Grandes momentos tv (XVIII)



"Dime en unas veinticinco palabras que sabes de mi país, soy embajador de Rusia."

El embajador de Rusia.
Miss España. Tele 5. 2001

A ciegas (Blindness) (2008)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus. Ya ha llegado la primavera amigos, los pájaros cantan, las flores empiezan a brotar, la sangre se nos altera y una epidemia de ceguera se ha adueñado de nuestros cines. Así que hoy: A ciegas, Blindness... ¡Empezamos!

La historia empieza a saco. Un tio está en su coche parado en un semáforo cuando, de repente, se da cuenta de que se ha quedado ciego y no logra ver nada. Su ceguera no es corriente y, en lugar de verlo todo negro, él lo ve todo blanco, aunque lo peor está por venir, debido a que, la llamada “ceguera blanca”, además, resulta ser contagiosa y todo el que se acerca al individuo también termina quedándose ciego, incluido el oftalmólogo que lo visita. Como la cosa se empieza a expandir cosa mala y rápidamente salta la alarma social, el gobierno decide tomar cartas en el asunto y aislar a todos los afectados en un recinto de cuarentena hasta tener más información sobre la extraña enfermedad. Los enfermos deberán sobrevivir, ciegos y encerrados, sin ayuda del exterior salvo comida, lo que acabará provocando que salgan a la luz los más bajos instintos del hombre. Encerrada, junto con los ciegos, encontramos a la mujer del oftalmólogo, la única que no ha perdido la visión, decidida a no abandonar a su marido.

La peli es la adaptación cinematográfica de la novela Ensayo sobre la ceguera, del Premio Nobel portugués José Saramago, un libro que se me antojaba francamente complicado de llevar a la gran pantalla con éxito y, después de verla, debo reconocer que el tiempo me ha acabado dando la razón. Era demasiado complicado. Me leí el libro hace ya algunos años y confieso que me estaba gustando bastante, hasta que llegué a su tramo final que no me acabó de convencer y a un final que me dejó del todo frío. Y a pesar de todo es un libro que recomiendo encarecidamente, pero, como esto no es el quesito marrón, mejor sigamos con la película.

El director es Fernando Meirelles, un brasileño que se dio a conocer internacionalmente con Ciudad de Dios y que probó suerte fuera de su país con El jardinero fiel. Entre los protas de la peli encontramos a Julianne Moore (a quien muchos descubrimos en Short Cuts de Robert Altman), a cuyo personaje en diferentes momentos de la película te dan ganas de darle dos hostias por no tomar ciertas decisiones en el momento justo; Mark Ruffalo (actor con una carrera, digamos, confusa); Gael García Bernal (el actor mejicano más internacional y que se dio a conocer con Amores perros y Y tu mamá también); y Danny Glover (si, si, el de Arma Letal), cuyo personaje, llegado cierto punto de la película, empieza a narrarnos lo sucedido en pantalla en voz en off, sin que en ningún momento venga a cuento de nada.

Lo que nos está contando la película es lo débiles que somos en el fondo los humanos, por mucho que nos creamos los putos reyes del mambo. Ya saben, vamos de chulitos porque somos racionales, pero a la que nos quitan un sentido tan básico y elemental como el de la vista toda nuestra racionalidad se va a tomar por el culo y nos volvemos unos putos animales más, peleando por comida con el primero que se nos pase por delante. La película también nos habla de alienación social, de no ver más allá de nuestras propias narices y de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, pero ese tipo de análisis mejor lo dejamos para intelectuales y/o tertulianos de los programas de mañana en televisión.

Lo cierto es que la película no empieza mal del todo e incluso consiguió que albergara algún tipo de esperanza hacia ella, esperanza que rápidamente se fue diluyendo hasta quedarse en nada, a medida que avanzaba la trama. Porque una vez la historia se mete en el encierro de los personajes, que ocupa buena parte de metraje, la cosa empieza a aburrir y mucho, con una más que evidente carencia de ritmo narrativo, no consiguiendo transmitir toda la fuerza y todas las virtudes del libro y, además, sumándose un buen puñado de nuevos defectos. Y todo eso a pesar de que la película resulta sorprendentemente fiel a la novela (incluida alguna escena que pensaba que se iban a cargar), pero lo cierto es que se queda muy a medio gas. Y en parte esto sucede porque parece como si el director no tuviera del todo claro a que estaba jugando, porque la película se queda entre medias de ser una película de autor de pequeño presupuesto y una gran superproducción de cine de catástrofes, especialmente en su recta final. Esta falta de decisión provoca que en muchos momentos la película esté naufragando sin saber muy bien a que puerto amarrarse.

La gran duda, no obstante, residía en como se las arreglaría Meirelles para llevar a la pantalla la sensación de “ceguera” que sufren los personajes de la película. Y lo cierto es que el hombre ha echo lo que ha podido, con una gran predominación del color blanco sobre todo lo demás (fundidos a blanco incluidos) y resaltando algunos sonidos y diálogos, aunque, todo sea dicho, no siempre con un buen resultado.

Resumiendo: Fallida adaptación, con buenas intenciones, pero con un resultado tirando a mediocre.



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The Visitor (2008)

Elprimerhombre sólo tiene elogios para The Visitor, de Thomas McCarthy, una película sorprendente y conmovedora con la que no pudo contener unas cuantas lágrimas.

Y la verdad es que viendo la película uno se da cuenta de que la historia no tiene tanta importancia porque es la manera de contarla lo que fascina. Digo esto porque haciendo una sinopsis podría resultar un tanto típica. Un profesor de la Universidad de Connecticut, llamado Walter Vale (Richard Jenkins), debe ir a Nueva York a hacer una conferencia sobre un ensayo de economía que ha hecho una compañera suya, siendo él el coautor. Pero al entrar al apartamento que tiene allí desde hace 25 años, al que no ha ido en mucho tiempo, se encuentra instalados a una pareja de inmigrantes porque alguien les alquiló el piso dos meses atrás, sin saber él nada del asunto. Pero a partir de aquí empezará una relación muy especial entre los tres y a diferencia de otras películas, el espectador vivirá momentos brillantes por su humanidad y ternura.

Y eso es lo que engrandece esta película. Los personajes que la componen son de una autenticidad tan impactante que sólo de recordarlos se siente uno confortado. El profesor, de carácter aparentemente serio, vive una vida bastante solitaria desde que su mujer falleció y está interpretado por un majestuoso Richard Jenkins, cuya actuación es realmente magistral, con una contención y un saber estar delante de la cámara que deja atónito a cualquiera. Y los dos inmigrantes, una chica de Senegal llamada Zainab (Danai Gurira) y un chico de Siria llamado Tarek (Haaz Sleiman), serán unos perfectos compañeros de reparto, sobre todo Tarek, ya que toca un instrumento de percusión llamado "djembe", que es una especie de tambor, con el que enseñará a Walter sus trucos, formándose así una relación de amistad entre ambos, algo que al principio no entenderá Zainab.

Durante el desarrollo de esta historia iremos descubriendo otros matices y ocurrirá algo que cambiará el rumbo de la misma. Tarek será detenido en el metro (en una escena previsible) sin haber hecho nada y Walter intentará hacer todo lo posible para soltarlo. El gran problema es que no tiene los papeles en regla siendo un ciudadano ilegal y es entregado a Inmigración. Aquí empezará la parte más dramática y crítica de la historia, mostrando el sistema burocrático de la inmigración en Estados Unidos, siendo durante la presidencia de Bush cuando aumentan en gran medida las detenciones y el encarcelamiento masivo de inmigrantes. Y en este punto de la película aparecerá un cuarto personaje, el de la madre de Tarek, Mouna (Hiam Abbas), que vive en Michigan pero llega a Nueva York al no tener noticias de su hijo desde hace unos días. Al saber lo ocurrido, no se irá de la ciudad hasta que no se solucione el destino de su hijo.

En este punto, quiero destacar la historia de amor que percibiremos y sentiremos con Walter y Mouna, una de las más bellas que haya visto en mucho tiempo. Su relación de amistad, basada en un cariño y respeto mutuo, se convertirá hacia el final en un amor dulce donde no habrá ningún beso, sino sólo abrazos y ternura, mucha ternura. Y eso es justamente lo que nos regala amablemente Thomas McCarthy con la dirección. Con todo su talante y toda su pasión consigue una puesta en escena prácticamente perfecta, con una cámara siempre situada en el lugar donde le pertoca, sin alterar ni molestar a los protagonistas de esta bella historia, consiguiendo en ellos una naturalidad patente. Pero viendo su anterior trabajo, Vías cruzadas (2003), que representó su debut cinematográfico, vemos que ya apuntaba maneras. Siendo una película independiente con varias similitudes a las primeras películas de Hal Hartley, el protagonista de esta es un hombre que mide menos de un metro treinta, harto de que todo el mundo le mire por ser enano, siendo una crítica a la misma sociedad. Y ya se puede prever una dirección correcta y una relación interesante entre tres personajes solitarios que dio sus frutos ya que consiguió premios en Sundance y obtuvo buenas críticas. Pero es en The Visitor donde se ha arriesgado más al contarnos una historia sobre la inmigración, con una trama más llena de emoción y en la que los personajes tienen mucho más protagonismo, no tanto como en Vías cruzadas, donde el silencio tenía más presencia.

En definitiva, The Visitor es una película para recordar, en la que se realzan las pocas virtudes del ser humano, con una dura crítica al tema de la Inmigración en los Estados Unidos, una dirección perfecta y una actuación memorable de Richard Jenkins.

Un saludo!



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Gwendoline (The Perils of Gwendoline in the Land of the Yik Yak, 1984)

Gwendoline es un personaje creado por el ilustrador y dibujante John Willie (1902-1962), el alma mater de la revista Bizarre, una publicación que él mismo auto editaba de forma clandestina y que se ha convertido en todo un icono dentro del mundo fetichista. Para trasladar el comic a la gran pantalla se puso tras la cámara otro erotómano empedernido, hablamos de Just Jaeckin, un director francés muy afiliado al cine erótico y que a mediados de los 70’s puso de moda el género con películas como Historia de O (1975) o la mítica Emmanuelle (1974), donde aparecía Sylvia Kristel sentada en su trono de bambú. Quien se encarga de dar vida a la sumisa e inocente protagonista es Tawny Kitaen, una actriz y modelo de espectacular físico que ha trabajado en teleseries como Santa Bárbara y Radio Cincinatti, y que ha salido en varios videoclips de la banda de heavy metal Whitesnake. Brent Huff interpreta a Willard, el marinero de pose chulesca y pendenciera por el que Gwendoline beberá los vientos, y Zabou Breirman es Beth, la leal sirvienta de sensual peinado.


La película empieza con una ambientación muy a lo Indiana Jones, pero con chicas desnudas por aquí y allí. Nos encontramos en los años 30, en algún lugar del exótico oriente, en un embarcadero donde suceden robos, tiroteos, disturbios y atropellos, lo normal para cualquier muelle de mala muerte que se precie. Unos ladronzuelos están saqueando la mercancía de los barcos cuando se topan con Gwendoline, el tipo de hembra que todos nos pediríamos para reyes. Los maleantes pretenden vendérsela al amo de un casino/bar de striptease, pero cuando éste le rasga las vestiduras para comprobar la mercancía, un atlético marinero entra por la ventana, mata a los malos y desata a la chica. Más tarde el marinero intenta deshacerse de Gwendoline y de su criada, tirándolas a ambas a los cocodrilos, pero fracasa y surge el cariño, así que acaba acompañándolas en su búsqueda de un rarísimo espécimen de mariposa. Esta aventura les llevará a través de junglas y desiertos, donde correrán peligros y se desnudarán continuamente, hasta llegar al país del Yik Yak, un lugar subterráneo habitado por unas sádicas gladiadoras en tanga.


Gwendoline es una película básicamente adulta, donde hay gore, sexo, fetichismo y sadomasoquismo por doquier, unos elementos que pueden sonar un tanto fuertes, pero que aquí están tratados de forma frívola y festiva, de tal manera que la cinta adquiere un tono de aventura ligera. La búsqueda del extraño ejemplar de mariposa, ese hecho que supuestamente motiva la acción y que sirve como metáfora de la virginidad de la protagonista, llega al espectador de forma un tanto nebulosa y es uno de los MacGuffins con menos peso que he visto en mi vida. En ningún momento se esconde que el auténtico motor de la cinta es el bondage, ya que la trama podría verse como una sucesión de sketches en que los protagonistas son perseguidos, atrapados, maniatados de forma estético-erótica, para luego ser liberados y vuelta a empezar. Una idea que se ve reforzada en la mojigata versión para la televisión, ya que la censura echó mano de las tijeras y dejó el montaje hecho unos zorros.


La primera parte del metraje toma su imaginario de los pulp magazines, sobre todo por lo que concierne a la atmósfera y al personaje de Willard, la arquetípica figura del antihéroe varonil. Pero tras la llegada al país del Yik Yak todo adquiere un matiz de erótica fantasía kitsch, con un pié en el péplum italiano y el otro en la subcultura del cuero. Los decorados y el vestuario también tienen un fuerte toque 80’s, y uno debe frotarse los ojos en varias ocasiones para creerse lo que está viendo (me parece que es la película a la que le he hecho más capturas de imagen). De todas las escenas yo me quedo con la carrera de cuadrigas, algo que recuerda la secuencia más emblemática de Ben Hur (1959), solo que en esta versión los caballos son substituidos por bellas amazonas (un hecho totalmente ridículo, si uno se para a pensarlo, pero de un fetichismo sobrecogedor).


Como apunte final, señalar que sorprenden los medios y el presupuesto de los que hace gala un filme con clara vocación de serie B, algo que se refleja en los decorados y en la ambientación, mucho más resultones de lo que cabe esperar en este tipo de productos. Básicamente la cinta puede tomarse como un Indiana Jones nudista, donde se transita el subgénero de “los mundos y/o razas perdidas” con mucha desfachatez, humor y un sin fin de tetas al aire.



La frase: «“¡Tráeme a tus chicas y empezaré la repoblación!”»

La frase 2: «“No puede hacer el amor como todo el mundo, ¡no! Tiene que liarse a latigazos, torturas, batallas…”»

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Series Nacionales

Buenos días, soy el Jefe Dreyfus. Las series nacionales parecen estar de moda y todas las cadenas se las ven y se las desean para ofrecer nuevos productos a los espectadores. Hoy, nos centramos en los últimos estrenos de series españolas... ¡Empezamos!

ACUSADOS, Miercoles en Telecinco: La serie empezaba en Salamanca, dónde una especie de super Juez, un poco al estilo SuperGarzón, recoje un premio por sus méritos y aprovecha su estancia para contratar a su nuevo secretario, un joven a quien le ofrece viajar a Madrid. Él y su novia se trasladan, pero una vez alli el espectador empezará a ver que los siguen, aunque ellos no lo sepan. La jueza está investigando el caso de un incendio en una discoteca, del que ella cree que un hombre de negocios metido en el mundo de la política es el máximo responsable. Mientras que el joven secretario no para de trabajar, su novia no se acaba de adaptar a vivir en Madrid y, además, descubrirá que está embarazada. Cansada, decide volver en Salamanca con su familia, pero es secuestrada por el tio que llevaba todo el capítulo espiándola.

La serie está protagonizada por Blanca Portillo, la actriz que salía en Siete Vidas y que con Volver hizo el salto al cine; Silvia Abascal, la hija pequeña de la serie Pepa y Pepe; Jose Coronado, conocido por hacer anuncios de yogur que hacen cagar y por las series Periodistas (la única que le funcionó), Código fuego (de bomberos que fue un fracaso), Los 80 (sobre la década de los ochenta, que fue un fracaso) y R.I.S. (una especie de remake del remake italiano de C.S.I., que evidentemente, fue un fracaso); y Goya Toledo, la amiga de Penélope Cruz.

Pues al final ha resultado que el título ha sido del todo acertado y premonitorio, porque Acusados fue acusada de ser una copia salvaje de una serie llamada Damages, que emitió el Canal + con el título Daños y Perjuicios e incluso la compañía Sony Pictures, se planteó demandar a Telecinco. La trama es tan parecida que apesta a varios kilometros: también hay una Jueza, interpretada por Glen Clouse, que contrata un secretario, que secuestra a su pareja y que investiga un caso dónde hay un político metido de por medio, que es Ted Danson. Delante de todo esto, Telecinco (tú pantalla amiga), declaró: “Todas las serias de un mismo género se parecen”, y se quedaron tan anchos. Además, la audiencia no está siendo del todo bollante, quedándose, el pasado miercoles, en un justito 15,5%.

AGUILA ROJA, Jueves en Tve1: La historia transcurre durante el siglo XVII y ya de entrada encontramos a un grupo de personajes muy muy muy buenos y un grupo de personajes muy muy muy malos. Al frente de los buenazos encontramos al profe de la escuela local, que vive con su mujer y su hijo y son tan felices que dan asco, y al frente del grupo de los malos encontramos a Francis Lorenzo, el amigo de Emilio Aragón en Medico de Familia, que está metido en una especie de organización sectaria, vestidos estilo Eyes Wide Shut, que se quieren cargar al rey. Lo que pasa es que los buenos son tan felices que ya te empiezas a oler que algo malo les tiene que pasar y, efectivamente, la mujer del profesor pilla cacho, porque tiene la mala suerte de estar en el lugar y en el momento equivocado y el amigo de Emilio Aragón la rapta, la tortura y después la deja moribunda en medio de la calle dónde lo había secuestrado para que la pueda encontrar su familia justo antes de expirar.

Tras los tristes hechos, hay un salto en el tiempo de tres meses, y resulta que ha aparecido en la ciudad una especie de justiciero enmascarado que sería una mezcla entre El Zorro + Robin Hood + Jackie Chan, que lucha contra la opresión y ayuda a los indefensos, y que cada vez que aparece deja una pluma roja como marca (parece como si la serie hubiera robado de todas partes). Ni que decir tiene, que el justiciero misterioso es el profesor de la escuela, que sigue investigando quien es el responsable de la muerte de su mujer. También encontramos a un mendigo que es salvado por Águila Roja, que se convertirá en su ayudante (algo así como su Sancho Panza particular).

La sensación, cuando estás viendo la serie es que televisión española se ha gastado mucho pasta, pero que, aún así, no han podido evitar que la cosa tenga un punto cutre que echa para atrás. Y es que viéndola tienes la sensación de que han invertido mucho en decorados, vestuario, recreación, un elevado número de actores y efectos especiales (que aún y así no acaban de cuajar demasiado bien). La serie intenta recuperar el género de aventuras de capa y espada, pero con ninjas, a lo que suman una especie de erotismo casposo, que tampoco ayuda demasiado (autoestopista enseñando pierna, la marquesa bañándose en leche...). Aún así, la audiencia está siendo brutal, con un 24,6% de share el pasado jueves, y más de cuatro millones y medio de espectadores.

DOCTOR MATEO, Domingos en Antena 3: La serie va de un prestigioso cirujano que ejerce en Estados Unidos y un día sufre una crisis de ansiedad y desde entonces no puede ver la sangre. Como para un médico esto es un problema tirando a chungo, decide dar un vuelco a su vida y vuelve a un pueblecito de Asturias donde había pasado los veranos de su infancia, dónde vive su tía, para convertirse en el médico del pueblo. Él es un tio estirado y tirando a borde lo que provocará que la convivencia con la gente del pueblo resulte más dura de lo que se pensaba en un principio, más acostumbrados a un médico más cercano.

El prota es el que hacía de Gonzalo a Siete vidas y entre los habitantes del pueblo encontramos, entre otras, a Natalia Verbeke, como la profesora de la escuela, que rápidamente empezará a sentir una fuerte atracción hacia el nuevo médico, aun cuando él no se entera demasiado y María Esteve, como la panadera.

La serie es un remake de una serie inglesa titulada Doc Martin y, en forma de comedia, explica la adaptación del médico al pequeño pueblo. También recuerda algo una película denominada Doc Hollywood, protagonizada por en Michael J. Fox, dónde el argumento era bastante similar o, sin ir más lejos, la serie Doctor en Alaska.

Para ser justos debo decir que la serie no es una auténtica patata, está bastante cuidada, con muchos exteriores y paisajes guapos, con una buena interpretación de sus dos protagonistas, otra cosa ya es la de los secundarios que son terribles, y con un ritmo pausado que no acaba de estar del todo mal. El problema es que algunas de las situaciones carecen por completo de originalidad, con gags ya vistos mil veces, y que resulta excesivamente larga y termina aburriendo. Aún así la audiencia, que empezó con un brutal 26,5%, se está manteniendo bastante sólida, incluso luchando contra Aida. El pasado domingo hicieron un buen 17,9%.

PELOTAS, Lunes en Tve1: Pelotas es una serie creada por Jose Corbacho (el colaborador de Buenafuente) y Juan Cruz, un tándem que anteriormente ya había firmado dos películas: Tapas y Cobardes.

El protagonista es el gordo de la pareja Manos a la obra y ya había trabajado con los directores en Tapas, que interpreta a un presidente de un equipo de fútbol de barrio que está casado con Paz Padilla, quien al poco empezar la serie ya la palma, porque la mujer muere en el quirófano intentando hacerse una operación estética de reducción de tocha. Aprovechamos para decir que mientras su mujer la palma en la sala de operaciones él se va a echar un kiki con su amante. Con la muerte de su madre, su hija, que vivía en Liverpool, decide volver y estar junto a su padre, aun cuando nunca se han llevado demasiado bien. El protagonista tendrá que aprender a convivir con su hija y adaptarse a los nuevos cambios, compaginándolo con su trabajo en el club que preside: el Unión F.C., dónde el entrenador es su cuñado y el segundo entrenador es Rodolfo Chikiliquatre. (incluso cuelan una broma relacionada con el chiki chiki).

El equipo es un desastre, los jugadores están más preocupados en ir de cañas que de jugar y están fatal en la clasificación. Intentarán arreglar la trayectoria del club fichando a un Coreano, interpretado por un actor que también había salido anteriormente en Tapas. A la vez, su cuñada, encontrará una lista que había hecho Paz Padilla en vida, donde apuntaba las cosas que quería hacer antes de morir y dónde parece ser que la única que llegó a tachar de la lista era la de tirarse a un negro.

La serie es una tragicomedia con todas las letras. Está bastando bien hecha y resulta bastante interesante, o como mínimo bastante más de lo que, últimamente, nos tenía acostumbrados televisión española y el tono recuerda mucho a su anterior película Tapas, con personajes muy de barrio, intentando superar sus pequeños conflictos e ir pasando el día a día. Por buscar un defecto, diríamos que quizás resulta un pelín larga (hora y media). De audiencia va tirando, consiguiendo el pasado lunes un pasable 15%, aunque va a la baja.

¿HAY ALGUIEN AHÍ? Lunes, en Cuatro: La serie empieza, como tantas y tantas películas de miedo, con la mudanza de la familia protagonista a su nueva casa, situada en una urbanización a las afueras de la ciudad, y ,como en tantas y tantas películas de miedo, la casa guarda algún que otro misterio. Nada más llegar la niña pequeña de la familia empieza a flipar cosa mala y empieza a ver cosas raras (¿Poltergeist?), incluido lo que se supone que es el fantasma de un niño que habita en la casa (¿Los otros?). Además en los sótanos de la casa se encuentra un pozo, hoy sellado, que tampoco tiene mejor pinta (¿The ring?). Además, algún miembro de la familia también tiene sus propios marrones, como por ejemplo el hijo que, una noche volviendo a casa con su novia pastillera en el coche de ella, provocan un accidente a otro coche pero no se paran a auxiliarlo y siguen su camino como si no hubiera pasado nada (¿Se lo que hicisteis el último verano?). A todo esto súmenle un buen número de escenas también vistas en otros lados, como que en las fotos que sacan en la casa aparecen cosas raras, que la niña dibuja gente muerta, un grupo de jovenzuelos haciendo ouija o que la ducha escupe sangre y ya se pueden hacer una buena idea de por donde va la serie.

Antes de nada déjenme decir que es muy de agradecer que Cuatro se haya arriesgado con un producto de estas características y que, más allá del resultado final, parece ser que por fin las series españolas se empiezan a alejar un poco de la familia unida empezando el día almorzando todos juntos, tan sobada. Sin duda el éxito de El internado ha ayudado a que esto empiece a cambiar.

Esta serie, básicamente, es un atraco a mano armada a varias películas del género, robando de todas partes sin ningún tipo de escrúpulo ni miramiento. No es una buena serie, pueden apostar por ello, pero por lo menos es algo diferente y eso también debería contar. Por lo demás poco más que añadir, pocas sorpresas, tensión mal llevada, pocos efectos especiales y tirando a cutrillos, topicazos hasta en la sopa y demás. En definitiva, la máxima sorpresa que puede ofrecer la serie es, simplemente, que exista. E incluso les ha ido bien a los de Cuatro, con una buena audiencia en la noche de su estreno, con un 14% de share y casi dos millones y medio de espectadores.

Anatomía de un asesinato (1959)

Elprimerhombre aún no había visto Anatomía de un asesinato, de Otto Preminger, un clásico de 1959 que fue nominado a 7 Oscars. Tras su visionado su decepción ha sido tan grande que he aquí su desavenencia con muchos puntos de la película.

La historia no es otra que la que hizo famoso a su autor, el novelista estadounidense John Donaldson Voelker, conocido por su seudónimo Robert Traver, que antes de ser escritor había ejercido de abogado, llegando a ser fiscal durante 15 años. Pero fue en 1957, un año antes de publicar la novela que viene al caso, cuando ocupó un puesto en el Tribunal Supremo del Estado de Michigan. El mismo protagonista de la historia, Paul Biegler (James Stewart), también es relevado del cargo de fiscal y se dedica solamente a algunos expedientes y divorcios, pero una noche, al llegar a casa después de estar dos días de pesca, le llaman por teléfono para obsequiarle un caso, y a pesar de su ignorancia sobre los hechos, a raíz de la insistencia de su amigo Parnell (Arthur O'Connell) para que acepte ser el abogado defensor, Biegler comenzará una investigación sobre un asesinato de un tal Barney Quill, perpetrado por el teniente Frederick Manion (Ben Gazzara) al saber que su mujer (Lee Remick) fue violada por dicho Quill.

En lo que a mí respecta, este caso no aporta ningún tipo de suspense ni mucho menos interés durante el desarrollo de la película. Aunque el cartel y las letras de crédito estén ideados con mucha originalidad por Saul Bass, dando esperanzas vanas de ver una obra realizada con vigor e inteligencia, este presentimiento se desvanece durante sus dos horas y media de metraje, entrando en un soporífero intento de seguir viendo una historia que en la hora y media que dura el juicio entra en un repetitivo juego entre los letrados y el juez, cuyos diálogos llegan a puntos tan sorprendentes como hilarantes. Aunque el fiscal cuente con la ayuda de George C. Scott, su actuación junto incluso con la del gran James Stewart no ayuda a salvar a la trama de un fallido planteamiento que se encuentra totalmente fuera de lugar.

Hablando en términos similares a los de la película, si el caso al que nos atenemos es un caso serio por ser el juicio de un hombre sobre asesinato, ¿cómo puede ser que se introduzcan puntos de humor en todas las secuencias del juicio, acompañados con risas de fondo de la gente que habita en la sala? Sin saber si la novela de Robert Traver tiene la misma ironía o sarcasmo, me parece increíble que se tome la historia de esta manera. Llegados a este punto, si la intención del abogado defensor y del fiscal es aclarar si el acusado estaba en el lugar de los hechos en plena posesión de sus facultades mentales para distinguir entre el bien y el mal, formulo una pregunta que corre por mi cabeza: ¿Fue consciente Otto Preminger a la hora de rodar la película para distinguir entre un drama judicial serio y un drama judicial cómico? Les recuerdo que el destino de un hombre está en juego y que, por ejemplo, una palabra como “bragas” no puede ser utilizada para conseguir una escena “graciosa” en la que vemos al juez pedir a los letrados si pueden utilizar un sinónimo de esa prenda interior ya que su pronunciación puede provocar risas en las personas presentes en la sala, y ya que ninguno de ellos aporta otro término para prescindir del de “bragas”, el juez se levanta y avisa a los asistentes que la prenda interior a la que se van a ir refiriendo durante el juicio son unas bragas, provocando dichas risas que el señor Preminger las exagera con un plano desde el cogote del juez. Y a raíz de esto, formulo otra pregunta: ¿Si todo los allí presentes saben que el asesinato ocurrió a causa de una violación, cómo puede ser que se tome a risa y se intente cambiar la palabra “bragas”?

Como ya he dicho, el director y hasta el productor de esta película es el señor Otto Preminger, autor de varias obras tan reconocidas como Laura (1944), Cara de ángel (1952) o El hombre del brazo de oro (1955). Y Anatomía de un asesinato es una de sus más célebres realizaciones, pero con total rotundidad puedo decir que aunque cuente también con la buena banda sonora de Duke Ellington, que hasta nos honra con su presencia en un momento de la película en el que toca el piano junto con el mismo James Stewart, no es de ninguna manera de mi devoción. Sí que es verdad que la fotografía en blanco y negro es bastante efectiva y que algunos planos están bien encuadrados, pero también es cierto que hay planos que se repiten, como algunos del juicio, y travellings que antes de que acaben su proceso les sigue un plano fijo chocando llamativamente en el espectador por un montaje no muy bien resuelto. Y como colofón, en los extras del DVD podemos ver el tráiler que se hizo para promocionar la película y es perfecto para corroborar el punto humorístico que vengo remarcando en esta reseña. Aún así sus intenciones son bastante originales ya que vemos la sala del juicio donde el alguacil nos presenta la película que está a punto de llegar a la gran pantalla y es el mismo Otto Preminger que toma juramento a los actores: “Jura que ha realizado su trabajo en este largometraje lo mejor que ha podido, James Stewart?Lo juro”. Así con casi todos los actores de la película. Y para acabar el tráiler, aparece el escritor quejándose de que no es posible que haya historia porque no hay jurado, a lo que responde Preminger que el jurado son los espectadores, señalando a la cámara. Y tiene toda la razón, siendo este mi veredicto: CULPABLE de todos los cargos aquí referidos.

En definitiva, un drama judicial aburrido y largo, sin el menor suspense, con un tono cómico en las escenas judiciales que no tiene el más mínimo sentido.

Un saludo!



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Cobra, el brazo fuerte de la ley (1986)


Stallone
ha vuelto, pero antes de que este bastardo actor se pusiera bótox hasta en las ensaladas y se tomara unos merecidos años sabáticos, nos regaló varias joyitas del séptimo arte y unos cuantos personajes para no olvidar. Cobra puede que no sea el mejor, ni tampoco el más duro, pero seguro que sí es el más macarra. Los chicos de Quesito Rosa nos montamos un tentempié a base de palomitas rancias y barritas energéticas, nos pusimos cómodos en el sofá, dejamos nuestras neuronas en animación suspendida, y vimos la terrible, terrible película…

Otra de la Cannon Group. Empieza con el nombre de Sylvester Stallone en rojo sangre mientras oímos unos tambores de guerra que parecen salidos del mismísimo infierno. Lo primero que aparece en pantalla es el pistolón de Cobra que apunta y dispara al espectador. La pantalla se enrojece con la sangre del público y aparece el título: ¡COBRA!


La ciudad parece tranquila, los pájaros cantan y los niños juegan. Llega un motorista, aparca en el puesto de minusválidos (se confirma, ¡es el malo!). Entra en un súper, no le gusta la oferta del día y se lía a disparos. La poli acordona la zona mientras las aves emigran, pero como ciento cincuenta policías no pueden controlar a un maníaco, llaman a Cobra, que debía estar por la zona porque llega en un santiamén. El horizonte y un cámara se reflejan en sus gafas de sol, que crearon escuela. Mordisquea una cerilla, lleva guantes de cuero negro (que ya avisamos que no se quitará ni para ir al lavabo) y pantalones ajustados por debajo de las axilas.

Cobra se cuela en el súper sin más problemas, rodeado de propaganda de Pepsi. El malo le dispara mientras Cobra decide tomarse un respiro y beberse una cerveza. Cobra hace justicia, lo apuñala (¡toma!) y luego lo dispara seis veces: “el crimen es una plaga y él es el remedio”. Más chulo que un ocho sale y se enfrenta a la prensa. Es parco en palabras. Coge a un periodista por la solapa y le restriega una de las víctimas por la cara.

Cambiamos de tercio, playa y música ligera. Cobra se enfrenta a unos hispanos por una plaza de aparcamiento: “Es malo para tu salud”, “¿El qué?”, “Yo”. Acto seguido le rompe la camisa y le dice: “Vístete bien”. Otro anuncio de Pepsi. Cobra llega a su casa, enciende la tele y se quita las gafas de sol por primera vez.


En otro punto de la ciudad, aparece en escena Brigitte Nielsen, que pilla a los malos in fraganti liándose a hachazos con una chica. Consigue huir pero los malos se quedan con su matrícula. La Nielsen resulta ser una modelo a la que encontramos en el siguiente plano en una sesión fotográfica haciendo monerías a la cámara rodeada de Robots (la moda de los ochenta era francamente cruel). ¡Se apagan las luces! ¡Música de tensión! Los malos la acechan, empuñando hachas. Antes de intentar cargársela le mojan la camiseta (casualidades de la vida), pero logra esconderse y salva el pellejo.

Deciden ponerla en protección de testigos y le asignan a Cobra para su seguridad. Su vida corre más riesgo que nunca. El malo afila un cuchillo y lo prueba en su brazo. ¡Qué malvado! Se tiñe el pelo con Grecian 2000 y va al hospital a por la Nielsen. Sus compinches también van a por Cobra. Mala idea. Mueren todos. Cobra se huele el pastel y corre hacia el hospital, donde la Nielsen está en el baño escondida del malo, que atraviesa la puerta con su cuchillo (homenaje/plagio, llámenlo como quieran, de “El Resplandor”). La prota se salva, llega Cobra y se abrazan.

En comisaría Cobra se lleva otra bronca, pero él sospecha que hay alguien de la poli metido en el ajo. Él es el más listo, los demás polis son todos tontos. Cobra se lleva a la Nielsen en su coche y nada más girar una esquina ya empieza una persecución por toda la ciudad, disparos, trombos, conducción marcha atrás y demás piruetas. Cobra mira mal la furgoneta que los persigue y explota. Cambian las tornas y ahora es Cobra el que empieza a perseguir a los malos, que al final consiguen huir.


Cobra tiene un plan. Sube la música. Se lleva a la Nielsen de viaje y paran en un restaurante, donde Cobra se suelta un poco e incluso hace una broma. Con gran expresividad, Cobra se sorprende de la cantidad de ketchup que ella se pone en la comida. Se están haciendo amigos, es la calma antes de la tormenta.

Ya en un motel, Cobra hace inventario: granadas, metralletas y lo que haga falta. Mientras tanto la Nielsen no puede dormir, tiene picores uterinos, le pide a Cobra que se acerque y suena una melodía lenta. Aquí hay tema. Al siguiente plano ya se están comiendo la boca, el veneno de Cobra hace su efecto. Stallone saca la cobra. La chica no podía dormir, pero ahora lo hace plácidamente. Cobra, por el contrario, no descansa jamás.


Los malos llegan motorizados al motel. Empiezan los disparos, cada bala de Cobra se “cobra” una vida. Cristales rotos, puertas atravesadas, choques de motos, explosiones, compañero muerto, persecuciones… Cobra se refugia con la Nielsen en una fundición cercana. ¡Esto promete! Uno a uno los malos la van palmando: disparados, quemados, volatilizados… Parece como si Cobra conociera la fundición como la palma de su mano. Al final solo quedan en pie Cobra y el malo de mandíbula prominente, sudorosos y con ganas de bronca. Duelo final a cuchillo y cadenas, músculo contra músculo, hombre contra hombre, en una fundición donde no hay ni un alma, pero donde todo está en funcionamiento. El malo termina colgado en un gancho a lo Matanza de Texas y Cobra lo asa como a un pavo.

Cuando Cobra ha acabado con todos, el resto de los polis deciden dejarse caer por allí. Todavía le queda leña para repartir a uno de sus superiores que cuestiona sus métodos de trabajo (si es que se lo estaba buscando). Cobra le pega un puñetazo, se agencia la amoto de uno de los malos, pilla a la chica y se aleja entre las letras de crédito. Cobra está por encima de la Ley.


THE END.


Gran Torino (2008)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus. El pasado fin de semana se estrenó la nueva cinta de Clint Eastwood, una película muy esperada, a pesar de que ya había estrenado película hace menos de un año, donde, además de dirigir, volvía a ponerse delante de las cámaras (por última vez según dicen) para interpretar a uno de esos tipos duros que tan bien sabe encarnar en pantalla. Hoy: Gran Torino... ¡Empezamos!

Viendo la portada queda bastante claro que Gran Torino solo puede ser o una escopeta o un coche. Pues, efectivamente, es un coche, y para más detalles es el que conducían la pareja protagonista de Starsky y Hutch, en la popular serie. Además, es el coche que guarda celosamente en su garaje el protagonista de la película, Walt Kowalski, un tipo antipático, facha, racista y bebedor. Vamos, que si en algún momento de la peli el bueno de Walt se hubiera ido a putas, habría empezado a pensar que se trataba de un remake de Torrente, claro que, estando Clint Eastwood de por medio, la cosa tira más hacia Harry el sucio.

Walt Kowalski, un veterano de la guerra de Corea jubilado, vive totalmente aislado del resto del mundo. Su mujer acaba de fallecer, el contacto con su familia es mínimo y forzado, del cura de su parroquia no quiere saber nada (por mucho que el se empeñe) y, además, ha ido viendo como su barrio se iba llenando de inmigrantes orientales siendo su casa (bandera Americana en el porche incluida) el último reducto yankee de una época que ya empieza a quedar demasiado lejana en el tiempo. A pesar de todo, Walt, se niega a abandonar el sitio donde ha vivido toda su vida, por mucho que el barrio se esté llenando de pandilleros buscando camorra, ni siquiera cuando tenga que salir, rifle en mano, como los buenos tiempos, a defender su propiedad (bueno, y de paso a echar un cable a la familia de orientales que vive justamente en la casa de al lado de la suya).

Evidentemente tal acción acarrea consecuencias y, como es de bien nacido ser agradecido, sus vecinos mandan al benjamín de la familia para ayudar al solitario anciano en lo que necesite (permítanme pasar por alto las evidentes connotaciones sexuales del asunto). Supongo que a estas alturas sería estúpido por mi parte pensar que ustedes no habrán desvelado ya que, entre el huraño anciano y el joven oriental con cara de ser poco espabilado y bigote incipiente, se empezará a entablar una bonita amistad paterno-filial, algo que, sin duda, jamás se había hecho en la historia del cine.

Clint Eastwood es una institución monolítica dentro del séptimo arte, esto lo sabe hasta el más tonto de la sala de cine, y nos ha regalado momentos y películas impagables. Desde Sin perdón (1994) parece que ha empezado a vivir una tardía segunda juventud que, sorprendentemente ha entusiasmado a crítica y público (algo francamente complicado de lograr). No soy yo, precisamente, su mayor fan de esta última etapa suya (ni Mystic River ni Million dólar baby, llegaron a interesarme en exceso, más bien todo lo contrario... pueden vejarme públicamente si lo desean) y a pesar de todo siempre seré el primero en ensalzar sus virtudes, solo faltaría, con una fantástica dirección y unas interpretaciones cortadas por un patrón, claro está, que Clint sabe vestir como nadie. Y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo. El problema lo encontrarimos, más bien, en las temáticas que suele escoger y las historias que se empeña en llevar a la gran pantalla.

Y es que uno ya hace tiempo que empieza a tener la sensación de que si, el bueno de Clint, un día decidiera rodar una nueva película con su mismísimo y huesudo culo, la gente seguiría rindiéndose a sus pies y gritando a los cuatro vientos la nueva gran obra magna del maestro. Porque estoy francamente sorprendido de las grandes críticas que ha recibido Gran Torino, donde mucha gente la deja de obra maestra para arriba. Y es que creo que es algo que se tiene que decir: Maestro, sí, pero Clint Eastwood no es el puto rey Midas, que todo lo que toca se convierte en oro.

Personalmente la película me tubo bastante entretenido durante sus primeros cuarenta y cinco minutos, con un personaje duro, sobreviviendo en un entorno hostil, a pesar de que ya te estás viendo venir como irán los acontecimientos desde horas, días e incluso meses antes de que sucedan. Lo que si que jamás te puedes llegar imaginar es la velocidad con la que llegan, con un punto de inflexión clarísimo, coincidiendo con una fiesta donde se invita a Walt (curioso como se pueden borrar varias décadas de odio hacia los asiáticos con un buen plato de comida oriental). Desde ese mismo momento la película se echa a perder y ya se puede dar por irrecuperable, convirtiéndose en una especie de negativo de Karate Kid, donde el caucásico es el maestro y el oriental es el aprendiz. Joder, ¡si incluso le limpia el puto coche! Solo le faltaba canturrear: poner cera, pulir cera. Aunque, si algo brilla con luz propia en la película, claro está, es el gran Clint Eastwood, con una gran dirección de las que nos suele tener acostumbrados recientemente y una interpretación que sobresale claramente del resto, aunque, todo sea dicho, con lo terriblemente malos que son el resto de actores de la cinta, incluso el feo de los hermanos Calatrava hubiera podido sobresalir con cierta facilidad.

Resumiendo: Un gran Clint Eastwood y una pobre película, algo tramposa, que te la ves venir de lejos.



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Secretos y mentiras (1996)

Elprimerhombre ha recordado y sufrido Secretos y Mentiras, de Mike Leigh, una película que logró la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1996, que contiene una soberbia actuación de la actriz Brenda Blethyn, cuyo papel también le valió merecidamente su premio en Cannes.

La historia ocurre en Londres y se centra en cinco personajes, cuatro de ellos pertenecientes a una misma familia. El primer personaje que se nos presenta es el de Hortense (Marianne Jean-Baptiste), una joven de raza negra que acaba de perder a su madre, quedándose huérfana ya que su padre murió en años anteriores. La cuestión es que ellos no eran sus padres biológicos y es en este momento cuando decide dar el paso en su búsqueda. El segundo personaje que conocemos es el de Maurice (Timothy Spall), un fotógrafo de bodas y retratos de familias que hace tiempo que no llama a su hermana Cynthia (Brenda Blethyn) para que vea su nueva casa, con ganas también de ver a su sobrina Roxanne (Claire Rushbrook), que pronto cumplirá 21 años. Esta última trabaja de barrendera y debido a su fuerte y desagradable carácter no se lleva muy bien con su madre, que se queja de que su hermano Maurice no la llama, dando la culpa de ello a su cuñada Mónica (Phyllis Logan), una mujer que parece estar siempre de mala leche, al contrario que su marido de carácter más bien afable, siendo por ello un verdadero calzonazos. Y a partir de aquí, después de tener ubicados y definidos a todos los personajes, todo empezará a cerrarse debido al momento del reencuentro entre Hortense y la madre que le dio en adopción, que no será otra que Cynthia, un personaje totalmente desgraciado que no para de llorar durante toda la película, que emociona por su simpatía y su sinceridad.

El título Secretos y mentiras es bastante explícito con lo que vemos y oímos en la película. Es una historia cargada de emociones que en resumidas cuentas se podría definir como un dramón, aunque un dramón muy bien llevado. Las buenas actuaciones y la bella banda sonora introducida a su debido tiempo, con instrumentos de viento y cuerda acoplados pefectamente en todas las escenas, son un digno refuerzo para los diálogos. Además, aunque haya momentos en que la acción parezca ralentizarse o estancarse en alguna situación similar, el señor Mike Leigh sabe cómo situar la cámara para mostrarnos otra manera de ver las cosas, dando sobre todo plena libertad a los actores. Y es en eso donde recae la habilidad de este director, en utilizar a su antojo las miles de posibilidades que puede haber para contar una historia. Los planos que escoje para cada escena están debidamente pensados para crear más o menos dramatismo, ayudando de esta manera a que la historia no decaiga en la repetición, algo a tener en cuenta ya que su metraje llega a las dos horas y cuarto.

Y de todos los momentos dramáticos, Leigh logra conmoverme en un momento especial, concretamente en el que los dos hermanos se abrazan en una escena muy bien rodada, consiguiendo un abrazo sincero y emotivo ya que durante un buen rato están enmarcados en un plano fijo que se va cerrando, a la vez que Maurice también abraza más fuerte a Cynthia. También el gran personaje de Cynthia es protagonista junto con Hortense del plano más largo de la película, un plano fijo que dura unos ocho minutos y en el que vemos el potencial artístico que tiene la gran actriz Brenda Blethyn. Siendo un personaje tan complicado como desgraciado, muestra su dolor con lágrimas y gestos totalmente reales, explotando del todo en el último cuarto de hora donde dice toda la verdad.

También he de decir que hay alguna cosa de la película que no me gusta tanto, o más bien que me resulta innecesario, como los retratos de las fotografías que se repiten al principio que sirven como para decirnos que todo el mundo es y piensa diferente, ya que vemos a algunas parejas discutir y algún retrato de familia donde hay alguien que sale enfadado, que al fin y al cabo esto viene a significar que en todos los lugares cuecen habas. Y también no me llega a convencer el personaje de un tal Stuart, el antiguo dueño del local que tiene ahora Maurice, al que la vida parece haberle pasado una mala jugada y, aunque aparezca solamente en una escena en concreto, cuando entra un momento al local a saludar a Maurice, su presencia no viene mucho a cuento porque está puesta como para mostrarnos otro personaje desgraciado, también como para decirnos lo que depara la vida cuando crees que lo tienes todo. En cambio, para contrarrestar estas dos opiniones un tanto negativas, debo decir que es un acierto por parte del director incluir el personaje de Jane (Elizabeth Berrington) como ayudante de Maurice, porque su papel aporta algo más de humor a la película ya que es bastante ingenua.

Para terminar, Secretos y Mentiras sigue siendo la película más aplaudida de Mike Leigh, un director muy regular que ha logrado gustar casi siempre a la crítica. En El secreto de Vera Drake (2004), película que consiguió el León de Oro en Venecia en 2004, también pudimos ver otra gran actuación de la actriz protagonista, Imelda Staunton, que curiosamente también logró su premio correspondiente en el mismo festival.

En definitiva, un drama muy bien dirigido, con buenas actuaciones, destacando una Brenda Blethyn inconmensurable.

Un saludo!



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Watchmen (2009)

Watchmen es, en primer lugar, una MINISERIE de cómics creada por Alan Moore y Dave Gibbons, y una obra maestra absoluta (pongo miniserie en mayúsculas porque existe una conspiración para hacernos creer que es una novela gráfica). Un comic que el propio Moore definió como: «una Moby Dick de superhéroes», un trabajo complejo, profundo e innovador, y con un fuerte carácter revisionista y desmitificador. El éxito de adaptaciones tan fieles como la trilogía de El señor de los anillos (2001-2003), el Sin City (2005) de Robert Rodríguez y Frank Miller, o el 300 (2007) del mismísimo Zack Snyder, han allanado el camino para llevar este proyecto a la gran pantalla, más incluso que el auge que ha vivido el género en los últimos tiempos. No se puede negar que Snyder sabía lo que tenía entre manos y ha intentado ser lo más detallista y cuidadoso posible, tratando el libreto original con cierta devoción religiosa y tomándose las mínimas licencias artísticas, pero cayendo en la mayoría de vicios de la cinematografía moderna (hay que ver cuánto daño ha hecho Matrix).


La intención de ser lo más fieles posibles al cómic se pone de manifiesto en el mismo hecho de situar la acción en unos años 80 alternativos, una decisión completamente acertada, pero que sorprende por lo arriesgada y poco habitual. Ahora los aficionados podemos fantasear en cómo sería una adaptación fílmica de Superman o Batman situada a finales de los años 30, la década en que empezaron sus andanzas.


Comenta el director que «en esta película, a Superman no le importa la humanidad, a Batman no se le levanta y el villano ansía la paz mundial», lo que nos indica que no estamos ante una película de superhéroes al uso, ya que la misma no hace hincapié en la fortaleza de sus protagonistas, sino en sus debilidades, creando personajes tridimensionales con palpables tendencias políticas, sociales, filosóficas e incluso sexuales, o como mínimo esa es la intención. Rorschach (Jackie Earle Haley) es un justiciero con una moralidad extrema, Búho Nocturno (Patrick Wilson) es un aventurero romántico y reprimido, el Comediante (Jeffrey Dean Morgan) es un mercenario facha al servicio del gobierno, Ozymandias (Matthew Goode) es el megalómano más inteligente del mundo, Espectro de Seda (Malin Akerman) es una vigilante de segunda generación que nunca quiso heredar el negocio familiar, y el Dr. Manhattan (Billy Cudrup) es la endiosada personificación de la mecánica cuántica.


La investigación del asesinato de uno de los protagonistas tan solo es la punta del iceberg de una trama mucho más profunda y enrevesada con la que la película no sabe lidiar, lo que provoca que el espectador se debata entre la confusión, la sensación de extrañeza y el aburrimiento. 300 ya parecía una fotonovela, pero allí el guión era tan superficial y hueco que quedaba tristemente justificado. Aquí toda la épica está mal llevada, aunque confieso que no soy muy fan de la cámara lenta (a no ser que salga Pamela Anderson correteando por la playa), los personajes están caricaturizados y la trama resulta banal. Lo único que ha logrado Snyder es convertir el buen vino en calimocho.


Elementos como la estética kitsch, el gore, la violencia, el sexo, el humor negro y la aparición de un culturista azul con la picha colgando, hacen de esta película una marcianada difícil de digerir, Watchmen es un dibujo animado atroz y violento en que los excesos visuales interfieren en explicar bien la historia. Una película fallida, en definitiva, en que todo es pura pose y nadie se cree lo que está haciendo.



La frase: «Quis custodiet ipsos custodes.»

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