La Gran Sorpresa (The first men in the moon, 1964)


Si uno se pone a pensar en iconos de la cultura popular relacionados con la ciencia ficción, a mí a bote pronto se me ocurren tres: el monolito de 2001, el cohete de Tintín y la cara de la luna con un cohete espacial metido en un ojo de Viaje a la luna (Le Voyage dans la Lune, 1902) de George Méliès. Película esta última que, a parte de haber sido homenajeada e imitada en no pocas ocasiones (¿quién no recuerda el Tonight, Tonight de Smashing Pumkins?), supuso el pistoletazo de salida a la ciencia ficción como género cinematográfico, además de contener ya en su argumento varios de los temas que años más tarde serían los pilares fundamentales del género, eso sí, tratados de una forma muy teatral y humorística. Para narrar su imaginativo periplo espacial, Méliès se basó en dos novelas de los hoy proclamados papás de este subgénero literario, nos referimos a De la tierra a la luna de Julio Verne y The first men in the moon de H. G. Wells, obra esta última que sirvió también de inspiración a la película que hoy nos ocupa, y que si bien existen diversos paralelismos entre ambas, no se puede considerar un remake en toda regla.

En el espacio nadie puede oír tus cacareos.


La cinta nos cuenta como en los años 60, en plena carrera espacial, una expedición internacional logra aterrizar en la Luna. Durante el proceso de exploración los astronautas descubren algo que resulta más sorprendente incluso que un monolito gigante de connotaciones alienígeno místicas, se topan con una bandera inglesa y una nota escrita a mano que reclama a la Luna como territorio inglés desde 1899. Después de transmitir la noticia a la Tierra, las Naciones Unidas empiezan una investigación que les lleva a dar con el paradero de Arnold Bedford, un alocado vejete que reside en un geriátrico y que es el último superviviente de una victoriana expedición lunar. Ante la elite científica y la prensa, Bedford narra los increíbles sucesos de su juventud que le llevaron a viajar hasta la Luna en busca de oro, acompañado por su novia Karen y su vecino, el profesor Joseph Cavor, científico inventor de la fabulosa Cavorita, una especie de pintura o pasta metálica capaz de cortar la gravedad y que sin duda resultará familiar a los que hayan leído el cómic de estética steampunk titulado La liga de los Caballeros Extraordinarios, obra de los no menos extraordinarios Alan Moore y Kevin O’Neal.


A los mandos de esta producción inglesa tenemos a Nathan Juran, un director muy proclive a esto de la fantasía y la ciencia ficción más trasnochada, y que tiene en su currículo joyas tan entrañables como A 20 millones de millas de la tierra y El ataque de la mujer de 50 pies. En el papel del héroe varonil, intransigente y algo payaso, está Edward Judd, actor que trabajó en varias producciones para la Hammer como son La isla del terror o La venganza de la diosa del fuego. Incorporando las curvas y la melena rubia a la función tenemos a Martha Hyer, actriz americana que salió en alguna de esas películas playeras que protagonizó Frankie Avalon en los 60’s, y que incluso fue nominada una vez al oscar a la mejor actriz secundaria, tal día como hoy hará tropecientos años. Encarnando al paradigma del científico excéntrico y despistado tenemos a Lionel Jeffries, actor que más tarde acompañaría a Dick Van Dyke en sus correrías automovilísticas en Chitty Chitty Bang Bang. Pero la verdadera estrella del espectáculo no es otro que el gran Ray Harryhausen, el encargado de los efectos especiales.


Hay que ver lo que se parece la nave de Exploradores (Joe Dante, 1985) a esta cápsula espacial.


Los escenarios y decorados son pura magia y en ningún momento pretenden representar la Luna de una forma realista, sino como si ésta apareciera en un sueño; fantástica, misteriosa y repleta de vida. Es a partir del alunizaje cuando la huella de Harryhausen se deja notar más, como en la escena del ataque de las orugas gigantes o cuando Martha Hyer es sometida a los minuciosos análisis de las criaturas selenitas, de forma que solo aparece en pantalla como un esqueleto, recurso que más tarde volvería a ser utilizado por Paul Verhoeven en Desafío Total.



Esta es una cinta de ciencia ficción a la antigua usanza, cuyo tono y contenido pueden recordar al de otras fantasías victorianas llevadas a la pantalla, como Veinte mil leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la tierra o El tiempo en sus manos, mezcladas con las monsters movies que tan populares se hicieron en los 50’s, detalle este último muy relacionado con la temática espacial y la participación de Ray Harryhausen en la producción. La estética del filme le debe mucho a los cómics y a las novelas pulp, y la acción se presenta siempre de una forma humorística y naif, sin que se tome muy en serio a sí misma, por lo que la cinta tiene un resultado final de aventura juvenil.



La Gran Sorpresa posee un principio espectacular y fabuloso, pero el desarrollo de la trama no le hace justicia a la original propuesta, ya que la cinta va cayendo, uno tras otro, en todos los tópicos del género. Aun así, el sentido de la maravilla y la fuerza de las imágenes mantiene de sobras el interés en el espectador y hacen de ésta una experiencia disfrutable, siempre y cuando usted se deje llevar por la magia e inocencia que desprende esta fantástica epopeya.



La frase: “La posibilidad de cazar un elefante en la luna es muy remota.”

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Los crímenes de Oxford (2008)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus, es viernes, hace un calor que te torras y hoy nos hacemos una crítica de cine español que hacía ya tiempo que no caía ninguna por el quesito, aprovechando que hace poquito salió en dvd: Los crímenes de Oxford… ¡Empezamos!

Pues la cosa va de que Frodo ha vuelto de la tierra media reconvertido en estudiante Americano que se las pira a Inglaterra para hacer un trabajo de final de carrera con la intención de que lo supervise un profesor por el que tiene ciega devoción (el amigo tonto de Indiana Jones de su última aventura) y que es un famoso matemático. La cosa se va a complicar cosa mala cuando la casera de Frodo (y vieja amiga del profesor) se convierta en la primera víctima de un asesino en serie que les dejará un enigma por resolver. Así pues, el alumno y el profesor unirán esfuerzos (cuales Alcázar y Pedrín) para descubrir al asesino a la vez que entran en su juego intentando descifrar los acertijos matemáticos que se les plantea.

¿Pero que mierdas está pasando con el cine español, que las dos últimas pelis españolas que he visto están protagonizadas por matemáticos? ¡¡Y encima en las dos (esta y la habitación de Fermat) nos sacan el tema del teorema de Bormat!! ¿Donde han quedado esas películas de la vieja escuela al estilo Pajares y Esteso? ¿Dónde están las suecas? ¡La cinematografía de este país se va a la mierda, señores!

La película está dirigida por Alex de la Iglesia, sin lugar a dudas uno de los directores más solventes de este país. Entre sus pelis encontramos Acción Mutante (para mi, auténtica joya de la corona a pesar de que no tuviera el dominio que demuestra actualmente dirigiendo), El día de la Bestia (su película de culto), Perdita Durango (su primer intento de saltar el charco, que le salió rana a pesar de las buenas intenciones), Muertos de risa (la que me queda por ver, lo siento), La comunidad (no me acabó de convencer, aunque resultó ser un taquillazo), 800 balas (me lo pasé bomba, aunque no funcionó demasiado bien en taquilla), Crimen ferpecto (decepcionante, a pesar de alguna buena idea) o el episodio para las historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador, titulado La habitación del hijo (muy flojo y donde ya trabajó con Leonor Watling).

Los crímenes de Oxford es, ante todo, una película más para apuntar a su lista de películas fallidas, sintiéndolo mucho y por muy bien que me pueda caer el señor Alex de la Iglesia (que me cae). Y eso teniendo en cuenta que él, como director, hace un magnífico trabajo y demuestra nuevamente que sigue creciendo (sensacional el plano secuencia donde nos muestran a todos los protagonistas), pero las virtudes de la película se terminan aquí… bueno, y en Leonor Watling, aunque eso ya es vicio. Y es que todo lo demás no es que sea malo, es que es malísimo. La historia no convence en ningún momento y la trama es tirando a chusca, los actores están bastante perdidos (salvando quizás a John Hurt, que el pobre hace lo que puede), alguien debería decirle a Elijah Wood que para llevar patillas primero hay que tener pelo en la cara, Elijah Word y la Watling es una de las parejas con menos química de la historia del cine mundial y en ningún momento llegas a creerte, ni por asomo, su relación amorosa (hay un momento en que ella lo besa y parece que se lo vaya a comer), la resolución es tirando a malilla, y podría seguir…

Pero a pesar de todo, lo que más me revienta de la película es su forma de engañar al espectador, ya que parece que, en todo momento, la película nos esté señalando a uno de los personajes con señales luminosas para que nos fijemos bien y nos llegamos a creer que puede ser el culpable (aunque de entrada ya sabes que no porque sería demasiado obvio) llevándonos hacia un callejón sin salida para, luego, decirnos que no era ese. ¿Entonces para que hostias le dedicas tantos minutos de metraje? ¡¡Realmente esto no aporta nada, señores!! Preferiría que no intentaran manipularnos y dejaran que fuera el espectador el que tuviera que decidir, libremente, quién considera él que puede ser el sospechoso. ¡Libremente! Aunque parece que ultimamente están tan preocupados en que el espectador no piense que ya se lo dan todo hecho, incluso las sospechas que debe tener.

Resumiendo: Fallida película, por facilona y poca cosa, de un director que esperemos se interese por proyectos más atrayentes. ¡Y viva Leonor Watling!



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Los juncos salvajes (1994)

Elprimerhombre ha visto Los juncos salvajes, de André Téchiné, una película en la que se mezclan quizás demasiadas emociones que no parecen llevar a ningún lado, pero cuyo director sabe remarcar el descontrol emocional de sus jóvenes protagonistas con unos diálogos que a veces sorprenden por su frescura.

La historia está ambientada en la Provenza, en los años 60, con la guerra de independencia de Argelia de fondo. Cuatro estudiantes de un internado, François (Gaël Morel), Serge (Stéphane Rideau), Maite (Elodie Bouchez) y Henri (Frédéric Gorny) van descubriendo sentimientos que antes no conocían de ellos mismos, sincerándose ante el espectador.

La película comienza con algo curioso, unas letras de crédito pintadas a color como si las hubiera escrito un crío y un silbido que crea la melodía del tema que se repetirá al final. Pero el planteamiento del guión podría haber funcionado mejor, como la atracción entre Henri y Maite que acaba con la inesperada reacción de ella al final de la película. Además, está rodada con bastante presencia de primeros planos, siendo demasiado agobiante la puesta en escena en según qué momentos, dando la sensación de que falta espacio para que el espectador pueda respirar. Aún así, hay travellings muy logrados y planos bellos como en el que se ve a Serge y François nadando en un río, con una buena fotografía.

André Téchine empezó siendo ayudante de dirección de Jacques Rivette y pertenece a la generación que siguió a la Nouvelle Vague. Ha trabajado durante su carrera con actores franceses de la talla de Gérard Depardieu, Isabelle Adjani, Juliette Binoche, Catherine Deneuve, Daniel Auteuil y Emmanuelle Béart, pero en esta película rodó con unos adolescentes, siendo el resultado bastante satisfactorio por sus actuaciones. Stéphane Rideau y Gaël Morel repitieron con él en Lejos (2001). Los cuatro jóvenes actores parecen recrear sus personajes de manera que el espectador tenga siempre sus dudas a la hora de plantearse los verdaderos sentimientos de cada uno de ellos. El personaje de François es el más interesante de todos, porque está como obcecado e intenta resolver sus problemas con una sinceridad aplastante y muy interesante, como cuando le dice a Maite que no sabe si ella siente algo más por él, siendo una corta escena con carga emotiva, enfatizada con un leve movimiento de cámara hacia ellos, siendo de los pocos primeros planos idóneos para la ocasión.

En definitiva, una película que logró 4 premios César, cuyo contenido no alcanza el mérito que parece tener, siendo su mayor logro el de sorprender con los diálogos de uno de sus personajes.

Un saludo!



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El increíble Hulk (2008)


Acaba de llegar a nuestras pantallas la segunda película de Marvel Studios tras el reciente éxito de Iron Man, una cinta que comparte con ésta el mismo sentido del entretenimiento, la facturación visual, el tono, y tropecientas cosas más, ya que ambas, en definitiva, pasan en el mismo universo. Se ve que la Casa de las Ideas quedó algo descontenta con ese Hulk repleto de psicología freudiana y filosofía zen que se sacó de la chistera Ang Lee ahora hace cinco años, un Hulk que no funcionó en taquilla y que a mí personalmente me encanta, pero reconozco que se aleja bastante del cómic del que proviene. Con el boom superheroico que estamos viviendo en los últimos años, la peli de Ang Lee se había convertido en un grano en el culo más que en otra cosa, así que los mandamases de Marvel (menudos son ellos) dijeron: borrón y cuenta nueva, aquí no ha pasado nada; por lo que han vuelto a empezar la franquicia de cero y se han pasado por el forro de los cojones todo lo sucedido en la peli de marras, ¿sorprendidos? ¡Eso es que no han leído cómics en su vida!


La historia empieza con el doctor Bruce Banner en Brasil, dedicándose al próspero negocio de embotellar radiación gamma y venderla a los niños como si fuera coca cola, aunque no le faltará tiempo para proteger el honor de sexis y sudorosas operarias con cuerpo de top model (¡esto es vida!). Las cosas empezarán a torcerse cuando uno de los pedidos llegue a manos de Stan Lee, un viejo verde que ya no tiene cuerpo para meterse según qué sustancias psicotrópicas y claro, al ingerir una bebida tan rica en radiación gamma le da un jamacuco. El ejército tiene que tomar cartas en el asunto, por lo que el general Trueno Ross envía a Brasil una tropa de sus mejores hombres, capitaneados por Emil Blonsky (un tipejo con muy malas pulgas y que le copia las frases a Rambo). Dicho comando consigue desmantelar el chiringuito que tiene montado el doctor, pero no consigue atrapar al condenado, que para ser un científico enclenque y debilucho corre que se las pela. Banner, ya en la ruina más absoluta y sin nada más que ponerse que unos pantalones raídos, regresa a Estados Unidos buscando consuelo en una antigua novia llamada Betty, una moza de su pueblo de muy buen ver que aun consigue subirle la bilirrubina. Pero el tal Blonsky tiene muy mal perder y no quiere dejar las cosas tal y como están, así que se toma una sobredosis de los cereales que le daban al Capitán América de niño y sale en busca del doctor, con el propósito de ajustarle las cuentas y ponerlo verde.


El realizador de todo esto es un tal Louis Leterrier, un franchute amigo personal de Luc Besson que se ha dedicado a dirigir películas ricas en testosterona y patadas voladoras, como son Transporter 1 y 2 y Danny the dog. En el papel del científico con desorden de personalidad más famoso del cómic tenemos a Edward Norton, un actor bastante decente pero que solo ha hecho un par de películas interesantes (a mi me gustan El club de la lucha, Todos dicen I love you y para de contar, pero es que yo soy muy mío). El toque femenino (uséase las curvas) lo pone Liv Tyler, actriz jamona que nunca ha aparecido tan arrebatadora como en Belleza robada y que aquí se lleva la peor parte del pastel, ya que su personaje es el que aporta todos los momentos cursis y ridículos de la cinta, amén que al avanzar la acción se va pareciendo cada vez más a una figura recortable. Como militar bruto e iracundo tenemos, con un kilo de maquillaje, al veterano William Hurt, con un aspecto bastante casposillo, todo sea dicho, y en el papel del malo maloso está Tim Roth, uno de los actores fetiche de Tarantino que de sobras tiene esa mala leche que todo villano necesita.


También encontramos en la cinta los homenajes y cameos de rigor, así que se pueden ver en pantalla a Stan Lee, Lou “rompe camisas” Ferrigno e incluso el espíritu catódico de Bill Bixby, ya que aquí hay una aproximación mayor que en la anterior película a la serie televisiva de los años setenta, tanto que incluso en algún momento melodramático se recupera la sintonía de aquella serie (ya saben, aquel piano tan plasta). Pero el mayor acierto de la peli reside en haber introducido varios elementos que pululan en la actualidad por la colección de cómics, nos estamos refiriendo sobretodo a los que forman parte de la etapa guionizada por Bruce Jones (los que la sigan, ya sabrán a lo que me refiero), la forma de presentarnos al monstruo y algún que otro arco argumental, le deben mucho a ese cómic.


Se puede decir de ésta lo mismo que de tantas otras películas superheroicas de reciente cuño, que tiene un arranque espectacular y prometedor pero que va perdiendo pistonada cuanto más protagonismo va cobrando la acción, hasta llegar a un clímax final tan repleto de tirabuzones digitales como de agujeros argumentales. También es verdad que la peli da lo que promete, acción monda y lironda sin complejos y diversos chistes sobre pantalones elásticos. Si en el anterior filme se quedaron con ganas de ver al coloso esmeralda repartiendo la pana a base de bien, esta es su película, que aunque no pase la ITV, debo advertir que me ha divertido soberanamente y que como entretenimiento ocasional cuela perfectamente, también es verdad que le tengo cierto aprecio al personaje, de peque era mi superhéroe favorito de Marvel y eso pesa mucho. Sepan que si algún día este servidor tiene descendencia, de ser niño le pondremos Clark, y si es niña, La Masa.




La frase:
“Oye, podría enseñarte alguna técnica para ayudarte a controlar esa ira.”


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Repaso semanal tv

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y por fin es viernes. Verán, el otro día un amigo me metió la bronca porque ya hacía mucho tiempo que no hacía crítica de televisión (dejando de banda las series americanas), pero es que últimamente no le presto mucha atención a la programación. No obstante, dado que no hace falta ver la tele en este país para poder criticarla (y que mi amigo se puso pesado), hoy nos hacemos un: Repaso semanal… ¡Empezamos!

Domingo. Aída (ya era hora, ahora me toca a mi) el spin-off que salió de 7 vidas, termina la temporada llevándose la noche de calle y marcando un 34,7 %, que es una barbaridad. Y es que hay que ver lo bien que les está funcionando esta serie a telecinco (tu pantalla amiga) que no hay quien le tosa en la noche de los domingos. Yo, la verdad es que nunca la he seguido demasiado. Del episodio de esta semana, curiosamente, pillé los últimos cinco minutos y la verdad es que eran de vergüenza ajena: la que hacía de puta le abría su corazón y le acababa comiendo la boca al yonki del barrio en un momento ascensor menos romántico que la escena de la peli porno de Carmen de Mayrena con el lampista; y que, no nos engañemos, era de todo menos creíble, y si lo que pretendían era emocionar (entiendo que esto debía ser como algo muy esperado y final de temporada y esas cosas) nanai de la china, pero ni de lejos, vamos.

Lunes. Llegados a estas alturas no se yo si vale mucho la pena que diga que C.S.I. Las vegas fue lo más visto en prime-time, porque es lo de cada semana. Yo estuve viendo el “Salvados por la Eurocopa” del follonero, que después de tres especiales (dedicados a las elecciones a la iglesia y a la eurocopa) parece que se va asentando más en esto de llevar el peso de un programa a sus espaldas. La gran duda era si lo lograría pues, al fin y al cabo, no es lo mismo ser un buen secundario que estar a la cabeza de un programa en prime-time (y si no que se lo digan a Latre) y lo cierto es que lo está salvando con cierta dignidad. Es muy de admirar como en solo tres programas ya ha conseguido que: 1) Zapatero dijera “Javier Bardem” en mitad del debate televisado de las elecciones pasadas; 2) Entregar la guitarra de Chikilikuatre al papa (la frase “un regalo de los niños de España” confieso que me mató); 3) Que el rei se acercara hacia donde estaba él para que le pudiera preguntar con quién iría la reina en el España-Grecia. Y es que el follonero es, al fin y al cabo, ese personaje cabrón que consigue caer bien (es de admirar como la gente le sigue el rollo).

Martes. Cada vez parece más claro que la Eurocopa le está salvando el culo a Cuatro. Y es que, ciertamente, es espectacular que un partido como un Francia-Italia consiga un 33% de audiencia, cuando ni siquiera se ha llegado todavía a cuartos de final. Pero no todo son buenas noticias para Cuatro. Se les acabó la cuarta temporada de House y no se les ha ocurrido otra cosa que sustituirlo por la versión americana de Betty la fea. ¡Otra más! Recordemos que esta ya es la tercera versión que nos llega del mismo culebrón (primero estuvo el mejicano en antena 3, el español en telecinco y ahora el americano en cuatro) y la gente parece que ya empieza a estar un poco harta porque están pasando de la última fea de turno como de la mierda (un 7,6% y bajando), a todo esto, mientras la de telecinco arrasa día a día (algo totalmente incomprensible para un servidor porque lo poco que vi llegó a desesperarme en un tiempo prácticamente record) y parece ser que ya ha dejado de ser fea, aunque quizás llamarla guapa sería demasiado atrevido. En el duelo de cada noche entre Telecinco y Antena 3 ganó clarísimamente la primera llegando casi a doblarla en audiencia, Operación Triunfo se merendó a Los Hombres de Paco. No me pregunten quien abandonó la academia ni cosas de esas pues reconozco no tener ni zorra idea. Ya ni el Risto me pone.

Miércoles. Lo dicho del martes, Cuatro arrasa con la Eurocopa y, si encima juega la selección española pues ni les cuento, un 49,3% de audiencia. Una de cada dos personas que estaban frente al televisor estaban viendo el partido, ahí es nada, y eso que no se jugaban nada. Incluso les funcionó la serie Entre fantasmas que venía después con más de un doce por ciento de audiencia. Por cierto, que este era el último capítulo de la temporada y la semana que viene cuatro se lanza a la piscina y estrena en prime-time la serie Dexter (no se la pierdan, de lo mejor de los últimos tiempos). Cuatro aparte, El internado ganó por muy poco a Hospital Central, que se siguen dando de tortas para ver quien gana semana a semana. Televisión Española (¡todavía no había hablado de ella!) en su línea, mal, con la peli “Este cuerpo no es el mío”. En la sexta el nuevo Caiga quien caiga se asienta con poco más del cinco por ciento de audiencia. Este caiga quien caiga tampoco me convence demasiado, imposible ya de superar al que lideró Wyoming (genial en el intermedio, genial), presentado por el tipo ese que presentaba algo en los 40 principales. Flojillo, flojillo, la verdad.

Jueves. Que cabrones en cuatro, que me han vuelto a tangar como a un pardillo. Estaba yo ayer esperando la serie Cuestión de sexo (que ya empezaba tarde por el partido Portugal-Eurocopa que, faltaría más, consiguió una audiencia brutal) y resulta que cuando empieza, en lugar del capítulo, me ponen una mierda de especial de cómo se hace la serie y entrevistas a los protas e imágenes nunca vistas y otras mierdas que no me interesaba en absoluto y me dejaron sin mi ración semanal de la que, para un servidor, es la mejor serie nacional del momento. ¡Eso no se hace, hostias! Y encima les fue como el puto culo de audiencia. Pues me alegro, por capullos. Además desvelaron que en el último capítulo de la temporada habría una boda… uy, uy, uy, que mala pinta tiene esto. La noche la gana, como no podía ser de otra forma, Los Serrano. Yo es que no lo entiendo. Los Serrano ya aburrían hace cinco temporadas y la gente lo sigue viendo. ¡Pero que esa serie no puede estar ya más quemada, que se le ve la carbonilla y todo ya por encima! ¡Que los hermanastros pequeños también están enamorados y ya da risa! ¡Y encima ahora ponen a Lidia Bosch para que haga el mismo (pero es que el mismo) papel que ya hizo en “Medico de Familia”! ¡¡que es que es un escándalo!! Nada, pues lo dicho, líder de audiencia. En Antena 3 se siguen comiendo los mocos, con su nueva serie Lex (no confundir con Rex, esa es la del perro poli). Y mira que se matan para hacerle publicidad a la serie esta, pero no acaba de arrancar del todo.

Y de las tardes de Antena 3 casi mejor ni hablar, que El método Gonzo ya no solo es que empezara mal, sino que además va en caída libre. El Gonzo este es el que salía en el Caiga quien Caiga de Fuentes y era el que hacía la sección “proteste ya”. En este nuevo magazín de las tardes de Antena 3 ha fichado a una marioneta de un perro (supongo que es por aquello de imitar al hormiguero, pero lo cierto es que da vergüenza de verlo) y a una niña de siete años que entrevista famosos… pero es que no. A ver lo que dura el programa. Si llega a julio ya será mucho...

Días de vino y rosas (1962)

Elprimerhombre ha visto Días de vino y rosas, de Blake Edwards, una película en la que la bebida es la protagonista, cuyos diálogos no ayudan en absoluto a que el espectador tenga algo de interés durante el desarrollo de la película.

La historia se centra en dos personajes, Joe Clay (Jack Lemmon), un agente de relaciones públicas que empieza en una nueva empresa, y Kirsten Arnesen (Lee Remick), la joven secretaria de su jefe. La primera ocupación de Clay será preparar una fiesta en un yate para el cliente que le han adjudicado, por lo que llama a unas cuantas mujeres a las que espera al día siguiente en una lancha. Por casualidad, la última que llega es Kirsten, a la que confunde con una de las chicas. Cuando se da cuenta de su verdadero puesto de trabajo, se avergüenza de su error y la invita a cenar. Cuando por fin ella acepta, empieza una seria relación, hasta el punto de casarse. Pero a causa de su trabajo, en el que tiene que beber con sus clientes y prepararles fiestas, Clay se siente defraudado y metido cada vez más en la bebida, llegando a arrastrar también a Kirsten.

Este trágico “viaje a los infiernos”, como se suele decir, empieza como un tipo de comedia en la que se intenta transmitir algo de alegría antes del declive, pero la verdad es que no se consigue. Precisamente, el encuentro entre ambos, un poco provocado por normas del guión, parece estar pensado para que Lemmon se explaye en su forma de actuar, yendo detrás de la chica para que acepte su invitación como un tipo de disculpa. Pero lo que también ocurre es que el personaje de Lee Remick es bastante soso, por no decir pobre y no te crees que cambie de opinión de la forma que lo hace, sonriendo de repente forzadamente y aceptando al final esa invitación. Y los diálogos entre ambos pasan bastante desapercibidos, hasta llegar a aburrir en la escena larga de la bahía, donde miran al mar y ella dice unos versos en los que aparece el título de la película: “Recoged las rosas mientras podáis, largos no son los días de vino y rosas (...)”.

Planteada con saltos en el tiempo, la película se alarga durante dos horas, ahondando demasiado en la miseria de los personajes, y provocando algunas escenas largas, como en la que Lemmon destroza el invernadero del padre de ella, al no encontrar una botella que había escondido en una maceta, o como en la siguiente escena, en la que vemos a un Lemmon totalmente fuera de sus cabales, con una camisa de fuerza en un hospital psiquiátrico.

Sorprende ver a Jack Lemmon en un personaje tan diferente de todos los que había hecho hasta entonces, llegando a sobreactuar en algunas escenas. En 1959, se había vestido de mujer en Con faldas y a lo loco, y en 1960, protagonizó la inteligente comedia dramática El apartamento, ambas de Billy Wilder. Este mismo director siempre se quejó de que la comedia estuviera tan infravalorada, aunque Lemmon fue nominado por el papel de estas dos películas, igual que en esta.

Aunque ganara un Oscar por la mejor canción, la música de Henry Mancini, salvo en alguna escena en cuestión, pasa bastante desapercibida. La fotografía de la película es de lo más destacable y la dirección de Blake Edwards es correcta, pero sin aportar mucho más que algunos buenos planos, como los que encontramos al final del film. A raíz de esto, quiero mencionar Días sin huella (1945), de Billy Wilder, la primera película que se toma en serio el personaje del borracho (interpretado por un portentoso Ray Milland), cuyo final es más optimista que la de Edwards.

En la filmografía de Blake Edwards, esta película es como un paréntesis entre sus comedias. Un año antes había realizado Desayuno con diamantes, una comedia con un tono agridulce con la que obtuvo un gran éxito. Y en 1964 inició la saga de La Pantera Rosa, con un Peter Sellers en su salsa, como en la tronchante El guateque (1968). También triunfó con 10, la mujer perfecta (1979) y ¿Víctor o Victoria? (1982).

En definitiva, un melodrama que sucumbe en la vacuidad de sus diálogos, con demasiados mensajes de apoyo moral y con escenas alargadas hasta la saciedad, provocando unas actuaciones un tanto exageradas.

Un saludo!



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Resultado encuesta

¡Encuesta cerrada!

Desde que tenemos este blog es una constante en nuestras vidas que la gente nos pare por la calle y nos hagan la misma pregunta una y otra vez, ciegos de ansias de saber: Ralph Macchio, ¿Qué hacemos con Ralp Macchio? Obviamente, la pregunta nos supera ampliamente, así que al final hemos optado por dejarlo en sus sabias manos, una vez más.

Ralph Macchio empezó en esto del cine, como casi todos los de su generación, con la película Rebeldes en 1983 dirigido por Francis Ford Coppola y al año siguiente ya protagonizó la peli que le cambiaría la vida, Karate Kid (a la que seguirían dos secuelas más, junto a Pat Morita). Entre medias protagonizó Cruce de caminos (peli que ya aviso que yo fui a ver al cine en su momento, ahí es nada) y en el año 1991 participó (ya como secundario) en su último proyecto minimamente conocido: Mi primo Vinny (si, si, esa por la que Marisa Tomey ganó el Oscar). A partir de entonces nada de nada en cine (salvo alguna cosa aislada y no precisamente digna de mencionar) y alguna colaboración en teatro donde, al parecer, le fueron un poco mejor las cosas. Su último trabajo “conocido” es Beer League” del año 2006.

Pero analicemos sus votaciones:

Sus coqueteos con el cine más independiente: ¡La liga de la Cerveza!

Que haga una serie en televisión. 0 Votos. Cuanta crueldad veo reflejada en sus puntuaciones. Ralph Macchio podría tener una oportunidad en televisión, como tantos otros actores prácticamente olvidados, y volver de nuevo al estrellato que jamás debió abandonar protagonizando una serie de éxito. ¡Ralph Macchio podría ser el nuevo Kiefer Sutherland!, que triunfa en medio mundo con la serie 24, pero ustedes no le han dado ninguna oportunidad.

Que entre en Gran Hermano VIP EE.UU. 3 Votos. Si, bueno, quizás no sea la mejor opción posible para recuperar su carrera de actor, pero algo es algo y seguro que le dejaría una bonita suma monetaria en su cuenta corriente y, reconozcámoslo, a este tipo de programas les encanta poder sacar jugo de viejas estrellas venidas a menos. Ustedes, sabiamente, tampoco han considerado en gran medida esta opción.

Poner cera, pulir cera...


Que lo recupere Tarantino. 5 Votos. Ya hicimos una pregunta sobre que actor debería recuperar el amigo Tarantino e indudablemente nos dejamos un buen puñado de nombres ilustres dignos de haber entrado en la pugna. El de Ralph Macchio sería una buena opción y seguro que el director sabría sacar lo mejor de él, como Pat Morita en Karate Kid. Ustedes, sin embargo, o no lo acaban de ver en el tipo de cine que realiza Tarantino o, por el contrario, odian profundamente a Ralph Macchio, porque tampoco han tenido en buena estima esta opción.

Que haga una película con Ray Liotta. 12 Votos. Pobre Ray, segundo de nuevo. Que mala pata tiene este muchacho, que siempre está luchando por las posiciones de cabeza pero que jamás acaba de rematar la jugada. Desde el quesito apostamos firmemente por esta pareja que, sin duda, podría ofrecer grandes dosis de entretenimiento y diversión a raudales. Si ya parece que los estoy viendo en una trama a lo Buddie Movie, los dos luchando contra el crimen, ¿o mejor un remake de Thelma y Louise donde esta vez el sexo masculino sea el prota? Tantas posibilidades, tantos sueños por cumplir…

Que haga Karate Kid 5 (haciendo de sensei). 19 Votos. ¡Viva el encasillamiento! Son ustedes más listos que el hambre. Después del triste fallecimiento de Pat Morita, ¿quien mejor que Ralph Macchio para retomar la franquicia? (recordemos que faltó en su cuarta entrega donde la protagonista era la oscarizada Hilary Swank, que más tarde ya se pasó, directamente, al boxeo). Esta claro que todo vuelve (y si hablamos de los ochenta todavía más) así que no se extrañen si al final esto acaba sucediendo de verdad, lo cual sería motivo de júbilo y algarabía en este blog, y se consigue cerrar el círculo logrando que Daniel San pase de alumno… ¡a maestro!

Quien no haya hecho esto en el patio del colegio no merece mi respeto.

Como siempre gracias a todos por participar, por seguirnos el rollo y, recuerden, que mañana más. ¡Esperamos sus votos!

Ray Liotta meets Garfield




Beowulf (2007)

Buenos días, soy el jefe Dreyfus y, después de la animación clásica y la animación japonesa, hoy criticamos lo que, en principio, todo apunta será el futuro de la animación y, según algún entendido con poco crédito, el futuro del cine en general: la animación con la técnica denominada captura de movimiento. Así que hoy, con todos ustedes: Beowulf… ¡Empezamos!

Esto va de que en la Dinamarca de hace un porrón de años, encontramos un pueblo de bárbaros que está siendo victima de un monstruo/bicharraco/ogro, que de vez en cuando le da por aparecer y cargarse a todo el que se le pone delante. El monarca, Hannibal Lecter, necesita un héroe que se cargue a la bestia y en estas estamos cuando aparece en escena el aguerrido Beowulf (lo reconocerán con suma facilidad debido a que durante toda la peli no deja de gritar su nombre como un energúmeno) que intentará dar muerte a la bestia, conocida con el nombre de Grendel. Pero Grendel no está solo, en las montañas se esconde su madre, una bruja/demonio con tacones (!!!) y con las curvas de Angelina Jolie (que no es que sea mala, es que la han pixelado así) que parece una burbuja Freixenet pero sin bañador ni nada (buena gente sin duda) que tendrá mucho que decir en toda esta historia, destapando un oscuro secreto del pasado.

Total, que la peli contiene grandes dosis de espada, brujería, dragones, rudos guerreros, bellas princesas, magia y un montón de cosas más, sacadas de un poema épico anglosajón que, se estima, fue redactado durante la primera mitad del siglo VI (pero recordemos que la bruja lleva tacones).


- Venga, va, solo la puntita

El director de la película es el veterano Robert Zemeckis, y entre su filmografía encontramos títulos tan conocidos como Tras el corazón verde, la trilogía de Regreso al futuro (solo por esto ya merece pasar a la posteridad), ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, La muerte os sienta tan bien, Forrest Gump (por la que consiguió el Oscar como mejor director), Contact, Náufrago o, su anterior trabajo, Polar Express (con la que ya empezó su idilio con este tipo de animación). Curioso como el hombre ha pasado de una película de animación tan infantil a una película de animación tan poco infantil. A cargo del guión encontramos a Roger Avary (el coleguita del amigo Tarantino) y a Neil Gaiman (el coleguita de Sandman y autor de la novela Stardust) y bajo los píxeles encontramos los rostros de Ray Winstone, Angelina Jolie, Anthony Hopkins, Robin Wright Penn o John Malkovich.

La película no es que sea del todo fallida, pero es que resulta terriblemente irregular y avanza a trompicones. Después de un enérgico arranque de lo más prometedor, la película empieza a languidecer, con tremendos baches de aburrimiento y alguna breve remontada más como coletazos que otra cosa. La segunda parte de la película tampoco ayuda demasiado a que la película se venga arriba y, a pesar de una tontorrona, aunque voluntariosa, escena de acción final, la peli ya está sentenciada. Quizás es que la historia no da como para hacer una película de dos horas o quizás es que el bueno de Robert Zemeckis no consigue hacerse con las riendas de la película, pero el ritmo va y viene (más se va que viene) de una forma alarmante. A todo esto, el tufo a moraleja que va soltando la película tampoco ayuda demasiado a caer en gracia.


- ¿Han parado ya de chillar los corderos, Clarice?

Referente a lo de la animación digital, pues ni fu ni fa. Está bastante bien aprovechada en los momentos de acción más espectaculares, pero en el momento en que dos personajes, simplemente, se ponen a hablar, la cosa empieza a chirriar escandalosamente (y ya no les cuento cuando, en el fragor de la batalla, al director le da por jugar con la cámara lento, entonces ya es descarado). Los gestos faciales, no lo duden, todavía no pueden competir con los de actores de carne y hueso y eso pesa bastante durante toda la película. No dudo de que la cosa vaya a más y que si siguen por este camino puede que tarde o temprano lo consigan, pero por el momento todavía les queda bastante camino por recorrer. Lo que no acabo de comprender es que teniendo a su servicio todas las posibilidades de la técnica digital los personajes envejezcan tan mal, porque parece como si les hubieran teñido el pelo con canas y les hubieran marcado cuatro arrugas (como en los telefilms de bajo presupuesto de las sobremesas) en lugar de conseguir que, por una vez, un personaje envejezca realmente en pantalla, notándosele el paso del tiempo.

Resumiendo: Película demasiado irregular, con un prometedor arranque pero poco más y con una historia que no da como para las casi dos horas de metraje.



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El viaje de Chihiro (2001)

Elprimerhombre se ha vuelto a perder por el mundo mágico de El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki, una película de animación llena de fantasía en la que deslumbra la imaginación de su autor y en la que podemos observar una creatividad realmente asombrosa.

Chihiro es una niña que se marcha disgustada con sus padres a un nuevo hogar. Cuando llevan un rato en el coche, cogen un camino equivocado por el que van a parar a un edificio rojo en el que hay un túnel donde sólo se puede pasar a pie. Entran en él y cuando llegan al otro lado el padre cree que se trata de un parque temático abandonado. Observan los edificios y cuando los padres perciben un olor que proviene de un restaurante donde no hay nadie, se disponen a comer pegándose un buen banquete. Chihiro insiste en marcharse de allí lo antes posible pero quizás sea demasiado tarde.

Este inicio y los diez o quince minutos siguientes representan lo mejor de la película ya que vamos presenciando, a un ritmo asequible y equilibrado, el cambio de la acción, adentrándonos a un nuevo mundo misterioso y apasionante en el que vamos encontrando personajes extraños y seres fantásticos.

La creación de estos personajes es muy acertada. Haku, quizás el más importante de la película, es un chico que intenta ayudar a Chihiro para huir de allí, aprendiz de la bruja Yubaba, la dueña de la casa de baños donde acuden miles de Dioses. Yubaba es bajita y con un gran cabezón. Su hijo Bou es un bebé enorme que no para de llorar. Otros personajes simpáticos son las bolas de Suie, que son bolas de hollín que van transportando el carbón para Kamaji, el personaje de seis brazos que es el esclavo de las calderas que calientan los baños. Sin cara es un Dios que no habla y que tiene una cierta predilección por Chihiro, siguiéndola por todos los sitios donde se dirige. Y a mitad de la película aparece una especie de rata que siempre va acompañada de un pajarillo con cuatro pelos, poniendo un poco de humor a la historia.

Todos los dibujos, los personajes y los decorados fueron pintados a mano antes de ser escaneados y digitalizados. El ordenador sólo se utilizó para el acabado, la animación o algunos efectos como los reflejos del agua. En su momento, esta película fue la pionera en beneficiarse de todas las innovaciones tecnológicas en el tratamiento de la imagen y del sonido. Sin embargo, la duración de la película es un tanto larga para ser de animación ya que supera por muy poco las 2 horas de duración y quizás sea por eso que en algunas escenas en silencio la acción parece detenerse demasiado. Y como opinión más personal, el valor de la amistad que existe entre Chihiro y Haku es un poco cursi, forzando aún más esa relación con una frase de Kamaji diciendo que “a eso se le llama amor”.

Los estudios Ghibli son los responsables del resultado de esta película, como otras películas anteriores de Miyazaki: Mi vecino Totoro (1988), Porco Rosso (1992), o La Princesa Mononoke (1997), que pudo ser la última creación de Miyazaki, ya que en aquel tiempo no pasaba por un buen momento personal, sufriendo una crisis debido al agotamiento físico. Con El viaje de Chihiro tuvieron también serios problemas debido al tiempo limitado y a la pérdida de algunos empleados, a causa de la crisis económica en Asia. Por eso tuvieron que ir a Corea en busca de animadores, contratando al final al estudio digital D.R. en Seúl. Con la ayuda de los coreanos llegaron a terminar diez mil acetatos en sólo dos meses y medio.

La película fue galardonada con el Oso de Oro en el Festival de Berlín del 2002, siendo la primera vez que se entregaba a una película de animación.

En definitiva, una película de animación llena de fantasía y aventuras que no defrauda en cuanto a calidad y belleza de sus imágenes, pero que su larga duración y su tono a veces demasiado infantil provoca un cierto desencanto en el resultado final.

Un saludo!




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