría riesgos inútiles en la carretera. Pero ahora soy muy, pero que muy prudente. ¡Recuérdelo, conduzca despacio, la vida que usted salve puede que sea la mía! »

Spot televisivo sobre la seguridad vial, rodado por James Dean trece días antes del fatal accidente de automóvil que acabó con su vida.

El luchador (2008)

Mas dura será la caída.

Buenos días, soy el jefe Dreyfus, siguiendo con mi ardua tarea de recuperar pelis que se me habían quedado en el tintero. Una de ellas, la que hoy nos toca, dirigida por un tipo peculiar, protagonizada por un tipo todavía más peculiar y que aborda un tema y unos personajes... bueno, si, supongo que ya lo han adivinado. Ajústense bien las mallas, porque hoy nos subimos al cuadrilátero con: El luchador... ¡Empezamos!

La peli está protagonizada por un tipo que se ha zampado enterito a Mickey Rourke e interpreta a The “Ram” Robinson, un luchador profesional de wrestling medio retirado que en algún momento llegó a ser toda una estrella de lo suyo, pero que, a día de hoy, ya en el crepúsculo de su carrera, sobrevive trajinando cajas en un supermercado y haciendo algún que otro bolo los fines de semana con otras viejas glorias como él. Esto del wrestling es la lucha libre esa amañada que un servidor consumía, en su tierna infancia, las mañanas de los fines de semana en telecinco, por donde pululaban personajes del calibre de Hulk Hogan, El último guerrero (mítico el combate entre estos dos pájaros), los sacamantecas, Jimmy Estaca Duggan o el inefable Macho Man, todos ellos auténticos aspirantes al premio Nobel de física. Pero centrémonos en la película, que ya me estoy empezando a liar y me despisto.

Total, que el hombre ya va teniendo una edad y teniendo en cuenta las hostias que ha ido recibiendo a lo largo de su vida (en sentido figurado o no, como ustedes prefieran) el cuerpo le empezará a pasar factura, lo que provocará que empiece a reflexionar sobre como ha llegado al punto en el que se encuentra, solo y durmiendo en una carabana, con la única amistad de una streaper (la novia del primo de Vinny) y teniendo que luchar contra el rechazo frontal de su hija (la que fuera novia de Marilyn Manson). Es evidente que los años no pasan en balde para nadie, pero, ¿que puede hacer un luchador que no puede seguir luchando?.

La peli está dirigida por el señor Darren Aronofsky, director peculiar donde los haya, que se dio a conocer con Pi; me estremeció (y ralló a partes iguales) con Réquiem por un sueño; se le fue la pelota con La fuente de la vida; y que tiene en preparación una nueva peli con la Portman de protagonista y el remake de Robocop (algo que, probablemente, le hará tanto bien a su carrera como a mi un puño en la cara). En el apartado interpretativo encontramos la (enésima) resurrección de un difícilmente reconocible Mickey Rourke, un tipo que ha trabajado con gente como: Michael Cimino (La puerta del cielo, Manhattan Sur), Barry Levinson (Diner), Francis Ford Coppola (La ley de la calle), Adrian Lyne (9 semanas y media), Alan Parker (El corazón del Ángel) o Robert Rodríguez (El Mexicano, Sin City). Todo un icono de lo que significa auge y caída en Hollywood y a quien le han llovido las buenas críticas por su interpretación en ésta película, a pesar de que no lograra llevarse el Oscar. A su lado encontramos a Marisa Tomei, popular por ganar uno de los Oscars más surrealistas de la historia y que ha intervenido en películas como The Papper, Sólo tú, Cuando salí de Cuba, Four Rooms, En que piensan las mujeres, En la habitación, Alfie, Factotum o Antes que el diablo sepa que has muerto; y Evan Rachel Wood, quien se dio a conocer en Thirteen y tiene pendiente de estreno la nueva del maestro Woody Allen.

La película cuenta con un punto a favor de valor incalculable: un personaje de los que hacen época, que se convierte en el eje central sobre el cual se va construyendo la película. De echo es tan importante, que la cámara se dedica a seguirlo, sin más, y provoca que, en buena parte de las escenas, simplemente veamos su ancha espalda. Y es que los personajes en horas bajas son de lo más atrayentes en el mundo del cine (y si son de buen corazón y amigos de los niños más todavía) aunque, personalmente, siempre he preferido los que optan más hacia la autodestrucción que hacia la autocompasión, como es el caso. Pero para lograr que el personaje funcionara también se debía encontrar a un actor adecuado que encarnara al protagonista y la elección de Michey Rourke termina siendo de lo más acertada, logrando clavar los dos registros, básicos, de los que hace gala el prota: jodido y muy jodido. Además a este tipo de personajes, si les acompaña una streaper y/o prostituta, pues mejor que mejor y, nuevamente, Marisa Tomey resulta ser un nuevo acierto, logrando ser un contrapunto fantástico.

Por lo demás, la película, que hace gala de una austeridad, buscada, para ofrecernos la máxima proximidad posible con nuestro protagonista, se dedica a hacer un retrato (más que contarnos una historia en concreto) de alguien que se ha convertido en un juguete roto (toma metáfora sobada) y que intenta salir adelante pese a las adversidades (las adversidades, como casi siempre, vienen provocadas por el paso del tiempo). La historia no es nueva, la ambientación (el wrestling) quizás si, pero la película logra convencer por lo bien tratada que está en todo momento, por parte de su director y sus intérpretes.

Resumiendo: Nueva vuelta de tuerca sobre un héroe caído en desgracia, de gran dirección e interpretación.





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Roman Polanski: Se busca (2008)

Elprimerhombre se ha entretenido y emocionado con el documental Roman Polanski: Se busca, dirigido con muy buen hacer por Marina Zenovich, en el que hallaremos mucha información sobre la vida de Polanski, destacando por completo los fastidiosos hechos que lo marcaron para siempre.

Roman Polanski es sin duda alguna uno de los directores más aclamados de la historia del cine, por lo menos durante el inicio de su carrera, como se constata en este documental. Pero su trayectoria ha estado manchada de terribles sucesos que le han seguido inevitablemente, utilizados para mal por la prensa americana, que, por cierto, no queda muy bien parada en este documental. Nada más comenzar el film, vemos a Polanski en una entrevista que se le hizo hace bastantes años en televisión y en la que se le comentaba lo que todo el mundo estaría esperando en aquel momento, si era cierto que le relacionaran con niñas jóvenes y él contestó que sí que es verdad que le gustaban las mujeres jóvenes, pero como a la mayoría de hombres. Es entonces cuando se nos abre el caso que acabó con parte de su reputación por los suelos. El 11 de marzo de 1977, Roman Polanski fue arrestado en Los Angeles por la denuncia de la madre de una niña de trece años que acusó a Polanski de violación. De ahí que en una segunda entrevista que vemos se le diga que por eso escapó y Polanski lo admite. Se fue de Estados Unidos por haber perdido un año de su vida por culpa de un juez incompetente, que estuvo jugando con él todo lo que quiso.

Pero lo cierto es que, sean ciertos o no los hechos que se produjeron entre Polanski y aquella niña, me parece absolutamente incoherente el hecho real de que su madre dejara a su hija hacer lo que hizo. La revista Vogue Hommes pidió a Polanski que hiciera fotos a jovencitas y, con el permiso de la madre, se citó con la chica en la casa de su amigo Jack Nicholson en Mulholland Drive. Se encontraban ellos dos solos ya que Nicholson estaba fuera de la ciudad y lo que realmente ocurrió después sólo lo saben ellos dos. Como es obvio, en el informe criminal sus testimonios eran totalmente distintos. Pero Polanski fue arrestado y a partir de entonces era sorprendente la diferencia entre la prensa europea y la americana, siendo la primera la que defendía a ese ser trágico y brillante, y la segunda la que le tildaba casi de monstruo.

Lo acertado del documental es hacer crecer el interés del espectador por todo el asedio de la prensa hacia Polanski por este caso y, sobre todo, por contarnos también partes importantes de su vida. No olvidemos su dulce historia de amor con Sharon Tate, una bellísima actriz que conoció durante el rodaje de El baile de los vampiros, cuando él tenía treinta y dos años. Se casaron y parecían realmente felices, como vemos en todas las imágenes en las que aparecen los dos juntos, produciendo realmente en el espectador un sentimiento emotivo y trágico a la vez, ya que, como se sabe, ella fue asesinada en la casa de Polanski, junto con otros invitados, por una secta satánica, que aunque no se comente en el documental, fue la llamada "La Familia", organizada por Charles Manson. Este hecho destrozó a Polanski y partió en dos su esperanzador futuro con la mujer que amaba. Lo terrible y patético es que la prensa de Estados Unidos parecía involucrarle en los hechos ya que él era el autor de La semilla del diablo y sabía bastante de satanismo. De esta forma, sólo cabe resaltar que la infancia de Polanski también fue horrible para él, ya que muy pronto se quedó huérfano por la muerte de sus padres a manos de los alemanes.

La parte del caso de violación es lo que se hace menos llevadero para el espectador porque, aunque se divida en dos partes, todo lo relacionado con el juicio se hace demasiado largo. Aún así, es interesante ver al abogado defensor de Polanski, Douglas Dalton, hablar sobre cómo se llevó el caso, y también al fiscal, Roger Gunson, un mormón de treinta y siete años. Pero al que se da más importancia, casi como se la da él mismo, es al juez Rittenband, que ya se había encargado de otros casos de famosos de Hollywood y al que le encantaba la prensa y la publicidad, algo que hizo que el juicio se convirtiera casi como un show para él. Al final, se acusó a Polanski no por violación, sino por "relación de sexo ilegal", un crimen menor. Pero no acabó ahí la cosa. El juez no sabía qué hacer con Polanski, si detenerlo o dejarlo en libertad condicional, y decidió que lo viera un psiquiatra por si era un agresor sexual con trastornos mentales, algo que se desmintió por completo. Pero decidido a no darse por convencido, el juez lo envió a una prisión durante noventa días llamada "Chino", donde se le haría un diagnóstico. Al final, Polanski, después de estar solamente cuarenta y dos días en aquella prisión, dejó el país antes de oír la sentencia oficial definitiva. Poco después, el juez fue apartado del caso. Polanski fue bien recibido en Francia, su lugar de nacimiento, y ahora es miembro de la Academia de Bellas Artes.

En definitiva, un documental realizado con mucho sentimiento en el que vemos a un Roman Polanski feliz por momentos y destrozado en otros.

Un saludo!



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Nick Carter, aquel loco, loco, detective (Adéla ještě nevečeřela, 1977)

Flower Power


Nick Carter es un popular personaje de ficción, bastante desconocido por estos lares, que empezó sus andanzas allá por el año 1886 en una Dime Novel (novela de diez centavos), publicación barata y sensacionalista pariente próxima de las revistas pulp. Aunque su vida ha dado muchos tumbos en diversas novelas, radioteatro, comics, revistas y una trilogía cinematográfica con dos de sus películas a cargo de Jacques Tourneur, el personaje, en lo básico, está considerado una especie de Sherlock Holmes a la americana. Oldrich Lipský se basó en esta concepción del héroe para crear su personal sátira, y montó una disparatada trama a partir de la idea principal de La pequeña tienda de los horrores (1960).


La historia es la siguiente: Nick Carter, el mejor detective de América, viaja a Praga para desentrañar un misterioso caso: la desaparición del perro de una viuda adinerada. Lo primero que hace al llegar es familiarizarse con las costumbres del lugar, así que coge una buena curda de cerveza Pilsen. Al día siguiente empieza sus pesquisas y descubre que la culpable de todo es Adela, una planta carnívora que se ha zampado a la mascota. El consecuente paso lógico en su investigación es esposarla y llevarla al laboratorio, pero el Barón Von Kratzmar, la mente criminal que está detrás del perrocidio, se interpondrá en su camino.


Aunque el acabado visual se resiente por la economía de recursos y por una puesta en escena bastante televisiva, Nick Carter, aquel loco, loco, detective está perfectamente vinculada a la filosofía como cineasta de Lipský. Esta película pone en la picota los clichés del género detectivesco, logrando una caricatura repleta de humor físico y momentos absurdos, y fundiendo con acierto elementos característicos de las revistas pulp, la aventura decimonónica, el melodrama silente y los dibujos animados.


El disparatado desarrollo de esta gamberrada multirreferencial, más propio de una fantasía animada de Hannah Barbera que de una película, lleva a nuestro protagonista a enfrentarse contra un malvado de tebeo, a sobrevolar la noche de Praga cual héroe enmascarado o a perseguir un globo montado en una bici voladora, mientras sale ileso de todo tipo de peligros gracias a diferentes artefactos steampunks, entre los que destacan un gorrocóptero y un rifle solar. Dichos gadgets fueron diseñados por Jan Švankmajer, un peculiar artista checo aclamado por cineastas como Tim Burton o Terry Gilliam.


Aunque menos aparatosa en recursos narrativos que otras películas de Lipský, la cinta cuenta con algunos momentos brillantes, como el corto animado con el origen del villano, la acrobática persecución, un último tercio a lo Scooby Doo o el doble final feliz. Adela, la planta carnívora a la que se le abre el apetito escuchando a Mozart, le debe mucho a Audrey II, la golosa planta parlanchina de La pequeña tienda de los horrores (1960), el clásico de culto de Roger Corman. Es muy significativo que ambas producciones acabaran siendo adaptadas al teatro como comedia musical, la una en Praga y la otra en Broadway.


Como apunte final, señalar que pese a una puesta en escena algo rudimentaria, Oldrich Lipský logra una desmadrada parodia de las novelas de detectives sirviéndose del tono ingenuo y vivaz que caracteriza a la Nueva Ola Checoslovaca, movimiento que ya empezaba a agotar su fórmula a finales de los 70's.



La frase: “Excúseme, me esperan en una ejecución. ¡No la mía, por supuesto!”

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Estrenos TV

Buenos días, soy el jefe Dreyfus. Nos gusta tanto hablar de cine en esta página que, en ocasiones, nos olvidamos que aquí también estamos para hablar de televisión, así que, de vez en cuando, tenemos que recurrir a estos maratones con los últimos programas estrenados en la pequeña pantalla. Hoy toca: Estrenos tv... ¡Empezamos!

DE BUENA LEY: Esto se un programa, diario, que hacen en telecinco a las dos y media, después del Arguiñano, que viene a sustituir lo de El juego del Euromillón que volvió no hace demasiado para volver a marcharse por dónde había venido. El programa está presentado por Sandra Barneda (la que presentaba la séptima silla y que tan sólo duró un programa en antena) junto con otro, y viene a ser un nuevo Veredicto (programa que se emitió desde 1993 hasta 1996, con Ana Rosa Quintana manejando el cotarro). La cosa va de que un juez tiene que dar un veredicto en un caso de disputa y dónde la gente del público también puede dar su opinión y meter zizaña.

El programa que vi, sólo uno, se lo puedo asegurar, iba de que un matrimonio separado que discutía porque la madre llevó a su hija de seis años a una fiesta de aniversario de una amiga de su hija en un barrio gitano del extrarradio y el padre no estaba conforme y quería que su hija cambiara de amistades y de colegio (¡toma ya!). Tras exponer el caso, el juez se las piraba a deliberar y el resto del público tenía carta blanca para opinar, de forma bastante exaltada en algunos casos, sobre la pareja que había acudido a la tele a sacar sus trapos sucios. Era cómo si el programa hubiera dicho quien tenía que defender qué y a quien y todo el mundo, en plató, hacía de abogado del diablo ante la presencia de los padres separados. Al final volvió el juez y le dio la razón a la madre y sus seguidores salieron a la calle a celebrar la victoria destrozando mobiliario urbano.

La audiencia media se está moviendo entre el 12% y el 13% de share que no es que sea gran cosa pero va tirando.

SENSACIÓN DE VIVIR. LA NUEVA GENERACIÓN (90210): Después de que telecinco volviera a emitir Sensación de vivir, la serie original, en las mañanas de los fines de semana, hace uno domingos se decidió a estrenar la nueva Sensación de vivir.

La serie empieza de manera muy parecida a la serie original: Una familia formada por el matrimonio (ella la que salía en Padres Forzosos) y sus dos hijos, un chico (adoptado) y una chica, llegan a Beberly Hills, porque él ha entrado a trabajar como director del mítico instituto West Beberly Hills. Ya les aviso que el contraste entre su forma de vida antigua y la de Beberly Hills será brutal. A pesar de los parecidos, lo cierto es que los tiempos han cambiado y esta nueva generación empieza más fuerte. Así pues, ya en el primer episodio encontramos: una abuela alcohólica, una estudiante que se mete pastillas, uno que engaña a su pareja vía sexo oral en el asiento de un coche en el aparcamiento del instituto a la hora de la entrada de todos los putos alumnos (y, vaya por Dios, resulta que le pillan), un personaje que descubrirá una paternidad que no conocía, un posible caso de racismo., etc. Pero lo realmente grave de este primer episodio, borren todo lo demás, y en el que centran gran parte del tiempo, es que una de las alumnas copia un trabajo y, amigos míos, por aquí la sociedad americana si que no pasa.

Entre las caras conocidas de la serie original, que recupera esta nueva generación, encontramos a Kelly, que ahora es profesora del instituto (todos recordamos que esta chica, en su época de estudiante era una lumbrera), dónde también estudia su hermana pequeña (aunque a primera vista pudiera parecer su hija), y también aparece Brenda (Shannon Doherty), a partir del segundo episodio. Además, también apareció, un momento de nada, el jefe de la cafetería donde trabajaba Brandon, pero no se si era un cameo o su personaje tendrá más papel.

La serie es muy mala, terrible, mal narrada, mal montada, cutre dentro de la ostentación que pretende mostrar y absolutamente absurda. Además copia el tema del blog que aparecía en Gossip Girl, una serie igual de absurda, pero que comparada con esta nueva generación parece un Shakespeare. La audiencia ha sido tan mala que de momento, telecinco, sigue pensando donde la recoloca.

MALAS COMPAÑÍAS: La nueva apuesta de La Sexta, para la noche de los domingos (aunque a este ritmo a ver cuanto dura) es el nuevo programa de Manel Fuentes. El programa es el típico espacio donde todo cabe, o sea, y para que nos entendamos, el típico programa de Manel Fuentes, personaje que no sería precisamente santo de mi devoción. El programa tiene dos vertientes: la vertiente plató, donde el Fuentes está acompañado de tres o cuatro colaboradores, con un humor muy fácil, muy guionizado, muy preparado y dónde parece que nadie acaba de estar del todo cómodo; y la vertiente videos, y aquí si que todo cabe, puesto que encontramos: bromas de cámara oculta, reportajes de investigación (uno de los colaboradores pasa tres días con los monjes Shaolin y disfrutamos viendo como lo muelen a palos), entrevistas simpáticas (Manel Fuentes se pasa por un entrenamiento del Barça y habla con algunos de los jugadores) y humor político (en una conferencia de Esperanza Aguirre hacen un numero rollo musical), entre otros muchos.

Además de Manel Fuentes también encontramos el actor Raul Peña (Compañeros, Un paso adelante), Estíbaliz Gabilondo (cqc) y Susanna Bergés (Boqueria 357 en Tv3). Lo más difícil de saber es, realmente, de qué va el programa, porque va de muchas cosas, pero no acaba de ser nada en concreto. Supongo que de esto dicen programa de entretenimiento, pero el cierto es que no entretiene demasiado. Era bastante flojo y aburrido, especialmente cuando están en plató y los videos tampoco es que fueran nada del otro jueves. Pero, como los decía, no se puede decir que sea muy fan del señor Fuentes.

De audiencia ha pinchado en sus dos primeras entregas y, me temo mucho que o dan un giro radical o seguirá pinchando hasta que lo cancelen.

MERLÍN: El pasado viernes 22 de mayo, se estrenó esta nueva serie en Antena Neox, con intención de estrenarla, más tarde, en Antena 3. La serie nos pretende contar la adolescencia del popular personaje, el mago Merlín, y empieza como empiezan la gran mayoría de series, cuando uno de los personajes llega a algún lugar para empezar una nueva vida.

En la serie, Merlin llega A Camelot, enviado por su madre, para ser el ayudante de un médico, amigo de la familia. En Camelot está prohibida la magia y extinguidos los dragones, con la excepción del último de ellos, que vive encarcelado bajo el castillo. Pero el joven Merlín tiene unos poderes desde que nació, que deberá ocultar al resto de la gente o, por el contrario, sería ejecutado. Tan solo el médico conoce su secreto. Además, al poco de poner un pie en Camelot ya se meterá en problemas al enfrentarse al hijo del rey, el príncipe Arturo. Los dos jóvenes se caen mal, pero su destino está escrito y ellos dos están condenados a entenderse por el bien del reino.

La serie no es que sea mala, es que es muy mala, terrible diría yo. Está pensada para un público juvenil, casi infantil, llena de aventuras y magia. Pero incluso para este público es una serie bastante floja, con poca gracia y unos efectos especiales que rozan el ridículo en varios momentos. Lo cierto es que lo que parece es que la serie quiera aprovechar el tirón Harry Potter, haciendo una especia de subproducto que se aproveche del público de este, aun cuando no pasa de ser una mala copia con una diferente ambientación. A destacar también las orejas del protagonista, que al principio me pensaba que estaban hechas expresamente para el personaje, algo de magia y tal, pero que resultan que son las reales del actor.

EL SECRETO: Este programa tenía que ser la nueva apuesta de Antena 3 para la noche de los jueves, pero al final se ha quedado en, tan solo, dos entregas. Vale, pues esto va de que el programa coge a un tio que está podrido de pasta y se lo llevan fuera de su entorno y le dan una lección adelantada de realidad, haciéndolo trabajar de voluntario social con las clases más desfavorecidas durante cinco días y teniendo que sobrevivir con cuarenta y cinco euros. En principio, toda la gente con la que está no sabe quién es, ni que es un millonario, pero claro, no deja de sorprender que haya un voluntario social a quien lo siga un par de cámaras, un micro y un regidor. Al final, el tio podrido de pasta, en principio, deberá hacer una serie de aportaciones económicas a la gente que lo ha acogido y ayudar a la gente que ha conocido.

Este programa consigue ser tres programas en uno: de forma que de entrada las cámaras enseñan las clases más desfavorecidas en lo que podría ser una especie de Callejeros, sacando a la luz las miserias humanas, con yonkis, gente que no se puede valer por si misma y demás... La segunda vertiente es la de ver como un millonario debe hacer el trabajo de un voluntario social y sobrevivir con una paga reducida, con el qué se consigue el choque de clases sociales y sacar de su ambiente a alguien que está acostumbrado a los lujos y que se lo hagan todo. Y la tercera vertiente, la más criticable a mi modo de ver, es cuando el tio empieza a regalar pasta a la gente que ha conocido, por mejorar sus vidas, lo cual nos podría recordar algo programas del estilo de Esta casa es una ruina, que también emite Antena 3 y que, desde ayer visto, ha tomado su relevo en la parrilla.

En el primer programa, cogían a un arquitecto de éxito, empresario y forrado, que lo llevaban a Galicia, a una casa de acogida donde daban de comer a mendigos y a ayudar a varias asociaciones: una que ayudaba a los enfermos del V.I.H., una que ayudaba a ancianos con movilidad reducida, etc. Lo que se intentaba era que el protagonista se hundiera en algún momento, y se consiguió al tercer día, cuando el arquitecto confiesa a la cámara que él tuvo un hermano que murió por problemas con las drogas. Creo que el programa forzó bastante la situación para asegurarse los resultados. Al final, el empresario regaló, en total, 300,000 euros a las diferentes organizaciones en las que había colaborado durante los últimos cinco días, y un piso (diseñado por él mismo). El final era terriblemente sensiblero, buscando la empatía con el espectador y remover conciencies, pero, sobre todo, lo qué buscaba era audiencia, no nos engañemos (espero que esto ahora no entre en una pugna/competición por ver cual es el millonario que regala más pasta). Siendo algo malpensados, se debe decir que, aparte de la pasta regalada por el arquitecto, todo y ser una donación muy generosa, el programa era un gran escaparate para él y su empresa y el hecho de regalar pasta a los más necesidades funcionaba muy bien como una gran campaña de marketing.

En cuanto a la audiencia, en el primer programa consiguió un flojo, aunque medio aceptable 14,1% de share, pero en su segunda semana ya bajó a un 12,6%. No acaba de funcionar, pero lo más preocupante, son los problemas de la productora para encontrar millonarios dispuestos a entrar en el juego.

Seguiremos informando...

Trumbo y la lista negra (2007)

Elprimerhombre ha visto Trumbo y la lista negra, de Peter Askin, un espléndido documental que vuelve a sacar a la luz, con Dalton Trumbo como protagonista, un tema tan conocido como denigrante, llamado "la caza de brujas", que marcó para siempre a muchas figuras de Hollywood por ser señaladas por el senador McCarthy y perseguidas por el Comité de Actividades Antiamericanas, después de la Segunda Guerra Mundial, al creer que estaban afiliadas al Partido Comunista, algo que supuestamente no era bueno para la seguridad nacional.

Queda muy claro desde el inicio que la injusticia de aquella lista negra afectó a la integridad de muchas personas, pertenecientes tanto a la política como al ejército o, sobre todo, a la industria del cine, como los Diez de Hollywood, nombre que se atribuía a los diez guionistas más importantes del momento, entre los que se encontraba el mismo Dalton Trumbo, que hasta 1945 fue el mejor pagado de todos ellos. Estos guionistas fueron los que recibieron una mayor culpa ya que se encontraron en sus textos pensamientos de izquierdas, de propaganda comunista, algo que les llevó a sentarse delante del Comité, acogiéndose casi todos a la primera enmienda que les daba derecho a no responder a preguntas a cerca de sus ideas políticas. Como bien recrimina Trumbo cuando le hacen retirarse, "esto es el comienzo de un campo de concentración para guionistas".

Y es que este hombre fue consecuente con su forma de pensar y actuar y no tenía la menor intención de revelar si había pertenecido al Partido Comunista ni de decir el nombre de ninguno de sus compañeros, algo que sí hizo, por ejemplo, Elia Kazan. También es cierto que hubo otros testigos, como Robert Taylor, Walt Disney o algunos ejecutivos de los grandes estudios, que hablaron en contra de los comunistas, algo que daba fervor y popularidad a los hechos. Y fue con el acuerdo en el hotel Waldorf entre ejecutivos del cine cuando se decidió no dar trabajo a nadie que hubiera tenido alguna relación con el Partido Comunista. Precisamente, fue por esas fechas cuando se acusó a Trumbo, junto con otros siete guionistas, de desacato al Congreso y condenado a prisión donde estuvo de 1950 a 1951. Cuando salió se exilió en la Ciudad de México, como otros guionistas, y comenzó a trabajar llegando a utilizar hasta trece pseudónimos para los guiones de películas. De ahí el curioso caso de su óscar por el guión de El Bravo, en 1956, con el nombre de Robert Rich, cuya invención hizo que nadie subiera al escenario a recoger el premio, siendo todo un misterio, "¿quién era ese tal Robert Rich?". Finalmente fue en 1975 cuando Dalton Trumbo recibió el galardón.

Este hombre tenía las ideas muy claras, con un marcado temperamento que parecía darle una increíble inspiración para obtener respuestas inteligentes en cientos de cartas que escribió a amigos y enemigos entre 1942 y 1962. Cartas que en este documental son leídas e interpretadas de forma fabulosa por varios actores, como Michael Douglas, Liam Neeson, Paul Giamatti, Brian Dennehy o David Strathairn, apareciendo este último en otra película que nos recordó también estos hechos, Buenas noches, y buena suerte (2005), en la que interpretaba a un periodista que ayudó a que se acabara la dichosa "caza de brujas". Aunque la mejor interpretación del documental la obtiene Donald Sutherland, por ser el único que parece dar una sincera opinión al respecto, logrando emocionar con unas soberbias palabras sobre la democracia a raíz de una escena de Johnny cogió su fusil, con guión de Trumbo, basándose en su propia novela. Pero lo cierto de estas cartas es que en ellas podemos sentir y podemos conocer la forma de ser y de pensar de Trumbo. Los textos tienen tanta ironía y están tan bien escritos que resultan lo más interesante y lo más sugerente del film. Podemos escuchar de todo, desde cartas a amigos, cartas escritas desde la prisión a su querida mujer, una carta dirigida a la compañía telefónica, otra que Trumbo escribió a la directora de la Escuela de Primaria donde iba su hija, a causa del malestar que padeció ella con el mal entorno de sus compañeros, o la carta que envió a uno de sus hijos, Christopher Trumbo, regalándole dos libros, uno de ellos llamado Sexo sin culpa, lo más parecido a un manual de masturbación.

Sinceramente, hay que decir que este documental está lleno de sentimientos de rabia y de impotencia, con opiniones también de dos de los tres hijos de Trumbo, el citado Christopher y Mitzi, orgullosos de su forma de ser y de lo buen padre de familia que era. Las imágenes de archivo que vemos están muy bien escogidas, igual que todo el material utilizado y expuesto, como las mencionadas cartas y las entrevistas hechas a Dalton Trumbo. Todo sirve para volver a una parte de la historia de Estados Unidos en la que nadie se debería haber visto expuesto. Y me despido con una gran opinión de Trumbo que resume totalmente la injusticia que se ha intentado retratar en este soberbio documental:

"En todo el mundo, aquí, allí y en todas partes, se encuentra este inmoral dominio del poder sobre las ideas más privadas de los hombres y la convicción del gobierno de que tiene el poder para impeler a los hombres a hablar, a retractarse, a deshonrarse a sí mismos, a jurar que han sido unos idiotas, a renegar de su pasado y a escupir sobre su obra. Esto es lo que quiere el gobierno en mayor o menor grado en todo el mundo, y esto es lo que nadie, nadie puede hacer".

En definitiva, un completo y brillante documental que nos emociona por mostrarnos a Dalton Trumbo tal como era, utilizando sus emotivas cartas, interpretadas por grandes actores, dándonos a conocer las incongruencias de la lista negra.

Un saludo!



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Una invención diabólica (1958)

El fantástico mundo de Julio Verne (1828-1905) cobra vida en Una invención diabólica, película que baraja conceptos e ideas aparecidos en diversas obras del escritor francés, pero que sigue la misma línea argumental que Ante la bandera, una novela suya datada de 1896. Estas publicaciones vieron la luz acompañadas por espectaculares grabados de diferentes artistas, como Edouard Riou, un pintor alumno de Gustave Doré, o Léon Benett, un diseñador y viajero íntimo amigo de Verne, que en muchas ocasiones creaba sus dibujos bajo la supervisión del mismo. Estas imágenes han sobrevivido al paso del tiempo y se han convertido en la máxima expresión de lo verniano, de tal manera que aun siguen acompañando las actuales reediciones de sus novelas.


Cuando Karel Zeman (1910-1989) se propuso trasladar a la pantalla el personal universo del escritor, venía influenciado por la fuerte tradición marionetista de Checoslovaquia y por su amor incondicional a la obra de George Méliès. Así que lo que creó no fue una adaptación al uso, sino que se propuso insuflar de vida aquellas mágicas ilustraciones decimonónicas. Mediante el trucaje, la sobreimpresión y el collage, y con un sentido plenamente lúdico y artesanal, Zeman otorgó movimiento a aquellos grabados, creando una sugestiva era del vapor repleta de imposibles prodigios mecánicos. Submarinos, Zeppelines y diversos globos aerostáticos son moneda común en la película, a lo que hay que sumar una puesta en escena basada en el esgrafiado y una maravillosa estética steampunk y retrofuturista. La cinta, sin duda alguna, es visualmente portentosa.


La historia gira en torno a Thomas Roch, un inventor francés que es secuestrado por los malvados piratas del Conde Artigas. Tras un largo viaje en barco y submarino, es llevado a una base secreta situada en una isla volcánica perdida en medio del océano. Allí será víctima de los subterfugios y engaños del conde, que le convencerá para crear una poderosa arma con la que ansía gobernar el mundo. Simon Hart, el ayudante del profesor, hará todo lo posible para desbaratar los maléficos planes del conde.


Al argumento no le falta de nada; hay aventura, piratas, experimentos científicos, localizaciones exóticas, un villano y un arma súper peligrosa, pero algo falla, porque a medida que avanza el metraje el espectador empieza a aburrirse. La película cae presa del ensimismamiento que provoca su propia pericia visual y la acción carece de todo dinamismo. El montaje se recrea demasiado en unas imágenes que aunque brillantes, tan solo son el medio para explicar una historia. Una historia a la que el director, muy ocupado en otros menesteres, no ha sabido prestarle toda la atención que se merece.


Como cualquier obra de ciencia ficción que se precie, esta epopeya victoriana no se salva de la alegoría social. La trama nos advierte de los peligros de la tecnología, y la invención diabólica que da título al filme, está considerada como un anticipo a la bomba atómica (recordemos que la novela es de 1896). Esta visión pesimista choca con la fascinación con que Zeman nos muestra el hecho científico, concediéndole la categoría de extraordinario. La película transmite cierto sentimiento de nostalgia por el progreso a la antigua usanza, mostrándolo de manera más próxima a la magia que a la ciencia.


Una invención diabólica se me antoja como un precedente poético a lo que años más tarde lograran Sin City (2005), 300 (2007) o Watchmen (2009), y a decir verdad, en esta película ya se encuentran muchas de las virtudes y defectos con las que se toparan Zack Snyder y compañía al hacer sus adaptaciones viñeta a viñeta. La propuesta resulta de gran eficacia plástica pero de poca resolución cinemática.



La frase: “Buenas tardes, amigos. Acérquense, les contaré una gran aventura.”

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Los mundos de Coraline (2009)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y hoy miramos hacia la cartelera, con una película de estreno que es un bonito/terrible cuento que hará las delicias de los aficionados al stop-motion, de la mano de uno de los directores que se está consagrando con dicha técnica. Hoy: Los mundos de Coraline... ¡Empezamos!

La película empieza, como tantas y tantas otras, con la mudanza de la familia protagonista a su nuevo hogar en los apartamentos Palacio Rosa. Dicha familia está formada por un matrimonio, demasiado enfrascado en su trabajo como para hacer caso a su hija, llamada Coraline, una niña de gran imaginación, que se sentirá sola en su nuevo hogar, después de haber dejado atrás a sus antiguos amigos, debido a la poca atención dispensada por sus padres. Rápidamente, no obstante, empezará a hacer nuevas amistades, entre los que encontramos a un extraño niño, que vive en el pueblo, y sus vecinos: un viejo artista de circo, el asombroso Bobinsky, al que se le ha ido un poco la cabeza, y dos ancianas, antiguas bailarinas de vodevil, amantes de los perros, que siguen recordado los felices tiempos de éxitos pasados. Pero todo va a cambiar cuando Coraline descubra que, escondido en el salón de su nueva casa, debajo del papel pintado, existe una pequeña puerta capaz de llevarla a un mundo paralelo donde todas las cosas que le disgustan han desaparecido, todo es perfecto y la actitud de sus padres hacia ella ha cambiado, solo que, en ese nuevo mundo, las personas no tienen ojos, tienen botones.

El director del cuento es Henry Selick que, aunque su nombre a priori no nos diga demasiado, lo cierto es que era el director de Pesadilla antes de navidad (no, Tim Burton no la dirigió, suya era la historia y el trabajo de producción, pero la dirección corría, en solitario, a cargo del sr. Selick, aunque no tuviera el reconocimiento que, quizás, se merecía). Después vinieron James y el melocotón Gigante (también en stop-motion) y posteriormente probó suerte con Monkeybone (que resultó ser un fiasco donde Brendan Fraser se las tenía y se las deseaba con una especie de mono tocapelotas). Ocho años después de esta última, vuelve a probar suerte con lo que, hasta la fecha, mejor se le ha dado, llevar a la gran pantalla un cuento siniestro utilizando, una vez más, la técnica del stop-motion, que tan buenos resultados le ha dado.

Y para ello se ha basado en una novela de Neil Gaiman (quien la escribió pensando en su propia hija), reconocido autor de cómics (especialmente relevante su trabajo en la serie Sandman) y cuya novela Stardust, ya se llevó recientemente a la gran pantalla.

La película engancha, y lo hace por diferentes y variados motivos. Engancha por la oscuridad que desprende la historia que nos están contando, siniestra en muchos momentos, con un terror que se va apoderando del metraje a medida que avanza la peli, llegando a una cumbre media hora final; engancha por lo bien tratado que está el stop-motion y todo el jugo que es capaz de sacar el director y su equipo de la técnica; engancha por la magia que desprende por sus cuatro costados; engancha por su desbordante imaginación, donde los jardines cobran vida, las mantis son vehículos y los escarabajos cómodos asientos, engancha por sus personajes secundarios, tan bien escogidos, personajes solitarios y amargados, anclados en unas vidas que hace muchos años que dejaron atrás, pero entrañables al fin y al cabo; engancha por la historia, que aunque en algún momento pueda recordar a Alicia en el país de las maravillas, a la hora de la verdad, funciona por si sola y te acabas olvidando de las comparaciones; y engancha porque en ningún momento deja de ser un cuento, lleno de fantasía, protagonizado por una niña capaz de salir adelante pese a las adversidades, con una moraleja final (como todo buen cuento que se precie).

Resumiendo: La peli es un cuento siniestro y terrorífico, con una trama que engancha al espectador (sean niños o adultos), plagada de momentos brillantes, fantasía desbordante y personajes memorables.



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Ser y tener (2002)

Elprimerhombre se ha vuelto a emocionar con el documental Ser y tener, de Nicolas Philibert, realizado con la sabiduría de saber mostrar, con absoluta atención, la dedicación de un profesor en una escuela rural impartiendo clase a sus alumnos de entre cuatro y once años.

Esto es lo que se llama "la clase única", dispuesta en zonas rurales alejadas, en la que se juntan críos de preescolar con críos de primaria. En este caso en concreto, la escuela está situada en una zona apartada de la región de Auvergne, en Francia. Y como podemos ver, nada más comenzar el documental, el invierno en estos lugares es muy duro, siendo el paisaje un detalle muy importante para la historia real que se nos cuenta. Cada mañana, varios de estos alumnos son recogidos por una furgoneta para ir a la escuela, donde recibirán los sabios consejos de su profesor Georges López, de origen español, cuya misma delicadeza para atender las dudas de sus pequeños alumnos será compartida por Philibert al dejar que ellos mismos sean los protagonistas, filmando con la cámara todo cuanto dicen y colocada a su misma altura. Conoceremos entre otros al simpático Jojo, el niño que tiene más protagonismo, y que se nota que es el que llama más la atención del director y del mismo profesor; a la riquísima Marie, una niña oriental con marcados mofletes; a la callada Alize, al tímido Johann, o a los más mayores, Olivier y Julian. En total serán trece niños que mantendrán una buena relación con su profesor y que nos llegarán a enternecer.

Lo más llamativo de esta película y lo que mejor se consigue es el contagio al espectador de la tranquilidad con que se nos plantea todo desde el comienzo. En el primer plano de la clase que se nos muestra, las sillas están aún encima de la mesa y entran en escena a su paso dos tortugas de tamaño bastante grande, como introduciéndonos lentamente en un paisaje rural afiliado al silencio, ayudando esta serenidad a que haya una sintonización mejor entre el profesor y sus alumnos. Algo casi absolutamente imposible en los colegios urbanos, como pasaba en la película de La clase, de Laurent Cantet, con unos alumnos bastante aturdidos y de tono disonante, siendo el intento para dialogar con ellos una pura utopía. Algo que en cambio consigue fácilmente el señor López, con muchos menos alumnos y hasta con una educación mejor de estos mismos. También es verdad de que la mayor diferencia de este tipo de clase con la que hay en las ciudades es por el vínculo mayor entre el profesor y sus alumnos, cuyo respeto mutuo está mucho más acentuado. Probablemente sea gracias a la cercanía y el ser pocos alumnos lo que ayude a conseguir una mejor coordinación y un mayor acercamiento, pero es que de esta manera el profesor puede hablar sin tener que gritar y puede hacerse entender mucho mejor. De ahí el emocionante final de curso, dado también por la cercana jubilación del profesor López, ocasionando de esta manera un brillante desenlace con besos de despedida entre él y sus alumnos.

Esta simpática y muy respetable relación conlleva a que sea lo más vistoso y agradable del documental, algo que te deja con la sonrisa en la boca en muchos momentos, destacando la forma en que el profesor se comunica con ellos, haciéndoles muchas preguntas para que se den cuenta en lo que están fallando o para poder averiguar en qué es exactamente lo que no entienden. Entre los alumnos hay compañerismo pero no hay ninguna duda de que también hay riñas, como es obvio a su edad, con el consecuente diálogo que pueda tener el profesor con ellos para calmar los ánimos. Pero no hay que olvidar en ningún momento la importante aportación que tiene la familia en estos lugares, ayudando en lo que pueden a sus hijos y algunos hasta hablando con el profesor para encontrar alguna solución a sus estudios, a que logren ser capaces de aprobar las materias, llegando a ser más competentes.

En definitiva, un buen documental realizado con una simplicidad envidiable, con una relación emotiva entre el profesor y sus alumnos.

Un saludo! Y recomiendo que la vean en V.O.S.E.



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Las malas lenguas (II)


En los últimos meses se ha ido caldeando la (conveniente) polémica entre McG y Michael Bay, los realizadores de Terminator Salvation y Transformers: Revenge of the Fallen. La disputa empezó cuando Bay acusó a la cuarta entrega de Terminator de emular el tamaño de los robots de Transformers. McG se defendió comentando que los robots gigantes son un tema recurrente en el cine, e incluso más tarde llegó a vanagloriarse de tenerlos más grandes. Aunque en un principio parecía que hablaba de los robots, el director acabó por sugerir una posible competición de miembros viriles, pero finalmente quitó hierro al asunto de esta manera:

« Eso fue una tontería, y la gente hablando sobre dos directores engreídos que tienen grandes pollas. Nada más lejos de la verdad. Lo más gracioso es que tengo una maldición irlandesa, y creo que todos sabemos en qué me afecta eso. »

El intercambio (2008)


Buenos días, soy el jefe Dreyfus, de nuevo con una película del maestro Eastwood, en esta ocasión con un dramazo de esos tan solemnes que, incluso, en un principio me tiró un poco para atrás y lo fui dejando hasta que, por fin, me decidí a verla aprovechando su salida en dvd. Hoy: El intercambio... ¡Empezamos!

La peli está ambientada en Los Angeles, en el año 1928, donde encontramos a Lara Croft, convertida en una madre soltera que intenta compaginar la educación de su hijo con su trabajo (del padre no se sabe demasiado, al parecer un día dijo que se iba a comprar tabaco y todavía no ha encontrado estanco). Una día, al volver a su casa del curro, descubrirá que su hijo ha desaparecido sin dejar rastro y, como el niño todavía no esta en edad de fumar, la madre opta por pedir ayuda a la policía. Al cabo de pocos meses, la policía la informa de que ha encontrado a su hijo desaparecido, pero le entregan un niño que, la madre, asegura que no es su hijo. A pesar de las súplicas de la “madre coraje” para que la policía siga buscando a su hijo, la poli la intenta convencer de que el niño encontrado si es realmente su hijo, con lo que la madre tendrá que luchar, con todas sus fuerzas, para imponer su verdad, encontrando ayuda en el prota de las amistades peligrosas, que interpreta a un reverendo, que actúa de radio-predicador, muy crítico con el trabajo de la policía de la época, a la que tacha de corrupta siempre que tiene ocasión. Pues si, una historia dura (un dramón, vamos), que, encima, viene precedida por un “basado en hechos reales”, que no hace más que dar más dramatismo a la historia.

El responsable, detrás de las cámaras, es el veterano (aunque muy activo), Clint Eastwood, de quien ya hablé en mi anterior crítica sobre Gran Torino, y que, una vez más, ha optado por no aparecer en pantalla, dejando el trabajo en manos de Angelina Jolie, auténtica protagonista de la película. La Jolie es famosa por muchas cosas variadas y, además, sale en películas, en su mayoría, de gusto más o menos discutibles. Nunca la he considerado una gran actriz (a pesar de que ganara un Oscar a la mejor actriz secundaria por Inocencia interrumpida) y, a pesar de todo, me trago mis palabras (como casi siempre), porque lo cierto es que en esta película la chica está francamente bien, logrando justificar la confianza que el bueno de Clint ha depositado en ella. Sin duda alguna, el Sr. Eastwood ha conseguido sacar lo mejor de ella, logrando que la actriz construya un papel duro, dramático y, lo más importante, creíble. Junto a la Jolie, encontramos a John Malkovich, un actor de esos que se apunta a un bombardeo, y que, como casi siempre, consigue grandes resultados.

Además, el guionista de la película es un tal J. Michael Straczynski, un tipo de apellido rebuscado que se dio a conocer, hace ya un tiempo, por ser el creador de la Babylon 5, serie que cuenta con un buen número de seguidores, entre los cuales no me cuento, pues jamás he visto un capítulo entero. Y es que un servidor lo conoció cuando, el hombre, dio el salto a los cómics, encargándose de los guiones de The Amazing Spiderman (durante un huevo y medio de números), El escuadrón Supremo, Doctor Extraño, Los cuatro fantásticos y Thor (que ya de paso podría hacer él el guión de la peli que están preparando sobre el personaje y así todos podríamos dormir más tranquilos). Después de la buena acogida de El intercambio, no duden que al sr. Straczynski le van a llover las ofertas. Esperemos que siga con la buena racha.

Como ya he dicho anteriormente, la peli es un dramón, un dramón de los de aupa, donde una madre se ve obligada a luchar por recuperar a un hijo que le ha sido arrebatado. Ese es el tema central de la película, cierto, pero cabe decir que la película también habla de muchas otras cosas. Porque la película también nos está hablando de injusticia, de abuso de poder, de corrupción, de desigualdad de géneros, de crueldad, de lucha, de verdad, de arrieros somos y en el camino nos encontraremos, de derechos humanos, del poder de la prensa y de rabia, de mucha rabia, la de los personajes y la del espectador, que aumenta a medida que avanza la trama. Y es que el guión, y la historia que nos están contando es, din dudas, uno de los puntos fuertes de la película, logrando llegar hasta donde uno de pensaba que llegaría.

El otro punto fuerte de la película es su fantástica dirección. Cierto es que no vamos a descubrir a estas alturas al Clint Eastwood director, pero uno se sorprende, nuevamente, ante el despliegue de eficacia que demuestra al contar una historia que, en ningún momento, flaquea (no hay bajones destacados a lo largo de sus dos horas y cuarto de metraje), consiguiendo un tempo narrativo que avanza, de forma pausada pero eficaz. Además, consigue sacar unas buenas interpretaciones de sus actores protagonistas y es de destacar el trabajo de ambientación.

Resumiendo: Muy recomendable trabajo del Clint Eastwood director, que nos cuenta una historia que es mucho más de lo que, a simple vista, nos pudiera parecer.



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