Blue Collar (1978)


Del mejor Paul Schrader.

En los años 70 hubo un cambio generacional en la industria del cine norteamericano en el que aparecieron nuevos nombres que cambiarían la forma de ver y entender el séptimo arte, como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, George Lucas, Steven Spielberg, Brian de Palma, Peter Bogdanovich, Robert Altman, William Friedkin o Hal Ashby. Entre todos ellos también se encontraba un tipo llamado Paul Schrader, autor en aquellos años de los guiones de Yakuza (1975), de Sidney Pollack, Fascinación (1976) de Brian de Palma, o Taxi driver (1976) y Toro Salvaje (1980), de Martin Scorsese. Justamente, dos años antes de escribir la historia del boxeador Jake La Motta, decidió ponerse tras la cámara para dirigir Blue Collar, una buena ópera prima para una de las trayectorias más interesantes e irregulares de la historia del cine.


Nacido en 1946 en Grand Rapids, Míchigan, Paul Schrader se crió en una estricta familia calvinista no viendo ninguna película hasta los dieciocho años, cuando se fue a estudiar a la Universidad de California donde hizo un curso sobre crítica cinematográfica. Fue entonces cuando comenzó su pasión por el cine, introduciéndose en las películas europeas de los años 60 y publicando críticas de películas en diferentes revistas. En 1972 se editó un libro suyo titulado El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer.

En Blue Collar, escrita junto con su hermano Leonard, con el que repitió en 1985 en el guión de su biografía particular del escritor japonés Yukio Mishima (Mishima: una vida en cuatro capítulos), Schrader retrata de manera certera la vida rutinaria de tres trabajadores de una fábrica de coches de Detroit, que a causa de su mala situación económica, deciden cometer el robo de la caja fuerte que hay en la sede del sindicato de la fábrica al cual están afiliados, metiéndose en una trama que cambiará completamente sus vidas. Estos tres trabajadores están bien definidos e interpretados de manera impecable por Richard Pryor, Harvey Keitel y Yaphet Kotto, que junto con sus compañeros de trabajo deberán de soportar la escricta vigilancia de un encargado que no para de quejarse de la ineficacia de todos ellos, consiguiendo Schrader un ambiente cargado en las buenas escenas rodadas en la fábrica. Toda esa insistencia y esa tensión mezcladas con la rutina quedan magníficamente plasmadas en un momento de ira de un tal Jenkins que harto de que una máquina de bebidas frescas se trague sus monedas la arranca de cuajo con una carretilla elevadora.


El buen resultado de la historia se consigue mediante una inteligente evolución de los personajes con algunos puntos de humor al inicio basados en unos diálogos divertidos y un plano cómico inolvidable en la escena del robo, involucrándose poco a poco en un thriller en el que la corrupción sindical es la protagonista. Similar preocupación o interés tuvo al año siguiente el director norteamericano Martin Ritt realizando Norma Rae, con Sally Field interpretando a una trabajadora de una fábrica téxtil donde quiere fundar un sindicato, cuya actuación le valió el premio en Cannes, el Globo de Oro y el Oscar de la Academia.


De los posteriores trabajos de Paul Schrader valoro muy poco las películas que se recuerdan más por los actores que por otra cosa, como la taquillera American Gigoló (1980), con el desnudo integral de Richard Gere y con poca calidad de la historia, o El beso de la mujer pantera (1982), en la que si no apareciera la sensual y erótica Nastassja Kinski la película no tendría mucho más que mostrar. Mishima: una vida en cuatro capítulos (1985), producida por Francis Ford Coppola y George Lucas, es considerada como una de las películas más arriesgadas y originales de los 80, pero las escenas con decorados para representar algunas de sus obras hace que en conjunto se alargue y se haga pesada. Las películas más destacables serían Hardcore: Un mundo oculto (1979), por retratar sus obsesiones religiosas y por ver al gran George C. Scott en la búsqueda de su hija por el oscuro mundo del porno; El placer de los extraños (1990), por ser un prodigio de puesta en escena y una maravilla en cuanto al magnetismo que consigue con una de las mejores representaciones de Venecia en la gran pantalla; Posibilidad de escape (1992), por mostrar la figura de un camello que lleva años metido en el mundo de la droga y que ya dejó de consumir, bien interpretado por su actor fetiche Willem Dafoe, recordándonos al personaje de Travis Bickle de Taxi Driver por escribir también sus pensamientos en una especie de diario; y por último, Aflicción (1998), por unir un misterioso asesinato y unos duros conflictos familiares con un ritmo narrativo eficaz, brillando un fabuloso Nick Nolte.


Para Paul Schrader la película de la que se siente más orgulloso es la que hizo sobre Mishima, personaje que le fascina por completo, aunque según él hay otras tres películas que definen mejor la evolución del personaje solitario que normalmente ha recreado en la pantalla y con el que se ha sentido identificado en la vida real: Taxi Driver (personaje joven y rabioso), American Gigoló (con ya unos 30 años, gigoló y narcisista), y Posibilidad de escape (hacia los 40 y con ansiedad).


"Lo que mejor sabe hacer Paul Schrader tanto en Blue Collar como en varias de sus películas es una dirección más que correcta, demostrando su habilidad para mover y situar la cámara que a muchos directores con mayor reputación ya les gustaría"



Leer critica Blue collar en Muchocine.net

4 piquitos de oro:

Anónimo dijo...

Hace algún tiempo la reseñé, una buena peli con un sorprendente Richard Pryor aunque al final meta algunas de sus gracietas.

Fred McMurray dijo...

Pues me la apunto.
Por cierto, el video se sale del marco de texto a saco... se soluciona fácil eh

Dr. Quatermass dijo...

Pues no la he visto pero parece interesante, no es desde luego un tema que tocara mucho el cine USA. No conocía Mishima y a través de un articulo con motivo de su reestreno en cines, leí la historia de este personaje (real), es brutal, tengo que ver la peli.

Saludos!

Ibán dijo...

Blue Collar debe ser de lo poquito que no he visto de Schrader, así que se agradece la reseña porque invita a verla.

Yo por mi parte recuerdo como lo mejor Mishima y un Schrader no con muchos años, el de Aflicción.

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